El panorama político de Japón en 2018

Política

Al parecer, 2018 será un año en que, por primera vez en mucho tiempo, no se celebrarán elecciones importantes —Cámara Baja, Cámara Alta o locales— en Japón. Eso situará el foco principal de la política nipona en las elecciones presidenciales del Partido Liberal Democrático, que tendrán lugar en septiembre y en las que el primer ministro Abe Shinzō se juega su tercer nombramiento, así como en el proceso de la reforma constitucional, que Abe defiende con tanto empeño.

Es previsible que Abe vuelva a presidir su partido

El Partido Liberal Democrático (PLD) logró una victoria arrolladora en las elecciones a la Cámara Baja de octubre de 2017, en las que reunió 284 escaños. La división de la oposición en el actual sistema de distritos de un solo escaño, que favorece a las grandes formaciones, contribuyó a la victoria del PLD, pero no cabe duda de que la Administración Abe se ganó el favor del electorado. Se podría decir que va contra la voluntad pública sustituir al primer ministro antes de que pase un año desde las elecciones. Ahora que Abe cuenta con el apoyo de las principales facciones del PLD —Hosoda, Aso y Nikai—, todo apunta a que volverá a ser elegido como presidente del partido en 2018.

Se prevé que Ishiba Shigeru, que encabeza la facción Ishiba del PLD, se presente como rival de Abe. La ministra de Comunicaciones y Asuntos Internos, Noda Seiko, tampoco esconde su deseo de presidir el partido, a pesar de formar ya parte del gabinete del Gobierno. Sin embargo, en estos momentos Ishiba no cuenta con demasiados partidarios dentro de su formación, y tampoco parece que Noda pueda lograr los veinte votos de miembros de la Dieta que necesita para presentar su candidatura.

El nombre que destaca por su posibilidad de irrumpir en elecciones presidenciales es el de Kishida Fumio. Anteriormente ministro de Asuntos Exteriores y ahora secretario del Consejo de Investigación sobre Políticas, Kishida lleva colaborando con el Gobierno desde el segundo gabinete Abe, y es un candidato poderoso que aspira a que Abe le pase el relevo al dimitir.

Si la situación actual no cambia y Abe es elegido como presidente del partido por tercera vez, Kishida se mantendrá en posición aventajada, pero nada garantiza que Abe vaya a conservar la influencia política suficiente para poder nombrar a un sucesor cuando abandone el cargo. Para entonces el subsecretario jefe Koizumi Shinjirō o el ministro de Exterior Kōno Tarō podrían estar encabezando la lista de candidatos al liderazgo del partido.

Por otro lado, si Kishida se presentase como candidato en estas próximas elecciones del partido, se estaría distanciando de la Administración Abe. Incluso si no ganase, haciendo un buen papel en la carrera electoral se consolidaría como un candidato potente para su futura sucesión. Si, en cambio, fracasase estrepitosamente al enfrentarse a Ishiba, podría caerse de la carrera cuando Abe abandone la presidencia. Además, los partidarios de Kishida que prefieren luchar por el poder en unas elecciones seguramente discutirán los pros y los contras de que se mantenga observando la evolución interna del partido y presente su candidatura en el último momento.

A pesar de que el primer ministro Abe parezca disfrutar de una posición muy sólida para ocupar la presidencia del partido por tercera vez, esa posición no carece de ángulos muertos. La fluctuación del porcentaje de popularidad del Gabinete es un factor de incertidumbre. Tras las elecciones de la Cámara Baja, los medios de comunicación situaron en un 50 %, aproximadamente, el porcentaje de partidarios del Gabinete. Sin embargo, si el nivel de oposición crece como en la derrota del PLD en las elecciones a la Asamblea Metropolitana de Tokio de julio de 2017, puede que la desafección hacia Abe se extienda entre la militancia del partido.

Aunque el actual primer ministro logre la presidencia por tercera vez, si obtiene menos votos de la militancia que Ishiba, su poder de cohesión caerá en picado. En este sentido, la política japonesa está pendiente de cómo reaccionará la opinión pública cuando se trate el escándalo de Moritomo Gakuen y Kake Gakuen en la siguiente sesión ordinaria de la Dieta, en enero de 2018.

Cuatro obstáculos para reformar la Constitución

Tras las elecciones a la Cámara Baja, Abe se apresuró a poner en marcha la promesa electoral de reformar la Constitución. Pero el primer ministro debe superar cuatro obstáculos para poder legar ese cambio que ningún otro primer ministro antes logró: (1) formular el borrador del PLD; (2) negociar con el Kōmeitō, (3) emitir la propuesta de enmienda, y (4) ganarse el apoyo de la ciudadanía. Si logra la tercera presidencia de su partido, el horizonte de su Administración se alargará hasta septiembre de 2021, lo que le ofrecerá más tiempo para perseguir el objetivo. Sin embargo, los obstáculos que ha de afrontar no son insignificantes si tenemos en cuenta las circunstancias actuales de la Administración y el calendario político a partir de 2018.

Las enmiendas al texto de la Constitución que propone el PLD son cuatro: redefinir el papel de las Fuerzas de Autodefensa, reforzar el sistema educativo y hacer gratuita la educación pública, revisar el plan de actuación para emergencias y restablecer la división por distritos electorales para las elecciones a la Cámara Alta. La Oficina de Promoción de la Revisión de la Constitución, establecida por el PLD, avanza en la redacción del borrador de la enmienda con algo de retraso. El Kōmeitō, partido que forma Gobierno con el PLD a pesar de haber perdido seis escaños en la Cámara Baja, reclama sus diferencias y actúa supeditado a su base de poder, la organización religiosa Sōka Gakkai, mostrándose extremadamente pasivo para con la reforma constitucional.

El Partido Democrático Constitucional de Japón, líder de la oposición desde las elecciones a la Cámara Baja de 2017, se opone abiertamente a los cuatro puntos de enmienda que propone el PLD, por lo que no se puede contar con su cooperación. Las encuestas de opinión pública llevadas a cabo por los distintos medios de comunicación tampoco revelan que haya crecido el entusiasmo por la reforma constitucional entre la ciudadanía, así que nada garantiza que se vaya a obtener una mayoría de votos a favor en un futuro referendo.

En cuanto al calendario de la reforma constitucional, el momento clave serían las elecciones a la Cámara Alta programadas para verano de 2019. La Cámara Alta se compone de un total de 242 escaños, por lo que hay que lograr 162 escaños para sumar los dos tercios necesarios para aprobar una propuesta o enmienda de ley. En estos momentos, aunque el PLD, el Kōmeitō, el Nippon Ishin no Kai, el Partido de la Esperanza (Kibō no Tō) unieran fuerzas para impulsar la reforma de la Constitución, solo lograría alcanzarse esa mayoría requerida con un margen ajustado.

El grupo parlamentario del PLD afrontará las próximas elecciones con 69 consejeros. Si el PLD no logra al menos 65 escaños, es posible que se quede sin los dos tercios de apoyo que necesita. La última vez el partido consiguió apenas 55 escaños, por lo que es un número bastante elevado. Este contexto hace suponer que muy probablemente el primer ministro Abe intentará que se proponga la enmienda antes de las próximas elecciones a la Cámara Alta, en cuyo caso el tiempo apremia.

La importancia de la propuesta legal en juego garantiza que las deliberaciones se eternizarán, llegando a superar holgadamente las cien horas en cada una de las cámaras parlamentarias. Solo quedan tres sesiones de la Dieta antes de las elecciones a la Cámara Alta: la próxima sesión ordinaria (enero de 2018), la sesión extraordinaria de otoño de 2018 y la sesión ordinaria de enero de 2019. Además, tras la propuesta de ley hay que dejar pasar entre 60 y 180 días para celebrar el referendo, pero el calendario nipón de 2019 ya está repleto de grandes acontecimientos además de las elecciones a la Cámara Alta, como la abdicación del Emperador actual y la coronación del nuevo Emperador, con sus respectivas ceremonias, la Cumbre del G20, la Conferencia Internacional de Tokio sobre el Desarrollo de África (TICAD) y la Copa Mundial de Rugby. Colocar el referendo en una agenda tan apretada no es tarea fácil.

En todo caso, el primer ministro Abe no empezará a vislumbrar el calendario para impulsar su reforma hasta que se compruebe cuánto se ha avanzado en ese sentido en las dos sesiones de la Dieta de 2018.

La reorganización de la oposición

En las pasadas elecciones a la Cámara Baja, el Minshintō (Partido Democrático) se escindió en tres partidos: el Partido Democrático Constitucional de Japón, el Partido de la Esperanza (Kibō no Tō) y el Minshintō; este último, basado en la Cámara Alta. Por su parte, el Partido de la Esperanza se halla dividido en dos en cuanto a la postura sobre la reforma constitucional y la legislación de seguridad nacional. El Partido Democrático Constitucional de Japón, de esencia liberal, se niega a hacer piña con el Partido de la Esperanza y el Minshintō por miedo a perder la confianza de sus votantes. Con todo, teniendo en cuenta especialmente los distritos de un solo escaño, la oposición lo tiene extremadamente difícil para derrotar al PLD a menos que una esfuerzos.

En vistas del balance de fondos del partido que tiene lugar a finales de año, el Minshintō se ve aquejado de conflictos como una posible disolución para formar un nuevo partido. Por ello es muy probable que en 2018 se produzca la reorganización de los partidos de la oposición.

Fotografía del encabezado: Abe Shinzō responde a las preguntas de un grupo de periodistas en la oficina del primer ministro, el 12 de diciembre de 2017. (Jiji Press)

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