Los cambios que el programa JET ha traído a Japón

Sociedad

Hoy el Japan Exchange and Teaching Programme (JET) está atrayendo la atención de jóvenes de todo el mundo. La razón de ello es que este programa les permite vivir en el país de sus sueños mientras enseñan inglés a niños y niñas y colaboran con las actividades de intercambio internacional del municipio al que son destinados. Han sido más de 60.000 los jóvenes que se han acercado a Japón en los últimos 30 años, y esto también está transformando el país en cierta manera.

El programa JET, que fue inaugurado con el objetivo de fortalecer la enseñanza de distintos idiomas (principalmente el inglés) y fomentar el intercambio internacional en distintas regiones del país, ha tenido una gran influencia en la apertura de Japón al mundo.

En 2016 se cumplieron 30 años de la creación de este programa, un periodo en el que se ha pasado de los cuatro países invitados del primer año a más de 40 naciones. El número de participantes anuales ha aumentado en gran medida también, pasando de 848 a 4.952 personas. Hasta hoy se han beneficiado del programa JET un total de más de 62.000 personas, por lo que se puede decir que es uno de los mayores programas de intercambio internacional a gran escala del mundo. En la actualidad alrededor de 1.000 entidades públicas de 45 prefecturas de Japón aceptan a participantes del programa JET.

Abrir la puerta a distintas culturas

El programa JET ha supuesto una revolución en la enseñanza del inglés en Japón en un momento en el que apenas se tenía la oportunidad de aprender directamente de un nativo. Los alumnos reciben lecciones de los participantes del programa, enfrentándose por primera vez a clases impartidas por un angloparlante. Las ventajas de estas clases van más allá del aprendizaje de un idioma. Los alumnos tienen la oportunidad de pensar qué son otras culturas y en lo que significa estar conectados con el resto del mundo.

Por otra parte, con el programa JET muchos jóvenes pueden visitar Japón. Los participantes son destinados a numerosos rincones del país, donde pasan un periodo sensible en su crecimiento personal y se acercan al verdadero rostro de Japón, una experiencia que tiene una gran influencia en el desarrollo de sus valores y en su vida a partir de entonces.

El impacto que provoca esta experiencia se puede oír también entre los miembros de la Asociación de Exparticipantes en el Programa JET (JETAA, JET Alumni Association). JETAA está presente ahora en 15 países y regiones con 52 oficinas, y su número de miembros es superior a 26.000 personas. En los Estados Unidos hay oficinas en un total de 19 ciudades de todo el país, incluyendo la de Nueva York y la de Washington.

También hay participantes del programa JET procedentes de China. El programa se abrió a los participantes chinos en 1992, y en los últimos años se han apuntado una media de 70 licenciados cada año. Estos participantes son en su mayoría enviados desde los Gobiernos locales de China, y tras regresar a su país realizan principalmente la tarea de promover el intercambio con Japón en sus regiones. Aunque las relaciones entre ambos países siguen atravesando momentos difíciles, el desarrollo de estos recursos humanos a través del intercambio al nivel de las bases sigue dando sus frutos.

Las jornadas laborales más largas del mundo

Hemos visto varios de los frutos que ha dado el programa JET. Centremos nuestra atención ahora en el apartado del intercambio internacional en las regiones.

Este programa comenzó a funcionar en 1987. En ese momento vivían en Japón alrededor de 800.000 personas del extranjero, apenas un 0,6 % del total de la población. Ver a un extranjero en una ciudad de provincia era algo inusual. El comienzo del programa JET en esta época trajo consigo una suerte de shock cultural en todo Japón. Los jóvenes japoneses, que sólo habían visto a extranjeros en la televisión, se quedaban mirando fijamente cuando veían a uno por la calle, y hasta le preguntaban si “podía ver bien con ese color de ojos”.

También se cuenta que algunos niños de las ciudades de provincia confundían la alerta por fuerte oleaje (harō keihō) cuando veían la previsión meteorológica en televisión por una “alerta de saludos en inglés” (hello keihō) debido a la lectura adaptada al silabario katakana de “hello” (harō). Algunos de ellos pensaron que era una advertencia para que tuvieran cuidado porque habría muchos extranjeros paseando por la calle ese día, algo que dejó para la posteridad algunas anécdotas en absoluto graciosas.

En esta época los participantes del programa JET no solo eran destinados a ciudades de provincia, sino también a islas apartadas, donde iban a vivir y se relacionaban con los vecinos, enseñando también inglés a los niños del lugar. Para la gente de esos lugares fue como una “segunda llegada de las naves negras”, por lo que podemos decir que el programa ha dado grandes frutos al transformar la visión que los japoneses tenían del resto del mundo y de las personas de otros países.

El encuentro con la gente de la tierra y del viento

Las expresiones “gente de la tierra” y “gente del viento” son un ejemplo de este intercambio internacional. Por “gente de la tierra” se entiende a las personas autóctonas de un lugar. Una región en la que solo vivan este tipo de personas se mantendrá libre de conflictos, pero también perderá la vitalidad y se estancará pronto. Por otra parte, “la gente del viento” son los foráneos, las personas que se han trasladado a vivir a un lugar que no es su tierra natal. Cuando “la gente de la tierra” y “la gente del viento” se encuentran, surgen conflictos y enemistades, y hay agitación entre la sociedad del lugar. Sin embargo, es ahí donde, a través de la convivencia, nacen nuevas ideas y dinámicas que antes no existían. La combinación de “la gente del viento” (風) y “la gente de la tierra” (土) hace prosperar la vitalidad de las regiones. Esto se expresa con la palabra fūdo (風土), formada con los caracteres de “viento” y “tierra” y utilizada como sinónimo de “cultura”. El intercambio internacional se basa en la creación de una nueva cultura local de forma intencionada haciendo venir a la “gente del viento” de otros países.

Ciertamente los participantes del programa JET, como “gente del viento”, llegan con el bagaje de una cultura distinta a vivir en esos lugares, trayendo consigo nuevos aires a poblaciones locales que apenas han tenido la oportunidad de interactuar con el extranjero.

Esto no quiere decir que siempre haya habido experiencias armoniosas y agradables. Los participantes del programa JET también se han encontrado con la barrera de una cultura y un sistema diferente, la falta de comunicación, etc. Pero al superar estas dificultades han podido comprender su propia identidad, experimentando y aprendiendo personalmente sobre la sociedad y la cultura japonesa. No todos los japoneses son amables, y en el país existe una cultura colectiva muy estricta. Pero a pesar de esto, los participantes han podido conocer a muchos japoneses que les han acogido afectuosamente. Todas estas experiencias vividas en Japón, incluyendo las cosas malas, conectan directamente con el crecimiento personal de los participantes.

Un musical en el dialecto de Tosa

Una de las actividades de los participantes del programa JET que son destinados a la prefectura de Kōchi es el GENKI Seinenkai Tosaben Myujikaru. Se trata de espectáculo en el que los participantes interpretan en dialecto de Tosa y delante de una audiencia japonesa un musical que incorpora elementos de la cultura de la región. Este evento ha continuado durante 20 años desde que se celebrara por primera vez en 1996 gracias también a la colaboración cada año de voluntarios japoneses y habitantes de la localidad.

El musical en dialecto de Tosa Ohenro All Stars celebrado en abril de 2016.

Los habitantes del lugar encuentran muy entretenido este espectáculo en el que tienen la oportunidad de ver a personas de otros países interpretar y bailar en un dialecto que forma parte de sus vidas. La función de los participantes del programa JET les permite al mismo tiempo volver a descubrir los encantos del dialecto de Tosa y de la cultura del lugar. Cada vez es una obra diferente, y los participantes se encargan de escribir el guión y preparar la coreografía y la puesta en escena ellos mismos.

Esta actividad única en todo el país recibió en 2005 el “Premio Ciudadanos del Mundo” de la Fundación Japón. Ciertamente se puede decir que es una actividad artística que han creado juntos los participantes del programa JET y la gente del lugar. Aunque un año de estancia en Japón es un periodo corto, la actividad se ha seguido celebrando de forma ininterrumpida convirtiéndose así en una especialidad característica de Kōchi.

Lazos entre las ciudades hermanadas

Durante este evento también hay una recogida de donativos. Lo recaudado es utilizado para contribuir en los programas de estudios en el extranjero para los estudiantes de secundaria, de instituto y universitarios de la prefectura. Es decir, los jóvenes que se benefician de la experiencia que les ofrece el programa JET ayudan al mismo tiempo a otros jóvenes de Kōchi para que tengan la oportunidad de vivir y estudiar en otro país, contribuyendo a crear una nueva generación de japoneses con una mentalidad más internacional. Esta iniciativa está claramente orientada al futuro y da lugar a un ciclo que ayudará a formar recursos humanos.

En cuanto a esa orientación hacia el futuro, se han dado casos en los que algunos participantes del programa JET han ayudado al hermanamiento de las ciudades a las que han sido destinados con sus tierras natales. Un participante del programa JET fue una pieza clave en el hermanamiento de la ciudad de Miharu, en la prefectura de Fukushima, y la ciudad de Rice Lake en Wisconsin, en los Estados Unidos.

No hay un límite en la duración del acuerdo sobre el hermanamiento de dos ciudades, y este puede materializarse en diversos ámbitos como los programas de intercambio de estudiantes o adultos de ambas ciudades, o la cooperación económica. El hermanamiento de dos ciudades es una oportunidad para continuar el intercambio con los habitantes de una región superando las fronteras, y cuando los participantes del programa JET se involucran en ello están contribuyendo a que ese intercambio continúe en el futuro. La hermandad de dos ciudades permite a muchas personas conocer más sobre la cultura de ambos países, profundizar en su amistad duradera y hacer del intercambio una experiencia más significativa.

Los participantes del programa JET que se quedan en Japón

Algunos participantes del programa JET deciden vivir en Japón después de conocer mejor el país. Son personas que, aunque tenían pensado volver a su país una vez terminase el programa, deciden quedarse. Hoy el número de personas que encuentran un nuevo trabajo en Japón y se establecen en el país está creciendo. Aunque hay participantes especializados en diversos campos que continúan su carrera en otras partes del mundo, muchos otros están contribuyendo a contrarrestar el declive demográfico de Japón viviendo durante un largo tiempo o incluso naturalizándose en el país. Y no hace falta decir que desempeñan un papel importante en la revitalización de las regiones.

El programa JET ha tenido un gran éxito en la promoción del intercambio internacional, superando las expectativas de hace 30 años. Es uno de los ejemplos más destacados del “poder blando” de Japón, y se espera que experimente un mayor desarrollo en adelante.

Fotografía del encabezado: un participante del programa JET enseña inglés junto a unas profesoras japonesas en una escuela de primaria de la prefectura de Kōchi.

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