¿Está Japón preparado para abrir las puertas a los “extranjeros de alta cualificación”?

Sociedad

El Gobierno de Abe Shinzō ha hecho de la captación de recursos humanos extranjeros de alta cualificación parte de su estrategia de crecimiento. Sin embargo, esto exige una preparación previa que el país todavía no ha completado. En esta situación, favorecer su entrada mediante pequeñas reformas inconexas podría surtir efectos no deseados.

En un contexto de envejecimiento y escasez de niños, Japón ha dado un golpe de timón en su política migratoria y está rebajando rápidamente las exigencias que se planteaban a los extranjeros a la hora de obtener un visado. Se espera que este año el gabinete de Abe Shinzō ponga en marcha una versión japonesa de la green card que permitirá a investigadores, administradores de empresa y otros extranjeros de alta cualificación profesional obtener el permiso de residencia permanente en un plazo que podría llegar a ser de tan solo un año.

La iniciativa se fundamenta en la Estrategia de Revitalización de Japón presentada en junio de 2016, cuyo sugerente subtítulo es “Hacia una cuarta revolución industrial”. Esta estrategia se propone “fortalecer la creación de innovación” y considera parte integrante de estos planes la obtención de personal extranjero de alta cualificación. Como para esto es necesario un sistema que permita a dichas personas residir en Japón durante un largo periodo, la citada estrategia propone adaptar el actual sistema que rige la entrada y la residencia en Japón para lograr que estas personas de elevada competencia puedan establecerse permanentemente en el país.

Alta cualificación, clave para la residencia permanente

Las facilidades para los “extranjeros de alta cualificación” comenzaron a darse hace ya algunos años. En 2012 se introdujo el “sistema de puntos para personal de alto nivel” para posibilitar dar un trato migratorio preferencial a estas personas. Según explica un representante del Centro de Información para Residentes Extranjeros del Departamento de Inmigración, aquellos extranjeros que, bien por su expediente académico, bien por su experiencia profesional o por la cuantía de sus ingresos logren un mínimo de 70 puntos según los baremos establecidos, podrán ser calificados aptos para obtener el estatus de extranjeros de “alta especialización profesional”.

Con “alta especialización profesional” se entiende tanto las actividades de investigación académica más avanzadas (Tipo 1), como las actividades técnicas de alta especialización (Tipo 2) y las actividades de gestión y administración de empresas de alto nivel (Tipo 3). El representante del citado centro aclara que el Tipo 1 se aplica a profesores universitarios y otros investigadores, el Tipo 2 a los ingenieros y el Tipo 3 a empresarios o administradores de empresa.

El sistema funcionará de esta manera: si, por ejemplo, una empresa japonesa desea potenciarse contratando personal de oficina extranjero para tareas comerciales, de ventas, traducción, etcétera, solicitará un tipo de visado ya existente, denominado Gitsuju, jinbun chishiki, kokusai gyōmu (ingenieros o técnicos, especialistas en humanidades y servicios internacionales). Si el extranjero es contratado para ocupar una posición de mando en un departamento u organización, el visado solicitado sería el de Tōshi, kanri (inversión y administración). En principio, el extranjero entraría en Japón y permanecería en el país acogiéndose a estos tipos de visado, pero lo haría ya con miras a optar, pasado algún tiempo, a cambiar su visado por el de Kōdo senmonshoku (puesto de alta especialización), cuya ventaja sería situar a su receptor en el carril rápido hacia el visado permanente.

Con la suavización de los requisitos para obtener el derecho de residencia permanente que se planea poner en práctica en esta ocasión, el periodo de residencia en Japón para optar a un visado permanente se acortaría de los cinco años actuales a un mínimo de un año (para el caso de los extranjeros que hayan obtenido 80 o más puntos en el sistema arriba mencionado). Se plasmaría así el propósito expresado en la Estrategia de Revitalización de Japón 2016 de atraer de todo el mundo personal del más alto nivel “mediante una versión japonesa de la green card para extranjeros altamente cualificados”.

La necesidad de aceptar a más personal extranjero de alta cualificación y la consiguiente suavización de los requisitos de obtención del estatus de residente permanente son explicadas por el Gobierno por razones de pura “revitalización económica”, pero es obvio que promoviendo este tipo de inmigración se trata de compensar la reducción de la población que está experimentando Japón durante los últimos años. En la realidad diaria de las empresas, la necesidad de “personal de alta cualificación” no es tan perentoria. El economista Takeshima Shingo describe la situación en los siguientes términos: “No hay demasiadas razones para pensar que las dificultades para contratar personal extranjero de alta cualificación estén poniendo en aprietos a las empresas japonesas. Quizás esto se sienta en algunas áreas muy concretas, como en las industrias relacionadas con las tecnologías de la información, pero mi impresión es que en las manufacturas y otras áreas la necesidad no es especialmente urgente”.

Los ojos se posan en China

Según la publicación Estadísticas de residentes extranjeros (junio de 2016) del Departamento de Inmigración, el número de extranjeros residentes en Japón asciende a 2,3 millones de personas. Por regiones de origen, con 1,9 millones de personas, los asiáticos representan más del 80 % del total (Gráfica 1). Por países, dentro de Asia, vemos que el grupo más grande, con 677.571 personas (35 % de todos los asiáticos), es el de los chinos (Gráfica 2). En cuanto a los “extranjeros de alta cualificación”, solo son 4.732, más del 80 % de ellos asiáticos (Gráfica 3). Por nacionalidades, la china representa el 65 % de todos los extranjeros altamente cualificados.

d00304es_fig01

d00304es_fig02

d00304es_fig03

Además ser un atajo hacia la residencia permanente, recibir un visado como profesional de alta especialización tiene algunas otras ventajas, entre ellas la de permitir que los receptores con niños de menores de siete años puedan llamar a sus padres para que se encarguen de los pequeños.

“Que los abuelos cuiden de los nietos es una costumbre entre los chinos, pero no es corriente entre los occidentales y esto explica que muchos de quienes solicitan el visado como profesionales de alta especialización sean chinos”, comenta el representante del citado centro.

El hecho de que este tipo de visado incluya la posibilidad de llamar a los padres nos hace pensar que, probablemente, haya sido concebido pensando en pudiera ser adjudicado principalmente a los chinos. En China se ha vivido, durante los últimos años, un verdadero boom de la emigración. Así lo cuenta un oriundo de la ciudad de Shanghái: “Tokio está a dos horas y media en avión de Shanghái, una distancia muy cómoda. Aquí el aire está limpio, es un buen lugar para criar a los hijos. A mi alrededor hay mucha gente interesada en solicitar un visado para residir en Japón”.

Fuerte presencia china también entre los estudiantes

Por otra parte, es indudable que los jóvenes extranjeros que cursan estudios en Japón constituyen una cantera de profesionales de alta cualificación. En la Estrategia de Revitalización de Japón 2016, se fija la meta de elevar del actual 30 % a un 50 % la proporción de extranjeros que, tras completar sus estudios en Japón, obtienen una colocación en el país.

Pero también entre los estudiantes extranjeros se aprecia una fuerte desequilibrio entre nacionalidades. La mayoría de ellos vuelven a ser chinos. De los 208.379 estudiantes extranjeros en Japón (a 1 de julio de 2015), 94.111 (45 % aprox.) eran de dicha nacionalidad. Y la proporción de colocaciones en Japón después de la graduación es entre ellos muy alta. Ōsawa Ai, presidenta de Vein Global. Inc, una compañía japonesa que ofrece ayuda a la colocación en Japón de estudiantes extranjeros matriculados en universidades japonesas, comenta lo siguiente sobre este desequilibrio: “Los recursos humanos con mayor fluidez en japonés son los procedentes de las áreas donde se utilizan los ideogramas chinos, es decir, China y Corea. Como los exámenes escritos que imponen las empresas, así como los impresos de solicitud de empleo, están en japonés, al final es mucho más fácil que sean ellos los elegidos”.

Por otra parte, es difícil conseguir que los estudiantes occidentales dirijan sus pasos hacia las universidades japonesas. La razón es que para ellos los empleos que podrían conseguir en Japón, que es el punto clave, no son demasiado atractivos. Para los jóvenes de estos países, las empresas japonesas no figuran precisamente entre las más ansiadas del mundo. Algunos expertos en temas de educación internacional dudan de que, por ejemplo, un estudiante de la Universidad de Harvard pueda tener como sueño de su vida trabajar algún día en una gran empresa japonesa.

La emigración china hacia Australia y Canadá

Con una población de 1.300 millones de habitantes, unas perspectivas no demasiado halagüeñas para la economía nacional y un gran problema de contaminación atmosférica, cada vez son más los chinos que aspiran a emigrar a algún país desarrollado. Los destinos favoritos son Canadá y Australia. Este último país tiene una población de 23 millones de habitantes y una colonia china de 447.370 personas (2014).

La economía australiana es fuertemente dependiente de las inversiones chinas. Durante el año fiscal 2014, el Gobierno de Camberra otorgó a los inversores extranjeros licencias por un total de 194.600 millones de dólares australianos, de los cuales 46.500 millones procedían de China, según datos de la Cámara de Revisión de Inversión Extranjera. De esta última cifra, 24.300 millones correspondían a inversión inmobiliaria, una cuantía que se ha doblado prácticamente con respecto al anterior ejercicio.

Kuhara Wakako, una japonesa que regresó hace poco tiempo a su país después de haber vivido en Australia durante 24 años, dice que durante los últimos años ha aumentado mucho el número de chinos propietarios de pisos y apartamentos, así como las urbanizaciones o barriadas en que las personas de esta nacionalidad forman la mayoría.

En Canadá se viven situaciones similares. Yamamoto Tomizō, un japonés que se estableció en Vancouver en el decenio de 1960 y que actualmente regenta un estudio de arquitectura, explica así el cambio que ha experimentado su ciudad.

“En comparación con Toronto, Vancouver destaca por el gran volumen de inmigración china, hasta el punto de que existe un centro comercial específicamente para chinos. Ante la gran cantidad de letreros en chino, el ayuntamiento ha tenido que emitir una ordenanza exigiendo que en dichos letreros se utilice también el inglés. Y hace poco se difundió la noticia de que una familia de habla inglesa se había quejado de que las reuniones de la asociación de vecinos de su edificio se celebraban en chino”.

La fuerte presión compradora de los inversores chinos en el sector inmobiliario ha producido durante los últimos años una aguda alza de los precios, que llegaron a situarse fuera de la órbita de la demanda real local. Para evitar la formación de una burbuja inmobiliaria, el Gobierno Provincial de la Columbia Británica tuvo que reaccionar con un impuesto del 15 % a las compras de inmuebles realizadas por inversores extranjeros. Canadá ha puesto fin al programa oficial para fomentar la inmigración, que había tenido un gran éxito entre las clases chinas más pudientes, pero pugna por atraer al “personal extranjero con alta cualificación de China”.

El caudal migratorio de China, India, Filipinas e Irán hacia Canadá sigue creciendo, pero en Vancouver, Toronto y otras ciudades donde se concentra dicha inmigración se habla ya de que, en un plazo de 30 años, los blancos pasarán a ser minoría.

Una cuestión de resolución

Si los requisitos para conseguir que profesionales de alta cualificación se establezcan en el país se están suavizando, también son cada vez más los extranjeros a quienes se facilita la entrada en Japón a título de “cursillistas en prácticas” para cubrir la gran demanda de mano de obra existente en sectores como el agrícola, el pesquero o el de la construcción.

El primer ministro Abe niega que su idea sea promover la inmigración, pero la creación de un marco que permita recibir en la práctica a los inmigrantes es una tarea urgente. Si aumenta el número de residentes permanentes, aumentará también el de los familiares que los acompañan. Esto dará origen a muchos problemas: habrá que pensar hasta qué punto se les tendrán que reconocer sus derechos a recibir pensiones y otros servicios de la seguridad social, cómo enfocar el tema de la educación de esos niños, etcétera. Al mismo tiempo, Japón deberá ir dotándose de nuevas leyes y nuevos sistemas para evitar que la presión de la inversión extranjera desestabilice las vidas de los pobladores de las áreas receptoras de inmigración. Ir introduciendo pequeñas modificaciones en el sistema para facilitar la entrada de extranjeros sin una verdadera estrategia, amparándose en necesidad de revitalizar económicamente el país, podría resultar en una gran chapuza. El ideal de construir un país que acoja la diversidad es un fin encomiable, pero son muchos los problemas que habrá que superar para conseguirlo. ¿En qué tipo de país aspira a convertirse Japón? Es un tema que también nosotros, los ciudadanos, deberíamos plantearnos responsablemente.

(Escrito el 10 de marzo de 2017 y traducido al español del original japonés)

empresas japonesas extranjeros