Japón y Latinoamérica: una larga historia de intercambios comerciales

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Japón y Latinoamérica se ubican en polos opuestos del globo, pero la dificultad añadida que supone esta lejanía no ha sido óbice para que ambas partes hayan establecido de forma totalmente autónoma relaciones estratégicas adecuadas a los intereses mutuos. El autor de este artículo, que procede de la primera línea de los negocios, ve en estos intercambios un ejemplo de relaciones sin perdedores que, además, contribuyen a la estabilidad de la economía global.

Situados en las antípodas del globo terrestre, Japón y Latinoamérica tienen, sin embargo, una larga historia de intercambios, que incluso en un campo tan concreto como el de los negocios vienen mostrando un desarrollo propio en función de las respectivas áreas de interés. En este artículo me propongo exponer el pasado, presente y futuro de las relaciones nipo-latinoamericanas. Lo haré señalando los aspectos más característicos desde la perspectiva de los negocios y ofreciendo un panorama de cómo podría estructurarse una relación económica estratégica de cara al futuro.  

400 años de intercambios

Las relaciones entre Japón y Latinoamérica son más antiguas de lo que tiende a pensarse, pues se originaron hace ahora cerca de cuatrocientos años. En 1609, un barco que cubría la ruta comercial entre Filipinas y México llegó a la deriva a las costas de la actual prefectura de Chiba, cerca de Tokio. Al frente de su tripulación se encontraba un alto dignatario de Nueva España (actual México, entonces colonia española), quien fue recibido en audiencia por el shogun Tokugawa Ieyasu, dando así inicio a las relaciones entre Japón y Latinoamérica. En 1613, el señor feudal Date Masamune, que se proponía comerciar con ultramar, envió a México, Cuba, España y Roma una misión compuesta por cerca de 140 japoneses, entre ellos Hasekura Tsunenaga, jefe de la misión.

Sin embargo, mientras la región latinoamericana experimentaba grandes cambios tras el descubrimiento del nuevo continente por parte de los europeos, Japón mantenía una política de aislamiento nacional, llegando en 1639 a prohibir el arribo a puertos japoneses de los barcos portugueses. A partir de ese momento y hasta 1854, los intercambios con el extranjero se vieron interrumpidos en su práctica totalidad. Posteriormente Japón fue firmando con los distintos países latinoamericanos tratados de amistad y comercio, el primero de los cuales fue el suscrito con México en 1888. En años sucesivos el intercambio económico comenzó a dinamizarse. 

  • En 1888, Japón se convirtió en el primer país asiático en suscribir un tratado de amistad y comercio con México.
  • En 1893, 132 japoneses emigraron a Guatemala. Abre esta una serie de migraciones colectivas que llevaron a los colonos japoneses a México, Cuba, Perú, Argentina, Brasil y Colombia.
  • En la Guerra Sino-Japonesa (1894-1895) y Ruso-Japonesa (1904-1905), que se saldaron con sendas victorias niponas, los buques de guerra cedidos a Japón por Argentina tuvieron un importante papel en esas victorias.
  • Entre los años 1904 y 1911, el ingeniero japonés Aoyama Takashi contribuyó con su trabajo a la construcción del Canal de Panamá.
  • Japón, que con ocasión de su reintegración a la comunidad internacional tras la Segunda Guerra Mundial recibió importantes ayudas de varios países latinoamericanos, consiguió en 1956 su ingreso en la Organización de las Naciones Unidas.

Sobre estas bases históricas, la estrecha relación entablada entre Japón y Latinoamérica continúa desarrollándose y ahondándose en el presente.

Intercambios económicos: Ampliación y profundización desde el fin de la Segunda Guerra Mundial

Los intercambios económicos entre Japón y Latinoamérica comenzaron a expandirse a ritmo acelerado una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, en 1945. Podríamos resumir de la siguiente forma estas relaciones sostenidas con Latinoamérica, unas relaciones que se han desarrollado, por la parte japonesa, en el seno del proceso de crecimiento económico del Japón de la posguerra, y que entraron en una fase de especial actividad en la segunda mitad de los años setenta. 

(1) Importaciones: Latinoamérica, una fuente de abastecimiento muy especial

Para Japón, que depende de las importaciones para surtirse de casi todos los productos del sector primario –minerales, energía (petróleo, gas) o alimentos–, Latinoamérica es un socio comercial de gran entidad.

Durante los últimos 35 años, el porcentaje del valor del comercio exterior japonés (importaciones y exportaciones) que corresponde a Latinoamérica se ha movido en torno al 5%, lo cual podría parecer una proporción no excesivamente alta. Sin embargo, observando atentamente estas cifras, se aprecia que Japón tiene una alta dependencia con respecto a esta región del mundo en lo que respecta a las importaciones de determinados productos esenciales.

  • Participación de Latinoamérica en el valor de las importaciones de Japón (datos efectivos de 2012)
    Cobre: 64% (Chile, Perú)
    Mineral de hierro: 24% (Brasil)
    Cinc: 52% (Bolivia, Perú, México)
    Carne de ave (pollo): 83% (Brasil)
    Aguacate (palta): 90% (México)

Esto es fruto de la forma en que tanto los gobiernos como las empresas de los países latinoamericanos y de Japón vienen examinando las posibilidades de unas relaciones económicas orientadas al mutuo beneficio, cultivándolas y promoviéndolas como estrategia, y estas tendencias son especialmente patentes en los citados productos. 

(2) Exportaciones: productos industriales japoneses que apoyan el desarrollo económico de Latinoamérica

Después de la Segunda Guerra Mundial, Japón ha venido desarrollándose importando materias primas del extranjero y exportando luego los productos ya transformados, y en su relación con Latinoamérica se ha visto este mismo esquema.

Por su parte, Latinoamérica ha venido fundamentando su desarrollo en la obtención de productos industriales japoneses. En los años sesenta, los principales productos japoneses de exportación eran las fibras textiles; en los setenta, los productos siderúrgicos y los electrodomésticos. A partir de los años ochenta, son los automóviles y los semiconductores. La participación de Latinoamérica en las exportaciones japonesas ronda el 5%, pero con el nuevo siglo hemos asistido al ascenso de los países latinoamericanos como mercados emergentes y, debido al fortalecimiento de la demanda interna, su participación en las exportaciones japonesas ha entrado en una fase de aumento. En los últimos años las exportaciones se han diversificado y han aparecido artículos en los que Latinoamérica ostenta de forma estable una alta participación, como es el caso de los automóviles (22% real en 2011).

(3) Inversión: inversiones directas centradas en la explotación de los recursos de Latinoamérica

La misma firmeza muestran las inversiones directas de Japón en Latinoamérica. Destacan especialmente las inversiones en recursos, que en 2008 alcanzaron los 3.000 millones de dólares. Por otra parte, últimamente se han dinamizado considerablemente las inversiones en sectores manufactureros como la industria automovilística, la siderurgia y la construcción naval, así como en los campos del consumo y los servicios, incluyendo los alimentos.

(4) ODA de Japón: hacia una relación de confianza mediante la contribución al desarrollo social

En la distribución regional de la ayuda oficial al desarrollo (ODA, por sus siglas en inglés) ofrecida por Japón, a Latinoamérica le viene correspondiendo entre el 5% y el 10% del total. Esta ayuda se reparte entre las más variadas áreas: dotación de infraestructuras, formación y promoción de pequeñas y medianas empresas, sanidad pública, educación, desarrollo regional, etcétera. La ODA dirige su atención a la cimentación de un crecimiento sostenible, y a la lucha contra la pobreza y los desequilibrios económicos. Puede decirse que, con esta ayuda al desarrollo social en Latinoamérica, se está tratando de favorecer una relación de confianza con Japón. Además, últimamente, los esfuerzos se dirigen también hacia las medidas frente a los desastres naturales (huracanes, terremotos, maremotos, etcétera) y las políticas de protección de la naturaleza.

Futuro de los intercambios con Latinoamérica: Una contribución al desarrollo sostenible de la comunidad global

Dentro del proceso de globalización de la economía mundial, las relaciones económicas que Japón sostiene con Latinoamérica seguirán cobrando importancia.

• Ampliación de los mercados latinoamericanos
La reducción de la pobreza y de los desequilibrios económicos, que figura entre las medidas prioritarias de estos países, se está viendo reflejada en un aumento de las clases medias, con un cierto poder adquisitivo, lo cual está produciendo una ampliación real de los mercados internos de la región.

• Abastecimiento de recursos
Con la globalización de la economía, cada vez es más importante encontrar una forma de aprovisionarse de minerales, energía, alimentos y otros recursos. En este contexto, Latinoamérica está constituyéndose en una de las contadas regiones del mundo dotadas de determinados recursos muy valorados: metales como el hierro o el cobre; tierras raras; recursos energéticos como el petróleo o el gas natural, y alimentos como la soja o el maíz.

• Base de producción de artículos de elevado valor añadido
Las manufacturas, la industria de servicios y, en general, los artículos de alto valor añadido tienen una presencia cada vez mayor en los países latinoamericanos, que al mismo tiempo están afianzándose como bases de producción global, lo que ofrece grandes perspectivas de cooperación a las empresas japonesas.

• Dotación de infraestructuras en general
Para hacer realidad un crecimiento económico sostenible se necesitan dotaciones continuas de infraestructuras, especialmente en electricidad, transportes y comunicaciones. En estos campos la tecnología japonesa puede resultar muy útil a los países latinoamericanos.

• Medidas para hacer frente al problema medioambiental y a los desastres naturales
También en la política de conservación del medio ambiente, una asignatura siempre pendiente para la humanidad, y en las medidas frente a los desastres naturales hay muchos aspectos en los que cabría compartir experiencias e idear nuevas políticas.

Se espera que, en adelante, con una buena compenetración entre la tecnología y el capital de que dispone Japón, y los recursos y la mano de obra que puede ofrecer Latinoamérica, se prepare una base sobre la que sea posible el mutuo desarrollo de estas dos regiones del mundo. Especialmente, la creación de sistemas sociales seguros basados en los cuidadosos servicios japoneses, y la forma de dotarse de unas infraestructuras que aprovechen la experiencia acumulada en torno a desastres naturales como tifones, terremotos o maremotos pueden representar grandes contribuciones para Latinoamérica. 

Fortalecer esta reciprocidad en las relaciones nipo-latinoamericanas no solo redundará en beneficio de ambas partes: contribuirá también al desarrollo sostenible y estable de la sociedad global. Son, pues, unas relaciones que pueden convertirse en referente para todo el mundo.

(Escrito el 18 de marzo de 2013 y traducido al español del original japonés)

Fotografía de fondo de título: Vista de Río de Janeiro desde el Cerro del Corcovado (Brasil).

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