Refuerzo de las relaciones públicas japonesas

Política

La política exterior japonesa carece de expresividad, y a nivel internacional no ha hecho un esfuerzo suficiente para que se comprenda su postura. ¿Cuántas veces habremos escuchado estas palabras últimamente? Chinos y coreanos cuentan con dinero y conexiones como para alzar letreros de neón de la empresa china Xinhua en Times Square, Nueva York, o poner a una aula de la escuela Woodrow Wilson de la Universidad de Princeton el nombre de Syngman Rhee, en honor del ex presidente surcoreano. Dicen que si comparamos esto con el estado de Japón veremos que es un desastre: no cuenta con dinero ni fuerza para lanzar un mensaje sólido.

Si nuestro único punto fuere son las quejas y los lamentos, no podremos fortalecer nuestra capacidad de relaciones públicas. Partiendo de esa base, voy a intentar proponer tres medidas de refuerzo para las relaciones públicas. Estas tres medidas no están relacionadas ni forman un sistema, pero son planes que no precisan de dinero.

Menos restricciones de la Dieta sobre los viajes del Primer Ministro y el Ministro de Exteriores

El presidente, en el caso de una empresa, y el Primer Ministro o Presidente, en el caso de un país, representan la mayor publicidad para esa entidad. Sin embargo, en el caso de Japón, se podría decir que el Primer Ministro está atado al país como un cartel publicitario fijado sobre la carretera. Esto se debe a que, en comparación con otros países que han adoptado el sistema parlamentario de gobierno, en el caso de Japón el Primer Ministro está atado hasta extremos absurdos a la Dieta. Debe incluso juntar fines de semana y puentes para cumplir con los compromisos que requieren que se aleje de Tokio, por no hablar ya de las visitas al extranjero.

Todas las primaveras, en las vacaciones de mayor duración en Japón, se efectúa una visita en masa por parte del Primer Ministro y algunos miembros del gabinete a Washington DC. Esto representa una cantidad ingente de trabajo extra para las empresas de interpretación de la zona, y al mismo tiempo es un estigma que daña la capacidad diplomática de Japón. No hace falta pensar mucho para darse cuenta de que es mejor hacer negocios con una empresa que regularmente envía a sus hombres importantes de visita, antes que con una que no envía a su presidente, o a lo sumo lo envía una vez para cumplir con los formulismos. En términos simbólicos, esto es lo que diferencia a la diplomacia japonesa de la china.

Por poner un ejemplo, la visita del primer ministro Koizumi Jun’ichirō a Brasil en 2004 fue la última realizada a ese país por parte del gobierno japonés. Por estar tan atado a las deliberaciones de la Dieta, y debido al hecho de que cada vez se realizan más reuniones internacionales, si sumamos a éstas otras reuniones bilaterales regulares de importancia (en los últimos años también se ha incluido a India en la lista), la agenda del Primer Ministro se llena pronto. Además si, como sucede últimamente, el Primer Ministro abandona su puesto en un año más o menos, no tiene tiempo de cumplir más con estos compromisos regulares. Koizumi logró mantenerse más de cinco años en su puesto, y por ello pudo viajar hasta el otro lado del mundo.

En la medida de lo posible, la Dieta japonesa debe liberar al Primer Ministro y al Ministro de Exteriores, para que realicen viajes al extranjero. Por poner una metáfora, es como si dijéramos que el hecho de acercar los anuncios móviles a los clientes tiene un valor para toda la compañía, en términos de márketing.

Emisión de vídeos rodados en las islas Senkaku de una colisión con un barco chino en alta mar

En segundo lugar y como asunto de urgencia, aunque se trata de un tema de escaso alcance, está la recopilación y subida de vídeos a gran velocidad a Internet.

Las autoridades chinas tienen como objetivo un fortalecimiento de su jurisdicción de facto sobre las inmediaciones de las islas Senkaku. Para ello, China está recopilando vídeo y audio del lugar, para dar a entender que son ellos quienes patrullan la zona y vigilan a los barcos japoneses, y los emite internacionalmente desde la cadena China Central Television (CCTV).

Japón no hace nada al respecto. Este país se caracteriza por poseer un sistema de responsabilidades y órdenes ambiguo, y quizá la principal causa sea que nadie quiere aceptar riesgos. En este caso se debe intentar proceder con más flexibilidad; lo mejor es recopilar grabaciones minuciosas del contacto marítimo con los barcos invasores de China y otros países, y subirlos a alguna página de Internet en la que todo el mundo pueda verlos.

En Japón también se han hecho públicos rápidamente algunos vídeos, y hay experiencia en presentar las pruebas ante el público internacional. Hablo de la pesca de ballenas con fines científicos en el Océano Antártico. Un grupo de barcos balleneros grabó un choque en alta mar con un barco de la infame Sea Shepherd Conservation Society, y lo subió a Internet. Sin embargo, en opinión de este escritor, ésta no fue una acción digna de alabanza.

Prohibición indefinida de la pesca de ballenas en alta mar que promueve el odio hacia Japón

Como tercer y último punto a discutir, está la necesidad de parar de forma indefinida la pesca de ballenas en alta mar con fines científicos, en la medida en que esté asegurada la posibilidad de pescar ballenas enanas (Balaenoptera acutorostrata) en la costa japonesa. La pesca de ballenas, como negocio, tiene un efecto económico y laboral extremadamente pequeño. El número de personas que se verían afectadas por dicha prohibición, aun considerando que se hubiera planeado al detalle la ayuda necesaria para recolocarlas en otros puestos de trabajo, es tan pequeño que no sería una gran pérdida para el país.

Y aún así, esa industria hace que las celebridades internacionales (generalmente amantes de los animales) se conviertan en enemigos y no sólo no muestren simpatía hacia Japón, sino que creen animadversión contra Japón en países que se suponen aliados nuestros, como Australia, el Reino Unido, Nueva Zelanda o Canadá; no hay operación más efectiva que la pesca de ballenas, para conseguir que estos países sientan repugnancia hacia Japón. Incidentalmente, si seguimos todas las pistas, la pesca de ballenas con fines científicos está aportando dinero a las arcas de la Sea Shepherd. Si hay gente que, sea como sea, quiere comer carne de ballena, será mejor que la consiga de la costa japonesa, y no de ejemplares de alta mar.

Actualmente Japón se enfrenta a una denuncia por parte de Australia, en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), para lograr la abolición de la pesca de ballenas. Es importante observar el desarrollo del proceso judicial, pero aunque Japón gane el juicio no creo que haya que ir a pescar ballenas a las inmediaciones de Australia. Creo que lo más inteligente sería que Japón, con la victoria legal en la mano, decidiera de motu propio abandonar la pesca de ballenas en alta mar.

Los viajes al extranjero del Primer Ministro y el Ministro de Exteriores, la publicación de los vídeos de los barcos patrulleros japoneses en alta mar, cerca de las islas Senkaku, la prohibición de la pesca de ballenas en alta mar... Las relaciones públicas japonesas podrán mejorar algo con estas tres medidas.

(Artículo escrito el 4 de diciembre de 2012, y traducido al español del original en japonés)

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