El Japón de ‘Isla de perros’, de Wes Anderson

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Incongruencia en las “influencias del cine japonés”

La nueva película de Wes Anderson, Isle of Dogs (Isla de perros) es una obra de animación en stop-motion con protagonistas caninos, ambientada en un Japón no muy lejano en el futuro. Los perros-marioneta hablan inglés y los humanos japoneses que aparecen hablan, claro, en japonés; sin embargo sus diálogos no cuentan con subtítulos para el público internacional. Para quienes hablan japonés, la mezcla de ambos idiomas crea un divertido caos.

La historia transcurre en un Japón veinte años en el futuro. En la ciudad ficticia de Megasaki una gripe canina está causando estragos entre los perros, y ante el peligro de que la dolencia pueda extenderse a los humanos, el alcalde Kobayashi promulga un edicto con el que destierra a todos los perros a un vertedero de basura conocido como “Isla de Perros”. Como primera víctima manda a Spots, el perro guardián de su propia casa. Meses más tarde, en esa isla en la que cada vez viven más perros desterrados, Chief, un chucho callejero, actúa como jefe de una manada que domina el lugar, compuesta también por Rex, King, Boss y Duke. La acción comienza cuando el joven Atari, hijo adoptivo de Kobayashi, aparece ante ellos buscando a su querido Spots.

Wes Anderson menciona a Kurosawa Akira y Miyazaki Hayao como directores japoneses a los que respeta. El personaje del alcalde Kobayashi se basa en parte en el de Mifune Toshirō en Tengoku to jigoku (Cielo e infierno, 1963) de Kurosawa, hasta su traje y corte de pelo. Y sin embargo ninguna parte de la historia parece demasiado influida por el director japonés. En el documental Hitchcock/Truffaut (Kent Jones, 2015) Anderson analiza con entusiasmo el interés de las películas de Alfred Hitchcock, pero en las obras de Anderson apenas se dan elementos de thriller al estilo de Hitchcock. El director aprecia y saca ideas de directores de todo el mundo, pero ha establecido un estilo y una visión del mundo que hacen difícil encontrar algún nivel de influencia cinematográfica más allá del simple homenaje.

Para quienes conocen a Anderson, su supuesto gusto por las obras de Miyazaki puede resultar bastante sorprendente. El humor negro de Anderson es un elemento que no aparece en absoluto en las obras de Miyazaki, y sus fantasías son de tipos muy diferentes. Las obras de Miyazaki transforman paisajes cotidianos en mundos misteriosos mediante seres imaginarios, como Totoro o el Gatobús; por el contrario, en la animación de Anderson se cuentan historias de animales muy humanos, inmersos en elementos fuertemente artísticos. Sus visiones y estilos son por completo diferentes. Por eso resulta algo incongruente el hecho de que se haga eco de la influencia de los directores japoneses, quizá como publicidad para su obra.

En la técnica de stop-motion empleada en Isle of Dogs solo se puede mover las marionetas un poco para cada plano ©2018 Twentieth Century Fox Film Corporation

Culturas foráneas y corrección política

La historia transcurre en Isla de Perros, un vertedero, y en Megasaki, lugares que no dejan de reflejar la realidad actual de Japón pese a estar ambientados veinte años en el futuro. En pantalla aparecen elementos tradicionales de la cultura japonesa, como el sumo y el taiko (tambor), pero lo que más llama la atención es la fiel reproducción de la vida urbana de Japón, en detalles como los hostales y los restaurantes de ramen. Aunque existen algunas exageraciones, quizá para adaptarse al estilo de la animación, la ambientación nunca deja de ser verdadera y correcta. La isla de los perros, por otro lado, sí es un lugar completamente ficticio. Los perros son los protagonistas, hablan en inglés y tienen nombres anglosajones, de modo que no da la sensación de tratarse de una localización japonesa.

Parece que, tras ver la cinta, hay quien la ha criticado por “no ser políticamente correcta”. Esta época exige cada vez con más fuerza a los creadores que consideren las culturas de otros países y tengan cuidado para no cometer errores o faltar al respeto. Si no lo hacen, quizá el público señale esos errores en las redes sociales.

Cuando elegimos un país extranjero como escenario para una película es quizá imposible lograr un 100% de aprobación en este sentido. Dadas las circunstancias, creo que es importante para un cineasta estudiar a fondo esa cultura y tomar una postura de cuidado y respeto, y al mismo tiempo tener el valor de tomarse libertades creativas.

Es fácil comprender esa idea si consideramos uno de los grandes éxitos de taquilla de este año, Black Panther. La cinta de Hollywood estaba ambientada en su mayor parte en un país africano ficticio, y logró buenas críticas por ser capaz de fusionar aspectos de diferentes lugares y culturas a lo largo y ancho del continente con la cultura americana contemporánea. Pero incluso Black Panther ha sido criticada por mostrar costumbres que han quedado obsoletas. Ambos argumentos tienen sus méritos, y no creo que sea posible evitar la controversia.

Impresiones favorables por la representación de la cultura japonesa

Personalmente, no creo que existan incorrecciones políticas en Isle of Dogs, pero quizá sí que haya algún problema en lo relativo al idioma. Como ya he mencionado, los perros hablan en inglés y los humanos en japonés, sin subtítulos, idioma que representa la foraneidad para los personajes caninos. Se ha criticado el hecho de que los perros mantienen complejas conversaciones en inglés, mientras que el diálogo sin subtítulos de los japoneses es muy simple e invita al estereotipo, como si reflejara una cierta superioridad de los productores sobre el pueblo asiático. Dado que el tiempo y el espacio disponibles para el doblaje y la subtitulación se hallan limitados cuando son dos los idiomas que se utilizan a una cierta velocidad, creo que el director debería haber considerado las dificultades de trabajar con un idioma del que no es nativo.

Por otro lado, un director estadounidense que utiliza Japón como localización para una historia en la que se pone en cuarentena a perros enfermos puede crear cierto malestar entre algunas personas. Sin embargo, si se fijan en la fiel representación de la cultura japonesa a lo largo de la cinta comprenderán que el director no desprecia el país en absoluto. Isle of Dogs cuenta la historia de un perro vagabundo que aprende de nuevo a querer cuando conoce a un niño que ama a los perros. El mundo de marionetas creado por Anderson está, ante todo, lleno de encanto.

Tanto los creadores como el público deben mostrar sensibilidad hacia la corrección política. Es necesario llamar la atención sobre aquellos prejuicios que los directores deben evitar, pero al mismo tiempo, si alguien se toma libertades creativas basadas en su fascinación por otro país no es sofisticado responder con incomprensión y rechazo hacia las motivaciones de esa persona.

INFORMACIÓN

Isla de perros es una película escrita, producida y dirigida por el cineasta estadounidense Wes Anderson, quien ganó con ella el Oso de Plata al Mejor Director en el Festival Internacional de Cine de Berlín 2018. El estelar reparto incluye las voces de Bryan Cranston, Bill Murray, Edward Norton, Scarlett Johansson, Greta Gerwig, Frances McDormand y Ono Yōko. Además de trabajar como coguionista y asesor de idioma japonés, Nomura Kun’ichi dio voz al alcalde Kobayashi. La película se estrenó en Japón el 25 de mayo de 2018.

Página web japonesa: http://www.foxmovies-jp.com/inugashima/

Distribución: 20th Century Fox Film Corp. / Imagen del encabezado: @2018 Twentieth Century Fox Film Corp.

(Artículo traducido al español del original en japonés.)

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