La filosofía económica de Shibusawa Eiichi, más actual que nunca

Economía

Shibusawa Eiichi, considerado padre del capitalismo japonés, transmitió a sus seguidores una filosofía económica fundamentada en el espíritu de las Analectas de Confucio. Hoy en día, cuando se alzan voces frente a los excesos del capitalismo global, las ideas de Shibusawa, que preconizó una gestión empresarial orientada a la obtención del interés público, están siendo vistas con renovado interés.

Confucio y el ábaco pueden compatibilizarse

Shibusawa Eiichi (1840-1931), fundador del Primer Banco Nacional (Daiichi Kokuritsu Ginkō, actual Mizuho), decano de la banca japonesa, además de haber participado, a lo largo de su vida, en la creación y desarrollo de un total de 500 entidades entre bancos y empresas, es conocido como el padre del capitalismo japonés. Su admirable actividad estaba sostenida en la creencia de que es posible compatibilizar la moral y la economía, la llamada “teoría de la conciliación moral-economía” (dōtoku keizai gōitsu-setsu). Para elaborarla encontró su base en el confucianismo, una filosofía en la que tenía una gran fe, y especialmente en las Analectas de Confucio. Veía en las Analectas la mejor representación de la moral y en el ábaco el símbolo de la economía, predicando la importancia de unificar los dos elementos.

Sostiene Shibusawa que la moral es imprescindible para la economía, a lo que añade que también esta lo es para aquella, de donde concluye que ambas son las dos caras de una misma moneda, dos conceptos inseparables. Tal es la lógica que preside su teoría de la conciliación moral-economía. Dentro de la moral, ve una moral pasiva que establece el imperativo de no hacer lo que no debe hacerse, y otra activa, que anima a hacer lo que debe hacerse. Lo que pretende transmitir es que para que la economía sea posible es imprescindible la moral pasiva, mientras que para promover la moral activa lo que nunca puede faltar es, precisamente, la economía.

Desde que ocurrió la gran crisis económica desencadenada por la quiebra de la financiera Lehman Brothers (2008), tanto la teoría de la conciliación moral-economía como el gapponshugi (forma de capitalismo orientado al bien común), que Shibusawa propugnó sustentándolo sobre esos mismos ideales, están siendo redescubiertos en Japón. Y estas ideas están despertando interés también en países extranjeros. Puede decirse que el descrédito que están sufriendo en esta fase globalizada el capitalismo y la economía de mercado, que tan a menudo terminan favoreciendo una desmedida persecución del beneficio particular, así como la sensación de crisis que se está generalizando, tienen mucho que ver con esta revalorización.

Sin moral, no hay economía

Esa modalidad pasiva de la moral que Shibusawa consideraba imprescindible para desarrollar armoniosamente las actividades económicas y hacer posible un beneficio duradero puede resumirse en dos ideas: no es lícito cometer deslealtades y tampoco lo es perseguir de forma prioritaria el beneficio propio.

En Japón, como en el resto del mundo, tiende a pensarse que en el mundo de los negocios la honestidad extrema está casi siempre reñida con la obtención de beneficio. Sin embargo, Shibusawa sostenía que la credibilidad es la condición básica del comerciante y era categórico al afirmar que era posible hacer negocios sin recurrir a la falsedad. Hacía hincapié en que la lealtad era indispensable en las cuestiones económicas, y lo explicaba a la luz de su propia experiencia, advirtiendo que, aunque también con métodos insinceros fuera posible obtener beneficio, este nunca sería un beneficio duradero.

Rechazar la deslealtad en los negocios es un principio de fácil aceptación, pero podría extrañar a muchos que se proscriba también la búsqueda prioritaria del beneficio personal. En la economía de mercado, es de sentido común aceptar que, en tanto no se incumplan las reglas, es perfectamente aceptable entregarse a la búsqueda del lucro para uno mismo. La postura de Shibusawa es la siguiente: si, en los negocios, anteponemos el beneficio personal a cualquier otra consideración, en nuestro afán por apropiarnos de lo ajeno saldremos todos malparados, imposibilitando así cualquier forma de actividad económica, mientras que si, de forma recíproca, damos la prioridad al beneficio ajeno, será posible desarrollar armoniosamente las actividades económicas.

Se argumentará en contra de esta idea que si nos lanzamos a los negocios con espíritu tan ingenuo y bonachón, nuestros competidores más egocéntricos se llevarán también nuestra parte del pastel. Pero Shibusawa solía citar el pasaje de las Analectas de Confucio en el que el maestro afirmaba que “el hombre bueno permite a los demás ponerse en pie primero cuando él mismo quiere hacerlo, y deja pasar a los demás cuando es él quien quiere salir”(*1), y entendía que era más bien priorizando el beneficio ajeno como era posible asegurarse para uno mismo, llegado el momento, un beneficio permanente. Esta idea moral de Shibusawa reprende el egocentrismo en las actividades económicas, pero nunca la persecución del beneficio propio en sí misma.

Sin economía, no hay moral

Shibusawa atribuyó un gran valor a esta “moral pasiva” a la que nos hemos referido, pero no dio menos importancia a la “moral activa”, que apunta a la necesidad de hacer que la vida de los humanos esté libre de preocupaciones económicas y sea, además, rica. También esta idea moral tiene su origen en las Analectas de Confucio. Al ser requerida su opinión sobre el hombre que dispensa sus favores a la gente y la socorre, el maestro dice que esa acción supera el ámbito de la mera bondad y se sitúa ya en el terreno de la sabiduría(*2). Este pasaje es el más importante de las Analectas, en opinión de Shibusawa, que ve en esa generosa concesión de favores a la multitud un equivalente de la consecución del interés público o bien común. Este es el núcleo del pensamiento de Shibusawa.

Hay que aclarar, de todas formas, que tanto en la época de Confucio (s. VI-V antes de Cristo) como en el Japón de inicios de la era Meiji (1868-1912), se consideraba que facilitar a la gente una vida más rica era función de los gobernantes. Shibusawa introdujo aquí una importante innovación: “A partir de ahora somos nosotros, los civiles, quienes, a través de nuestras actividades económicas, tenemos que pasar a ser los principales responsables de esa función”, sostuvo. “Si aspiramos a que el Estado prospere, tenemos que enriquecer el país. Y para enriquecer el país, tenemos que basarnos en las actividades comerciales e industriales, promoviendo las ciencias”. Tal sería la postura básica de Shibusawa.

Uno de los sentidos de la frase “sin economía, no hay moral” es que si no fomentamos las actividades económicas no será posible poner en práctica la “moral activa” que nos lleva a favorecer el interés público. Este pensamiento es la fuerza motriz que impulsó a esta persona que durante toda su vida acometió con entusiasmo la fundación y desarrollo de cerca de 500 empresas.

Pero la frase “sin economía, no hay moral” encierra un segundo significado. Shibusawa pensó que, para dar dinamismo a las actividades económicas tendentes a la obtención del bien común, era también imprescindible que las empresas y particulares dedicados a tales actividades tuvieran perspectivas de obtener el suficiente beneficio, entendido como beneficio privado. Es precisamente la percepción de que es posible obtener un beneficio personal a través de la actividad empresarial lo que empuja a dedicarse con entusiasmo y perseverancia al fomento del bien común, que es la forma más elevada de moral. Redunda esto a favor de la idea de que sin economía (beneficio privado) no hay moral (interés público).

Preeminencia del interés público sobre el beneficio privado, esencia de la conciliación

Para obtener mayores beneficios, las empresas o sus administradores cometen irregularidades que derivan en la quiebra de esas mismas empresas, lo cual, en algunos casos, causa un daño gravísimo al conjunto de la economía. El mundo ha sido testigo, durante los últimos 20 años, de muchos casos parecidos. Una vez más, deberíamos prestar oídos a las palabras de Shibusawa y a su idea de que, siendo honrado siempre se obtiene un beneficio que, además, será un beneficio permanente. Esta enseñanza no es el manido sermón de un moralista, sino el ideario puesto en práctica y avalado por una trayectoria personal que quiere transmitir a la gente un empresario y administrador que sacó adelante innumerables empresas y contribuyó a establecer las bases de la industria y de la economía del Japón moderno.

Por supuesto, respetar las reglas a la hora de realizar alguna actividad económica puede entenderse como algo lógico de por sí, sin necesidad de que nos lo diga Shibusawa. También Adam Smith, precursor del libre mercado, valoraba el fair play y pensaba que no cometer irregularidades es una premisa en las actividades económicas. Pero Smith entendía que, respetadas las reglas, cada individuo podía concentrarse en la persecución del beneficio propio, pues precisamente de esa forma era como operaba la “mano invisible”, que hacía posible el orden y la prosperidad del conjunto de la sociedad.

Según Smith, no era necesario que los individuos se propusieran contribuir al interés público. Incluso consideraba mejor para la sociedad que no lo hicieran. Y esto no es exclusivo de Smith: es la mentalidad que domina la economía de mercado hoy en día.

Shibusawa se distancia de estas posturas. Impone también una moral activa a los que se dedican a las actividades económicas y espera que desplieguen esas actividades empresariales con la mente siempre en el interés público, que no es otro que hacer que la gente disfrute de mayor riqueza y de mayor felicidad. Si la sociedad se enriquece también lo hará cada uno de los individuos. Shibusawa establece, pues, la primacía del interés público sobre el beneficio privado.

El orden que establecía Smith era el contrario: el interés público sucedía al beneficio privado, residiendo la clave del sistema en la “mano invisible”. Desgraciadamente, en la economía de mercado actual esta “mano invisible” no está funcionando como debería. Se presentan problemas como la pobreza, las desigualdades económicas o la destrucción del medio ambiente, cuya mitigación o solución se han convertido en grandes quebraderos de cabeza para todos.

El mal funcionamiento de la mano invisible debe de tener muy diversas causas. Personalmente, creo que entre ellas está la de haber exonerado a los agentes económicos de la “responsabilidad activa” de perseguir el interés público antes que el beneficio privado. Es posible que la idea de Shibusawa de primar la consecución del interés público a través de los negocios sea una luz en la economía globalizada del futuro.

Añadiré aquí, sin más dilación, que su teoría conciliadora entre moral y economía no apunta exclusivamente a demandar la consecución del interés público de una forma “ascética”. Acepta plenamente el beneficio privado de quienes están comprometidos en la consecución del interés público, siempre que no haya sido obtenido mediante irregularidades o aplastando a los rivales de forma egoísta. Porque el beneficio privado es la fuerza que lleva a los individuos a esforzarse en pos del interés público.

Por esta razón, si hubiera que expresar la esencia de la teoría de la conciliación de Shibusawa, habría que decir que consiste en supeditar el beneficio privado sola y únicamente al interés público. No implica, en absoluto, relegar el beneficio privado a un plano secundario ni minimizar su importancia. El beneficio privado es equiparable en todo caso al interés público, entendiéndolo como algo importante, pero que solo puede esperarse como fruto de este.

Es de esperar que esta idea de que el interés público debe preceder al beneficio privado marque un rumbo o sirva como referencia a la hora de repensar el futuro del capitalismo o de trazar las políticas de desarrollo económico de los países emergentes. Las Analectas y el ábaco, juntos, encierran en sí la posibilidad de hacer una importante contribución al mundo.

Fotografía del encabezado: Shibusawa Eiichi representado en el parque de Tokiwabashi, en el barrio de Ōtemachi (Tokio). La estatua de bronce está situada frente a la sede central del Banco de Japón. (Fotografía: equipo editorial de nippon.com)

(*1) ^ El pensamiento queda reflejado de esta forma en la traducción de Alfonso Colondrón de la versión de Simon Leys (editorial EDAF S.A.): “El hombre facilita a los demás lo que desea obtener para sí mismo”

(*2) ^ Ídem. “Zigong preguntó: «¿Qué dirías de un hombre que favorece generosamente a todos y que podría salvar a la multitud? ¿Podría ser llamado bueno?». El Maestro respondió: «¿Qué tiene que ver esto con la bondad? ¡Sería un sabio virtuoso!”.

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