Taniguchi Jirō: Francia y yo

Cultura Manga

El dibujante de manga Taniguchi Jirō, fallecido el 11 de febrero de 2017, era un enamorado de Francia; de hecho, la de ambos era una historia de amor correspondido. Ahora que se cumple un año de su muerte, hablamos de los vínculos entre el país europeo y el artista nipón a través de un texto de su propio puño y letra.

Mi relación inesperada con Francia surgió en 1991, cuando me invitaron al Festival Internacional del Cómic de Angulema. En esa época, la revista de manga Morning, de la editorial Shogakukan, colaboraba con autores extranjeros y, por lo tanto, aumentaba sus intercambios con firmas del sector de otros países. La persona de nacionalidad francesa encargada de la coordinación de tales intercambios incluyó mi nombre en la lista de invitados a Angulema.

Boceto elaborado en París en 2014. Taniguchi permaneció un mes en la ciudad para preparar Los guardianes del Louvre. Con la autorización de Shogakukan. © PAPIER 2017

A decir verdad, mi interés por la cultura del cómic europeo, sobre todo el que procede de Francia, había nacido mucho antes de ese primer viaje al país, a comienzos de la década de 1970. Encargaba ejemplares a librerías importantes a partir de la información que encontraba en revistas de arte extranjeras, y estas los hacían llegar desde el extranjero. Gracias a aquella invitación inesperada, pude enterarme de la existencia de expresiones del cómic en el panorama internacional. Además, descubrí cuál era la situación internacional de ese campo y tuve la oportunidad de comprar una gran cantidad de títulos. Para colmo, como si se tratara de ponerle la guinda al pastel, me ofrecieron la oportunidad de presentarme a varios dibujantes de mi elección. Loco de contento, di varios nombres, entre los cuales se contaban dos autores dispuestos a conocerme. Uno de ellos era Moebius, a quien yo consideraba prácticamente un dios. Lo idolatraba desde que había visto, en la revista extranjera Graphis (1972-1973, n.º 159), una sección especial dedicada al cómic en todo el mundo. Un amigo me la había prestado y en ella aparecía una página de Blueberry, que el dibujante había firmado como Jean Giraud. Han sido muchísimas las veces que he imitado sus dibujos, cuyos colores, aplicados con sumo cuidado, dan relieve y profundidad. Su estilo ha tenido una gran influencia en mí. Moebius es, al igual que Osamu Tezuka en Japón, una figura especial que domina el cómic contemporáneo, que gira en torno a él.

Después de esta experiencia de ensueño, me propuse conocer a los dibujantes de otros países invitados por Morning. Posteriormente, Casterman publicó la versión francesa del manga El caminante, en el que ya trabajaba, y así fue como mis vínculos con el extranjero se fueron desarrollando gradualmente, con Francia como eje central. Para los franceses que solo conocían mangas japoneses para niños, semejantes a los dibujos animados, el manga seinen fue todo un descubrimiento. El éxito entre el público francés de El caminante trajo consigo su posterior traducción al italiano y el español. En Europa, mis obras se acercan a menudo al cine de Ozu: El caminante surgió precisamente a petición de mi editor, que buscaba una atmósfera semejante a la de este director, y que yo dibujé a mi manera. Es, además, una obra en la que mi objetivo principal era expresarme mediante el dibujo, motivo por el cual reduje los textos explicativos al mínimo posible. Quizás esto explique el hecho de que mi obra se aprecia más en Europa que en Japón. Por norma general, el lector japonés tiende a pasar muy rápidamente las viñetas sin texto. En su caso, el ritmo de lectura lo marca el texto, y el dibujo pasa a ocupar un segundo plano. Sin embargo, el lector europeo de cómics, acostumbrado a las viñetas con respuestas largas, así como a los atajos temporales y los saltos en la acción entre dos viñetas, se toma su tiempo para leer cada una en profundidad. Moebius tildó El caminante de “poética” y dijo que le parecía estar escuchando música. Sus cumplidos me sorprendieron y alegraron; sin duda alguna, aquí se observa un enfoque de lectura diferente.

Con la autorización de Shogakukan. © PAPIER 2017

Posteriormente, se tradujeron al francés otros mangas míos, y Barrio lejano se adaptó a la gran pantalla. La película se estrenó en Europa en 2010. De un tiempo a esta parte, voy a Francia prácticamente cada año para firmar ejemplares en librerías y conceder entrevistas. Además, mis amigos me presionan para que aprenda francés. Sinceramente, no es que no lo haya intentado nunca: hace unas dos décadas, tomé clases de francés en casa con la esperanza de poder leer cómics; tenía una clase a la semana. Quizás debido a que yo mismo había manifestado mi deseo de aprender a leer, las clases eran una larga sucesión de reglas de gramática, sin tan siquiera unas nociones mínimas de conversación. Cuando aprendí que el verbo y el adjetivo concuerdan en género y número con el sujeto, me sentí completamente perdido... Pensaba que podría aprender francés fácilmente, ¡craso error! A pesar de todo, creía que sería capaz de leer con la ayuda de un diccionario, pero este no sirve de nada cuando uno desconoce el infinitivo de un verbo. Además, elegí una de las primeras obras de Jacques de Loustal, de corte filosófico. Pensándolo mejor, debería haber empezado con algo más fácil. Poco a poco dejé pasar más tiempo entre clase y clase de francés: mis intentos por aprender el idioma duraron menos de dos años.

El día de mañana me gustaría dibujar una versión parisina de El caminante. No me faltan consejos para lograrlo, pero es complicado. Dado que había creado El caminante paseándome de acá para allá, en mi barrio, pensé que para la versión parisina unos cuantos paseos serían suficientes... Sin embargo, la cosa no es tan fácil. Se me plantea un problema relacionado con el uso del tiempo —me haría falta dedicar un mes exclusivamente a las localizaciones— y, sobre todo, el idioma es un obstáculo. En pos de la intriga, el personaje japonés debería perderse en París, pero que yo, el autor, me perdiera de verdad por París sería mucho menos gracioso. Aunque ya es un poco tarde, realmente lamento no haber dominado el idioma...

Texto publicado en La tentación (Shogakukan, diciembre de 2017). Apareció por primera vez en la revista France (Hakusuisha) de noviembre de 2011.

©PAPIER 2017

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