Informes en torno a simposios

La era de la diplomacia pública

Política Cultura

La diplomacia pública, que en el caso de Japón suele realizarse bajo el lema “Cool Japan”, está recibiendo una gran atención también dentro de las fronteras del país. Watanabe Yasushi, que ha participado desde la fase de planificación en el simposio Sukareru kuni no jōken – Paburikku dipuromashī no jidai (Requisitos para gustar como país: La era de la diplomacia pública), en el que se estudian las posibilidades de esta actividad, reflexiona en el presente artículo sobre el significado de la cita.

¿Por qué se vuelven las miradas hacia el soft power?

El interés hacia la llamada diplomacia pública (public diplomacy) ha experimentado un rápido crecimiento durante los últimos años, en un contexto en el que la puesta en práctica de acciones militares debe superar exigencias cada vez mayores, y en el que la economía globalizada está ahondando las relaciones de dependencia mutua. Por así decirlo, el margen relativo de discrecionalidad concedido al hard power es cada vez más estrecho. Lo que prima en el ámbito de las relaciones internacionales a la hora de reglamentar, de plantear los retos de futuro y de crear nuevos códigos es, ante todo, cómo conseguir nuevos aliados “ganándose los corazones y las mentes” (winning hearts and minds) de la opinión pública de otros países. Como resultado, se ha tomado conciencia de la importancia del soft power y las miradas se están concentrando, en un grado desconocido hasta ahora, en la diplomacia pública, como medio para desarrollarlo. 

Los métodos típicos de la diplomacia pública son, entre otros, (a) los boletines y otros medios impresos para publicitar las medidas políticas; (b) las emisiones internacionales; (c) la diplomacia de intercambios (intercambios personales y diálogo intelectual), y (d) la diplomacia cultural (enseñanza de idiomas y actos culturales y artísticos). En líneas generales puede decirse que (a) y (b) consisten en “emitir” unidireccionalmente información en una esfera amplia y con la mayor rapidez, mientras que (c) y (d) se dan en ambas direcciones y apuntan más bien a un “intercambio” de información en una esfera más limitada, que permita ir cultivado poco a poco el entendimiento y la confianza.

En un momento en que el centro del crecimiento mundial se está trasladando a la región de Asia-Pacífico, junto a problemas que rodean el desarme nuclear y la no proliferación de armas nucleares, o la política antiterrorista, van surgiendo otros relacionados con aspectos como la construcción de la paz, los derechos humanos, la prevención de desastres, la asistencia médica, el medio ambiente, la energía, la cooperación tecnológica o la lucha contra la pobreza, que en un sentido más amplio afectan también a la seguridad nacional. Ahí están también las tensas relaciones que se viven entre Japón y China, o entre Japón y Corea del Sur, debido a problemas territoriales o de visión de la historia.

¿Podemos esperar mucho de la diplomacia pública?

Pero, ¿qué diplomacia pública es la que se le pide hoy en día a Japón? Antes de comenzar a hacer sugerencias basadas en el conocimiento puramente empírico o en la intuición, hay algunos puntos sobre los que quisiera reflexionar una vez más.

(1¿Hasta qué punto es efectiva la diplomacia pública?

Es innegable que si Siria ha accedido a deshacerse de su arsenal químico, una de las razones ha sido la posibilidad de una intervención militar estadounidense. La misma relación puede establecerse entre el viraje dado por Irán hacia una actitud dialogante y el embargo económico al que vienen sometiéndolo los países occidentales. En estos casos, lo que ha operado ha sido el hard power, a través del poderío militar o económico, y no el soft power, que emana de la cultura, los valores o los sistemas. ¿Habrá que concluir, entonces, que la diplomacia pública no tiene sino un papel secundario, accesorio, o incluso asignado a posteriori?

(2¿Podrá la diplomacia pública ir más allá del juego de suma cero?

En septiembre de 2013 se celebró en Seúl el Festival de Intercambio Japón-Corea del Sur (Fotografía cortesía del Comité del Festival de Intercambio Japón-Corea del Sur)

Es reseñable que, en una situación en que resultaba muy complicado organizar cumbres Japón-China o Japón-Corea del Sur, haya sido posible sin embargo propiciar una reunión a tres bandas entre los respectivos titulares de Cultura (septiembre de 2013, Gwangju, Corea de Sur). También lo es el hecho de que el Festival de Intercambio Japón-Corea del Sur, que con carácter anual organizan conjuntamente ambos países en Seúl, tuviera el 15 de septiembre de este año un éxito de concurrencia sin precedentes, con un total de visitantes que superó los 40.000, más de 130 empresas colaboradoras y la asistencia como voluntarios de más de 700 estudiantes surcoreanos. Nos preguntamos si, frente a la cada vez más dura competencia internacional del soft power, basado en la lógica del juego de suma cero (en el que las ganancias se cuentan por pérdidas del contrario o contrarios), la diplomacia pública es capaz de cultivar la concordia internacional, funcionando como un juego en el que pueda haber un saldo positivo para todos los jugadores.  

(3¿Cuál es el uso ideal de la diplomacia pública como red?

Actualmente es ya muy difícil pensar en un control o en una regulación de la información y de la imagen centralizados por los gobiernos, y en el plano financiero los tiempos tampoco permiten que sean estos los que carguen con toda la diplomacia pública. En un contexto en el que fundaciones, think tanks, universidades, museos, organizaciones deportivas, la sociedad civil, grupos religiosos y otros muchos actores tienen una función en las relaciones diplomáticas (en el sentido más amplio de la expresión), estamos pasando de un esquema en el que la función de los gobiernos era “dominar” jerárquicamente a esos actores, a otro en el que su función es cooperar con ellos formando una red. Tal es el planteamiento de la “nueva diplomacia pública”. ¿Hasta dónde puede extenderse esta red de apoyos? ¿Qué ensayos creativos se están haciendo?

(4¿Qué influencia tendrán las redes sociales sobre la diplomacia pública?

Hoy en día, con la generalización del uso de las redes sociales, resulta muy sencillo difundir por el mundo el pensamiento y las actividades de individuos y grupos. En especial, las posturas xenófobas tienen a provocar peligrosas espirales. Además, en el ciberespacio, cada vez es más imprecisa la línea divisoria entre la diplomacia pública y las actividades de inteligencia. Habrá que considerar qué posibilidades y peligros entrañan las redes sociales para la diplomacia pública.

(5¿Cómo difundir el conocimiento y el interés en la diplomacia pública?

En 2008 la Orquesta Filarmónica de Nueva York ofreció un concierto en Pyongyang. No pretendo decir que un hecho así vaya a conducir directamente a la resolución del problema de los misiles nucleares norcoreanos. Sin embargo, quién sabe si entre la audiencia no estaría algún miembro de la nueva elite del país, o bien algún familiar o allegado suyo, que podría haber “sentido algo”. Aunque solo se consiga que alguien reconsidere uno de sus planteamientos, aportar un nuevo punto de vista siempre es algo valioso. Sembrar estas prometedoras semillas es otra de la funciones de la diplomacia pública. Hay que decir, sin embargo, que hay una tendencia visible en todos los países a reclamar resultados a corto plazo. De cara a una mayor expansión de la diplomacia pública, ¿qué puede hacerse para “ganarse los corazones y las mentes” tanto a niveles de asamblea parlamentaria como de opinión pública?

Considerando la función de la diplomacia pública en Japón

La alegría del Comité de la Candidatura de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 en el momento en el que la ciudad resultó elegida. (Reuters/Aflo)

Tokio ha sido elegido para organizar los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2020, pero Japón es un país acuciado por problemas como la reconstrucción tras el Gran Terremoto del Este de Japón y la respuesta al accidente nuclear. Habrán pasado 56 años desde la celebración de los primeros Juegos Olímpicos en Tokio (1964), un periodo durante el cual el ambiente dentro y fuera del país se ha transformado, y esto nos obliga a considerar qué estrategias debemos adoptar o cómo podremos servirnos de nuestra imaginación en campos como la difusión de políticas, las emisiones internacionales, la diplomacia de intercambios o la diplomacia cultural, para que Japón sea visto como un país fiable, atractivo y legitimado.

La diplomacia pública todavía no tiene presencia en las aulas universitarias japonesas, ni existen en nuestro país programas de formación de personal, por no hablar ya de institutos o revistas especializadas. En ese sentido, resulta de todo punto oportuno y es para mí motivo de gran alegría que las fundaciones Nippon.com y Friedrich Ebert, de Alemania hayan organizado conjuntamente un simposio internacional bajo el título Sukareru kuni no jōken – Paburikku dipuromashī no jidai (Requisitos para gustar como país: La era de la diplomacia pública). Personalmente, estoy muy ilusionado con la idea de poder intercambiar ideas con el resto de los panelistas, que llegarán de diversos países, y con la audiencia, temas como los que ha tratado en este artículo.

(Escrito el 7 de octubre de 2013 y traducido al español del original en japonés)

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