Thatcher: la Dama de Hierro y Japón

Política Historia

El 8 de abril de 2013 Margaret Thatcher, exprimera ministra británica, murió a los 87 años de edad. Debido a la demencia senil que sufría, llevaba tiempo apartada de la vida pública, pero gracias a la película La dama de hierro, estrenada mundialmente en marzo de 2012 (incluso en Japón, donde las películas suelen tardar más), la fama de Thatcher se extendió aún más entre los ciudadanos japoneses. De este modo la noticia de su muerte, pese a que hace ya más de veinte años de su época como primera ministra, ha tenido un gran impacto también en Japón.

Nakasone Yasuhiro, exprimer ministro japonés que mantuvo una estrecha relación con Thatcher en la década de los ochenta, nos relata lo siguiente sobre la forma en que ha recibido la noticia de la muerte de esa política tan representativa de la historia británica de posguerra. “Ella fue una de las políticas más relevantes que alzaron la voz para proclamar la necesidad de que el mundo libre uniera sus fuerzas para hacer frente a la antigua Unión Soviética, junto al presidente estadounidense Reagan, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial” (Nikkei Shinbun, publicado el 9 de abril de 2013). En la alianza occidental de los ochenta, mientras la Guerra Fría se acercaba a su fin, tres nombres dejaron una profunda impresión en la gente: Thatcher, Reagan y Nakasone. Dos de ellos ya han dejado este mundo.

Una visita a Japón durante el empeoramiento de las relaciones entre Reino Unido y Japón

Tras lograr la victoria en las elecciones generales de 1979, Thatcher, la primera mujer en la historia del Reino Unido en ocupar el puesto de primera ministra, viajó a Japón en septiembre de 1982. Las relaciones entre Reino Unido y Japón en esa época se encontraban en una situación especialmente mala. En la Guerra de las Malvinas, que había comenzado en abril de ese año, Japón, considerando sus relaciones con los países de Sudamérica, evitó apoyar abiertamente las acciones militares del Reino Unido, lo cual molestó a la primera ministra Thatcher. Además, las exportaciones al Reino Unido de Japón, que se encontraba en rápido crecimiento económico, empeoraban el comercio británico, y arrojaban una oscura sombra sobre las relaciones entre ambos países. En esa época el primer ministro japonés era Suzuki Zenkō, alguien cuya falta de liderazgo político se reconocía incluso en el seno del gobierno británico.

Dicho gobierno llevó a cabo en secreto una reunión para examinar las políticas de cara a Japón, y el informe resultante se completó en mayo. En él se indicaba: “Japón debería seguir siendo un miembro confiable y cooperante de la familia occidental”, y “Japón debería aceptar una responsabilidad internacional mayor por las consecuencias de su éxito económico, y adaptar sus políticas mercantiles en consecuencia.”

Digno de mención resulta el hecho de que se declararan los beneficios de reforzar la relación británica con Japón desde un punto de vista político o estratégico, sin considerar esa relación con Japón estrictamente desde el punto de vista de las fricciones económicas, y que se indicara la necesidad de vincular los beneficios para el Reino Unido al crecimiento económico japonés. La conclusión era que debía estimularse el aumento de inversiones japonesas en el Reino Unido.

La visita a Japón por parte de la primera ministra Thatcher, la Dama de Hierro, persona de un carácter fuerte, fue todo un éxito. Thatcher viajó con vigor a todas partes y mantuvo reuniones con una gran cantidad de empresarios. En especial dedicó un gran esfuerzo a buscar una expansión en las inversiones en el Reino Unido por parte de los fabricantes de automóviles. Como resultado, posteriormente tanto Honda como Nissan abrieron plantas de producción a gran escala en el Reino Unido, lo cual generó una gran cantidad de trabajo en el país, y contribuyó a la revitalización de la zona.

La favorable relación con el primer ministro Nakasone

Cuando habían pasado dos meses desde el regreso de la primera ministra a Londres desde Tokio, cambió el primer ministro japonés. Nakasone Yasuhiro, como nuevo primer ministro, iba a causar impresión como un líder fuerte tanto en Japón como en el extranjero. Nakasone, que aspiraba a convertir a Japón en una nación internacional, sembró una imagen de fuerza en la diplomacia extranjera, mientras a nivel gubernamental realizaba osados avances en la privatización. En la cumbre del G7 en Williamsburg (una reunión de cerebros de los países desarrollados) celebrada en Estados Unidos en mayo de 1983, Thatcher tuvo ocasión de dialogar con el primer ministro Nakasone, y recibió una impresión tremendamente positiva.

En sus memorias, Thatcher cuenta acerca de Nakasone: “Creo que se trataba quizá del líder japonés más elocuente y ‘occidental’ que hubo durante la época en la que fui primera ministra.” Además, en dicha reunión de Williamsburg la primera ministra Thatcher apeló a Nakasone para lograr que se llevara a cabo la inversión en Reino Unido por parte de Nissan. Thatcher, además de ser la Dama de Hierro, también era una vendedora imbatible.

Posteriormente, tras varias conferencias de líderes, Thatcher registró lo siguiente sobre el primer ministro Nakasone: “Durante el gobierno del primer ministro Nakasone Japón comenzó a desempeñar un papel más activo en los asuntos internacionales. De modo que, cuando realizó su visita a Reino Unido en junio de 1984 sentí que estaba tratando con un líder japonés que comprendía y simpatizaba con los valores occidentales, y había demostrado estar preparado para dar los pasos necesarios en la dirección correcta sobre políticas económicas.”

La primera ministra británica Margaret Thatcher sonríe mientras el primer ministro japonés Nakasone Yasuhiro realiza una pregunta sobre un modelo de la estación espacial tripulada de Estados Unidos, durante un descanso en la cumbre del G7 en Londres. A la izquierda, el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan. (9 de junio de 1984, imagen cortesía de Bob Daugherty / AP / Aflo)

 

El mensaje de Thatcher para Japón

Thatcher y Nakasone compartían un ideal político. En su raíz se hallaba el espíritu del esfuerzo individual. La primera ministra Thatcher, en una famosa entrevista realizada en 1987, relataba lo siguiente. “Las personas deben, ante todo, mirar por sí mismas. Cuidarnos a nosotros mismos es nuestra obligación.” Y después continuaba: “Las personas tienden a creer que tienen grandes derechos sin obligaciones.”

En el Japón actual este espíritu de autoayuda ha declinado considerablemente. Se ha creado un ambiente en el que la gente parece dar por supuesto que alguien va a ayudarnos, que el estado va a cuidar de nosotros. Sin embargo el gobierno no cuenta con tal energía, y son los individuos quienes tienen que vivir con fuerza, en lo sucesivo; no tendrán más remedio que depender de su capacidad de autoayuda. El Reino Unido de los noventa, que vio su economía revitalizada, sin duda recibió una gran influencia de estos ideales políticos de Thatcher.

Si pensamos a largo plazo, en este Japón aquejado por una deuda gigantesca y un problema creciente de envejecimiento de la población, se puede pensar que es necesario retomar ese espíritu del esfuerzo individual. Quizá fuera ese uno de los mensajes que la primera ministra Thatcher quiso transmitir a Japón.

(Artículo escrito el 15 de abril de 2013, y traducido al español del original en japonés)

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