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La delicada cultura de los aromas traspasa fronteras

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El incienso llegó a Japón en el siglo VI, junto con el budismo. Diez siglos más tarde, nació la profesión de perfumista, que con el paso del tiempo se ha ido desarrollando de forma original. La firma Nippon Kodo, líder en el sector, mantiene la tradición heredada desde sus inicios, al tiempo que se esfuerza por adaptarse a la demanda en el extranjero y por proporcionar nuevos servicios relacionados con los ritos funerarios.

Un árbol tosco que desprende un aroma refinado

Un tronco de árbol de unos 80 centímetros de altura y aspecto majestuoso guardado en una vitrina de cristal. A los profanos en la materia les parece un mero árbol seco, pero se trata, en realidad, de la materia prima de un incienso de calidad superior. Nos encontramos en la galería Ginza Kōrō, situada en las oficinas centrales de la firma Nippon Kodo, en el distrito tokiota de Chūō; en la sala, que por norma general no se abre al público, se exponen diferentes objetos relacionados con el incienso: utensilios para prenderlo, maderas aromáticas –su materia prima–, etc. Cuando se habla de estas últimas se hace referencia a la parte que presenta una resina de color negro resultante de la acción de los hongos producidos en los árboles dañados. Su superficie es áspera y basta, de ahí el misterio que encierra el hecho de que sea el origen de un aroma refinado.

"Son árboles de la familia de las timeleáceas que no crecen de forma natural en Japón, sino que se producen principalmente en el Sudeste Asiático. Aquí se expone una madera aromática de gran valor, denominada jinkō, que precisamente procede de esa familia", explica Yoshino Kimiyoshi, director del Departamento de Mercadotecnia de la firma.

La galería Ginza Kōrō, situada en las oficinas centrales de la firma Nippon Kodo. La sede cuenta, además, con una habitación tradicional japonesa en la que se imparten cursos periódicos de kōdō, el arte de los aromas.

Las maderas aromáticas comprenden el alcanfor, el cedro y el pino, entre otros, si bien en Japón las más representativas son el jinkō ­–de alta calidad– y el sándalo; este último procede de la familia de las santaláceas, que se cultivan en la parte sur del continente asiático. Los inciensos normales y corrientes se obtienen moliendo la madera aromática, que posteriormente se amasa con otras materias primas que se emplean, por ejemplo, en la elaboración de medicinas chinas; a la mezcla se le da forma de barrita, cono o espiral.

Nippon Kodo no solo produce y comercializa el incienso propio de los ritos funerarios y otras ceremonias budistas, sino que también dispone de una amplia gama de productos que permiten disfrutar de aromas relajantes. En cuanto a los precios, se pueden adquirir desde variedades genéricas que rondan los 1.000 yenes por paquete de varias decenas de barritas hasta un incienso de primera calidad cuyo precio supere los 10.000 yenes por paquete. Entre los elaborados con el jinkō existe uno denominado kyara, con una gran cantidad de aceite y considerado como el de mejor calidad; un cilindro de cien barritas de este incienso llega a costar 200.000 yenes.

"La madera aromática kyara solo se puede obtener en zonas cercanas a Vietnam. Cada vez es más difícil de encontrar en los mercados locales y se considera una variedad sumamente valiosa", afirma Yoshino.

Incienso de primera calidad elaborado con jinkō y kyara. Recientemente muchos clientes lo compran como método de relajación contra los nervios.

El origen del incienso elaborado con maderas aromáticas en Japón se remonta a hace más de 1.400 años. Se cree que el incienso llegó a Japón desde China junto con las enseñanzas budistas en el siglo VI, que se corresponde con el período Asuka (592-710). En la antigüedad se pensaba que el aroma que desprendía el incienso al prenderlo tenía el poder de purificar el espíritu durante los ritos religiosos, una creencia que se propagó principalmente entre la clase gobernante. Incluso a día de hoy, en Shōsō-in, un edificio perteneciente al complejo del templo budista Tōdai, en Nara, se conserva una madera aromática del tipo kyara, denominada ranjatai, considerada Tesoro Nacional. Otro ejemplo de la larga tradición de quemar incienso lo encontramos en la obra literaria La historia de Genji, de Murasaki Shikibu, en la que esta escena aparece en repetidas ocasiones.

La expansión de una empresa con un gran legado

En la era Heian (794-1185), se puso de moda entre la aristocracia preparar bolas de incienso mezclando el polvo procedente de las maderas aromáticas con miel, entre otros materiales, y ver qué aromas eran los mejores, así como jugar a adivinar el tipo de madera y el lugar de procedencia de la misma. Con la llegada de la era Muromachi (1333-1568), el incienso pasó a tener relación con el budismo zen, en el que creían las familias de samuráis: se quemaba siguiendo determinados preceptos. Fue entonces cuando nació el kōdō, el arte de disfrutar de los aromas y apreciarlos. Por aquellos tiempos surgió también, de la mano de los maestros Murata Jukō (1423-1502) y Sen no Rikyū (1522-1591) el sadō –la ceremonia del té–, que guardaba una estrecha relación con el incienso. El arte de los aromas tuvo una gran difusión gracias a figuras influyentes durante el período de los Estados Guerreros (1467-1568) como los señores feudales Oda Nobunaga (1534-1582) y Toyotomi Hideyoshi (1536-1598), y el sogún Tokugawa Ieyasu (1543-1616).

Durante la primera mitad de la era Tenshō (1573-1592), cuando Nobunaga aumentó su poder con vistas a la unificación de la nación, nació la profesión de perfumista dedicado al incienso, kōjū, un acortamiento del término kōnojūtoku, con el que se hacía referencia a una lista que recogía las diez virtudes del incienso, entre las que se incluye calmar el espíritu y purificar el cuerpo y la mente. El perfumista de la primera generación Yasuda Mataemon, descendiente del clan Minamoto, era maestro de utensilios relacionados con el incienso en la Corte Imperial, en Kioto. Posteriormente, el clan Takai fue heredando el nombre generación tras generación y realizando esfuerzos en la divulgación del kōdō. Destaca particularmente Jūemon, de la octava generación de los Takai, que durante el período Edo (1603-1868) creó una gran cantidad de inciensos originales y es considerado como un pionero en la renovación de la familia.

La firma Nippon Kodo, la principal productora de incienso de Japón, heredó en la segunda mitad de la década de 1950 el libro que contenía los secretos del perfumista de la decimoséptima generación de la familia Takai y el salvoconducto que utilizaba para entrar a la Corte Imperial y salir de ella. En la actualidad, ambos se conservan con sumo cuidado en las oficinas centrales de la empresa, que produce y comercializa inciensos elaborados siguiendo las técnicas heredadas de los tiempos en los que nació el primer kōjū.

Aunque Nippon Kodo era la sucursal tokiota de Koukando, un fabricante de incienso con sede en Osaka y una larga tradición en el sector, en 1942 se separó e independizó; la fundó Konaka Masanori, primer presidente al frente de la firma. En 1947 la prestigiosa casa Kitōtenkundo, de la ciudad de Sakai (Osaka), se había quedado sin herederos y cedió los derechos de la marca y del nombre de la profesión a la línea Mainichi-Koh, uno de los productos estrella de Nippon Kodo junto con su marca original Seiun. Los anuncios publicitarios en televisión desempeñaron un papel importante en la popularidad de estos productos. En la década de 1990 la firma se embarcó activamente en hacer negocios en el extranjero y adquirió la empresa francesa Esteban, dedicada a los aromatizadores, y la estadounidense Genieco, fabricante de incienso de bambú. En el 2000 Konaka Masayoshi, nieto del fundador, asumió la presidencia y se convirtió en la cuarta generación en hacerlo. Desde entonces, lidera esfuerzos como el desarrollo de productos nuevos, la obtención de los derechos de la marca y la venta de empresas extranjeras y la apertura de una fábrica en Vietnam.

Konaka Masayoshi, presidente de Nippon Kodo.

"En los últimos años, se valora cada vez más el incienso japonés, que se caracteriza por su delicado aroma. El mercado nacional se ha visto reducido por el descenso de la natalidad y el envejecimiento de la población, de ahí que haya que poner más miras en los clientes de otros países, entre ellos los turistas extranjeros que visitan Japón", afirma el presidente.

Konaka hace hincapié en su intención de seguir desarrollando el incienso, un elemento que simboliza el aspecto misterioso y profundo de la cultura japonesa. Prueba de esta determinación es la puesta a la venta en febrero de 2016 de Ōedokō, un incienso elaborado por un kōjū de Tokio cuyo concepto es expresar la cultura del humor y la diversión de Edo (la antigua Tokio). Se vende en una caja de madera de paulonia imperial decorada con motivos tradicionales e incluye la información del producto también en inglés.

Apertura de una tienda en Kioto

En la última década, las ventas de todo el sector del incienso han disminuido ligeramente. En el caso de Nippon Kodo, aunque han aumentado de unos 13.000 millones en el 2000 a unos 14.000 en 2015, no cabe duda de que el descenso de la población es un obstáculo. La industria se encuentra en una situación dura en la que ha de apelar a la calidad de los aromas para atraer a la clientela extranjera.

De hecho, el incienso que se vende a 200.000 yenes, como hemos mencionado anteriormente, tiene una gran aceptación entre los turistas de otros países, especialmente de China. No se trata de compras masivas, pero no son pocos los extranjeros que consideran que la cultura de los aromas de Japón tiene un alto valor añadido.

En abril de 2016, Nippon Kodo inauguró en Kioto una tienda que gestiona directamente y que contiene en su nombre el término kōjū. El establecimiento, en el que se venden diferentes inciensos y utensilios relacionados con estos, tiene sendos logos en japonés e inglés. "[Esta tienda] Sirve de base para volver al lugar de origen", explica el presidente de la firma.

"Abrir un tienda en Kioto, el lugar más popular entre los turistas extranjeros, es muy significativo. Tenemos muchas expectativas puestas en el número de clientes", prosigue.

Interior de la tienda que Nippon Kodo ha abierto en Kioto y que gestiona directamente, Kōjū Ninenzaka. La gama de productos que venden en este establecimiento de decoración tradicional es muy colorida (imágenes cortesía de Nippon Kodo).

Además, la firma se ha embarcado activamente en diferentes tipos de ventas con el fin de aumentar la demanda de incienso. Por ejemplo, en 2007 pusieron en marcha un servicio que consiste en enviar incienso, y la correspondiente tarjeta con un mensaje, como muestra de agradecimiento y pésame cuando se ha recibido una postal en la que se informa del fallecimiento de alguien a lo largo de un año –mochūhagaki­–. Esto suele hacerse entre noviembre y finales de diciembre, de forma que las familias que han sufrido una pérdida no reciban postales de Año Nuevo. Las ventas de este servicio aumentan favorablemente. En el otoño de 2015, comenzaron a ofrecer un servicio, que está acaparando la atención del público, de limpieza y mantenimiento de tumbas dirigido principalmente a aquellas personas que viven en grandes urbes y quieren pero no pueden ir al cementerio por encontrarse este en su tierra natal, lejos de su lugar de residencia.

"Tenemos las miras puestas no solo en el incienso como producto, sino también en las ofrendas y en todo lo relacionado con los aromas. Además, todo esto guarda relación con la creación y la divulgación de una cultura japonesa nueva", sentencia el presidente.

Imágenes: Kikuchi Masanori

Fotografía de la cabecera: Utensilios que se emplean para disfrutar del aroma del incienso (cortesía de Nippon Kodo).

(Traducción al español del original en japonés)

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