¿Qué significan las nuevas tres flechas de la Administración Abe?

Política Economía

Las “nuevas tres flechas”, el último eslogan lanzado por el primer ministro Abe Shinzō, está sembrando el desconcierto y la crítica entre la sociedad japonesa. En este artículo el ex director ejecutivo del Banco de Japón explica que el Gobierno busca un giro en sus políticas financieras porque sabe que el Abenomics se está agotando, y denuncia la patente inviabilidad de algunos de los nuevos objetivos propuestos, como alcanzar una tasa de fertilidad del 1,8 o acabar con el abandono laboral para cuidar de los familiares dependientes.

Tres nuevas flechas apresuradas y dispersas

En una conferencia de prensa celebrada tras la reelección presidencial del Partido Liberal Democrático en septiembre de 2015, el primer ministro Abe Shinzō declaró que el Abenomics había entrado en su segunda fase y anunció el lanzamiento de la estrategia de las nuevas tres flechas. Las nuevas flechas corresponden a “una economía fuerte que insufle esperanza”, “un apoyo a la crianza de los hijos que permita soñar” y “una seguridad social que aporte tranquilidad”. Sus objetivos concretos son: 1) llegar a los 600 billones de yenes de PIB nominal para 2020, 2) alcanzar una tasa de fertilidad de 1,8 a principios de la década de 2020 y 3) eliminar por completo el abandono laboral para cuidar a familiares dependientes para mediados de la década de 2020.

La primera impresión que tuve al conocer las nuevas tres flechas fue que constituían una política apresurada y dispersa. Las respuestas que más tarde han ido publicando los periódicos y las revistas en general tampoco destilan mucho entusiasmo. A grandes trechos, la reacción general puede resumirse en tres críticas que presentamos a continuación.

La primera crítica señala que todavía no se han obtenido conclusiones de las tres flechas que componían inicialmente la estrategia gubernamental de crecimiento Abenomics. Aquellas primeras flechas —una flexibilización monetaria decidida, una política ágil de estímulos fiscales, y una estrategia de crecimiento que atraiga la inversión privada— constituían un paquete de medidas dirigidas originalmente a acabar con la deflación.

El primer ministro proclamó el inicio de la segunda fase del Abenomics alegando que la deflación estaba a punto de desaparecer, pero lo cierto es que los precios al consumo prácticamente no han aumentado. Viendo que el Banco de Japón está aún lejos de alcanzar el objetivo del 2 % de inflación, es lógico que todos se pregunten el porqué del repentino lanzamiento de las nuevas tres flechas.

La segunda crítica a las nuevas tres flechas es que apuntan a tres dianas (objetivos) sin proponer ninguna flecha (medida) para alcanzarlas. Las tres flechas originales eran una estrategia sistemática para una movilización total de medidas (flechas) sobre la oferta y la demanda para atacar la deflación. Por el contrario, las nuevas tres flechas dan una sensación prominente de ser tres objetivos elegidos sin ninguna coherencia. Esta crítica coincide con la sensación de dispersión que, como comentaba al principio, me infunden las nuevas flechas.

Objetivos caros que requieren cambios de política

La tercera crítica a las nuevas tres flechas es la opinión generalizada de la falta de viabilidad de sus tres objetivos numéricos. Por lo que respecta al objetivo número 1 (600 billones de yenes de PIB nominal), si el crecimiento nominal se mantiene en un 3 %, para 2020 el PIB rondará esos 600 billones de yenes, por lo que este objetivo es el mismo que ya proponían las Políticas Básicas aprobadas en junio de 2015.

Ahora bien, las Políticas Básicas ya fueron ampliamente criticadas por sugerir la posibilidad de un crecimiento nominal del 3 % (2 % real) cuando incluso en las estimaciones de la Oficina del Gabinete la tasa de crecimiento potencial no superaba el 0,5 %. Si de verdad se propone perseguir tal objetivo, el Gobierno tendrá que responder a las críticas recibidas.

En cuanto al objetivo número 2 (alcanzar una tasa de fertilidad de 1,8 a principios de la década de 2020), las medidas como el aumento del número de guarderías y la promoción de la conciliación de la vida laboral y personal han logrado que la tasa de fertilidad llegue al fin al 1,4. Opino que el único modo de conseguir que la tasa llegue hasta el 1,8 en menos de diez años es aumentar considerablemente las prestaciones por hijo, pero precisamente el partido que ahora gobierna tachó de clientelismo el aumento de las prestaciones por parte del anterior Gobierno del Partido Democrático.

Veamos ahora el objetivo número 3 (eliminar por completo el abandono laboral para cuidar a familiares dependientes). A principios de la década de 2020 la generación del baby boom de la posguerra superará en masa los 75 años, por lo que se teme que se dispare el abandono laboral para cuidarlos. Hasta la fecha el Gobierno ha venido promoviendo el cuidado doméstico de los ancianos en detrimento del cuidado en centros especializados. Si a partir de ahora empezase a fomentar el cuidado en centros especializados para acabar con el abandono laboral, estaría dando un giro radical a su política y comprometiéndose a un aumento astronómico del presupuesto destinado al cuidado geriátrico.

En busca del cambio ante el fin del Abenomics

Todas las críticas a las nuevas tres flechas que acabo de exponer me parecen acertadas. Ahora quisiera indagar en por qué creo que esta nueva política se lanza en este momento y en qué significa, especialmente a nivel macroeconómico.

Lo que ha motivado el lanzamiento de las nuevas tres flechas es —aunque por supuesto el Gobierno no lo reconoce públicamente— la necesidad de un giro político ante la certeza de que la Abenomics ya no da más de sí. La flexibilización monetaria que constituye el núcleo de las tres flechas iniciales es un claro ejemplo de estrategia de goteo, pero casi no ha dado resultado.

Es cierto que con dos “bazucas Kuroda” el yen se depreció hasta los 120 yenes por dólar y permitió un buen aumento de los beneficios del sector empresarial. Este factor, sumado a la bajada del precio del crudo iniciada en 2014, está permitiendo que los beneficios empresariales alcancen cotas históricas. Sin embargo, en estos tiempos el sector empresarial parece un agujero negro que lo absorbe todo pero no emite nada.

A pesar de que la base de los salarios lleva dos años creciendo, quitando el aumento anual automático, la tasa de crecimiento de este año ha sido del 0,6 %: una cifra incomparable con la explosión de los beneficios empresariales. Aunque los precios de la energía caigan, como los precios de los alimentos y otros productos suben a causa de la depreciación del yen, los salarios reales no han aumentado prácticamente nada respecto al año pasado. Además, aunque según el indicador Tankan de confianza empresarial existe una firme intención de inversión de capital en el sector empresarial, en la realidad no se observa que la inversión fluya.

Los factores que acabamos de exponer indican claramente que ese ciclo de crecimiento positivo que el primer ministro Abe espera no acaba de arrancar. El Gobierno está brindando al sector económico generosas oportunidades para las subidas salariales y la inversión de capital, pero la respuesta que recibe es discreta y la viabilidad de las medidas no está asegurada. Ante esta situación y la caída del porcentaje de apoyo del electorado, el Gobierno decidió lanzar esas nuevas tres flechas para mostrar de forma obvia su preocupación por las economías domésticas.

¿Un giro de la política monetaria para espolear el PIB nominal?

Lo siguiente que se nos plantea es cómo interpretar el cambio de objetivo de la primera flecha, que pasa de centrarse en los precios a hacerlo en el PIB nominal. El Gobierno asegura que los objetivos de las tres flechas iniciales quedan agrupados en la primera de las nuevas flechas, pero lo cierto es que el objetivo del PIB nominal requiere medidas fiscales muy distintas respecto a factores como el cambio de divisas o el precio del crudo.

En primer lugar, el abaratamiento del yen hincha los precios por el aumento de los costes de importación. No obstante, si tomamos como premisa que las exportaciones casi no crecen aun depreciándose el yen, en un país con una balanza comercial negativa como Japón la depreciación de la moneda no se traduce en un aumento del PIB nominal y, por lo tanto, no tiene sentido. Por otro lado, como el abaratamiento del crudo hace bajar los precios, para luchar contra la deflación podría ser necesario seguir ampliando la relajación fiscal como se hizo en otoño de 2014; pero si el objetivo es aumentar el PIB nominal, el abaratamiento del crudo ya surte efecto sin necesidad de intervenir.

Dejando de lado sus intenciones, pongamos que el Gobierno hizo llegar al Banco de Japón el mensaje de que no deseaba aumentar la relajación monetaria prematuramente. Así, a pesar de que el Banco de Japón revisó a la baja las previsiones económicas y de precios en la Reunión de Política Monetaria de finales de octubre, finalmente pospuso el aumento de la relajación monetaria.

Lo más importante es impulsar el crecimiento potencial

Por último debemos comprender el distinto talante de los objetivos numéricos de las nuevas tres flechas. Si lo consideramos desde el punto de vista de la viabilidad como hacíamos arriba, tanto la tasa de fertilidad del 1,8 como la eliminación total del abandono laboral para cuidar de familiares dependientes son objetivos extremadamente difíciles. Si aun así se decide forzar la máquina para alcanzar las cifras propuestas, será imprescindible dedicar un presupuesto gigantesco tanto para mejorar las prestaciones por hijo como para proveer los equipamientos geriátricos necesarios. Pero para Japón, con una deuda de más del 200 % del PIB que supera incluso la de Grecia, seguir engrosando su carga financiera no es una opción.

Así pues, parece difícil considerar los objetivos 2 y 3 de las nuevas flechas como algo más que “retos para estimular el esfuerzo”. Más que como objetivos, me parece más adecuado tenerlos como lemas mientras se promueven medidas como la conciliación de la vida laboral y personal en la empresa privada.

En cambio, el objetivo número 1 (600 billones de yenes de PIB nominal) tiene un significado completamente distinto: en las estimaciones financieras a medio y largo plazo emitidas por la Oficina del Gabinete en junio de 2015, el crecimiento nominal del 3 % —que prácticamente coincide con los 600 billones de PIB para 2020— figura como premisa para que el saldo primario nacional y regional abandone los números rojos.

Como el saldo primario son los ingresos y gastos financieros sin descontar intereses, si pensamos que tras lograr el objetivo del 2 % de inflación y terminar la compra masiva de bonos del Estado los intereses aumentarán, habrá que sanear el saldo lo antes posible. Sin embargo, según las estimaciones del Gabinete, aunque se logre un crecimiento nominal del 3 %, para 2020 el saldo primario seguirá teniendo una deuda de 6,2 billones de yenes.

En este orden de cosas, el número 1 se presenta como un objetivo ineludible. Además, las nuevas tres flechas se asientan sobre la certidumbre de que la reconstrucción económica de Japón no puede depender exclusivamente de la relajación monetaria. No debemos olvidar que, para lograr un PIB nominal de 600 billones de yenes, lo primordial es ir aumentando el crecimiento potencial mediante la promoción de la estrategia de crecimiento de la tercera flecha original.

Fotografía del titular: El primer ministro Abe Shinzō anuncia las nuevas tres flechas en la conferencia posterior a la reelección presidencial del Partido Liberal Democrático, celebrada en la sede central del partido en Tokio el 24 de septiembre de 2015. (Fotografía cortesía de Jiji Press)

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