La Ley de Actividades Espaciales: Japón amplía sus negocios en el espacio

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La nueva Ley de Actividades Espaciales, promulgada en noviembre de 2016, determina procedimientos mediante los cuales el Gobierno estudiará y aprobará el lanzamiento de cohetes y satélites por parte de empresas privadas. Establece compensaciones gubernamentales desde un límite establecido, en caso de accidentes, con la esperanza de fomentar la participación privada en un amplio abanico de sectores de la industria espacial.

Los objetivos de la nueva ley espacial

El 16 de noviembre de 2016 se promulgó la Ley para la Regulación del Uso de Cohetes, Satélites Privados y Similares (que se ha dado en abreviar como “Ley para Actividades Espaciales”). Ya son cerca de veinte naciones las que han aprobado leyes similares a esta, con lo que Japón llega algo tarde en este respecto. ¿De qué tipo de leyes estamos hablando? Dependiendo de si se cuenta con plataformas de lanzamiento para cohetes, del nivel de desarrollo del programa espacial y otras cuestiones, el contenido de dichas leyes varía considerablemente, pero en la mayoría de los casos se trata de leyes que buscan conseguir los siguientes tres objetivos.

El primer objetivo está relacionado con el Tratado Espacial (firmado en 1967 por las Naciones Unidas, y mencionado en muchas ocasiones como “la Constitución espacial”; forma la base de la mayor parte de la legislación espacial actual. Regula la libertad de exploración y el uso del espacio exterior, y prohibe la colocación de armas de destrucción masiva en el mismo. En la actualidad ha sido ratificado por 104 países). El tratado dictamina que cada Estado será responsable de las actividades espaciales de las empresas privadas de su territorio, si dichas actividades alcanzan cierto nivel; los Gobiernos deberán establecer sistemas con los que autorizarlas y supervisarlas. Además, si un accidente con un cohete o satélite causa víctimas en un país extranjero, el país desde el que la nave se lanzó tiene responsabilidad indefectible por el daño (es decir, que un Estado debe compensar adecuadamente al otro aunque la empresa haya tomado las precauciones necesarias para que no se den accidentes); por este motivo los Estados deben establecer sistemas de estricta supervisión con los que evitar ese tipo de problemas en los lanzamientos. Para mantener la equidad entre los contribuyentes, en caso de ocurrir un accidente la empresa responsable debe reembolsar la indemnización que el Estado haya tenido que pagar. Esto significa que se deben implementar también sistemas de seguros a terceros y otros elementos relacionados, como parte de la legislación espacial nacional.

En segundo lugar, dado que el lanzamiento de cohetes y otras actividades en el espacio comportan riesgos, los Estados son responsables del establecimiento de estándares con los que mantener la seguridad de sus ciudadanos y la protección del medio ambiente, y por añadidura, sistemas de compensación a las víctimas de posibles accidentes. Cada nación, además de ser responsable del pago indefectible de posibles compensaciones a otros países, también es indefectiblemente responsable hacia sus ciudadanos. Este punto difiere del concepto de responsabilidad que se aplica por lo general en la ley internacional civil, según el cual una persona solo es responsable por el daño que haya causado mediante acciones deliberadas o negligencia, por lo cual se hace indispensable clarificar esta parte de la ley espacial fuera de toda duda.

En tercer lugar, en muchos casos se establecen regulaciones con sistemas de apoyo a los negocios espaciales de empresas privadas que aún no poseen la madurez necesaria. El principal objetivo de la ley japonesa consiste en apoyar a dichas empresas para promocionar los negocios espaciales. ¿Cómo puede promoverse ese tipo de negocios con la existencia de esta ley? Para poder explicar las razones describiré ahora las características de las actividades espaciales en Japón y la situación de las mismas a nivel mundial. Después presentaré mis opiniones sobre su futuro, en base a la nueva legislación.

El programa espacial avanza en Japón, pero los negocios espaciales llevan retraso

En febrero de 1970 Japón se convirtió en el cuarto país del mundo en lanzar con éxito al espacio un cohete de factura completamente nacional, y a partir de entonces no hizo sino mejorar su posición entre los líderes de la carrera espacial. Es el único país de Asia que participa en la Estación Espacial Internacional, y el primer país del mundo en haber podido conseguir muestras de un asteroide más allá del campo gravitatorio terrestre.

No obstante, hasta 2008 Japón mantuvo una política nacional que prohibía el uso del espacio con fines defensivos, con lo que los negocios espaciales se veían resentidos. La razón es que muchos de los negocios espaciales tienen raíces militares. La tecnología GPS (sistema de posicionamiento global) basada en la posición, la navegación y el tiempo, se había desarrollado principalmente para mejorar la exactitud de los misiles del ejército estadounidense, pero su oferta gratuita para usos civiles dio origen a una gran cantidad de productos y servicios: sistemas de navegación para automóviles, elaboración de mapas de alta precisión, gestión de las cadenas de suministro, compraventas a alta velocidad en los mercados de valores… En comparación con campos como la energía nuclear, las armas bioquímicas o la inteligencia artificial, las actividades en el espacio presentan mayores dificultades cualitativas a la hora de separar lo militar de lo civil. En este contexto, las actividades espaciales de Japón se han visto tradicionalmente reducidas a la investigación científica y el desarrollo de nuevas tecnologías.

Sin embargo, en los últimos años el consenso internacional parece ser que el espacio puede ser una fuente potencial de riqueza, y la clave para el mantenimiento de la seguridad mundial, y Japón se ha dado cuenta de que no puede permitirse dejar pasar las oportunidades que le brinda el espacio, no solo en términos comerciales sino también en lo que respecta a sus obligaciones en el terreno de la seguridad. Por esa razón, en 2008 cambió de forma radical su política espacial al aprobar la Ley Básica Espacial, con la que se hacía posible, por ejemplo, observar con satélites de vigilancia bases militares de países en situaciones preocupantes. La ley también exigía medidas por parte del Gobierno como la promoción de la comercialización del espacio, o el establecimiento de otra ley que animara a las empresas a hacer negocios en ese campo.

La era de NewSpace

En términos generales, ahora nos encontramos en lo que se denomina la cuarta era de la carrera espacial. Durante la primera era, entre 1952 y 1972, los Estados Unidos y la Unión Soviética compitieron con fuerza para desarrollar aplicaciones militares en el espacio, y llevar al primer ser humano a la Luna. En la segunda era, entre 1973 y 1990, entró en la competición la Agencia Espacial Europea, y aparecieron otros países en la carrera espacial, como China, Japón e India. En la segunda mitad de ese periodo se comenzaron a dar pasos para comercializar el espacio; las empresas privadas empezaron a proporcionar servicios de lanzamiento de cohetes y satélites de comunicaciones, y detección remota. La tercera era, entre 1990 y 2006, vio un gran aumento en el número de participantes en la carrera espacial, en parte gracias al desarrollo de satélites que ofrecían funciones muy mejoradas por precios relativamente bajos. Durante estos años también se dio una expansión en las actividades “downstream” (los procesos tardíos o finales en la cadena de producción) relacionadas con la provisión de productos y servicios creados en la tierra gracias al procesamiento de datos del espacio. El Reino Unido fue el líder de este campo.

Finalmente llega la cuarta era, vinculada al concepto de NewSpace, que apareció en 2006 y denomina un nuevo tipo de negocios espaciales que se basan en madurar la tecnología necesaria y reducir los costes. En el NewSpace son muchas las empresas de nueva creación que, de forma independiente o con ayuda del Gobierno o de empresas grandes, se han iniciado en áreas como el transporte orbital, la organización del turismo espacial a lugares como la Luna y Marte y para estancias de larga duración en el espacio, así como la recolección de recursos en el espacio. SpaceX (Corporación de Tecnologías para la Exploración Espacial), fundada en 2002, ha desarrollado y lanzado naves espaciales comerciales no tripuladas para enviar suministros a la Estación Espacial Internacional (ISS) bajo contrato con la NASA; además también tiene planes para explorar y colonizar Marte mediante el uso de tecnología civil.

Varios proyectos NewSpace también tienen como objetivo establecer negocios tales como la construcción de infraestructuras para Internet basadas en el concepto de “constelaciones”, grupos de cientos o miles de satélites de tamaño reducido, la exploración y recuperación de recursos de asteroides, la eliminación de chatarra en órbita, así como servicios en órbita para la recuperación de recursos y naves espaciales. El NewSpace precisa de una combinación de la energía de los modelos empresariales de nueva creación, la tecnología necesaria para implementarlos y el apoyo de inversores, grandes empresas aeroespaciales y agencias gubernamentales. Además, no solo se necesitan fondos, sino también legislación nacional que reduzca las trabas a todo tipo de actividades espaciales.

En noviembre de 2015 Estados Unidos aprobó la Ley para Promover la Competitividad Aeroespacial en Empresas Privadas (SPACE Act of 2015), la cual permite a sus ciudadanos poseer, transportar, usar y vender recursos inertes (incluyendo agua) procedentes del espacio o de asteroides. El Tratado del Espacio Exterior establece que el espacio exterior no puede ser apropiado por una nación, y se ha interpretado como una forma de evitar que las empresas puedan poseer territorios en cualquier astro fuera de la Tierra. Pero no establece ningún reglamento sobre la posesión de recursos, y por lo tanto sigue sin quedar claro si, según el derecho internacional, las empresas pueden poseer, explotar y vender dichos recursos.

Esa falta de claridad en el sistema desanima a las empresas privadas que se plantean entrar en el negocio de los recursos espaciales. Ese fue el motivo por el que Estados Unidos decidió, para apoyar este tipo de iniciativas a nivel nacional, reinterpretar el Tratado del Espacio Exterior y ofrecer seguridad en las actividades espaciales de sus ciudadanos. Luxemburgo, que aspira a convertirse en el centro mundial de explotación de recursos espaciales, también está tratando actualmente de aprobar una legislación similar.

La nueva legislación japonesa apoya los negocios espaciales

Como se puede comprobar por el caso estadounidense, la falta de claridad en la legislación puede desmotivar al sector privado. Apoyar a las empresas también significa, entre otras cosas, proporcionarles un sistema que clarifique la situación legal para el desarrollo y lanzamiento de cohetes de tamaño reducido o el control de satélites de detección remota: a qué agencia se deben presentar los permisos, qué condiciones rigen en la aprobación de las licencias, cómo se realiza la supervisión. La nueva legislación japonesa ayudará a que las empresas de nueva formación no se pierdan en la burocracia y puedan consultar sus planes directamente con los funcionarios pertinentes de la Oficina del Gabinete.

El Gobierno ahora también ofrece apoyo a las empresas para conseguir los avales financieros necesarios, como por ejemplo los seguros a terceros que se requieren para efectuar lanzamientos de naves espaciales. La suma a asegurar se calcula basándose en la pérdida máxima estimada según el tipo de cohete a lanzar y la relación con el satélite a transportar; en el caso de que los daños excedan la suma estimada el Gobierno cubre la diferencia hasta un cierto límite. Se trata de un sistema similar al que han adoptado países como Estados Unidos o Francia.

Por otro lado, la ley japonesa establece que en caso de accidente la responsabilidad recaiga sobre la empresa que lanzara la nave, pese a que puedan haber existido problemas con la carga. Se puede considerar que este arreglo no es justo para la empresa lanzadora, pero es de esperar que genere competitividad en la industria, ya que proporcionará seguridad a clientes de todo el mundo, y afianzará la posición de las empresas privadas japonesas. Solo Francia ha adoptado una legislación parecida, en este sentido.

El diseño de estos sistemas, el desarrollo tecnológico y la financiación son elementos clave para el éxito o el fracaso de los negocios espaciales. La nueva Ley de Actividades Espaciales proporcionará sin duda un fuerte empujón a este sector de la economía japonesa, que muestra gran fuerza y potencial. Dentro de pocos años podremos empezar a ver lanzamientos de pequeños cohetes de nuevas empresas, cargados con satélites en miniatura.

Imagen del encabezado: Lanzamiento del cohete H2A número 32 con el satélite de comunicaciones X-band Kirameki 2, del Ministerio de Defensa - 24 de enero de 2017, Centro Espacial Tanegashima, prefectura de Kagoshima (Jiji Press)

(Artículo traducido al español del original en japonés)

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