La reforma del Consejo de Seguridad de la ONU: un reto para la diplomacia japonesa

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Anfitrión de la cumbre del G7 y miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU

Los años 2016 y 2017 prometen ser especiales para la diplomacia japonesa,  porque durante este periodo Japón será miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esto nos ofrece la oportunidad de echar un nuevo vistazo a la situación de esta organización y a la forma en que se toman las decisiones importantes en el mundo de hoy. Irónicamente, la adscripción de Japón en el Consejo de Seguridad de la ONU coincide con su papel de anfitrión de la cumbre del G7 de este año en Ise-Shima.

En el club de los principales países desarrollados del G7 todo el mundo es igual. Las decisiones se toman tras complejas consultas, y no hay países de primera o de segunda categoría (aunque, como ocurrió con Rusia tras el inicio de la crisis ucraniana, un país puede verse fuera de este ordenado mecanismo).

Los mismos miembros permanentes

La situación del Consejo de Seguridad de la ONU es totalmente distinta. Las funciones de los miembros permanentes del Consejo se siguen asignando a los países que crearon la organización poco después de la Segunda Guerra Mundial. Esos países por sí solos pueden utilizar su poder de veto para influir en las decisiones más importantes del Consejo, convirtiendo de este modo las votaciones en una pura formalidad. Al mismo tiempo, la composición de los estados miembros permanentes dista de reflejar la realidad de posguerra.

Durante varias décadas, el lugar de China continental fue ocupado por el Gobierno de la República de China (Taiwán), y no el Gobierno de la República Popular China de Pekín.(*1) Y el lugar de la Unión Soviética, que desapareció del mapa político mundial, fue tomado por la Federación Rusa en 1992 por una decisión colectiva de las antiguas repúblicas soviéticas, que fue apoyada también por Naciones Unidas.

Pero esta decisión pudo haber sido muy distinta. Tras el desmoronamiento de la Unión Soviética, el presidente de Kazajistán, Nursultan Nazarbaev, propuso que el asiento del Consejo de Seguridad de la ONU fuese asignado a la nueva Comunidad de Estados Independientes (CEI) en lugar de a una de las antiguas repúblicas. Este hecho demuestra que incluso la composición rígida de los miembros permanentes es tan solo una circunstancia histórica.

Sin respuesta a los cambios

El mecanismo de veto a las decisiones tomadas por el Consejo de Seguridad de la ONU y el nombramiento de miembros especiales no es más que un vestigio histórico. No se tiene en cuenta la aparición de nuevos puntos de influencia en el mundo ni los cambios en la estructura de las relaciones internacionales de los años de posguerra. En lugar de crear mecanismos de control y equilibrio, se refuerza el desequilibrio.

Son muchos los interrogantes. Es indudable que Francia continúa siendo una nación europea influyente, pero ¿es Alemania menos influyente? ¿Y qué decir de la poca predisposición del Consejo ante la creación de la Unión Europea, que muestra una estrategia de política exterior común? No puede negarse la influencia de China o rebatir el peso de Japón e India en Asia. Y no es posible dejar de constatar que además de Estados Unidos existen otros países en el continente americano, como Canadá, México o Brasil. ¿Debería ofrecerse un asiento permanente o el derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU a todos estos países? ¿O debería buscarse un nuevo mecanismo de interacción?

Durante los dos próximos años, el asiento más cercano al representante de Japón en el Consejo de Seguridad de la ONU estará ocupado por un representante de Ucrania. Ambos países tienen un problema similar de restitución de su integridad territorial. Pero el papel de Naciones Unidas en la resolución de problemas similares se limita a la celebración de reuniones fútiles. Solo se puede recurrir a negociaciones bilaterales o a un mecanismo internacional relativamente eficaz.

Un serio reto para la diplomacia japonesa

En 2016 Japón querría encontrar una solución al problema de los territorios del Norte, pero eso dependerá de la posibilidad de celebrar una cumbre entre el primer ministro Abe Shinzō y el presidente Vladimir Putin y esperar que entre ellos puedan alcanzar algún tipo de acuerdo. Este año Ucrania espera recuperar la soberanía sobre Dombás, pero eso dependerá de la eficacia de los intermediarios del grupo de Minsk y de las reuniones del denominado formato de Normandía, que agrupa a los líderes de Rusia, Alemania, Francia y Ucrania.

El Consejo de Seguridad de la ONU debe ser reformado para que las cuestiones que no pueden resolverse fácilmente a nivel bilateral puedan ser dirimidas en el marco de las Naciones Unidas. Al fin y al cabo, no solo los miembros permanentes sino todos los países deberían ser iguales ante la ley. ¿O no es así?

Japón ocupa un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU por undécima vez. En cada ocasión es mayor la necesidad de que se realicen serias reformas de este órgano y que se actualicen las leyes internacionales. Es evidente que esto es tarea de toda la comunidad internacional, pero es también un serio reto para la diplomacia japonesa.

Escrito originalmente en ruso y publicado el 4 de febrero de 2016. Foto principal: Sala de conferencias donada al Consejo de Seguridad de la ONU por Noruega. El ave fénix que renace de sus cenizas simboliza el renacimiento del mundo tras la Segunda Guerra Mundial; foto facilitada por Bernd Untiedt.

(*1) ^ De 1945 a 1971 la República de China (Taiwán) fue miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, pero tras una visita del presidente estadounidense Richard Nixon a Pekín y la mejora de las relaciones entre los Estados Unidos y la China continental, la República Popular China fue admitida en las Naciones Unidas y en el Consejo de Seguridad de la ONU en lugar de la República de China.

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