La restauración y conservación de los murales del túmulo de Kitora

Cultura

Revivir las imágenes de los dioses y el mapa de las estrellas que han dormido junto al habitante de un túmulo durante 1.300 años no ha sido una tarea sencilla. En el pueblo de Asuka en la prefectura de Nara se encuentra el túmulo de Kitora, un enclave histórico especial de Japón cuyas paredes de piedra adornadas con las simbólicas imágenes del pájaro rojo, el tigre blanco y un mapa de las estrellas fueron extraídas para su restauración, y expuestas al público en septiembre de 2016. En este artículo la autora explica el proceso de restauración para el que se han necesitado doce años.

El mayor descubrimiento desde la aparición de los murales del túmulo de Takamatsuzuka

Los murales del túmulo de Kitora se encuentran en el pueblo de Asuka, situado en el distrito de Takaichi en la prefectura de Nara. En 1983 un análisis con un fibroscopio reveló la presencia de la simbólica imagen de la tortuga rodeada por la serpiente (conocida en japonés como genbu) en la pared del norte del recinto de la tumba. Años más tarde, en 1998, también se descubrieron murales del dragón azul (seiryū) en pared del este, el tigre blanco (byakko) en la pared del oeste y un mapa de las estrellas en el techo.

Tras este hallazgo el lugar fue designado como Enclave Histórico Especial de Japón en el año 2000, y un año más tarde, en otro análisis, se reveló la presencia del pájaro rojo (suzaku) en la pared del sur y las doce ramas terrestres del zodiaco chino en cada pared. Por lo que conocemos hasta ahora, no existe otro túmulo en Japón que contenga el pájaro rojo y las doce ramas terrestres en el estuco de sus paredes interiores, y solo los túmulos de Kitora y de Takamatsuzuka tienen imágenes del dragón azul, el tigre blanco, la tortuga rodeada por la serpiente y un mapa de las estrellas.

El pájaro rojo después de su restauración (pared del sur).

El mapa de las estrellas restaurado.

El tigre blanco restaurado (pared del oeste).

Los animales divinos y el pájaro rojo despiertan después de 1.300 años en la sombra

Los murales del túmulo de Kitora salieron a la luz tras una excavación realizada en febrero de 2004, en una investigación en la que también se pudo comprobar que algunas partes de las paredes estaban deteriorándose. En esta situación, se decidió ejecutar un procedimiento de emergencia por el que se extrajeron primero las partes del estuco que estaban desprendiéndose, y posteriormente las partes de los murales para someterlas a un tratamiento de restauración y conservación fuera de la cámara de piedra.

Han pasado más de 12 años desde entonces, y en todo este tiempo el trabajo de restauración y conservación se ha dividido en tres grandes campos.

1- El mantenimiento de los murales en el interior de la cámara de piedra.

2- La extracción de los murales.

3- La recomposición de los murales extraidos.

Tras la finalización de este trabajo, el Museo Experiencial de los Murales del Túmulo de Kitora Shijin no Yakata, situado en el pueblo de Asuka (Nara), mostró al público durante el mes de septiembre de 2016 los murales del mapa de las estrellas, el tigre blanco de la pared oeste, y el pájaro rojo de la pared del sur. Aunque los murales auténticos han estado expuestos solo durante un tiempo específico, estas instalaciones están abiertas durante todo el año y contienen un modelo tridimensional a escala real del túmulo y la historia del descubrimiento del túmulo y de los murales, así como monitores con imágenes en alta definición de los mismos.

Invadidos por microorganismos

A pesar de que se decidió la extracción de todos los murales en septiembre de 2004, el proceso se alargó finalmente por algo más de 6 años. En ese periodo tuvieron que tomarse varias medidas y utilizarse distintos métodos de extracción para evitar que el deterioro de los murales continuara avanzando.

El interior de la habitación de piedra es un entorno con una humedad relativa cercana al 100 %. Se consideró que un cambio brusco en la humedad provocaría que las pinturas se secasen y desprendiesen, por lo que tuvo que ser construido un recubrimiento para la habitación que mantuviera ese ambiente y monitorizar el nivel de humedad dentro del recinto en todo momento.

Por otra parte, ante el temor a que apareciesen microorganismos bajo estas condiciones de humedad, el personal que trabajó en la restauración tuvo que pasar por duchas de aire antes de entrar en el recinto, vestir trajes protectores y mascarilla y utilizar desinfectante entre otras medidas obligatorias, poniendo especial cuidado en no introducir ningún tipo de microorganismo dañino, y sometiendo frecuentemente la superficie de los murales a tratamientos antimicrobianos.

Una tarea de extracción sin margen para el error

El estuco extraído durante la primera fase de los trabajos en 2004 resultó ser de cierta blandura a pesar de su grosor. En esta fase las herramientas utilizadas fueron la espátula y el cuchillo, pero posteriormente se comprobó la existencia de partes donde el estuco era más duro o incluso muy fino, por lo que tuvo que ser desarrollada una sierra de hilo de diamante para hacer frente a estas condiciones.

El pájaro rojo fue extraído utilizando una sierra de hilo de diamante.

La sierra de hilo de diamante es un objeto cortante bañado en polvo de diamantes que no se rompe aunque se utilice sobre superficies de una especial dureza.Permite realizar cortes de precisión con los que no se pierde apenas material. Con el desarrollo de esta sierra de hilo el equipo se propuso realizar las extracciones con cortes uniformes y finos.

El estado del estuco no era uniforme y el material de piedra bajo el mismo tampoco era plano, por lo que en la medida de lo posible se intentó ir adquiriendo experiencia por el método de ensayo y error. No obstante, al no haber margen para el error dentro del túmulo, se crearon modelos de estucos con pinturas para poder ensayar el proceso. Gracias al desarrollo de esta tecnología para la restauración fue posible extraer el estuco donde se encontraba la imagen del pájaro rojo que solo tenía una profundidad de unos pocos milímetros.

Por otra parte, era importante prevenir que el estuco se rompiese después de extraerlo del muro y durante su traslado. El equipo creó láminas de fibra con adhesivo para pegarlas directamente a los murales a modo de una capa protectora primaria. Estas láminas se podían adaptar a diferentes grosores y posiciones del estuco, así como a las partes curvas del techo. Las láminas fueron creadas con una delgada fibra resistente a los microbios, y el adhesivo añadido se podía disolver utilizando una solución con alcohol etílico.

Para lograr una mayor fuerza, se utilizó también una segunda capa de un material sintético resistente y transparente que permitía comprobar el estado de los murales durante su extracción. En particular, las secciones curvas del mapa estelar requerían un material que pudiera ser aplicado para que el mural quedase fijado inmediatamente después de haber tomado la forma y que fuese lo suficientemente fuerte para soportar el peso del estuco. Se eligió finalmente un plástico de fibra reforzada que se suele utilizar en caso de desastre natural o en situaciones de emergencia.

Reconstruir los murales para poder restaurarlos de nuevo

El siguiente paso era la reconstrucción de los murales a partir de un total de 1.143 fragmentos. Preocupados por la dureza de estas piezas de estuco, se decidió reforzarlas con varias capas protectoras en su dorso antes de que volvieran a ser pegadas en una superficie firme. Todos los materiales utilizados fueron seleccionados a partir de un largo proceso de ensayo y error.

Reconstrucción del mapa estelar.

En cuanto a los murales, en 2009 se decidió “seguir por el momento una política de conservación y exposición en unas instalaciones adecuadas fuera del túmulo”, aunque estas no eran más que medidas transitorias que no eliminaban la posibilidad de que cambiaran más adelante las medidas de conservación. A este respecto, resultaba conveniente conservarlos en un estado en el que una vez reconstruidos pudiesen volver a ser separados de nuevo si fuese necesario. Por tanto tuvimos que cumplir no solo con el requisito de que los materiales elegidos fueran lo suficientemente resistentes para su conservación, sino también que fuera posible volver a restaurarlos. Todos los elementos utilizados en la restauración fueron buscados y elaborados teniendo en mente estos puntos.

Un pedazo de estuco siendo reforzado en su parte posterior.

En el refuerzo del estuco se utilizó un material que puede ser retirado mediante disolventes u otros métodos. Para sostener el estuco en su parte posterior se utilizaron láminas de poliarilate, un material altamente resistente utilizado en los chalecos antibalas, que es usado en la restauración del patrimonio cultural junto a otros materiales sintéticos. Para rellenar los huecos entre las piezas de estuco se eligió también un material que puede ser retirado para futuras restauraciones y cuya mezcla no encoge al secarse.

Aprovechando las técnicas de restauración de la pintura japonesa

En otros países la restauración de murales es realizada por organizaciones especializadas. En Japón sin embargo no se han realizado muchas restauraciones de pinturas sobre estuco. Los técnicos de la Asociación para la Conservación de los Tesoros Nacionales fueron los encargados de realizar la mayor parte del trabajo en el túmulo de Kitora. Esta organización trabaja principalmente con la Agencia de Asuntos Culturales para preservar y restaurar obras pictóricas nihonga, escritura y otras piezas designadas como patrimonio cultural.

Las pinturas y las escrituras deben ser sometidas a trabajos de restauración frecuentes, y por ello los especialistas involucrados en estos proyectos siempre tienen presente que su tarea será repetida en el futuro. En el extranjero los equipos dedicados a la restauración de murales se centran en fijarlos con firmeza y minimizar la diferencia entre las secciones originales y las restauradas. Por contraste, con las pinturas nihonga se da por hecho que serán retiradas para su restauración en el futuro.

Los rollos colgantes, por ejemplo, consisten de numerosas partes y están diseñados para ser extraídos y reparados con facilidad. Las técnicas utilizadas en este proceso se han aplicado también a la hora de unir de nuevo los murales del túmulo de Kitora. Otro método utilizado inspirado en la restauración de pinturas nihonga fue pegar partes de la superficie con finas láminas con adhesivo que pueden ser despegadas cuando las tareas de reconstrucción hayan sido completadas.

Fusionando la ciencia y la tradición

La restauración de los murales del túmulo de Kitora ha sido un proyecto en el que han colaborado estrechamente conservadores con una formación científica que han elegido los materiales y los métodos de trabajo, con especialistas en restauración de pinturas nihonga que han ido valorando la conveniencia de esas elecciones. En este proyecto se ha tenido siempre en mente la posibilidad de futuras restauraciones, por lo que podemos afirmar que se trata de una restauración de murales que se ha basado en la investigación científica sirviéndose al mismo tiempo de las características de la cultura japonesa.

Fotografía del encabezado: Reconstruyendo uno de los murales del túmulo de Kitora. Fotografías por cortesía de la Agencia de Asuntos Culturales de Japón.

patrimonio cultural Kitora