Cooperación Internacional

En contra de la discriminación hacia los enfermos de lepra

Política

En junio de 2013 el papa Francisco expresó que “el arribismo es lepra, una lepra”, utilizando esta enfermedad en una metáfora despectiva. Sasakawa Yōhei, presidente de la Fundación Nippon y Embajador Honorario para el Control de la Lepra de la Organización Mundial de la Salud, dirigió una carta al pontífice censurando esta desafortunada comparación.

La iglesia hace una desafortunada metáfora para criticar el arribismo

Se cuenta que la lepra es una de las enfermedades infecciosas más antiguas, registrada desde los albores de la historia. Durante largo tiempo no se encontró la cura y las personas afectadas por esta enfermedad fueron aisladas y discriminadas. Sin embargo, en 1981 se desarrolló finalmente un tratamiento, y en 2010 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó por unanimidad una resolución para luchar contra la discriminación hacia los afectados por la lepra.

En 2010 tan sólo quedó un país, Brasil, con la lepra aún latente(*1), de los 122 países en los que estaba presente en 1985. Sin embargo, pese a que ya existe cura para esta enfermedad ha quedado como residuo la discriminación, lo que hace que en todo el mundo las personas que se han curado sigan enfrentándose a un desafío. 

En este contexto, las palabras del nuevo pontífice, que tomó posesión de su cargo en marzo de 2013, al comparar el “arribismo” con “lepra” en una intervención el 6 de junio, han causado una gran conmoción. Es irónico que estas palabras hayan sido pronunciadas por el papa Francisco, que eligió su nombre por “Francisco de Asís”, santo que es conocido por haber cultivado una vida austera y por auxiliar a las personas con lepra discriminadas durante el severo medievo italiano.

Según un artículo del diario Catholic Herald publicado el 6 de junio de 2013, el papa pronunció estas palabras durante una alocución en el Estado Vaticano dirigida al personal de la academia pontificia para la formación del clero. En una crítica a las desmedidas ambiciones de la clase sacerdotal apuntó: “el arribismo es lepra, una lepra. ¡Por favor, sin arribismo!”

Inquietud por el efecto que esas palabras podrían tener en América del Sur

En relación a esas palabras, el presidente de la Fundación Nippon, Embajador Honorario para el Control de la Lepra de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Embajador de Honorario en pro de la defensa de los Derechos Humanos de los Pacientes de Lepra del gobierno japonés, Sasakawa Yōhei, dirigió un escrito al pontífice el 13 de junio para expresarle su descontento. La Fundación Nippon, que desde la década de los setenta trabaja junto a la OMS para seguir tomando medidas contra la lepra y luchando contra la discriminación de los afectados por esta enfermedad, está preocupada por el cariz de la situación actual.

En esa misiva, Sasakawa apunta: “He conocido que en su última alocución su santidad relaciona el arribismo con la lepra. Esta es sin duda una metáfora muy desafortunada, que no hace más que profundizar en el estigma de la idea preconcebida que se tiene de esta enfermedad”. Asimismo, Sasakawa señala que “aunque estoy convencido de que no ha sido su intención herir la sensibilidad de aquellas personas que han sufrido la lepra”, por otra parte “el mensaje de su santidad llega a un gran número de personas, y dada su influencia, le rogaría que pusiese una mayor atención a la hora de elegir las palabras. Especialmente son numerosos los cristianos y los curados de lepra que viven en América del Sur, por lo que sus palabras tienen muchísimo peso”.

Actualmente cada año son tratadas de lepra unas 200.000 personas. Aún siendo una patología que tiene cura, las personas que han padecido lepra aún son discriminadas en muchos países a la hora de estudiar o trabajar. Al final de su escrito, Sasakawa aboga por hacer un frente común al afirmar que “estaría muy agradecido a su santidad si se uniese a nuestra causa para erradicar del mundo la lepra y los problemas que conlleva”.

Una enfermedad curable, una discriminación latente

Aunque durante largo tiempo no se tuvo conocimiento de las causas y del tratamiento para curar la lepra, en 1873 se descubrió que se trata de una enfermedad infecciosa provocada por un bacilo (Mycobacterium leprae). Desde mediados del siglo XX continuó desarrollándose una cura hasta que en 1981 se introdujo la polifarmacoterapia, convirtiendo a esta enfermedad en curable. Durante cinco años, entre 1995 y 1999, la Fundación Nippon destinó fondos para distribuir de manera gratuita en todo el mundo, con la ayuda de la OMS, el tratamiento de la polifarmacoterapia. Desde que en el año 2000 una fundación constituída por empresas farmacéuticas se estableciese como productora de este tratamiento, ha continuado distribuyéndose mediante un sistema por el que en cualquier lugar del mundo es posible acceder a la cura para la lepra de manera gratuita. 

Aparte de esto, la probabilidad de contagio por parte de personas que han sufrido la enfermedad es prácticamente nula. Aun habiendo sido contagiados, el 99% de las personas es inmune de forma natural y se dice que solo en casos muy inusuales se desarrollaría la enfermedad.

Continúa existiendo, pese a todo, una discriminación arraigada hacia los pacientes y las personas que han sufrido la lepra en todo el mundo. Antes del desarrollo de la cura, los afectados por la lepra en todo el mundo tenían que soportar ser discriminados debido a las marcas que esta patología deja en el cuerpo. Aún hoy quedan aspectos discriminatorios en la legislación y a nivel institucional, o bien se dan numerosos casos en los que hay un trato marginal a la hora de estudiar, trabajar o contraer matrimonio. No sólo se trata de erradicar esta enfermedad desde el plano médico, también podemos suprimir la lepra empezando por solucionar la discriminación existente en el plano social.

(Artículo traducido al español del original en japonés. Fotografía cortesía de la Fundación Nippon.)

(*1) ^ En 1991 la asamblea general de la Organización Mundial de la Salud definió que la lepra se considera una enfermedad controlada si apenas afecta a uno de cada 10.000 habitantes.

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