¿Se tiñe de verde la política japonesa?

Política

Cuando Los Verdes de Japón (Midori no Tō) surgió como una organización política a nivel nacional en julio de 2012, parecía que era el momento idóneo para su éxito. Habían pasado dieciséis meses después del terremoto, tsunami y el desastre nuclear de marzo de 2011. La opinión pública japonesa estaba saturada de noticias sobre la ineptitud del Gobierno ante este triple desastre, harta de la política convencional y, más que nunca, con deseos de que se produjera una transición de la energía nuclear a las energías renovables.

Los Verdes prometían precisamente ese tipo de cambio. Un partido al nivel de las bases afiliado a una red global que es especialmente fuerte en Europa cuya plataforma se centra en la sostenibilidad medioambiental, la justicia social y la abolición rápida de la energía nuclear.

¿Desaparecidos del mapa político?

Cuatro años después, no obstante, Los Verdes han desaparecido de los titulares en la prensa y parece que también de la política nacional. Cada uno de los diez candidatos que el partido presentó a las elecciones a la Cámara Alta de la Dieta en 2013 perdió, y no presentó a ningún candidato en las elecciones nacionales en el verano de 2016. Aunque unos 70 miembros de Los Verdes cuentan con sedes locales y los afiliados al partido se han duplicado desde 2012, siguen siendo tan solo 1.300 personas. Entretanto, las donaciones se han estancado en los 20 millones de yenes anuales.

¿Qué ha ocurrido? ¿Y cuál es el futuro de la política con enfoque medioambiental en Japón? Estas son las preguntas que asaltan mi pensamiento mientras subo cinco tramos de escaleras detrás de una tienda de ropa de 24 horas para llegar al modesto cuartel general de Los Verdes en Tokio. Ishizaki Hiromi, el secretario de prensa del partido, me recibe con una taza de té negro orgánico de la prefectura de Kumamoto y una visión esperanzadora pero no muy convencida sobre la política centrada en el medioambiente — al menos a largo plazo.

“En el pasado la participación social y política era extremadamente baja en Japón. Tras el accidente nuclear y las protestas del año pasado contra la reinterpretación del Artículo 9 [de la Constitución de Japón] y la nueva legislación de seguridad, ha crecido paulatinamente la conciencia sobre los derechos humanos, la democracia y la justicia social”, explica mientras yo echo un vistazo a la oficina decorada en verde.

Ishizaki reconoce que a pesar de la elevada conciencia existente ante las cuestiones que son centrales para la plataforma de Los Verdes, el partido aún tiene que conseguir un apoyo en consonancia con la misma. “A largo plazo, no obstante, nuestro partido desempeña un papel importante solo por el mero hecho de existir. Tenemos miembros en varias partes del país que forman parte de las asambleas municipales, representando los intereses de la ciudadanía. Cada uno de ellos lucha en solitario para proteger valores como los derechos humanos, el pacifismo y el medioambiente. Para este tipo de personas Los Verdes pueden convertirse en el vehículo de la esperanza de que un día alguien que represente sus ideas pueda formar parte de la Dieta nacional. No podemos más que mantener nuestra visión y nuestros objetivos, fortalecer nuestra red y trabajar continuamente para expandir nuestra organización”.

Grandes obstáculos para los nuevos partidos políticos

Ishizaki admite que el panorama es menos halagüeño a corto plazo. Atribuye la derrota absoluta en las elecciones de 2013 a un sistema político que es “extremadamente injusto” con las nuevas formaciones. De hecho, el periodo de campaña electoral dura solo 17 días, y se exige a los partidos políticos que presenten al menos diez candidatos si quieren competir por los escaños en la Dieta. Deben pagar entre tres y seis millones de yenes por cada candidato.

Hino Airō, profesor de política comparada en la Universidad de Waseda, afirma que las quejas por estas altas tasas están justificadas.

“Incluso en comparación con los estándares internacionales, Japón está en el extremo”, asegura Hino, que estudia nuevos partidos como Los Verdes en Europa y Japón. Los partidos políticos establecidos utilizan a menudo fondos gubernamentales para las elecciones para pagar estas tasas, pero estos subsidios son distribuidos únicamente entre los partidos que ya tienen cinco escaños en la Dieta. (La financiación procede de un impuesto de 250 yenes por cada ciudadano japonés, con el que se reúnen alrededor de 32.000 millones cada año.)

Como resultado, muchas de las formaciones políticas nuevas en Japón — y son muchas — son reagrupaciones de políticos establecidos que ya disponen de asientos en una de las cámaras. “Lo que se echa en falta en Japón son partidos nuevos que surjan desde cero”, explica Hino.

Los Verdes son una rara excepción: el partido surgió a partir de una historia de 20 años de activismo ciudadano a nivel local y de una serie de intentos de unir estos movimientos en un partido ecologista con posibilidades a escala nacional.

No obstante, los movimientos políticos ecologistas de todo el mundo se oponen en principio a la jerarquía y las relaciones de poder, y el amplio igualitarismo que acogen puede dificultar sus esfuerzos como partido en las elecciones nacionales. Tal como señala el profesor de ciencia política de la Universidad de Sophia Nakano Kōichi: “tienden a rotar su acceso a las asambleas, e irónicamente ese tipo de orientación horizontal suele tener efectos contraproducentes sobre su influencia y poder”.

¿Una visión más optimista a largo plazo?

Una cuestión más amplia es si el mensaje del ecologismo radical que Ishizaki y sus compañeros defienden puede obtener un apoyo mayoritario de la sociedad japonesa. Aunque el sentimiento antinuclear sigue estando al alza, Hino es escéptico respecto a que las cuestiones energéticas por sí mismas puedan atraer muchos votos. En Europa, señala, los partidos ecologistas de más éxito han ampliado su plataforma con cuestiones como la eutanasia y el matrimonio entre personas del mismo sexo, o se han asociado con otras redes de base como los movimientos por los derechos de las mujeres y de los consumidores.

Pero Ishizaki confía en que en las próximas décadas la sostenibilidad medioambiental sustituirá a la economía como prioridad para los votantes japoneses.

“El crecimiento económico de Japón se estancó en la década de 1990. Las anteriores generaciones recuerdan los buenos tiempos, pero la gente que está en la veintena y la treintena, que creció cuando la economía empeoraba, no piensan solo en el crecimiento económico. Muchas de estas personas creen que pueden tener una buena vida sin ganar mucho dinero, y al mismo tiempo están preocupadas porque los efectos del cambio climático se irán notando mucho más en los años venideros”, explica.

Para todos los votantes de la época post-crecimiento, los seis principios fundamentales de Los Verdes de Japón — democracia participativa, sabiduría ecológica, sostenibilidad, no violencia, justicia social y respeto por la diversidad — pueden resultar lo suficientemente atractivos.

(Escrito en inglés y traducido al español. Fotografía del encabezado: imagen de la reunión de julio de 2012 en la que se celebraba la fundación de la nueva organización. Cortesía de Los Verdes de Japón.)

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