Valorando el futuro del cine japonés

Formando a la nueva generación de cineastas japoneses

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En 2011, la Universidad Japonesa de Cinematografía se ha convertido en la única institución en todo Japón que ofrece estudios universitarios sobre cine. Su filosofía educativa es heredera de la voluntad del difunto Imamura Shōhei (1926-2006), japonés galardonado dos veces con la Palma de Oro al mejor director en el Festival de Cannes por sus películas Narayama bushikō (La balada de Narayama) y Unagi (La anguila). Hemos entrevistado al rector de esta universidad, el crítico de cine Satoh Tadao, para preguntarle a cerca de la formación que imparten a los futuros profesionales del mundo del cine y sobre el estado actual de la industria cinematográfica japonesa.

Satoh Tadao
Nació en la prefectura de Niigata en 1930. Es un afamado crítico de cine en Japón. Continúa desempeñando su labor como crítico especialista en cine después de más de cincuenta años; aborda también una amplia gama de campos: el teatro, la literatura, la cultura popular y la educación. Es autor de más de cien libros y uno de los pioneros en el estudio del cine asiático. Ha sido premiado con numerosos galardones: el Premio a la Promoción del Arte del Ministerio de Educación, la Medalla de la Cinta Púrpura, la Orden del Sol Naciente y la Medalla de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia, entre otros. Actualmente es el rector de la Universidad Japonesa de Cinematografía.

Una universidad de cine donde los profesionales enseñan la técnica mediante la práctica

SATOH: Todo empieza cuando, en 1975, el director de cine Imamura Shōhei (1926-2006), reúne a otros compañeros y funda en la prefectura de Kanagawa el Yokohama hōsō eiga senmon gakuin (Instituto Yokohama de Formación Profesional en Cinematografía), una institución educativa enmarcada en el sistema académico de dos años de duración de la que será director. En 1985, el instituto cambia su nombre por el de la Nihon eiga gakkō (Escuela Japonesa de Cinematografía) y pasa a ser una escuela de formación profesional con un ciclo de tres años. En ese momento el centro se traslada a Yurigaoka, en el distrito Asao de la ciudad de Kawasaki, que está en la misma prefectura. En abril de 2011, bajo el nombre de la Nihon eiga daigaku (Universidad Japonesa de Cinematografía) establece en el mismo distrito de Asao el nuevo centro de Hakusan para poder reorganizar sus estudios como carrera universitaria de cuatro años de duración. La normativa que regula los terrenos y edificios para poder establecer una universidad es muy estricta; gracias a que nos prestaron unos terrenos libres de una escuela primaria en la ciudad de Kawasaki, finalmente pudimos pasar a ofrecer una carrera universitaria de cuatro años.

Implementar la carrera universitaria de cuatro años era también el deseo de Imamura. Desde hace un tiempo se estaba haciendo patente que en una sociedad como la nuestra, en la que tener estudios universitarios se ha convertido en lo habitual, resultaba insuficiente contar con unos estudios únicamente a nivel de la formación profesional. Además, la industria cinematográfica se está internacionalizando muy rápidamente y es necesario adquirir unos conocimientos adecuados para poder discutir de igual a igual con los profesionales del cine del extranjero.

ENTREVISTADOR: ¿Qué tipo de filosofía educativa tenía Imamura Shōhei respecto al cine?

SATOH: En la década de 1970, la industria cinematográfica japonesa detuvo la contratación de asistentes. El declive de las películas japonesas y el derrumbe de los estudios de cine como sistema principal de formación de recursos humanos provocaron esta circunstancia. Antiguamente, en los estudios de cine las relaciones jerárquicas eran muy estrictas y los jóvenes que entraban como asistentes aprendían de los veteranos la técnica; para aprender cualquiera de los oficios -director, cámara, montador, decorador- se necesitaban de cinco a diez años de dura formación. Los estudios de cine eran como escuelas. Al perderse este sistema, se les cortó a muchos jóvenes el acceso a la industria del cine. Al mismo tiempo, al desaparecer los estudios de cine, los profesionales del sector también se quedaron sin trabajo. Por lo tanto, con la fundación de la escuela de cine se pretendía reunir tanto a los jóvenes que no tenían un punto de acceso claro al mundo del cine como a los profesionales que no tenían a donde ir.

Imamura tenía la firme intención de que fueran los profesionales del cine que se habían formado trabajando en los estudios los encargados de enseñar la técnica a los estudiantes. Además, también tenía la concepción de que todas las clases se debían impartir en inglés. Últimamente, las grandes empresas también están empezando a implantar el inglés como su idioma oficial, ¿verdad? Creo que Imamura tenía una visión de la educación bastante adelantada para su tiempo.

Formando a nuevos cineastas y sus nuevos vínculos

ENTREVISTADOR: ¿La Universidad Japonesa de Cinematografía está representando el papel que antiguamente era de los estudios de cine?

SATOH: Una de las características más importantes de la universidad es que la mayoría de los profesores que han impartido clase han sido profesionales de primera categoría que han desempeñado su labor al 100% en la industria del cine. Grandes maestros como Imai Tadashi (1912-1991), Yoshimura Kōzaburō (1911-2000), Urayama Kirio (1930-1985) y Shinoda Masahiro (1931), se han subido a la tarima para impartir clase.

Esto también ha sido útil para que los graduados puedan encontrar trabajo en los rodajes de cine. En otras palabras, cuando los graduados han madurado y pueden desarrollar su trabajo plenamente, les llega a su vez el turno de cuidar de los aprendices. Es de este modo como nuestra facultad se ha convertido en un mecanismo eficaz capaz de formar a los nuevos profesionales del mundo del cine.

Los dos graduados más representativos son los directores Miike Takashi con Jūsan nin no shikaku (Trece asesinos, 2010) y Lee Sang-il con Akunin (Mala persona, 2010), sin embargo también han salido de nuestra facultad numerosos cámaras, técnicos en iluminación y sonido, escenógrafos, etc. Muchos de los ganadores de los premios en las categorías técnicas de la Academia de Cine Japonesa han sido alumnos de nuestra facultad. Creo que nuestra facultad ha podido continuar tanto tiempo gracias a las conexiones personales que han establecido nuestros graduados en la industria del cine.

El cine japonés ha perdido sus temas

ENTREVISTADOR: Parece que en los últimos años la gente se burla del cine que hacen los jóvenes diciendo que “sólo narran sucesos que pasan a un palmo de sus narices” y que adolece de la falta de mensaje social.

SATOH: Según mi entender, el mayor problema que sufre todo el cine japonés, independientemente de si son obras de un estudiante o de un profesional, es la preocupación generalizada que nace porque no se sabe muy bien qué se debería rodar. En la llamada Edad de oro del cine japonés, había varios temas capaces de apelar y convencer a cualquiera: la superación de la pobreza, el establecimiento de la democracia y la ampliación de los derechos de la mujer. Estos temas eran aprobados por todos y aparecieron obras que incluso gozaron de buenas críticas internacionalmente. Sin embargo, en nuestra época estos temas tan formales ya no se pueden abordar con seriedad.

Al mismo tiempo, se dice que "ya no se hacen grandes historias". En la sociedad actual, existe la tendencia en la gente de no poder hablar con convicción sobre temas como la revolución, la reforma de la sociedad, el cambio de moral, etc. Directores como Kurosawa Akira (1910-1998), llamaron la atención a viva voz sobre problemas morales capaces de ser entendidos por cualquiera. Pero, desde el momento en que ya no se pudo hablar en voz alta sobre la moral de la gente de la calle, tanto yo como otros tuvimos la impresión de que las obras del propio Kurosawa empezaban a resentirse.

Las preocupaciones de los jóvenes inmaduros sólo las pueden narrar ellos mismos

ENTREVISTADOR: ¿Cuál es el próximo reto para la industria del cine japonés?

SATOH: Lo ideal es que los estudiantes de la facultad de cine se conviertan en profesionales al cabo de diez años. Por eso no es necesario que las obras hechas en la época de estudiantes sean comerciales. Dado que soy crítico, me he impuesto la obligación de mirar todas las obras de los estudiantes y comentarlas. Me di cuenta de que las preocupaciones de los jóvenes inmaduros sólo las pueden narrar ellos mismos. Si los adultos tratan temas tales como las tensiones entre padres e hijos, las autolesiones, el problema del hikikomori (reclusión en el propio hogar para aislarse de la sociedad), existe la tendencia a expresarlos con ciertos tintes de superioridad. Fue un gran descubrimiento para mí el saber que los jóvenes tenían una particular forma de narrar sus propios problemas que no se encuentra en las películas de los profesionales, y al mismo tiempo me sentí muy satisfecho por haberme dedicado a la enseñanza.

Ahora, cualquier persona puede hacer una película. Si comparamos la situación actual con la del pasado, creo que ahora hay muchas más oportunidades y también más libertad. No obstante, es difícil que nazcan obras maestras del mismo modo que ocurrió en la Edad de oro del cine japonés.

Anteriormente el cine japonés tuvo una época de gran proyección internacional y se tenía la sensación de que “coronaba la cima del mundo”. Para que el cine japonés cobre fuerza de nuevo es necesario un lugar en el que las personas puedan compartir y debatir sus ideas. Los estudios de cine de los viejos tiempos eran exactamente ese tipo de lugar. No se trataba únicamente de un lugar donde se reunía la gente con talento; ese ambiente propiciaba además que naciese y se cultivase dicho talento. Estamos trabajando con la esperanza puesta en que la Universidad Japonesa de Cinematografía cumpla con ese papel.

Entrevista: Yamazaki Takeo (periodista de cine)
Fotografía: Taniguchi Masahiko

【Universidad Japonesa de Cinematografía】

Sus antecedentes los encontramos en el Instituto Yokohama de Formación Profesional en Cinematografía, centro fundado en 1975 por el director Imamura Shōhei, que produjo sus películas sin depender del capital de las grandes compañías cinematográficas. Enarboló el lema “¡Jóvenes inconformistas, reuníos!” e hizo que profesionales de primera categoría del cine impartiesen las clases. La enseñanza se realizaba con mucho mimo en pequeños grupos y el proceso abarcaba desde la fase de planificación inicial hasta su finalización, empleando equipos iguales a los profesionales. Gracias a la adquisición y perfeccionamiento de las habilidades aprendidas en la etapa de estudiante muchos de sus graduados se han ido incorporando a la industria del cine. En 2011 se reorganizó como Universidad Japonesa de Cinematografía y se convirtió en la única institución en todo Japón que ofrece una carrera universitaria sobre cine de cuatro años de duración. Sus materias se dividen en: guión y dirección, iluminación, grabación de sonido, montaje, documentales y teoría del cine; sus alumnos, además de aprender habilidades técnicas y conocimientos, mantienen un intercambio con la comunidad regional a través del cine.

(Traducido al español del original en japonés)

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