La central nuclear de Fukushima Daiichi hoy: éxitos y contratiempos

Sociedad

En vísperas del sexto aniversario del accidente en la central nuclear de Fukushima Daiichi, el reportero especializado en energía nuclear Takahashi Hideki ha visitado el lugar una vez más para escribir sobre los recientes esfuerzos para localizar el combustible fundido y corregir las visiones erróneas extendidas a través de artículos sensacionalistas.

Empecé a escribir sobre la situación en la central nuclear de Fukushima Daiichi justo tras el accidente nuclear de marzo de 2011 hace seis años. Vi los edificios de los reactores hechos trizas por las múltiples explosiones de hidrógeno y a los trabajadores envueltos en sus trajes antirradiación blancos, constantemente conscientes del peligro a través de las alarmas de sus monitores de radiación. He sido testigo de sus largos años de lucha desesperada para contener y descontaminar el agua radiactiva y frenar su acumulación.

La escena que me dió la bienvenida esta vez fue muy diferente. Como parte de un esfuerzo polifacético para frenar la contaminación de las aguas subterráneas, han pavimentado un gran porcentaje del lugar para prevenir que el agua de lluvia se filtre al subsuelo y en los edificios de los reactores. Para estar seguros, todavía hay allí filas de enormes contenedores cilíndricos (más de 900 según los últimos datos) como recordatorio de la magnitud del problema de la contaminación del agua en la central. Pero el agua altamente radiactiva depositada originalmente en estos contenedores ha sido sometida a repetidos filtrados y procesamientos, por lo que hoy solo emite niveles bajos de radiación. La mayor parte del lugar ahora es seguro y se puede visitar sin necesidad de un equipamiento especial de protección contra la radiación. El ambiente general es muy parecido al de una típica obra, con sus trabajadores charlando y bromeando mientras se desplazan por el lugar.

La central nuclear de Fukushima Daiichi, operada por TEPCO, vista desde el oeste. Más allá de las filas de contenedores construidos para almacenar el agua contaminada se yerguen los edificios de los reactores donde se produjeron varias fusiones. (Fotografía del autor del 17 de febrero de 2017.)

No hace falta decir que esta atmósfera de normalidad y fácil acceso no tiene nada que ver con los edificios de los reactores destruidos, donde los expertos continúan esforzándose para reunir la información necesaria para retirar el combustible fundido y otros restos radiactivos. Hoy los esfuerzos se concentran en el reactor número 2 de la central, que ha recibido una gran atención y ha sido objeto frecuentemente de reportajes engañosos en los medios en las últimas semanas.

Reportajes alarmistas en los medios

A comienzos de febrero de este año muchos medios de comunicación de otros países publicaron reportajes sensacionalistas que hablaban de crecientes niveles de radiación en la central nuclear de Fukushima Daiichi. El origen de estos rumores parece ser un informe de TEPCO sobre los hallazgos de una investigación para comprobar la situación dentro de la vasija de contención del reactor número 2. Un robot con cámara detectó niveles de radiación extremadamente altos, que se estima superan los 500 sieverts por hora, al penetrar por primera vez en las profundidades de la vasija de contención primaria.

El edificio del reactor número 2 de la central de Fukushima Daiichi. (Fotografía del autor del 17 de febrero de 2017.)

Es incuestionable que se trata de una dosis letal, mucho mayor que los niveles registrados anteriormente en Fukushima Daiichi justo después de producirse el accidente en 2011. Pero eso era de esperar teniendo en cuenta que se trata de la primera medición tomada dentro de la vasija de contención primaria.  Ya se sabía que el combustible fundido del núcleo del reactor había caído a la vasija de contención primaria durante el accidente, y el equipo de inspección esperaba sin duda intensos niveles de radiación dentro de la vasija de contención una vez fuera capaz de realizar las mediciones. Pero esta vasija de contención está firmemente sellada, y no se han producido cambios en los niveles de radiación fuera de la misma.  Los terrenos aledaños al edificio están seguros, como he podido comprobar personalmente. No hay peligro de que siga contaminándose el entorno exterior, y mucho menos de que se filtren dosis letales de radiación. Los medios internacionales se centraron en la radiactividad dentro de la vasija de contención primaria sin mencionar que está aislada y no supone ninguna amenaza para el área circundante.

Seis años después del accidente nuclear, la prefectura de Fukushima todavía está luchando para recuperarse del impacto económico de los rumores maliciosos e información exagerada sobre la contaminación radiactiva. Este tipo de desinformación puede tener efectos devastadores para estos esfuerzos. Lo único que podemos hacer es combatir este tipo de periodismo irresponsable trabajando con mucho mayor celo para difundir información más exacta.

Los logros de un robot con cámara

Volvamos a la reciente inspección del reactor número 2 y veamos su verdadera importancia.

El reactor número 2 se encontraba entre los tres reactores que estaban funcionando el 11 de marzo de 2011 cuando un gigantesco tsunami provocado por el Gran Terremoto del Este de Japón golpeó la central nuclear de Fukushima Daiichi. Aunque los reactores se detuvieron de forma automática en respuesta al terremoto, el tsunami afectó a la energía de la central desactivando los sistemas de refrigeración y provocando que el combustible en los tres reactores se fundiese. El combustible fundido cayó fuera del núcleo de los reactores y fundió componentes estructurales de los mismos. Este combustible, como se sabe, cayó a las partes inferiores de las vasijas de contención primarias donde se encuentran precintados los reactores.

Como parte clave en el largo proceso de desmantelamiento y descontaminación de las instalaciones, TEPCO se ha unido a Toshiba y al Instituto Internacional de Investigación para el Desmantelamiento Nuclear (IRID, por sus siglas en inglés) en un esfuerzo para investigar el emplazamiento y estado del combustible dentro de la vasija de contención primaria del reactor número 2 utilizando aparatos por control remoto. A finales de enero este equipo lanzó la primera fase de su plan.

La vasija de contención primaria es una gigantesca estructura de metal y hormigón con forma de matraz y un fondo esférico. En el núcleo de la vasija hay un recinto cilíndrico de hormigón conocido como pedestal en el que se aloja la vasija de presión del reactor. Para penetrar en las gruesas paredes de la vasija de contención primaria, este equipo utilizó un conducto ya existente que recibe el nombre de X-6, una tubería de unos 60 centímetros de diámetro que atraviesa una pared de la porción inferior y esférica de la vasija. Dentro de la vasija de contención primaria esta tubería está conectada con el riel de mantenimiento (a menudo mencionado como el riel CRD), un puente de 60 centímetros de ancho y 7,2 metros de largo utilizado para reemplazar componentes del reactor. El riel de mantenimiento conduce a una plataforma circular hecha con una rejilla de metal justo debajo de la vasija de presión.

Teniendo en cuenta que el X-6 está normalmente sellado con un grueso tapón de acero, se tuvo que hacer un agujero para permitir el acceso. Después de instalar un escudo de plomo para permitir a los trabajadores acercarse de forma segura, se realizó un agujero de 11,6 centímetros de diámetro en el tapón. El 26 de enero se introdujo una cámara a través del agujero y en la vasija de contención primaria usando una pértiga telescópica para guiarla posteriormente por parte del riel de mantenimiento.  Las imágenes grabadas por la cámara determinaron que no había grandes obstáculos que bloquearan el acceso a través de esta ruta.

El 30 de enero otro robot con cámara fue introducido por la misma ruta, y esta vez penetró a una profundidad suficiente como para grabar una porción de la plataforma bajo la vasija de presión. Esta fue la primera vez desde el accidente de 2011 que una cámara logró acceder al espacio bajo uno de los reactores dañados. Las imágenes que fueron transmitidas son un testimonio vívido del impacto de una fusión. En las fotografías, la rejilla de metal de la plataforma, recubierta en su mayor parte por restos de un color marrón oscuro, se hunde en su parte central como si estuviera hecha de caramelo.

La rejilla de metal deformada bajo el reactor número 2 fue fotografiada el 30 de enero de 2017. Algunas secciones de la plataforma parecen haberse fundido completamente. (Cortesía de IRID)

Como añadido a la deformación que se asume está causada por el intenso calor, el robot detectó que varias secciones de la plataforma se habían fundido completamente, incluyendo un amplio agujero de un metro cuadrado.  Aunque el robot no estaba equipado para medir directamente la temperatura ambiental o la radiactividad (y por lo tanto no podía identificar de forma fehaciente que los restos fuesen combustible), sí fue posible estimar los niveles de radiación a lo largo del riel de mantenimiento a través del nivel de “ruido” óptico capturado por la cámara.  Este análisis reflejó unos niveles máximos de 530 Sv/h. (Este fue el dato en el que los medios internacionales insistieron, dando la impresión que los niveles de radiación habían aumentado considerablemente en Fukuhima Daiichi).

La siguiente inspección con un robot fue realizada el 9 de febrero. Durante esta fase de la investigación, un robot autopropulsado siguió la misma ruta. Este dispositivo movido por control remoto utilizó propulsores de agua a gran presión para despegar varios de los restos detectados previamente en el riel de mantenimiento, abriendo un camino para una inspección a gran escala con el robot autopropulsado Sasori (Escorpión). Estos depósitos, que se cree que están formados por pintura fundida y cable aislante del interior de la vasija de contención primaria, tienen un grosor de más de 2 cm y cubren un segmento del riel de unos 5 metros de largo. Aunque el robot logró limpiar unos dos metros, el trabajo tuvo que ser interrumpido en poco tiempo cuando la radiación comenzó a provocar que la cámara fallase. Este resultado tendría un impacto decisivo para el robot Sasori.

A través de las fotos tomadas por el robot de limpieza, el equipo estimó que los niveles de radiación alcanzaban hasta los 650 Sv/h a lo largo del riel de mantenimiento. Curiosamente por las fotografías del área directamente bajo el reactor se estima que la radiación allí es solo de 20 Sv/h. Si estas estimaciones son válidas, los niveles de radiación son unas 20 o 30 veces mayores fuera del pedestal de hormigón que justo debajo del reactor, donde se cree que el combustible ha caído. ¿Cuál podría ser la fuente de esta radiación tan intensa fuera del pedestal?

Esta pregunta ha asaltado al equipo de limpieza, incluído Masuda Naohiro, presidente y jefe encargado del desmantelamiento de la Empresa de Ingeniería de Fukushima Daiichi D&D. “Sinceramente, estamos muy confundidos. Uno podría entenderlo si fuese al contrario, pero si los niveles de radiación son mayores fuera (del pedestal), debe haber algo altamente radiactivo ahí. Pero nadie puede imaginar qué podría ser. Por otra parte, 20 sieverts parecen ser muy pocos para el área que se encuentra directamente bajo el reactor. Necesitaremos lecturas de dosímetros y termómetros para determinar si estos restos en la plataforma bajo el reactor son combustible fundido u otra cosa.”

Masuda Naohiro, presidente de la empresa creada para supervisar el desmantelamiento.

Los límites del robot Sasori

En aquel momento las esperanzas para conocer más sobre esta y otras importantes cuestiones era el robot Sasori, desarrollado por IRID y Toshiba. Sasori es un robot autopropulsado y manejado por control remoto con cámaras frontal y trasera así como dosímetro, termómetro y otro equipamiento de medición. Fue diseñado para doblarse como una barra compacta de 9 cm de alto y 60 cm de largo para poder introducirse por espacios angostos. Una vez entra en un espacio abierto, puede levantar su “cola” en varios ángulos para inspeccionar y fotografiar el área, mientras toma mediciones de temperatura y radiación.

El 16 de febrero, después de las pruebas con los robots antes mencionados, el equipo envió al robot Sarori dentro de la vasija de contención. Por desgracia esta fase de la investigación no llegó a tener un éxito destacado. Antes de que el robot pudiese llegar al pedestal e inspeccionar los restos del combustible en el interior, quedó atascado en los depósitos que el anterior robot no había podido eliminar. Por otra parte, la cinta de oruga del robot se rompió, obligando al equipo a cortar el cable del robot y abandonándolo en el riel de mantenimiento.

El robot Sasori era la pieza central de un proyecto que ha costado más de 1.000 millones de yenes, por lo que un error de este calibre es desafortunado. Pero esto no debe menoscabar el progreso que el conjunto de la investigación ha logrado. Los datos visuales obtenidos por anteriores robots marcaron un antes y un después y fueron un paso clave en el desarrollo de un plan para retirar los restos de combustible del fondo de la vasija de contención.

Retirar estos restos de combustible constituye el mayor obstáculo para desmantelar finalmente los reactores de la central. También es la primera vez que se hace algo así en la historia de la humanidad. No podemos esperar que cada fase de este esfuerzo sin precedentes proceda según lo planeado.  Kuwabara Hirohisa, gerente general del Departamento de Planificación Estratégica del IRID lo ha expresado de forma sucinta: “Si damos un traspié, tenemos que volver a levantarnos y seguir avanzando.”

Bajo la “hoja de ruta” del actual proceso de desmantelamiento, se espera que la limpieza de los restos de combustible comience para 2021, pero no se sabe si el equipo podrá cumplir con los plazos, especialmente si tenemos en cuenta los últimos contratiempos.

“La limpieza del combustible tendrá que realizarse completamente con dispositivos manejados por control remoto en un entorno altamente radiactivo”, asegura Kuwabara. “A no ser que procedamos muy cuidadosamente en el desarrollo de esos dispositivos, corremos el riesgo de que se rompan en medio del proceso y que tengamos que suspender el trabajo. Al mismo tiempo, debemos tener en cuenta tales riesgos en nuestra planificación, para poder disponer de un plan de emergencia en caso de que las cosas se tuerzan.”

En suma, la limpieza de los restos de combustible requerirá del desarrollo de nuevos métodos más sofisticados, y los métodos específicos que se adopten dependerán de la localización y el estado de los restos. Incluso en el reactor número 2, donde la inspección de la vasija de contención primaria ha progresado más, todavía se carece de información vital.

En este punto, el equipo no tiene otra opción más que aceptar los resultados de la última investigación con humildad, incluso aunque signifiquen un cambio de rumbo general en la estrategia. Las prisas y la impaciencia podrían provocar que se cometieran errores que empeorasen la situación y retrasaran los trabajos de desmantelamiento durante muchos años. Un revés de estas dimensiones debería ser evitado a toda costa.

Una política de puertas abiertas

Al comienzo de este artículo afirmé que los niveles de radiación en los terrenos de Fukushima Daiichi habían caído hasta el punto en el que el ambiente era similar al de una típica obra de construcción. Cualquiera que no haya visitado la central puede pensar que es difícil de creer, pero es verdad. He caminado alrededor del sitio con un monitor de radiación durante unas tres horas, y la dosis total registrada fue de 0,03 milisieverts, casi la misma de una sola radiografía del tórax.

Tal es el nivel de seguridad en la central de Fukushima Daiichi que el número de visitantes ha aumentado a unas 8.000 personas al año. A finales de diciembre de 2016 cerca de 30.000 observadores habían visitado el lugar de la central desde que se produjese el accidente. Al principio, la inmensa mayoría de esos observadores eran científicos, ingenieros y miembros del Gobierno. Pero en la actualidad no es raro ver a un grupo de estudiantes universitarios o de instituto situarse en lo alto de una colina con vistas a los edificios de los reactores llevando cascos y mascarillas facilitados por TEPCO.

Número de visitantes al sitio de Fukushima Daiichi

Año fiscal Número de visitantes (Extranjeros)
2011 913
2012 2.753
2013 3.798
2104 5.409 (694)
2015 8.000 (870)
2016 7.945 (558)
Total 28.818

Fuente: TEPCO. Los datos de 2016 alcanzan hasta finales del mes de diciembre.

Estas visitas guiadas reflejan la política de puertas abiertas del jefe encargado del desmantelamiento Masuda, que se ha comprometido con la transparencia y la comunicación con la ciudadanía. “Quiero que nuestros jóvenes, los líderes de mañana, comprendan la situación en Fukushima Daiichi ahora y lo que estamos intentando conseguir en el futuro”, afirma. “Estoy seguro de que muchas personas guardan todavía sospechas de que algo peligroso está sucediendo aquí, y que TEPCO está intentando ocultarlo. Por eso creo que es importante que la gente venga y lo vea por sí misma.”

No todo el mundo volverá de la central de Fukushima Daiichi con las mismas impresiones, pero desde mi punto de vista es muy significativo hacer que los que heredarán el legado de Fukushima pisen el lugar en el que se produjo el peor accidente nuclear de la historia. Rezo para que todos los jóvenes que puedan aprovechen esta oportunidad para visitar el lugar y reflexionen sobre las cuestiones que rodean a la energía nuclear.

Fotografía del encabezado: el autor en el lugar de la central nuclear de Fukushima Daiichi el 17 de febrero de 2017. Al fondo, a unos 150 metros al este, se encuentra el edificio del reactor número 2, donde unos robots han accedido a la vasija de contención primaria para localizar los retos de combustible de la fusión.

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