‘Snack’ geriátricos: nuevos centros sociales para la tercera edad

Sociedad

Las tabernas conocidas como snack surgieron en Japón en torno a los Juegos Olímpicos de Tokio 1964. Medio siglo después, nace un nuevo tipo de locales con un servicio adaptado a las necesidades del envejecimiento demográfico del país: los snack geriátricos.

La imagen que nos viene a la mente cuando hablamos de snack es la de un local con una barra y un karaoke, regentado por una mujer (mama) o un hombre (master), donde uno puede reservar botellas y tomarse unas copas mientras canta.

Los snack, establecimientos que sirven aperitivos (de ahí el nombre en inglés), se crearon en la época de las Olimpiadas de Tokio 1964 como respuesta al endurecimiento de la legislación que regulaba la actividad de los locales nocturnos. En los años ochenta pasaron a incorporar karaoke —característica que se ha conservado hasta nuestros días— y, desde entonces y en las cuatro décadas siguientes, estos negocios que iluminan las calles de noche con sus carteles de neón se convirtieron en pequeños centros de reunión del vecindario.

En los últimos años, al pasar de día por delante de algunos snack, se oye el karaoke. La introducción del horario diurno, que permite a los dueños una explotación más efectiva del local, se realiza a veces sin servir alcohol y se centra en ofrecer servicio de karaoke a clientela de edad avanzada. Una amistad que tiene un snack me contó que abre el local durante el día para facilitar un servicio a medio camino entre el negocio y el voluntariado, en que acoge a grupos de ancianos que llegan en autobús de las residencias geriátricas y les ofrece té y pastas para endulzar la sesión de canto.

Ancianos dependientes y enfermos terminales de cáncer entre la clientela

El envejecimiento demográfico es un problema apremiante en Japón. Las estadísticas elaboradas por el Gobierno en 2017 estiman que para 2065 los mayores de 65 años representarán un tercio de la población del país y los mayores de 75, un cuarto. Este es el contexto que ha dado lugar a la reciente aparición de los llamados snack geriátricos. El Ryūgūjō, situado en una calle comercial a dos minutos de la estación de Oppama de Yokosuka (Kanagawa), fue uno de los pioneros en ofrecer este modelo de negocio. La vistosa fachada del local, que destaca en la anticuada calle que lo acoge, puede llevar a equívoco sobre el tipo de servicio que se ofrece en el interior.

El snack geriátrico Ryūgūjō.

Cuando menciono el Ryūgūjō en mis charlas acerca de los snack, siempre obtengo dos tipos de reacciones. La primera es una risa casi burlona que parece decir “pues sí que les quedan ganas de ir a beber a los viejos, a esas edades”. La segunda es una mueca de desaprobación ante la suposición de que los ancianos utilizan el seguro de cuidados geriátricos para ir al bar. La realidad es que los clientes pagan el servicio de su bolsillo. Ambas reacciones denotan estrechez de miras e incomprensión; a continuación explico por qué.

Regenta el snack el empresario Sasaki Takaya, de cuarenta y pocos años, que se dedica a distintas ramas del sector de la asistencia geriátrica en su Yokosuka natal. Sasaki empezó su vida profesional como acupuntor y ahora aplica en su local el know-how acumulado sobre el cuidado de la tercera edad.

Los clientes del Ryūgūjō suelen superar los 65 años. La mayoría acuden acompañados de sus cuidadores, pero también los hay que se desplazan hasta allí en un servicio de transporte con vehículo adaptado. El interior del establecimiento es totalmente accesible y cuenta con una puerta de apertura con código para evitar la fuga de personas afectadas de demencia. En el baño hay una cama plegable para cambiar los pañales a los clientes dependientes. La estética, con una decoración llamativa que rebosa originalidad, no recuerda en nada a las de un centro de asistencia social.

El local cuenta con mesas para sentarse en grupo y una bola de discoteca que cuelga del techo. Nada en su aspecto lo diferencia de un snack corriente.

Una sesión de karaoke, barra libre de comida y bebida, con servicio de transporte incluido, cuesta 8.000 yenes. También hay una oferta de dos bebidas y un plato, sin transporte, por 3.500 yenes.

El espacioso aseo permite una buena movilidad incluso en silla de ruedas. La cama plegable se usa para cambiar pañales.

El personal del snack está formado por enfermeros, cuidadores, fisioterapeutas y otros profesionales de los servicios geriátricos que gestiona Sasaki, que se desplazan especialmente hasta el local. Antes de que los clientes visiten el establecimiento, se organiza una reunión con los familiares o el personal del centro de cuidados (residencia geriátrica u otro) para determinar con rigor qué tipo y cantidad de alcohol puede beber cada uno. A algunos incluso les espesan la bebida para evitar la aspiración accidental.

Entre los clientes del lugar, los hay con el nivel máximo de dependencia y con cáncer terminal en estadio IV; son personas que creían que nunca volverían a tomarse algo en un snack con la familia o los amigos, y que pueden disfrutar de nuevo de un tipo de ocio al que habían renunciado en un entorno expresamente adaptado para ellos.

Los desarrollos en el sector de la atención geriátrica

Sasaki explica así cómo se le ocurrió la idea de abrir un local como el Ryūgūjō: “Imaginé cómo sería cuando mis padres fueran mayores y ya no pudieran salir a tomar algo, y pensé que querría que siguieran pasándolo bien. Solo porque los mayores den trabajo al necesitar cuidados, ¿vamos a decirles que se queden en casa siempre sin rechistar? Nuestros clientes no nos visitan todos los días ni todas las semanas, sino una vez cada varios meses. Me motiva mucho ver lo bien que se lo pasan”.

El empresario decidió registrar el establecimiento con el nombre de snack geriátrico para ahuyentar a los comerciantes deshonestos que se aprovechan de los mayores. Previendo que su elección conllevaría complicaciones al incluir el negocio en la regulación de la Ley de Control y Mejora de los Negocios de Ocio y Entretenimiento, consultó exhaustivamente al departamento de policía de la localidad. Con todo, se trataba de una iniciativa pionera, y el proceso hasta la apertura no fue precisamente un camino de rosas. Se podría escribir un libro solo con las curiosas anécdotas que le oí contar el otro día.

Sasaki es ahora conocido como “el gerente del snack geriátrico” en las reuniones de comerciantes de la zona. La reputación del local en todo el país se refleja positivamente en las otras ramas del sector geriátrico en las que se mueve el empresario. Creo que no soy el único que cree que, a diferencia de las ideas que solo se quedan en buenas intenciones, esta genial iniciativa concebida por un emprendedor con vista para los negocios es un proyecto estimulante que supera las innovaciones y los negocios emprendedores que abundan en la sociedad.

Fotografía del encabezado: El snack geriátrico Ryūgūjō, situado en una calle comercial a dos minutos de la estación de Oppama, en Yokosuka (Kanagawa). (Fotografías de Ryūgūjō, 2019)

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