Tormentoso panorama cuatro años después de la Primavera Árabe

Política

Los países donde ocurrieron cambios de régimen tras la serie de movimientos populares que tomaron cuerpo a inicios de 2011 –la llamada Primavera Árabe– no acaban de encontrar la salida al túnel por el que transitan. Un periodista del diario egipcio Al-Ahram analiza la actual situación en su país, así como en Túnez, Yemen, Libia y Siria.

Una revolución de difícil celebración para los egipcios

Cuando se cumple el cuarto aniversario de la Revolución del 25 de Enero en Egipto, escribo estas líneas con mi país sumido en una atmósfera sombría, dominada por la desunión, la discordia, las tensiones y la tristeza. Tristeza no solo porque, en señal de condolencia por la muerte del rey saudí Abdalá bin Abdelaziz, se hayan cancelado los actos público conmemorativos, ni tampoco solamente porque poco antes de este cuarto aniversario y en cumplimiento de una sentencia emitida por un juzgado de lo penal se haya decidido poner en libertad a los dos hijos del expresidente Hosni Mubarak, que habían sido acusados por la fiscalía de corrupción. La tristeza procede también de la creciente controversia que se abre paso entre los propios egipcios sobre hasta qué punto es importante en su historia el 25 de enero, y si lo que ocurrió en tal fecha de 2011 fue una revolución, una intifada (levantamiento, revuelta) o, como sostienen algunos, una conspiración. 

El “desastroso triunfo” de la Primavera Árabe

El desalentador estado en el que han caído los egipcios y el conjunto de los árabes quedó detallado por el periodista británico Richard Spencer en un reportaje sobre los últimos movimientos en los países árabes aparecido en el Daily Telegraph el 23 de enero, dos días antes del aniversario. Se esperaba un reportaje de celebración de la Primavera Árabe, pero lo que leímos fue un escrito titulado “The disastrous triumph of the Arab Spring” (El desastroso triunfo de la Primavera Árabe), en el que se afirma lo siguiente: “La palabra tragedia está sobreutilizada, pero encaja bastante bien con la Primavera Árabe. Accidentes aéreos, terremotos, enfermedades mortales… son cosas tristes, devastadoramente tristes, quizás, pero no cumplen con el requisito necesario del teatro griego: una audiencia de personas que se arañan la cara mientras dirigen a los actores un grito silencioso, interior, diciéndoles: ‘No lo hagáis, os arrepentiréis si lo hacéis’”. A lo que añade: “El domingo será el cuarto aniversario de las primeras protestas callejeras en El Cairo que condujeron al derrocamiento del presidente Hosni Mubarak. En cada momento de lo que ha ocurrido después, hemos visto cómo se les decía a los regímenes, manifestantes, movimientos políticos, y a los líderes occidentales y de otros países que las decisiones que estaban tomando conducirían a un desastre, y cómo ellos aún así las tomaban”. Dando un repaso a la situación en el resto de los países árabes afectados por la llamada Primavera Árabe, Spencer dice que la situación en Egipto se ha estabilizado algo, pero solo a costa de miles de personas muertas y otros miles torturadas en prisión. Cientos de miles han muerto ya y otros tantos habrán resultado muertas o torturadas en Siria antes del fin del conflicto, mientras Libia sufre divisiones entre nacionalistas, islamistas, federalistas y otros. En Yemen las milicias chiítas (los hutíes o Houthi) controlan el palacio presidencial mientras Al-Qaeda controla el resto del país.     

Fuertes medidas de seguridad en El Cairo cuatro años después

Sobre la situación en Egipto, donde se cumple el cuarto aniversario de la revolución, los analistas internacionales expresan visiones coincidentes. Spencer afirma que “solo algunos celebrarán la fecha, y discretamente. En la versión egipcia del desastre, muchos de quienes iniciaron las manifestaciones en la plaza Tahrir están ahora en prisión, otros están muertos y con el nuevo Gobierno autoritario la propia plaza será sometida este fin de semana a estrictas medidas de seguridad y convertida en zona libre de manifestaciones”.

En el país, las posiciones de partidos y fuerzas políticas sobre cómo tratar el cuarto aniversario varían entre quienes creen que merece una celebración y quienes apoyan una protesta. Mientras la llamada Coalición Nacional en Defensa de la Legitimidad –un grupo formado por los Hermanos Musulmanes y sus aliados–, en contra del golpe de Estado, se preparaba para hacer manifestaciones, reuniones y protestas bajo el lema de “Sal a la calle por la Libertad y la Dignidad”, otras fuerzas políticas se han negado a participar, temiendo un estallido de violencia.

Por su parte, el Estado ha reforzado su vigilancia en edificios e instalaciones clave, públicos y privados, así como en embajadas e iglesias, tanto en El Cairo como en las regiones, con el pretexto de evitar la destrucción de esos edificios e instalaciones, y combatir el caos, los sabotajes y los actos de violencia que supuestamente se dispondrían a perpetrar los Hermanos Musulmanes y sus aliados el 25 de enero. En los accesos a la plaza Tahrir, símbolo de la revolución, se han dispuesto coches blindados y contingentes de soldados.

La revolución egipcia será valorada algún día

Sobre si lo que ocurrió aquel 25 de enero fue una revolución, una revuelta o una conspiración, como algunos sostienen, hay disparidad de opiniones entre los egipcios, y esto está afectando a la unanimidad en la decisión de celebrar o no la fecha. 

Lo indudable es que llegará el día, aunque me temo que ese día podría hacerse esperar, en que los egipcios celebrarán la revolución como debe ser celebrada, especialmente a la luz de los desesperados y fallidos intentos de secuestrarla y de difamar a quienes fueron su punta de lanza, especialmente los jóvenes.

Pero parece que empieza a verse la luz al final del túnel que atraviesa la Revolución del 25 de Enero, una luz que se está reflejando en el cumplimiento de la hoja de ruta hecha pública el 3 de julio de 2013.

En 2014, la Constitución fue reformada para permitir el establecimiento de un estado moderno, civil y democrático, y salvaguardar los derechos y libertades de todos los egipcios. Además, se llevaron a cabo elecciones presidenciales para nombrar a un líder que ejerciera sus poderes como presidente de todos los egipcios, no solo de un grupo de ellos. En cumplimiento de lo que la hoja de ruta designa como tercera y última fase del proceso, se están haciendo los preparativos para la celebración, el próximo mes de marzo, de elecciones legislativas, y el país ha ganado estabilidad en el aspecto político, social y de seguridad pública, pese a la incidencia que han tenido los errores, excesos y crímenes de parte de todos los líderes que se han sucedido en el poder tras el derrocamiento de Mubarak el 11 de febrero de 2011.

Solo Túnez se dirige a su cuarta primavera

Los observadores coindicen en señalar que la situación de Túnez parece mucho mejor que la de Egipto, pues ha escapado al duro destino que han corrido sus vecinos de Libia tras el derrocamiento de Gadafi, o Yemen después de que Alí Abdalá Salé dejase el poder, o Siria, ahogado en un mar de sangre como resultado de la guerra civil desatada en el país, que amenaza su integridad territorial y su unidad. 

En efecto, Túnez ha cumplido, con pérdidas mínimas en comparación con las sufridas por Egipto, con todos los requisitos para construir un nuevo Estado al celebrar los cuatro años desde el episodio histórico de su revolución.

Mientras escribo este artículo, el primer ministro de Túnez ha anunciado (23 de enero) la formación de un nuevo gabinete. Este tendrá 24 ministros y 15 secretarios de Estado, con nueve mujeres entre ellos. El movimiento Nidaa Tunis (La Llamada de Túnez) liderado por Mohamed Béji Caïd Essebsi, ganador de unas elecciones presidenciales libres y limpias, controla la mayoría de la Asamblea Legislativa y el nuevo Gobierno ha confirmado que llevará a cabo una política acorde a las directrices del movimiento.

Los observadores del Oriente Medio se preguntan por qué Túnez se las ha arreglado para salir del túnel mientras que Egipto ha dado tantos traspiés y todavía sigue pagando un alto coste. Pero la respuesta es clara: mientras que en Túnez el conflicto entre todas las partes se ha solventado en el terreno de actuación política pacífica y democrática, con una presencia mínima de violencia y negación de derechos humanos, Egipto ha pasado una época de oscuridad durante el Gobierno de los Hermanos Musulmanes, que trataron de cambiar la identidad del Estado para hacerlo religioso, forzando al pueblo a rebelarse contra esto y llevando al país a una nueva espiral de violencia y terrorismo, lo que a su vez dio oportunidad a las fuerzas de seguridad para imponer su autoridad con el argumento de que había que restablecer el orden.

Decepción ante la Primavera Árabe, conmoción en Siria, Yemen y Libia

Para bien o para mal, han pasado cuatro años desde la Primavera Árabe. Casi todos los árabes están decepcionados y desalentados. Como es obvio con solo echar un vistazo a lo que está ocurriendo en Siria, en Yemen o en Libia, las divisiones y la guerra civil se han adueñado de estos países. Los tres han entrado en una fase de conflictos armados, siendo el panorama especialmente tenebroso en Siria, donde la mitad de la población ha tenido que desplazarse a otras partes del país o refugiarse en los países limítrofes. En Libia hay dos Gobiernos que no se reconocen mutuamente y las milicias armadas que los apoyan tratan de resolver el conflicto por la fuerza. En Yemen se vive una situación crítica, con los hutíes controlando la mayor parte del territorio, y sus provincias y ciudades convertidas en escenario de choques armados.

También 2015 será, para los pueblos de los países árabes que cargan con el duro legado de las revoluciones de la Primavera Árabe, un año dramático, lleno de acontecimientos tanto previsibles como imprevistos. Solo Dios (Alá) sabe cuál será el precio que habrá que pagar para salvaguardar la integridad territorial y la unidad de estos países.

Fotografía del titular: Manifestantes portan banderas egipcias en la plaza Tahrir de El Cairo (27 de noviembre de 2012). (AP/Aflo)

(Traducido al español de la versión japonesa del artículo original, escrito en árabe)

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