Japón-Corea del Sur: unas relaciones condicionadas por la política interna

Política

El 2 de noviembre de 2015 los líderes de Japón y Corea del Sur mantuvieron una reunión en Seúl. Esta cumbre significó la reanudación de las reuniones al más alto nivel entre Japón y Corea del Sur tras un vacío de tres años y cinco meses y la primera cumbre entre el primer ministro Abe Shinzō y la presidenta Park Geun-hye.

Desde la normalización diplomática conseguida hace 50 años, las relaciones bilaterales entre Japón y Corea del Sur han experimentado grandes cambios estructurales en todas sus facetas: política, economía, sociedad, cultura, etc. En Corea del Sur la conciencia de igualdad con respecto a Japón se ha extendido considerablemente. Este es el contexto en el que tuvo lugar a comienzos de noviembre la cumbre entre el primer ministro japonés Abe Shinzō y la presidenta surcoreana Park Geun-hye, la primera reunión entre ambos mandatarios desde que asumieron sus cargos.

La cumbre ha sido vista como un primer paso hacia la recomposición de las deterioradas relaciones. Pero hay que tener en cuenta que, con la llegada del otoño, Japón y Corea del Sur han entrado en una época del año dominada por la política interna. Y en adelante, durante algún tiempo, será la política interna la que marque la pauta de la gestión gubernamental. Ambos mandatarios tendrán que llevar sus respectivas agendas diplomáticas prestando la máxima atención a las tendencias en la opinión pública. El Gobierno de Park practica una política exterior de equilibrio, aferrándose a la alianza con Estados Unidos mientras se acerca a China. Veremos a continuación cómo se ha formado esa política y cuál es su realidad.

El destino de Abe Shinzō

Tal vez sea el suyo el destino de los políticos perseguidos por el fantasma de su propio linaje familiar. Los actuales mandatarios de Japón y Corea del Sur tienen no pocas similitudes en cuanto al origen de las motivaciones políticas que guían su actuación. La más llamativa de esas similitudes es que en lo más alto del linaje familiar tienen a alguien que ambos reputan de gran estadista.

Para Abe esa persona es su abuelo, Kishi Nobusuke, quien, con su reforma del Tratado de Seguridad entre Japón y Estados Unidos, sentó las bases del actual sistema de seguridad conjunto entre ambos países aun a costa de tener que renunciar a su cargo de primer ministro. Para Park, ese personaje es su padre, el presidente Park Chung-hee, a quien el periodista norteamericano experto en temas coreanos Don Oberdorfer considera la persona que ha dejado una huella más honda en Corea del Sur.

Desafiando abiertamente todas las encuestas de opinión que revelaban la oposición popular a sus intenciones, Abe consiguió que la Dieta (Parlamento) aprobase nuevas leyes de seguridad nacional que contemplan el controvertido derecho a la autodefensa colectiva. “Lo mismo [el mismo movimiento de oposición] ocurrió en tiempos de mi abuelo, pero la posteridad ha sabido valorar su legislación de seguridad nacional”, dijo Abe, demostrando que la figura de su antepasado ocupa siempre un lugar en su pensamiento. Pero la aprobación por la Cámara Baja de esa serie de leyes en julio vino acompañada de un brusco descenso del apoyo popular a su gabinete en las encuestas. Consciente de lo difícil de su situación, una vez aprobadas todas las leyes, Abe se hizo reelegir presidente del Partido Liberal Democrático (PLD) e inmediatamente forzó un cambio de escenario en septiembre.

Abe parece haber asumido completamente y estar dispuesto a llevar a la práctica las declaraciones efectuadas por Tanigaki Sadakazu, secretario general del PLD, quien a finales del verano –cuando termina la estación marcada por los temas de seguridad nacional y comienza la de los temas económicos– invitó a Abe a asumir dos papeles históricos(*1).

Las elecciones a la Cámara Alta previstas para el próximo verano son ya la principal preocupación de Abe, que ha lanzado sus nuevos lemas: “Compromiso activo de todos los ciudadanos”, “Objetivo PIB: 600 billones”, “Las tres nuevas flechas”(*2)… Son eslóganes electorales con poca base, que indican que la política de Abe funciona ya en clave electoral. La única forma que tiene Abe de enfrentarse al tema de las llamadas “mujeres de solaz” (ianfu) y al resto de los problemas que dificultan las relaciones entre Japón y Corea del Sur es priorizando sobre cualquier otra consideración la política interna. Si se da el caso de que Park, presionada por los sectores más antijaponeses del país, exija a Abe una solución al problema, este no tendrá más opción que negarse a aportarla.

El destino de Park Geun-hye

La política surcoreana es de ciclo corto y se han desatado ya las luchas soterradas. Las próximas elecciones generales, un acontecimiento que abre una nueva fase en la política interna, se celebrarán en la primavera de 2016. A partir de ese momento, la importancia política de la presidenta comenzará a declinar, pues la ley, que establece un único mandato de cinco años, le cierra las puertas a la reelección. En diciembre de 2017 llegarán las elecciones presidenciales para elegir un sucesor. Las luchas internas dentro de los partidos políticos por ser nombrado candidato a la presidencia irán cobrando virulencia. Y en la gestión gubernamental pesará más la política interna que los asuntos diplomáticos.

¿Otras similitudes? Ambos políticos han tenido que superar una prueba de fuego para acreditar su condición de conservadores. Abe tenía que abrir brecha en la interpretación que se venía haciendo de la Constitución para hacer posible el ejercicio del derecho a la autodefensa colectiva. Park se enfrentaba al reto de darle la vuelta a la reforma que se hizo en el sistema de aprobación de los libros de texto escolares, de forma que la responsabilidad de designarlos vuelva a recaer en el Estado, un asunto íntimamente ligado a la figura de su reverenciado padre, Park Chung-hee.

Fue él quien dio el paso, en los años 70, para establecer el sistema de designación estatal de los libros de texto. Sin embargo, el Gobierno izquierdista-liberal de Roh Moo-hyun abolió en 2007 ese sistema, convirtiéndolo en un sistema de simple homologación. A este cambio se opuso con fuerza el Saenuri (partido de la presidenta Park, llamado hasta 2012 Hannara). Posteriormente, recuperado el poder con el presidente Lee Myung-bak, comenzaron los movimientos para volver al anterior sistema, y el relevo está ahora en manos de Park. El interés de los conservadores por reflotar el abolido sistema en contra de la mitad del país tiene, pues, este trasfondo. Pero, ¿por qué tenía que ser la presidenta Park quien sacase las castañas del fuego? Hay quien piensa que la razón está en su deseo de rehabilitar la figura de su padre que, si bien es elogiado como “padre del crecimiento económico” surcoreano, también ha sido objeto de críticas por la opresión que ejerció sobre el pueblo durante su dictadura militar(*3).

No cabe duda de que la restitución del sistema de designación estatal de los libros de texto se convertirá en uno de los principales puntos en litigio tanto durante las elecciones generales de la próxima primavera como durante las presidenciales. Asimismo, en relación con las diferentes visiones de la historia que sostienen Japón y Corea del Sur, es posible que el problema con Japón en torno a las “mujeres de solaz” vuelva a ser puesto sobre la mesa, aunque será muy difícil que ninguna de las dos partes haga concesiones.

China reconoce a Corea del Sur como país vencedor

En este contexto político interno, otro asunto que despierta la atención son las inclinaciones pro-chinas del actual Gobierno de Park.

El día 3 de septiembre se celebró en la plaza de Tian’anmen de Pekín un desfile militar como parte de los actos oficiales en conmemoración de la victoria en la llamada “Guerra de resistencia contra Japón y Antifascista”. En el palco de personalidades se vio a la presidenta surcoreana a la izquierda de su homólogo ruso Vladímir Putin. Por parte de Corea del Norte estuvo presente Choe Ryong-hae, miembro del Politburó y Secretario del Comité Central del Partido de los Trabajadores de dicho país, que ocupó un asiento menor en el extremo de la izquierda. La escena exponía a las claras el lugar preferencial que se le otorgaba a la presidencia surcoreana. A Corea del Sur no se le permitió estar presente en las conversaciones de paz celebradas en San Francisco una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, pero su participación en el acto de Pekín simbolizó el reconocimiento oficial por parte de China de que Corea del Sur es uno de los vencedores de la guerra contra Japón. Con esto quedaba cumplido el objetivo de Park.

Los verdaderos luchadores en la guerra de resistencia frente a Japón fueron los miembros de una organización guerrillera coreana en la que estaba integrado Kim Il-sung. Porque el Gobierno Provisional de la República de Corea que se estableció en Shanghai poco después del movimiento independentista del 1 de marzo de 1919, también con la finalidad de conseguir la independencia, no peleó con el ejército japonés. Por esta razón, según afirman los entendidos en asuntos peninsulares, “se considera que el sujeto legítimo de la guerra contra Japón es Corea del Norte, el Estado dominado por Kim Il-sung, y esto ha sido causa de que la guerra contra Japón se haya convertido en un trauma histórico para Corea del Sur”.

Pero en este 70 aniversario del fin de la guerra el presidente chino Xi Jinping le ha dado a la presidenta Park una oportunidad inmejorable para lidiar con los problemas históricos de su país. Ban Ki-moon, secretario general de las Naciones Unidas, que podría tener aspiraciones a la presidencia surcoreana, aprovechó la ocasión y estuvo presente en el acto con toda naturalidad. Su mandato al frente de la ONU terminará a finales de 2016 y su presencia en los actos fue vista como un guiño a la política interna surcoreana.

Un día después del desfile militar, se vio a la presidencia Park en Shanghai, donde asistió a la remodelación del edificio donde tuvo su sede el citado Gobierno Provisional de la República de Corea. Tras expresar su agradecimiento a China por haber cargado con el costo de la obra, Park recalcó que esta era una prueba de que China y su país compartían el sentido histórico y el valor de la guerra de independencia.

La verdad sobre la inclinación pro-china de la diplomacia de Park

En octubre se celebró en un hotel del área metropolitana una reunión de periodistas, académicos y otros expertos coreanos, en la que estuvo presente también quien suscribe estas líneas. China se hizo sentir veladamente en todos los debates, que giraron principalmente en torno al acercamiento diplomático de Corea del Sur al gigante asiático.

Los participantes surcoreanos rechazaron de plano que su país esté inclinándose hacia el lado chino, tal como sostenía la parte japonesa. Se puso ahí de manifiesto la incómoda posición del Gobierno de Park.

¿Cuál es el verdadero significado de la política de equilibrio entre China y Estados Unidos, en la que Corea del Sur se arroga la función de equilibrador? ¿Es viable?

La política de equilibrio que pretende llevar Park oculta una doble estrategia. Los factores que explican esa naturaleza doble son, por una parte, el destino geopolítico que le ha caído en suerte a Corea del Sur como vecino inmediato del gigantesco Estado chino, y por la otra el destino histórico como país nacido de la división obrada en la península de Corea como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. La mayor amenaza para el Gobierno de Park, como en la época de su padre, es Corea del Norte. ¿Cómo neutralizar esa amenaza? El ejército norteamericano estacionado en Corea del Sur es imprescindible, pero no es menos cierto que, para el ejecutivo de Park, que ha establecido como eje de su política de seguridad la reunificación pacífica de la península, el actor más importante a la hora de tratar de ejercer alguna influencia sobre el vecino del Norte es China.

Sin embargo, un alto funcionario del Gobierno de Japón fue categórico al afirmar que Corea del Sur carece del peso específico necesario para actuar como equilibrador entre China y Estados Unidos. En su opinión, creer que va a ser posible mantener la alianza con Estados Unidos y, al mismo tiempo, acercarse a China, es fruto de un exceso de confianza de Park en sus propias fuerzas. Si esto es así, hay razones para pensar que toda la diplomacia de Park es fruto de una elección derivada de la asunción de esos destinos geopolítico e histórico a los que nos referíamos.

Si consideramos el mundo en el que se inscribe Corea del Sur en tres dimensiones –la global, la regional y la subregional–, podremos comprender un poco mejor la política exterior de Park.

Dentro de la dimensión global, la visión del mundo de Corea del Sur queda conformada por una conciencia de haber dejado atrás el periodo de claro dominio estadounidense que siguió al fin de la Guerra Fría, y estar evolucionando hacia un mundo dominado por Estados Unidos y China. Y contemplando la situación desde una perspectiva a medio y largo plazo, parece claro que estamos ante una potencia en declive (EE. UU.) y otra en ascenso (China).

En la dimensión regional, lo que guía e influye la política exterior surcoreana es la forma de entender la situación de Asia Nororiental, en la que, a los dos países que conforman la península, que serían los actores principales, se suman otros cuatro países que desean la desnuclearización de Corea del Norte: Estados Unidos, China, Japón y Rusia.

Finalmente, la dimensión subregional es un mundo fastidioso de relaciones entre los dos estados resultantes de la partición de la península y Japón y China, que mantienen con las dos Coreas estrechos lazos históricos y culturales.

La base sobre la que se fundamenta la política exterior de Park es ese mundo dominado por dos grandes superpotencias y la conciencia de que, al menos en el área Asia-Pacífico, este dominio es cada día más real y efectivo. En la cumbre chino-estadounidense de junio de 2013, el presidente Xi propuso un “nuevo modelo” de relaciones entre los dos grandes países, que sería la versión china del esquema G2 o mundo dominado por esas dos superpotencias. Puede decirse, por lo menos, que el Gobierno de Park se ha sumado a esa versión china del G2, ante la realidad del imparable ascenso de China. Y es posible que también esté dibujando un futuro, todavía lejano, en el que se cumpla la verdadera pretensión de China, que es dividirse el océano Pacífico con la otra superpotencia.

Silencio surcoreano ante el problema del Mar de China Meridional

Con el presidente norcoreano Kim Jong-un incapaz de dominar el ejército y arrastrado hacia una política militarista que está produciendo disfunciones en la dimensión regional, para Corea del Sur cobra una especial importancia la dimensión subregional. En este ámbito, sin que tanto Japón como Corea del Sur hagan concesiones no pueden esperarse avances en la relación bilateral, en la que se interponen los problemas de interpretación histórica. Pero es difícil que se produzca un acercamiento de posturas, porque Abe y Park deberán estar continuamente pendientes de los grupos sociales que los respaldan. El esquema habitual que seguía la actitud de los Gobiernos surcoreanos hacia Japón era mostrar una actitud de concordia en la primera mitad del mandato presidencial e izar la bandera antijaponesa en la segunda, pero con Park, que tomó el relevo de Lee Myung-bak, el tono antijaponés se ha mantenido. Corea del Sur, que ahora es incomparablemente más fuerte como Estado que hace medio siglo, ha pasado a ser más dependiente de la economía china que de la japonesa. Y la estructura de las relaciones entre Japón, China y Corea del Sur se ha transformado.

La cumbre trilateral del 1 de noviembre y la entrevista entre Abe y Park del día 2 no han traído ningún cambio en la tónica general de las relaciones nipo-surcoreanas, que son una búsqueda de la coexistencia dentro de ese enfrentamiento de carácter histórico. Por otra parte, Estados Unidos está mostrando su irritación frente a Corea del Sur, que mantiene silencio ante el problema que para Estados Unidos es el caballo de batalla de su política en el Pacífico: la ocupación y agrandamiento de islotes en el Mar de China Meridional por parte de China. Durante la rueda de prensa que siguió a la cumbre Estados Unidos-Corea del Sur del 16 de octubre, el presidente Barack Obama fue claro al decir que sería deseable que, si algún país contraviene las normas internacionales, Corea del Sur alzase su voz contra él. Pero la inclinación del Gobierno de Park hacia el lado chino no parece que vaya a variar en el futuro(*4).

(*1) ^ Palabras del secretario general del PLD, Tanigaki Sadakazu, sobre los dos papeles: “Ante el tema de la reforma del Tratado de Seguridad entre Japón y Estados Unidos, el primer ministro Kishi [Nobusuke ] dividió a la gente entre partidarios y detractores, entre aliados y enemigos. Su sucesor, Ikeda [Hayato], logró unirla con sus ideas de ‘tolerancia y paciencia’ y ‘crecimiento acelerado’. Abe, tú tienes que asumir no solo el papel de tu abuelo, sino también el de Ikeda” (29 de agosto, durante una reunión informativa sobre política nacional celebrada en Miyazu, prefectura de Kioto).

(*2) ^ Las tres nuevas flechas de la política económica de Abe: 1) Una economía fuerte que cree esperanza; 2) un apoyo a la crianza que hile sueños, y 3) una seguridad social que transmita confianza. Como objetivos cuantificables, se establece alcanzar un PIB nominal de 600 billones de yenes, una elevación para mediados del decenio de 2020 de la tasa de fecundidad hasta los 1,8 niños por mujer y terminar definitivamente, para principios de dicho decenio, con la tendencia existente entre los cuidadores de ancianos a dejar su trabajo.

(*3) ^ Autobiografía de Park Geun-hye. “A mis ojos, en mi padre no hubo absolutamente ningún interés particular, su único interés fue su patria, la República de Corea”. “La empresa que me propongo llevar a cabo en memoria de mis padres para corregir la valoración de la figura de mi padre la sigo entendiendo hoy en día como un lógico deber filial”. “En la época de mi padre el deber más apremiante era proteger el país de la amenaza de invasión por Corea del Norte y sacarlo de la miseria y el hambre, así que, en materia de democratización, tuvo sus deficiencias. En ese proceso hubo personas que se sumaron al movimiento democratizador y que recibieron por ello un daño indebido”.

(*4) ^ Problema del Mar de China Meridional. El 27 de octubre la armada norteamericana desarrolló en las cercanías de las islas Spratly, en las que China está construyendo islotes artificiales, la operación “Libertad de Navegación”. Japón (su primer ministro) mostró su apoyo diciendo que entendía que tal operación se atenía a las normas del derecho internacional, pero el responsable de comunicación del Ministerio de Asuntos Exteriores surcoreano evitó pronunciarse, siguiendo la línea mantenida hasta el momento de limitarse a exponer principios generales.

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