En pos de la verdadera solución a la crisis del euro

Política

En la cumbre de la UE, a finales de junio, se evitó por el momento la salida de Grecia de la UE. Sin embargo, si no se entra en una integración de la política financiera, no se llegará a una solución drástica. Para ello, ante todo es fundamental sensibilizar a los ciudadanos de la UE para que tomen conciencia de que la crisis del euro es un problema común.

La crisis del euro, desde que se inició en Grecia en 2009, lleva mucho tiempo haciendo sufrir a Europa, que ha tenido que dar ayudas públicas a Grecia, Irlanda, Portugal, e incluso España, que es la cuarta mayor economía de la Eurozona, ha tenido que solicitar ayuda financiera.

Sin embargo, en las elecciones presidenciales francesas salió elegido François Hollande, que da prioridad al crecimiento económico, y en las elecciones generales griegas ganó el partido Nueva Democracia (ND), que apoya la austeridad presupuestaria. En las elecciones generales que se llevaron a cabo en Francia el mismo día ganó el Partido Socialista, al que pertenece el presidente Hollande, el cual ha imprimido un cambio de rumbo en el país. En la cumbre de la UE de los días 28 y 29 de junio se aprobó el apoyo directo a los bancos y también se acordó que el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) comprara bonos del gobierno directamente.

¿Se puede decir que la serie de cambios ocurridos desde principios de junio ha cambiado de verdad el curso de la crisis del euro y que la ha encauzado hacia su resolución?

El ardiente problema griego

En las elecciones del 17 de junio, Nueva Democracia fue el partido más votado y ganó la mayoría formando una coalición con el Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK), que apoya las mismas medidas de austeridad presupuestaria, y Antonis Samaras, líder del ND, se convirtió en primer ministro. Sin embargo, Samaras fue hospitalizado por desprendimiento de retina y Vassilis Rapanos, el banquero con contactos en los países europeos que había sido designado para convertirse en ministro de Finanzas, renunció antes de jurar el cargo a causa de un repentino deterioro de su salud.

Este problemático inicio del nuevo gobierno no ha facilitado el despegue de la implantación de las medidas de austeridad. Hay que añadir también que el ND ganó por un escaso margen a la facción anti-austeridad y, dado que los griegos votaron a regañadientes al ND por temor a que Grecia saliese del euro, en el país las críticas contra las medidas de austeridad presupuestaria están profundamente arraigadas. El primer ministro Samaras está intentando retrasar dos años la ejecución de las medidas de austeridad presupuestaria prometidas en su programa electoral y está tratando de renegociar los términos del préstamo con la “troika” formada por la UE, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Sin duda alguna esta renegociación será dificultosa. La economía griega se ha ido deteriorando a causa de las medidas de austeridad presupuestaria aplicadas, pero en realidad no hay margen para aflojar dichas medidas. Si el primer ministro Samaras no puede mitigar las negociaciones financieras con la “troika”, la ciudadanía griega, cansada de tanta austeridad, alzará protestas cada vez más radicales y aumentarán las posibilidades que el gobierno quede confundido. Si eso ocurre, después de todo, se retrocederá a la misma situación en la que se estaba antes; el problema griego seguirá siendo un problema cada vez mayor y se convertirá en la brasa ardiente de la crisis del euro.

La estrategia de crecimiento de 120 mil millones de euros no es suficiente

El siguiente problema que se planteó en la cumbre celebrada entre los líderes de Francia, Alemania, Italia y España el 22 de junio fueron las medidas para el crecimiento y el empleo. El presidente Hollande prometió en la campaña electoral dar importancia al crecimiento en base a, por un lado, realizar inversiones que propulsen el crecimiento y aflojar el endurecimiento de la austeridad presupuestaria para la clase obrera y la clase media, y por otro, el fortalecimiento de la tributación de los ricos para mantener el equilibrio de las finanzas públicas.

Se acordó que las medidas para el crecimiento y el empleo sean 130 mil millones de euros (después, 120 mil millones de euros) en nuevas inversiones para el desarrollo de la infraestructura y otras áreas; sin embargo, la canciller alemana Angela Merkel adoptó tercamente una postura negativa en contra de la solicitud de nuevas inversiones por parte de Francia. Para ello, y aunque se hable de financiación, está determinada a la financiación del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y a los préstamos que haga la UE desde sus Fondos Estructurales; la nueva inyección de ayudas gubernamentales está limitada a 10 mil millones de euros bajo la forma de una ampliación de capital para el BEI. España y otros países que se enfrentan actualmente con la crisis sufren la problemática de la burbuja económica creada por el exceso de inversión en infraestructura y bienes raíces; pensar que se puede solucionar la crisis con más inversión en infraestructura es tener demasiadas expectativas.

Una cumbre de la UE suavizada con compromisos

El punto principal de la cumbre de la UE celebrada el 28 y 29 de junio fue la creación de un mecanismo para que la UE inyecte capital directamente en los bancos asfixiados por las deudas. Grecia, Irlanda, Portugal y España, para ayudar a los bancos que sufren la falta de capital, están recibiendo el apoyo del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), sin embargo la asistencia del FEEF, en lugar de ser inyectada directamente en los bancos, se presta a los gobiernos de modo que los gobiernos se han convertido en una parte importante del mecanismo para rescatar a los bancos. De ese modo se hace crecer la deuda pública del gobierno, y si la falta de capital de los bancos se agravase y no pudieran devolver el dinero, los gobiernos tendrían que hacerse cargo del rembolso. Resumiendo, como esto significaba que la deuda de los gobiernos iba a seguir aumentando aún más, en España y otros países ha continuado la tendencia creciente de los intereses de los bonos del Estado.

Cuando en julio el FEEF se reorganice en el MEDE, como será capaz de inyectar capital a los bancos sin pasar por el gobierno, Italia y España podrán avanzar en la reducción de los préstamos incobrables sin que sus respectivos gobiernos sufran la carga financiera. No obstante, al mismo tiempo esto llevará a que el MEDE cargue con el riesgo. Los fondos del MEDE se sustentan en la confianza de países como Alemania y Finlandia con una calificación crediticia de AAA, y si el capital del MEDE se viese afectado, sería Alemania, entre otros países, quien cargaría con el problema; por este motivo Alemania se opuso firmemente a esta medida.

Ante esta situación, el primer ministro de Italia, Mario Monti, convenció a Mariano Rajoy, presidente de España, para negociar estratégicamente que si no había una inyección de capital directa del MEDE, no aprobarían el plan de crecimiento de los 120 mil millones de euros. Se suponía que de este modo se perdería la pieza central de la cumbre de la UE con la consecuente decepción de los mercados. La canciller Merkel, que quería de alguna manera obtener resultados, a cambio de permitir la inyección directa del capital a los bancos por el MEDE, lanzó la contrapropuesta de construir un sistema para la supervisión bancaria de la UE y así se llegó al compromiso mutuo.

En el trasfondo del compromiso estaba la dolorosa situación interna de Alemania e Italia. La canciller Merkel tenía que convencer a la opinión pública que se oponía a que Alemania aumenta su carga para apoyar a los países del sur de Europa. Italia, que se encuentra en plena aplicación de la reforma del mercado laboral y de la reforma de las pensiones que han despertado el descontento de sus ciudadanos, tenía que conseguir resultados en la cumbre de la UE a cualquier precio. Bajo estas circunstancias particulares de cada país, se ha intentado llegar de alguna manera a la aprobación de un compromiso, que a todas luces resulta bastante inestable, y no sería de extrañar que se rompiese en cualquier momento.

La derrota de “los cuatro presidentes” que buscaban profundizar la integración

La actual UE tiene muchos “presidentes”: el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy (también conocido como el presidente de la UE); el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso; el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker; y el presidente del BCE, Mario Draghi. Además, también está el presidente del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek. En esta última cumbre europea han asistido conjuntamente los cuatro presidentes, Van Rompuy, Barroso, Juncker y Draghi, y lanzaron unas propuestas orientadas hacia la profundización de la integración tanto a nivel financiero (unión bancaria) y fiscal (eurobonos), como económico. De entre todas estas propuestas, no se alcanzó a formar una unión bancaria para unificar las medidas para el rescate de los bancos y la protección de los depósitos bancarios; sin embargo, se determinó la centralización de la supervisión bancaria por parte de la UE y la inyección directa de capital a los bancos desde el MEDE. Por otra parte, en lo que respecta a los eurobonos, que se convertirán en la puerta de entrada de la integración fiscal, y a la integración de políticas económicas, solamente se llegó al acuerdo de crear una agenda a largo plazo para su realización.

Se ha hecho evidente que el trabajo conjunto de los presidentes que deberían liderar la EU, con sus atribuciones fortalecidas gracias a la entrada en vigor del Tratado de Lisboa en 2009, no ha podido conciliar los intereses de los países miembros ni superar la crisis de la UE. En ese sentido, el método que la UE ha empleado hasta el momento para resolver problemas, mediante el fortalecimiento institucional y la profundización de la integración, no funcionó, y el hecho de que no pudieran encontrar otra solución más que el compromiso entre los países miembros nos describe con claridad la situación de la integración europea.

El dilema: integración financiera, separación fiscal

Desde el comienzo de junio, una serie de acontecimientos han relajado por un breve momento la situación de la crisis del euro. Sin embargo, resulta difícil decir que esto vaya a conducir a una solución definitiva del problema. Como ya he mencionado antes, las posibilidades de que prenda de nuevo el fuego del problema griego son altas y tampoco hay garantías de que España, tras el estallido de la burbuja económica, pueda reducir los prestamos incobrables.

Las conclusiones formuladas en esta cumbre de los dirigentes de la UE no han conseguido alcanzar la solución definitiva porque no han llegado a cambiar la estructura de integración financiera y separación fiscal. Las inyecciones directas de capital en los bancos y la unificación de la supervisión bancaria, en cierto sentido, eran unas medidas que deberían haberse hecho en el momento de la introducción de la integración financiera. Sin embargo, la unión bancaria requiere una enorme cantidad de dinero tanto para proteger los depósitos bancarios como para rescatar a los bancos; para tener esos fondos no hay más opción que depender del capital financiero de cada país y, obviamente, es muy difícil obtener el consentimiento de los ciudadanos de un país para dejar que usen sus propios impuestos para los depositantes y los bancos de otros países.

Aunque se llevase a la práctica una unión bancaria, eso no implicaría necesariamente que dicho proceso fuera a desarrollarse hasta convertirse en una integración fiscal. La integración fiscal no consiste únicamente en compartir la deuda financiera de otros países, como el eurobono; también incluye las transferencias de capital del propio país para compensar el déficit de otros países. En este momento es difícil imaginar que Alemania haga transferencias de capital sin condiciones para compensar las finanzas de Grecia, España e Italia, que ya están agobiadas por una deuda enorme.

Lo que se necesita es la conciencia de los ciudadanos

Siguiendo esta línea de pensamiento, para alcanzar la resolución fundamental de la crisis del euro habrá que hacer frente a las repetidas crisis que se presenten y en cada ocasión habrá que ofrecer soluciones a corto plazo; gradualmente en los países de la eurozona un mayor número de personas tomará conciencia con mayor claridad de que dentro de la eurozona se comparte un destino común y empezarán a sentir el problema del euro como suyo. Para ello se necesitarán una conciencia y sentido de solidaridad a nivel de eurozona, así como existen la “conciencia nacional” y el “sentido de solidaridad” a nivel nacional en un país en el que las regiones rurales afectadas por el declive económico reciben el soporte económico de las áreas urbanas económicamente favorecidas.

En tal caso, la resolución de la crisis del euro no se limitará a medidas económicas y políticas sino que también implicará en el nivel de la concienciación y el nacionalismo de las personas que viven en la zona del euro. ¿Será realmente la crisis del euro capaz de crear “la conciencia de ser ciudadano de la UE” y su correspondiente “sentido de solidaridad”? ¿Serán capaces los dirigentes políticos de orientar a los ciudadanos para crear ese sentimiento? Si tratamos de aventurar el futuro de la crisis del euro, sería necesario también poner especial atención en el tema de la concienciación ciudadana.

Año 2012Sucesos acontecidos en la crisis del euro
6 de mayo Victoria de François Hollande del Partido Socialista en la segunda ronda de votación de las elecciones presidenciales francesas. Expresa su deseo de seguir tanto la ruta de la reforma fiscal como la del crecimiento económico.
17 de junio Avance de la izquierda en las elecciones generales de Francia. El presidente Hollande consolida las bases de apoyo para hacer cumplir su programa electoral basado en medidas orientadas hacia el crecimiento económico.
17 de junio Reelección en Grecia del partido Nueva Democracia (ND), que apoya las medidas de austeridad.
20 de junio Inauguración en Grecia de la coalición a tres bandas centrada en el ND. Antonis Samaras, líder del ND, se convierte en primer ministro. Samaras empieza a negociar con la “troika”, que consta de tres instituciones: la UE, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), para que suavice las condiciones de su apoyo financiero, tales como la reducción del déficit público y la ejecución de las reformas correspondientes.
22 de junio Cumbre en Roma en la que se reúnen Francia, Alemania, Italia y España. Se llega al consenso de que hay una necesidad de introducir medidas para apoyar el crecimiento equivalentes a un 1% del producto interior bruto (aproximadamente 130 mil millones de euros).
28 y 29 de junio Se acuerda en la cumbre de la UE celebrada en Bruselas la financiación de alrededor de 120 mil millones de euros a la economía real, con el fin de promover el crecimiento económico. Además, se acuerda que el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) como medidas contra la crisis inyecte capital directamente a los bancos españoles y de otros países que han caído en dificultades financieras.

(Escrito el 5 de julio de 2012)

Foto de fondo del titular: EPA =Jiji

(Traducido al español del original en japonés)

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