La filosofía de Matsushita Kōnosuke, fundador de Panasonic: “Las personas son seres magníficos”

Economía

Las enseñanzas de Matsushita Kōnosuke, el fundador de Panasonic, superan las fronteras del pensamiento empresarial y constituyen toda una filosofía de vida. El autor de este artículo, que mantuvo una relación cercana con Matsushita, nos revela las bases del pensamiento con el llamado “Dios de la Gestión Empresarial” levantó una de las corporaciones japonesas con mayor proyección internacional de la historia.

Una juventud repleta de interrogantes

Matsushita Kōnosuke (1894-1989) era un filósofo. Si consideramos que un filósofo es alguien que reflexiona sobre la humanidad para buscar y descubrir su esencia, podemos afirmar que el empresario, que indagó en la esencia humana y la definió a su manera, fue tan filósofo como los pensadores de la Grecia antigua. La reflexión sobre el hombre fue una constante en la vida de Matsushita. Y diría que lo que lo condujo a pensar tan profundamente sobre las personas fue la pérdida de sus familiares más cercanos.

Matsushita vivía con sus padres y sus siete hermanos. Aunque eran una familia de bastante renombre en el pueblo, su padre cometió un grave error financiero que los dejó en la ruina cuando Kōnosuke tenía solo cuatro años. Perdieron todas las tierras y la casa. La familia se desmembró; cada uno tuvo que salir a ganarse la vida por su cuenta. También Kōnosuke tuvo que marcharse de su Wakayama natal a los nueve años para ir a trabajar en la zona comercial de Senba, Osaka. Fue allí donde aprendió el oficio del comercio y se curtió como comerciante, además de familiarizarse con la psicología humana. Eso, sin embargo, no bastó para convertirlo en filósofo.

En el decenio comprendido entre los diez y los veinte años de Kōnosuke, todos los miembros de su familia, excepto una hermana, fallecieron de tuberculosis. Hubo un par de años en que tuvo que asistir a dos funerales. No es difícil imaginar que, al tener que enfrentarse con tal frecuencia a la muerte de sus seres queridos, el joven empezase a plantearse, seria y profundamente, cuestiones como qué es la muerte, qué es la vida y qué son los seres humanos. Como había abandonado la escuela primaria en su adolescencia, a Matsushita no le quedó más remedio que buscar por sí mismo las respuestas a tales preguntas. Creo que la cuestión de qué son las personas se le quedó grabada para siempre en la mente, como un trauma.

La responsabilidad y el respeto hacia los demás

La conclusión a la que llegó Matsushita tras su larguísimo periplo reflexivo fue que las personas son seres magníficos y que todas contienen un diamante; en sus propias palabras, “Todas las personas son reyes”. Desarrolló sus reflexiones al respecto en la obra Ningen o kangaeru – atarashii ningenkan no teishō (Pensamientos sobre el hombre; PHP Research Institute, 1972).

Su conclusión sobre la esencia humana no parte de la arrogancia, ya que le añade lo siguiente: “Precisamente porque las personas son reyes, hay que otorgarles una responsabilidad digna de reyes”. La responsabilidad debe ser proporcional al cargo y la posición. Si, como algunos estudiosos y religiosos, consideramos que el hombre es un ser insignificante y pecaminoso que está al mismo nivel que los simios, no podemos exigirle grandes responsabilidades. Sin embargo, nadie puede defender que, ya que tanto el presidente de un país como sus ciudadanos son personas, todos deban asumir la misma carga de responsabilidad.

Matsushita Kōnosuke sostenía que las guerras ocurren porque la gente tiene a los demás por seres insignificantes, y que los homicidios y el acoso a los más débiles nacen también del convencimiento de que la existencia humana está al mismo nivel que la de los simios. En cambio —pensaba el filósofo—, cuando consideramos que las personas son seres sagrados y dignos, nacen los conceptos de la responsabilidad y el respeto hacia los demás, y se evita que sucedan tragedias. Las tragedias humanas actuales se engendran a partir de la creencia generalizada de que las personas son seres pecadores e intrascendentes, con la que solo se les puede otorgar una responsabilidad igual de fútil que su existencia.

Cuando se le preguntaba por su filosofía, Matsushita solía responder “Se puede resumir así: las personas son importantes”. Esta expresión puede considerarse un principio crucial de su forma de pensar sobre las personas. Considerar que los demás son infinitamente importantes, amarlos sin discriminaciones ni distinciones y actuar con responsabilidad. De la importancia de las personas se desprende la necesidad de respetar a todos los seres vivos y, en la medida de lo posible, desempeñar un papel que les permita mantener su esencia original.

Una filosofía empresarial basada en la importancia de las personas

La vida de Matsushita Kōnosuke como empresario empezó a los 23 años, en 1918, con el lanzamiento de un negocio de portalámparas con un diseño optimizado propio. A partir de aquella empresa, embrión de la actual Panasonic (antiguamente, Matsushita Electric), Matsushita fue expandiendo sus actividades y aplicando su filosofía empresarial basada en la importancia de las personas. De ahí que su estilo de gestión se conozca como “la gestión que considera a las personas importantes” o “la gestión que considera a las personas seres magníficos”. Por eso Matsushita consideraba importantes a sus empleados y cuidaba de ellos. Lo mismo hacía con sus clientes y con los que no eran sus clientes, con todos los ciudadanos y con toda la humanidad. Para él todas las personas eran magníficas e importantes.

Es sabido que Matsushita consideraba que la misión del fabricante es producir y ofrecer “muchas cosas buenas y baratas”. En cambio, la mayoría de la gente cree que es aumentar los beneficios o bien lograr unas buenas ventas o una buena gestión. Por más que, en efecto, llevar a cabo una gestión y una venta que prioricen los beneficios hace que estos aumenten y que el negocio se desarrolle bien, Matsushita Kōnosuke rechazaba esa filosofía, prefiriendo su lema de fabricar “muchas cosas buenas y baratas”. En la raíz de dicha preferencia se hallaba la idea de que, si no ofrecía buenos productos a la gente o los clientes, a los que consideraba tan importantes, sentía que les había fallado.

En cuanto al concepto de barato, Matsushita no se refería a vender por debajo del precio de fabricación, pero tampoco a un precio que reportase un amplio margen de beneficios; lo que buscaba era un precio justo que se adaptase al cliente, a la empresa y a la sociedad. Pensaba que un precio que no cumpliera esas condiciones representaba “una falta de cortesía para con esas personas o clientes, que son como un diamante”. Lo mismo sucede con la idea de muchos: si no se produce una cantidad adecuada, sin deficiencias ni excesos, no se alcanza el precio adecuado. Además, Matsushita creía que una gestión injusta perjudicaba a las personas y la sociedad. Esa era la base de la filosofía que aplicaba, apoyada en la idea de que las personas son seres importantes, como reyes.

Matsushita cuidaba asimismo de sus empleados y no efectuaba recortes de personal ni despidos a la ligera. Buscaba el modo de evitar dichas situaciones. En su filosofía empresarial, aumentar los beneficios era un objetivo secundario. Su prioridad era lograr la felicidad y la satisfacción de sus empleados. Por eso los alentaba, les inspiraba un orgullo modesto, los conmovía y les dedicaba su agradecimiento de forma constante. Ese era el reflejo de su filosofía de considerar a las personas seres magníficos e importantes. Y ese enfoque le reportó resultados empresariales que superaron sus expectativas.

Matsushita fundó su negocio empezando desde cero y, en los setenta años que dedicó a gestionarlo, hasta que falleció, a los 94 años, logró construir una firma de 7 billones de yenes; una hazaña empresarial que fue posible gracias a su filosofía.

Una persona corriente que halló la forma de desarrollar su potencial

Matsushita Kōnosuke se consideraba una persona corriente. No tenía estudios. Era de salud débil. No tenía familia. No tenía lugar de origen al que volver. Observándose a sí mismo desde un punto de vista objetivo, no podía considerar que destacase mucho. Sentía que todas las personas con las que se relacionaba eran más cultas y sabias que él.

Sin embargo, la grandeza de Matsushita Kōnosuke yace en el hecho de que esas situaciones no le provocaron un complejo de inferioridad ni lo convirtieron en alguien humilde y servil. Observando la realidad tal y como era, se planteó qué podía hacer alguien corriente como él para aprovechar su potencial y lograr una vida plena, y fue así como logró convertirse en alguien extraordinario. Se hizo a sí mismo atendiendo a las opiniones y los pensamientos de las personas que lo rodeaban —“seres magníficos”—, porque siempre se consideró una persona corriente y no perdía ocasión para proclamarlo abiertamente.

Conservando siempre esa conciencia de persona corriente y construyendo su visión de las personas como seres magníficos, todas sus ideas partían del concepto de la importancia de las personas. No cabe duda de que esa filosofía le brindó, como empresario y como persona, resultados increíbles que ni él hubiera podido prever.

Fotografía del encabezado: entrevista con Matsushita Kōnosuke, presidente de Matsushita Electric Industrial, en Osaka, 1959. (Aflo)

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