Elecciones en Tokio, cumbre China-EE.UU. y reunión anual del G8

Política Economía

Victoria arrolladora de los partidos gobernantes en las elecciones de Tokio

Las elecciones para renovar los 127 escaños de la Asamblea Metropolitana de Tokio se celebraron el día 23 de junio. Los 59 candidatos que dispuso el Partido Liberal Democrático (PLD) en los 42 distritos electorales resultaron elegidos sin excepción, con lo que la formación del primer ministro Abe Shinzō superaba los 56 escaños de 1977 y 1985 y obtenía sus mejores resultados en las diez últimas citas electorales metropolitanas. También su aliado político, el Nuevo Kōmeitō, logró colar a sus 23 aspirantes.

El opositor Partido Democrático de Japón (PDJ), por su parte, vio reducirse considerablemente su presencia, pues partía con 43 escaños y quedó con 15, por detrás incluso del Partido Comunista de Japón, que avanzó poderosamente hasta convertirse en la tercera fuerza política de la cámara, con 17 representantes. El Partido para la Restauración de Japón (Nihon ishin no kai, abreviado en Ishin) solo pudo obtener dos escaños.

Se preveía un triunfo para el PLD y el Nuevo Kōmeitō, pero no tan aplastante. Una encuesta telefónica realizada por el Yomiuri Shimbun entre los días 8 y 10 de junio otorgaba un 44% de apoyo al PLD (frente al 47% de otra encuesta hecha por el mismo medio entre el 10 y el 12 de mayo), un 7% al PDJ (igual porcentaje en mayo), y un 5% a Ishin y al Nuevo Kōmeitō.

Por otra parte, entre las medidas que consideran prioritarias (respuesta múltiple) a la hora de decidir su voto para las próximas elecciones a la Cámara Alta de la Dieta previstas para julio, los ciudadanos citaron mayoritariamente las medidas “económicas y de empleo” (86%), “de seguridad social” (84%), y de “reconstrucción tras el terremoto de marzo de 2011” (79%), con un 59% de los entrevistados que decía valorar la política económica promovida por el gabinete de Abe, frente a un 26% que no la valoraba.

En cuanto a la posibilidad de rebajar el límite mínimo para poder proceder a una reforma constitucional de los dos tercios de los escaños de cada una de las cámaras de la Dieta, tal como establece el artículo 96 de la Constitución japonesa, a la mitad más uno de los escaños, la encuesta reflejó un 34% de aprobación y un 51% de desaprobación.

En estas elecciones al legislativo metropolitano, Abe ha evitado hacer de la reforma constitucional el caballo de batalla y ha entrado en lid concentrando todas sus fuerzas en la recuperación económica. Puede decirse que su estrategia se ha revelado rentable, pero no es menos cierto que la victoria de su partido se debe también a la magnitud del desengaño sufrido por la ciudadanía durante el trienio 2009-2012, en que el PDJ ocupó el poder. Para las referidas elecciones a la Cámara Alta de la Dieta, programadas para finales de julio, parece garantizada una gran victoria de los partidos gobernantes. Se encontraría así solución a los impases producidos por la diferente composición de las cámaras, que en Japón siguen ciclos electorales completamente independientes.

Declaraciones de Xi sobre el Pacífico y la “periferia estratégica” china

Entre los días 7 y 8 de junio, el presidente norteamericano Barack Obama y su homólogo chino Xi Jinping protagonizaron una cumbre bilateral en la ciudad californiana de Palm Springs. Como ha sido ya ampliamente difundido, durante la reunión, Xi sostuvo que las islas Senkaku son “territorio privativo de China”, a lo que Obama respondió diciendo que no permitiría “ningún acto de amenaza” hacia Japón, su aliado. Me limitaré aquí a decir, por lo tanto, que Japón debería darse cuenta, una vez más, de lo importante que es para la seguridad nacional japonesa y para la estabilidad en Asia Oriental la alianza nipo-estadounidense, y de la necesidad de esforzarse más aún por reforzar tanto esta alianza como los lazos que nos unen a nuestros socios políticos en el área Asia-Pacífico, y seguir impulsando la cooperación con todos ellos en temas de seguridad.

Dicho lo cual, voy a fijarme también en otro aspecto, en el hecho de que durante esa reunión el presidente Xi abogara por “una nueva forma de relación entre los dos grandes países” y que dijera que “en el Pacífico hay suficiente espacio para alojar a dos países tan grandes como Estados Unidos y China”. Se pregunta uno qué significarán estas cosas.

En el libro blanco de la seguridad nacional publicado por el gobierno chino en abril de este año, se dice que China pretende convertirse en una “potencia marítima” mediante la construcción de una poderosa marina de guerra y el fortalecimiento de su control sobre las aguas. Este informe no se limita a criticar a Japón de forma explícita, diciendo que ha sido él quien se ha sacado de la manga el problema de las islas Senkaku, sino que extiende su ataque a “ese país” (Estados Unidos) que afianzando sus alianzas militares en el área Asia –Pacífico está elevando la tensión militar en la zona. Más aún, China aspira a dotarse de una segunda marina de guerra, integrando primero bajo el mando del viceministro de Seguridad Pública (que ostenta también el cargo de subdirector de la Administración Oceánica Estatal) a los cuatro organismos actualmente existentes (la Guardia Costera, dependiente del Ministerio de Seguridad Pública; la Vigilancia Marítima, dependiente de la Administración Oceánica Estatal, órgano a su vez del Ministerio del Territorio y Recursos; el Mando de Mantenimiento de la Ley de Pesca, de la Secretaría de Pesca del Ministerio de Agricultura, y la Fuerza Anti-Contrabando, de la Administración General de Aduanas), y creando después una Policía Marítima China dentro de la Administración Oceánica Estatal, a la que se incorporaría la ya existente Administración de Asuntos Marítimos del Ministerio de Comunicación y Transporte (patrulla marítima).

Sobre la estrategia marítima china sabemos que, en los últimos años, con la idea de hacer del Mar de la China Oriental y del Mar de la China Meridional literalmente “mares chinos”, este país está haciendo hincapié en la importancia de una Primera Línea Insular, que se iniciaría por el norte en el archipiélago japonés, seguiría hacia el sur por Okinawa y el resto del archipiélago Nansei (que agrupa al conjunto de las islas de la región suroccidental de Japón), y continuaría por Taiwán, Filipinas, Malasia e Indonesia. Sin embargo, esta Primera Línea Insular no están bajo dominio chino. Además, en el pensamiento estratégico chino, por lo general, la defensa nacional no se traza mediante líneas, sino mediante planos. Sobre este aspecto, el miembro de la ONG Ocean Policy Research Foundation Terashima Hiroshi, en su estudio “Kaiyō shigen wo meguru Nicchū no kakuchiku” (La disputa entre Japón y China por los recursos marinos, recogido en la edición de septiembre de 2004 de la revista Sekai no kansen), señala que el concepto clave para comprender la estrategia marítima china es el de “periferia estratégica”, un concepto que yo resumiría como sigue.

La periferia estratégica es un concepto que indica los límites del espacio vital efectivo de un estado, avalado por su fuerza militar, tecnocientífica y productiva. Esos límites pueden ampliarse o reducirse en función de las variaciones experimentadas en el poderío de ese país, incluyendo en él su poder militar. En resumen, si un país es, en términos generales, tan débil que su periferia estratégica no se extiende ni siquiera hasta sus propias fronteras nacionales, estas acabarán retrocediendo hasta coincidir con su periferia estratégica y el país en cuestión perderá territorio. Por el contrario, si el poderío total del estado crece y la periferia estratégica se expande hasta más allá de las fronteras nacionales, y si además es posible mantener esta situación durante un largo periodo con toda su efectividad, tarde o temprano las propias fronteras acabarán trasladándose hasta esos límites. En ese sentido, lo fundamental en la estrategia marítima china sería fortalecer el poderío total del estado con el respaldo de la fuerza militar e ir ampliando cada vez más la periferia estratégica tridimensionalmente.

Contempladas a la luz de este concepto de “periferia estratégica”, las declaraciones del presidente Xi sobre el Pacífico parecen significar algo así como que Estados Unidos también debería aceptar una expansión por el sector occidental del Pacífico de la periferia estratégica china, que sería consecuencia del crecimiento de su poderío total como estado, incluyendo el de su fuerza militar. Dicho de otro modo, esto significa que la importancia estratégica de esa Primera Línea Insular, especialmente la de Okinawa, las islas Nansei y Taiwán, será para China cada vez mayor. Pero no como línea defensiva, sino porque, en la ampliación de la periferia estratégica china, esta línea representa un gran obstáculo.

El G8, de acuerdo en impulsar los AAE y TLC de marco amplio

Durante los días 17 y 18 de junio se celebró en la localidad norirlandesa de Lough Erne la reunión del G8. En la declaración conjunta se hizo explícito el deseo de coronar con el éxito y tan rápido como sea posible las negociaciones para el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), así como las del acuerdo de asociación económica (AAE) iniciadas por Japón y la Unión Europea, las del tratado de libre comercio (TLC) trabadas entre Japón y Estados Unidos y el resto las negociaciones entabladas entre las tres partes. Los líderes situaron la promoción del comercio exterior como la principal fuerza motriz del desarrollo económico y acordaron frenar el proteccionismo y establecer acuerdos ambiciosos para eliminar barreras.

Tal como se ha señalado muchas veces, las bases de la promoción del libre comercio se han trasladado durante los últimos años de la Organización Mundial del Comercio (OMC) a las negociaciones para los AAE y TLC regionales. La Ronda de Doha, que fue iniciada por la OMC en 2001, está paralizada por las discrepancias entre los países desarrollados, con Estados Unidos a la cabeza, y los países emergentes, con China entre ellos. Si, además, pensamos en que, en un futuro no demasiado lejano, probablemente en la primera mitad del decenio de 2020, se invertirán los términos en el comercio internacional y los países emergentes y en desarrollo pasarán a tener una participación mayor que los desarrollados, es lógico que Japón, Estados Unidos y Europa aspiren a avanzar tan rápidamente como sea posible, mediante los AAE y los TLC, en la fijación de las reglas del comercio mundial para este siglo XXI, en la estandarización de las reglas que han de regir las inversiones, los servicios, la propiedad intelectual, las adquisiciones gubernamentales o los estándares de seguridad。

Afortunadamente, desde que se formó el segundo gobierno de Abe Shinzō, Japón se ha decidido a participar en las negociaciones del TPP y en las del AAE con la Unión Europea. Además, según informó el Nihon Keizai Shimbun en su edición del 17 de junio del presente año, se espera que Japón y la Unión Europea lleguen, durante la segunda ronda de conversaciones bilaterales que se celebrará en Tokio entre el 24 de junio y el 3 de julio, a un acuerdo para la homologación de sus respectivos criterios de seguridad en materia de automóviles, aparatos eléctricos, instrumental médico, medicamentos (excluyendo vacunas) y productos químicos. La unificación de los criterios de seguridad y la integración de las normativas en ese campo son un primer paso hacia la consecución de “estándares mundiales”, de lo cual nos congratulamos.

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