Murakami Haruki: ¿artista inmortal o estrella en declive?

Cultura

A punto

Treinta y nueve años tras su primera novela, Kaze no uta o kike (Escucha la canción del viento), y 29 años después de su primer éxito internacional, Hitsuji o meguru bōken (La caza del carnero salvaje), Murakami Haruki cumplió 69 años. Ante el lanzamiento en inglés de Kishidanchō goroshi (La muerte del comendador), el más famoso escritor vivo de Japón está a punto de algo, pero resulta difícil determinar exactamente a punto de qué.

Por una parte, las expectativas casi fanáticas que el escritor genera a su alrededor sugieren que está a punto de ascender a la tierra pura de la inmortalidad literaria. La conferencia académica internacional dedicada a su obra en la primavera de 2018 en Newcastle, Gran Bretaña, dio nueva legitimidad al creciente campo de estudios sobre Murakami, mientras que su retirada en octubre de las consideraciones sobre el Nuevo Premio Académico (organizado para reemplazar al Premio Nobel de Literatura tras su posposición por escándalos sexuales) denota un autor con tantos premios que puede permitirse renunciar a ellos. Con sus obras traducidas a más de 50 idiomas y libros en las listas de los más vendidos en cada continente, es innegable el éxito comercial y crítico de Murakami.

Por otro lado Murakami aún no ha alcanzado la citada inmortalidad, y tiene los años de escritura ya contados, un hecho del que es muy consciente, según ha expresado en entrevistas, y la percepción general sobre su trabajo de campo en Japón sugiere que su calidad desciende a paso fijo. A pesar de los rumores anuales que lo aseguran favorito para el Nobel, se ha visto privado del premio en repetidas ocasiones, y tanto si estos rumores son algo más que un truco publicitario como si no, su reputación en lo sucesivo puede depender de la percepción global de Kishidanchō goroshi, cuya versión original ha recibido hasta ahora reseñas bastante indiferentes, algo poco usual.

Normalmente internet bulle con especulaciones durante el otoño, época en la que se anuncia el Nobel de Literatura, en las que se discute si Murakami podría (o merecería) ganar el Nobel, así que quizá podamos aprovechar la oportunidad que nos brinda el hiato de 2018 para dejar ese asunto de lado y arriesgarnos a imaginar lo que Murakami puede tenerles preparado a sus fans para la próxima década. A medida que se adentra en su cuarta decena como escritor, la tercera como autor de éxito internacional y la séptima como ser humano, ¿se dispone a deslumbrarnos con una nueva obra maestra de la literatura, o se le recordará solo por sus días de gloria pretérita?

Un hombre de letras muy espartano

Murakami es conocido por mantener una rutina diaria de escritura bastante espartana. Consiste en levantarse a las cuatro de la mañana o antes, escribir cinco o seis horas, traducir por la tarde y correr o nadar durante una hora cada día como entrenamiento para los maratones y triatlones en los que compite anualmente. Décadas de respetar esta rutina le han permitido producir un caudal voluminoso y constante de literatura. Hasta ahora ha escrito 14 novelas (algunas de ellas medianas) y 14 libros de historias cortas impresas, además de numerosas colecciones de ensayos y un puñado de obras de no ficción y libros de ilustraciones.

Si contamos solo sus obras originales queda lejos de autores tan prolíficos como, digamos, Charles Dickens o Stephen King, pero un hecho poco conocido fuera de Japón es que también traduce en grandes cantidades, sobre todo ficción estadounidense, con más de 60 libros a su nombre. La lista incluye títulos de autores tan aclamados como Raymond Chandler, Elmore Leonard, F. Scott Fitzgerald y Raymond Carver. Incluso dejando de lado los numerosos ensayos en los que Murakami hace un refrito del mismo material antiguo y las obras breves que han aparecido en varias colecciones, aún queda un impresionante volumen de obras, se mire como se mire. Si continúa escribiendo al mismo paso en los años venideros, podemos esperar una contribución total a la literatura universal como pocas veces se ha visto.

Sin embargo, los rumores sugieren que el creador, famoso por su aislamiento, ha comenzado a relajar su rutina y abrirse a la atención mediática. Aunque no ha realizado declaraciones al respecto, varias novedades en los últimos meses parecen indicar que dichos rumores son ciertos.

Pasión por los automóviles

En el verano de 2018 la revista de automóviles Engine realizó una entrevista a Murakami. Aunque no había hablado abiertamente sobre este tema hasta hace poco, resulta que es un aficionado a los coches y ha ido pasando por varias marcas a lo largo de los años, aunque suele conducir tanto un descapotable como un VUD.

La premisa de la entrevista es que el equipo editorial de Engine le prestó a Murakami una furgoneta Renault Kangoo cuando su VUD se averió, y quería celebrar que su cuentakilómetros había llegado a los 100.000 kilómetros. Esto es, sobre todo, una excusa para hablar sobre la Kangoo en un artículo que suena como un anuncio publicitario de 14 páginas. Alaba una y otra vez el vehículo, demostrando ser un entendido en la materia, capaz de apreciar un gran número de marcas de automóviles, aunque estime la furgoneta por encima de ellas.

“La Kangoo es estupenda para circular por la ciudad, y es completamente adecuada para la tarea de ir al trabajo por la autopista que hay entre mi casa en Kanagawa y mi oficina de Tokio, además de ser divertida de conducir y tener un estupendo manejo”.

Su obvia pasión por los coches ha empezado recientemente a colarse también en su ficción. Aunque aparecen a menudo en las novelas de Murakami, en Kishidanchō goroshi la cosa llega a otro nivel. No solo hay un personaje secundario que recibe su apodo de un Subaru Forester blanco, sino que dos de los personajes principales discuten en profundidad y detalle diferentes modelos de Jaguar y el Toyota Prius.

En otra parte de la entrevista de Engine Murakami reconoce que la eficiencia de combustible de la Kangoo es algo pobre, pero ve esto como un aliciente.

“La eficiencia de combustible se ha convertido casi en una cruzada, y resulta un elemento cada vez más controlador, lo cual equivale a decir que nos dirigimos en una dirección realmente aburrida. Un número cada vez mayor de coches no son divertidos de conducir. Un coche como el Kangoo no es fácil de encontrar, hoy en día”.

Uno no puede dejar de preguntarse si Murakami siente algo de responsabilidad, como prominente figura pública que es, de comentar la grave situación del calentamiento global en lugar de tomárselo a broma y promocionar un vehículo de alta emisión de gases. También cabe considerar lo que la Academia de Suecia, que se supone evalúa a los candidatos al premio Nobel según su relevancia política, podría pensar de tales declaraciones cuando se reúna para deliberar.

Debut como DJ

La segunda novedad que sugiere que Murakami está relajando su paso y abriéndose a los medios es su debut como DJ de radio. Murakami Radio se emitió en Tokyo FM y otras 38 estaciones el 5 de agosto. Se anunció originalmente como un episodio único, pero ya se han programado dos más. El tema del primer episodio era la música que Murakami escucha en su iPod cuando corre. Las canciones iban desde “Heigh-Ho”, de Disney, a versiones de temas conocidos de jazz, blues o rock, y Murakami añadía comentarios sobre ellas y hablaba de su vida personal. Por ejemplo declaró que le gusta escuchar la canción “Sky Pilot” de los Animals cuando conduce su descapotable.

Para quienes conocemos bien su trabajo, su cháchara como DJ sonó como una muestra coreografiada de sus ensayos y entrevistas, tales como las que se pueden encontrar en Hashiru koto ni tsuite kataru toki ni boku no kataru koto (De qué hablo cuando hablo de correr) o en el ensayo aún no traducido Shokugyō toshite no shōsetsuka (El novelista como profesión).

El programa también recordaba a la página web de consejos que Murakami montó temporalmente en 2015, Murakami’s Place (El lugar de Murakami), en la cual los oyentes podían enviar preguntas que Murakami contestaba en directo. El texto de estos intercambios en Murakami’s Place se publicó y publicitó como una serie en ocho volúmenes. Así que tal vez el programa de radio también se verá convertido en algún tipo de producto. ¿MP3s? ¿CDs? O el formato favorito del autor, ¿vinilo?

En agosto Murakami también comenzó a escribir una columna serializada sobre su colección de camisetas para la revista de moda Popeye. ¿Sería imaginar demasiado preguntarnos si también tiene planes para una nueva línea de ropa?

Solo el tiempo dirá si la “industria Murakami” saca beneficios de estas oportunidades comerciales. Sea como sea, las canciones y camisetas preferidas del autor proporcionarán, sin duda, la banda sonora y el vestuario para las reuniones futuras de sus devotos fans, los apodados “harukistas”, mientras comen comidas tan apetitosas de sus novelas como tortitas (panqueques) con Coca-cola, como hace el Rata en Kaze no uta o kike (Escucha la canción del viento).

¿Aficiones de jubilado o una nueva etapa creativa?

La razón que Murakami aduce para retirarse de su candidatura al Premio de la Nueva Academia era que deseaba concentrarse en escribir y evitar la atención mediática, y esto habría sido consistente con su imagen hasta la fecha. Choca, sin embargo, con su actitud más reciente, a medida que explora sus diversas aficiones y coquetea cada vez más con los medios de comunicación y sus patrocinadores. Una razón más convincente para esa retirada sería evitar así poner en peligro sus posibilidades de ganar el Nobel al lograr un premio creado para protestar contra el galardón sueco. Y después de todo quizá este cambio solo sea una señal de que Murakami está entrando en una nueva fase creativa. Tanto si está perdiendo fuelle y tratando activamente de capitalizar su fama o preparándose para una floración artística tardía, una cosa está clara: el estatus de Murakami como una estrella literaria internacional asegurará la venta de muchos más libros y productos en el futuro.

(Traducido al español del original en inglés. Imagen del encabezado: Murakami en Dinamarca en agosto de 2010. © Polfoto/Jiji Press Photo.)

literatura Murakami Haruki