2012: no todo es negativo para la economía japonesa

Economía

En 2012 la economía mundial se verá expuesta a muchos riesgos, como la crisis de la deuda y del sector financiero en Europa, o las elecciones y otros procesos de relevo en los puestos de mando de los principales países. Frente al pesimismo imperante, el profesor de Economía Internacional de la Universidad de Tokio y director del Instituto Nacional para el Avance en la Investigación, Itō Motoshige, nos invita a contemplar el panorama de la economía nacional e internacional desde un ángulo diferente.

La economía mundial entró en 2012 de forma muy poco halagüeña, bajo el peso de la crisis que afecta a la finanzas públicas y a todo el sector financiero de los países europeos. En muchos países, como EE.UU. o China, será un año de elecciones y relevos en los puestos de máxima responsabilidad política. Con la crisis a cuestas y esta incertidumbre en la situación política, la economía mundial estará expuesta a los más variados riesgos.

Ante esta situación, predominan los pronósticos pesimistas. El autor de estas líneas tampoco niega que la economía mundial se enfrente a un grave riesgo bajista. Pero, precisamente por eso, merece la pena considerar cómo podríamos contemplar la economía nacional e internacional desde una óptica que no sea la del pesimismo extremo.

Este año, la clave de la economía mundial la tienen EE.UU. y China, primer y segundo país del mundo, respectivamente, por su producto interno bruto. ¿Mostrará EE.UU. una recuperación económica satisfactoria? ¿Será capaz China de evitar una desaceleración demasiado brusca de su recalentada economía? La atención se centra en estos puntos. En Europa, desgraciadamente, la situación es dura y solo cabe esperar que la crisis financiera no se agrave aún más.

EE.UU.: un rayo de esperanza en un oscuro panorama

Veamos en primer lugar el caso de EE.UU. Este país presenta algunos indicadores económicos que alientan el optimismo, junto a otros que nos inclinan al pesimismo. Ambos son exponentes de la situación real de una economía que no acaba de clarificar si se dirige hacia la recuperación o hacia una recaída. El ambiente general es difícil, con un consumo deprimido, un empleo que tarda en recuperarse y un fuerte desplome en el precio de la vivienda. Pero esto no quiere decir que no existan elementos esperanzadores.

Con la caída en picado del precio de los inmuebles, ocurrida a raíz de circunstancias como la quiebra de la compañía financiera Lehman Brothers o la crisis de las hipotecas subprime, la economía norteamericana ha sufrido un gran daño, pero un daño que podríamos localizar en las economías domésticas. Las empresas siguen estando fuertes y tienen abundante capital.

Las economías familiares sufren debido a que ha disminuido el valor de sus viviendas y además el empleo sigue en niveles bajos. Pero que el consumo continúe bajo tiene también, en EE.UU., implicaciones positivas, por lo que supone de ajuste estructural. El consumo excesivo, que produjo la burbuja, era un factor que agravaba la situación económica de ese país. Si las economías domésticas ahorran más, la oferta del conjunto de la economía se dirigirá hacia la exportación en mayor medida. Tal es la política económica que pretende llevar a cabo la administración de Obama. Las fluctuaciones a la baja del dólar y el decaimiento del consumo ocurren dentro de esa corriente general. Ya solo queda esperar que las exportaciones vayan expandiéndose, ayudadas por la depreciación del dólar. Este ajuste es duro. Si se manifiesta demasiado la faceta negativa de esa falta de vigor del consumo, la economía se desacelerará. Sin embargo, da la impresión de que los indicadores económicos, con el empleo a la cabeza, están moviéndose en la buena dirección desde principios de año. Esperemos que ese movimiento cobre vigor en lo sucesivo.

China: esperanza en que sigan siendo efectivas las intervenciones gubernamentales

En China, gracias a las audaces medidas de política económica implementadas tras la quiebra de la compañía financiera Lehman Brothers, la economía se estaba recuperando a gran velocidad, pero cada vez es más patente el problema del anormal recalentamiento que sufre su economía. Del mismo modo en que muchos países emergentes han sufrido un reventón en su burbuja económica y han caído en crisis monetarias o financieras, también China corre el riesgo de sufrir una desaceleración demasiado brusca. Sin embargo, viendo la evolución de los últimos seis meses, parece que el gobierno chino ha tenido éxito en su intento por aplacar el recalentamiento económico y conseguir una desaceleración suave.

El punto fuerte de la economía china reside en la capacidad que tiene el gobierno para dominarla. El gobierno, capaz de mover ingentes cantidades de fondos públicos, ha hecho en el pasado grandes inyecciones de capital a las instituciones financieras, evitando de ese modo que entren en crisis. No sabemos si la política económica intervencionista del gobierno chino seguirá funcionando indefinidamente, pero por el momento habrá que confiar en que conserve su efectividad.

Perspectivas de crecimiento económico para 2012 emitidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI)

Mundo 3.3%
EE.UU. 1.8%
Eurozona -0.5%
  Alemania 0.3%
  Francia 0.2%
  Italia -2.2%
  España -1.7%
Reino Unido 0.6%
Japón 1.7%
China 8.2%

Fuente: FMI, “Perspectivas de la economía mundial” (actualización 24 de enero de 2012)

Japón: gran demanda de reconstrucción, pero también riesgo de caída de la deuda pública

Veamos entonces lo que ocurre con la economía japonesa. Gracias a la demanda originada en la reconstrucción tras el gran terremoto con tsunami que afectó al este de Japón en marzo de 2011, las perspectivas macroeconómicas no son malas. Para la economía de nuestro país, aquejada de una insuficiente demanda en un ambiente deflacionario que viene durando ya más de 10 años, la demanda creada por la reconstrucción representa un gran estímulo. Cuando se habla de “demanda de reconstrucción” las miradas suelen dirigirse hacia los aspectos más relacionados con el gasto público, pero habría que prestar igual atención a lo que llamamos demanda privada, es decir, a los sectores de la empresa privada y de la economía familiar.

En la evolución de la economía japonesa, el interés se concentra no tanto en los movimientos a corto plazo de la actividad económica, como en la forma en que el país va a enfrentarse a los desafíos estructurales de medio y largo plazo. El primer ministro Noda Yoshihiko está decidido a sanear las finanzas públicas mediante la subida del tipo del impuesto sobre el consumo y otras medidas. El saneamiento de las finanzas públicas reviste sin duda una gran importancia para Japón. Sin embargo, subir los impuestos implica grandes dificultades desde el punto de vista político y esa es la razón de que la medida haya sido pospuesta una y otra vez por los gobernantes anteriores. Que el gobierno de Noda aborde con decisión el tema del saneamiento de las finanzas públicas sin nuevos retrasos es algo muy deseable, pero tratándose de un gabinete que no tiene una base de apoyo demasiado firme, se corre el riesgo de que se produzcan turbulencias políticas y de que, al final, el saneamiento vuelva a aplazarse, a todo lo cual habrá que estar muy atentos.

Pese a que el valor de la deuda pública japonesa se mantiene alto y estable gracias a la gran cantidad de capital procedente del ahorro que afluye al mercado financiero como consecuencia del ambiente deflacionario, si continúa la inestabilidad política y se confirman las perspectivas pesimistas en cuanto al temprano saneamiento de las finanzas públicas no puede descartarse la posibilidad de que el valor de la deuda experimente una fuerte caída. Deberemos fijar nuestra atención en cómo evolucionan estos asuntos conforme llegan las grandes fechas del calendario político japonés: la votación del proyecto gubernamental de Presupuestos Generales del Estado para el año fiscal 2012 en marzo, el fin del periodo ordinario de sesiones de la Dieta en junio, y la apertura del periodo extraordinario en septiembre.

La reforma en el sector eléctrico puede estimular la economía regional

Entre los grandes problemas estructurales que afronta Japón están la respuesta al accidente nuclear y la reforma del sistema de suministro de energía eléctrica. A raíz del accidente de Fukushima, muchas de las centrales del país detuvieron su actividad y esta situación se está prolongando. Si las cosas siguen así Japón va a tener serios problemas para abastecerse de electricidad. Pero quisiera decir aquí que, en lo que se refiere a la producción y abastecimiento de electricidad, también hay algunos movimientos esperanzadores, a medio y largo plazo. En Japón, el sistema de energía eléctrica es un sistema vertical, en el que diez compañías se encargan de producir, distribuir y hacer llegar la electricidad hasta el consumidor final en sus respectivas regiones, sobre las que tienen un dominio prácticamente monopolístico. Es un sistema que ha sido comparado al de racionamiento, en el que las tarifas se fijan según la fórmula llamada de “costes generales”, que es la causa de que la electricidad japonesa sea una de las más caras del mundo.

Con motivo del accidente nuclear, se ha desencadenado un debate sobre el sistema de abastecimiento de energía eléctrica. Se discute sobre la posibilidad de independizar los servicios de generación, transmisión y distribución de energía eléctrica o de liberalizar el sector tanto en su fase superior o productiva como en la inferior, hasta la venta al consumidor final. El debate sobre la reforma del sector eléctrico irá animándose progresivamente. Si se consigue acercar el sistema japonés a los modelos occidentales que priman la compartimentación y el mercado, puede esperarse que estos cambios traigan diversos estímulos a la economía de las regiones.

Una estrategia de crecimiento que favorezca la innovación

Para finalizar me gustaría tocar el tema del acelerado despliegue global de las empresas japonesas, en consonancia con la fuerte alza del yen. Si se acelera el proceso de fuga de las empresas japonesas en sectores como el automotor o el de los electrodomésticos, en Japón se resentirá el empleo. Especialmente grande será el influjo que esto tenga sobre aquellas regiones con mayor implantación de empresas manufactureras, especialmente de aquellas que funcionan en régimen de subcontratación. Pero en una visión de conjunto, el traslado de estas empresas a otros países redundará en beneficio de la competitividad industrial de Japón, algo necesario para revitalizar la economía de nuestro país. Este proceso no hay que contemplarlo negativamente, como una simple fuga, sino también como una gran transformación de las estructuras industriales niponas, por lo que será necesario, dentro de esta corriente general, asegurar el empleo en esas economías regionales y estudiar cómo se puede revitalizar la economía de Japón.

Las limitaciones de espacio me impiden extenderme más al respecto, pero creo que se precisa de una estrategia de desarrollo que prime la innovación, en aspectos como un diseño institucional que comprenda también el desarrollo de los países asiáticos, la ampliación del empleo en sectores como la sanidad o la atención a los ancianos en una época como la nuestra, de rápido envejecimiento de la población, o el apoyo al surgimiento de industrias que cumplan el papel que han tenido las del automóvil y los electrodomésticos.

(Traducido al español del original en japonés)

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