El matrimonio en el Japón actual

El matrimonio después de la era Heisei: superando las desigualdades de género

Sociedad

“El hombre trabaja y lleva las finanzas, mientras que la mujer cuida del hogar encargándose de las tareas domésticas y los niños”. ¿Cuándo y cómo surgió esta idea que sigue tan fuertemente arraigada en la sociedad nipona? ¿Hasta cuándo pensamos aferrarnos a ella? Reflexionamos sobre esta cuestión desgranando la evolución del concepto del matrimonio en Japón.

La sociedad matriarcal, ¿más utilitaria que la patriarcal?

¿Qué formas ha tomado el matrimonio a lo largo de la historia de Japón? La respuesta parece evidente, pero en realidad solemos ignorarla. El siguiente gráfico resume la trayectoria histórica de la institución.

La evolución del matrimonio en Japón

Antigüedad Sociedad matriarcal, matrimonio sin convivencia
Siglo VIII, sistema político Ritsuryō Introducción del sistema familiar japonés
Monogamia
Edad media, era moderna Establecimiento del patriarcado en la sociedad samurái
En las familias de comerciantes se casa a las hijas con maridos competentes
Era Meiji Autoridad del cabeza de familia
Penalización del adulterio (solo para la esposa)
Posguerra La Constitución japonesa establece que el matrimonio debe celebrarse con el consentimiento del hombre y la mujer y que ambos cónyuges tienen los mismos derechos.
1972 El número de matrimonios alcanza su cumbre
2015 El Tribunal Supremo sentencia que solo el apellido único en el matrimonio es constitucional
Los distritos tokiotas de Shibuya y Setagaya introducen el sistema de certificados de unión para parejas del mismo sexo
2016 El número de nacimientos cae por debajo de un millón al año
2022 La edad mínima para casarse de las mujeres se retrasa de los 16 a los 18 años

Basado en Kekkon to kazoku no korekara – Tomobataraki shakai no genkai (El futuro del matrimonio y la familia: las limitaciones del matrimonio con dos sueldos; Tsutsui Jun’ya) y Hikon desuga, sore ga nani ka!? Kekkon risuku jidai wo ikiru (No casados: vivir en una era en que peligra el matrimonio; Ueno Chizuko y Minashita Kiriu).

Antiguamente en Japón los matrimonios no convivían: durante el día cada uno vivía en su casa y, por la noche, el marido iba a casa de la esposa. La comunidad en la que vivían las mujeres era la base de apoyo cotidiano para madres con hijos. Como la aldea ofrecía esa base vital a todo el mundo, las mujeres no necesitaban depender de los hombres. En una era en que los niños eran necesarios como mano de obra, establecer la paternidad no era relevante, y hombres y mujeres podían tener varias parejas sin que ello supusiera ningún problema.

Se dice que la introducción del sistema político Ritsuryō contribuyó al establecimiento del patriarcado, en que el primer hijo varón es el cabeza de familia. Junto con el sistema de la sociedad samurái, que favorecía a “aquellos que realizaban méritos y a sus hijos”, el linaje paterno terminó por adquirir importancia, un valor que se extendió también entre la plebe. En las familias de comerciantes, sin embargo, si el hijo mayor no salía bien, se casaba a la hija mayor con un marido competente. A diferencia de los samuráis, los comerciantes no podían sobrevivir si les iba mal el negocio, así que la aptitud era más importante que la sangre.

El Código Civil de Meiji fue el punto de partida para la difusión exhaustiva del sistema patriarcal. El cabeza de familia —hijo mayor y heredero— concentraba una serie de derechos exclusivos, como el de autorizar los matrimonios o decidir dónde tenían que vivir los miembros del clan. El primogénito de la esposa legítima heredaba todo el patrimonio familiar, mientras que el resto de los hijos e hijas se quedaban sin nada, un sistema que hoy en día violaría los derechos humanos. El adulterio estaba penado, pero solo si la relación extramatrimonial era por parte de la esposa, ya que lo que se buscaba era conocer la paternidad de los hijos para garantizar la continuidad del linaje masculino.

En Kekkon to kazoku no korekara – Tomobataraki shakai no genkai (El futuro del matrimonio y la familia: las limitaciones del matrimonio con dos sueldos), Tsutsui Jun’ya, sociólogo y profesor de la Universidad Ritsumeikan, afirma: “En ese sentido, el patriarcado es un sistema antinatural, impuesto por los hombres que dominaban toda la sociedad, o los hombres de cada familia, para afianzar sus derechos aunque con ello frenaran el crecimiento productivo”.

De esposas de agricultores a amas de casa

¿Cómo evolucionó el concepto del matrimonio en el Japón de la posguerra, tras aprobarse una Constitución que reza “El matrimonio estará basado solamente en el mutuo consentimiento de ambos contrayentes y será mantenido por la cooperación mutua con igualdad de derechos de marido y mujer”?

Minashita Kiriu, coautora de Hikon desuga, sore ga nani ka!? Kekkon risuku jidai wo ikiru (No casados: vivir en una era en que peligra el matrimonio), poeta, socióloga especializada en la investigación de problemas actuales como la baja natalidad y la pobreza y profesora de la Universidad Kokugakuin, lo explica del modo siguiente: “En los años cincuenta, poco después de finalizar la Segunda Guerra Mundial, la mitad de la fuerza de trabajo de Japón se dedicada al sector primario (agricultura, silvicultura y pesca). Hasta entonces, las mujeres casadas solían ser ‘esposas de agricultor’ y constituían una mano de obra valiosa. Ocupadas con las tareas del campo, no tenían tiempo de consagrarse a la casa y los hijos. Lo normal era dejar la crianza de los niños en manos de los ancianos que ya no trabajaban, y que los hijos mayores cuidaran de los pequeños mientras jugaban. Los niños de campo se criaban todos juntos en la comunidad rural”.

En aquellos tiempos, las mujeres eran trabajadoras, no amas de casa, y los niños se criaban de forma parecida a la era en que los matrimonios no vivían juntos. ¿De dónde surgió el cambio de posición de la mujer? “En la era del crecimiento acelerado, el peso de la economía pasó al sector secundario, aumentó la población de salary man (hombres asalariados) y se difundió el estilo de vida en que los trabajadores residen fuera de la ciudad y se desplazan a los barrios de oficinas del centro para trabajar. El sector secundario estaba ocupado mayormente por hombres. Mientras que estos tenían abundantes oportunidades laborales, las mujeres raramente accedían a puestos que les permitieran mantenerse por sí mismas, por lo que su principal vía de supervivencia era el matrimonio. Eran tiempos en que se decía que el matrimonio era ‘un puesto de trabajo de por vida’. Esa fue la estructura social que engendró el rol del marido como asalariado que iba al trabajo durante el día, y el de la mujer como ama de casa que se quedaba cuidando del hogar”.

El trasfondo de las esposas de la era Shōwa

Minashita señala un problema en el modelo de trabajo: “El modelo de trabajo de los salary man, que se introdujo durante la era del crecimiento económico acelerado, sustituye el concepto de puesto de trabajo por el de membresía en la empresa. Dicho de forma más simple, los empleados regulares no tienen un puesto claramente definido, y su carrera profesional incluye traslados tanto de departamento como de residencia. Como no se contrata a la persona para que ocupe un puesto concreto, sino que se le van asignando funciones sobre la marcha, es fácil que los empleados terminen sobrecargados de responsabilidades; de ahí que proliferen las horas extras y que resulte difícil compartir las tareas. El modelo laboral japonés se caracteriza por un sistema de salario en función de la experiencia, empleo de por vida y sindicatos propios de cada empresa. El ascenso salarial y de categoría no se basa en las capacidades y los resultados del trabajador, sino en su antigüedad en la empresa”.

La mayor parte de las empresas japonesas sigue aplicando el modelo del salary man: “Se trata de un sistema muy desfavorable tanto para las mujeres, que ven su carrera interrumpida al tener hijos, como para las personas que cambian varias veces de trabajo. Para acompañar a ese asalariado que trabaja largas jornadas y se somete a traslados de todo tipo, el ama de casa se convirtió en la figura que protege el hogar y de la que también se espera un alto nivel de dedicación en las tareas domésticas y la crianza de los hijos. La proporción de amas de casa alcanzó el pico en Japón en la década de los setenta. Ese fue el contexto en que nació el estilo de vida y las aspiraciones de las mujeres casadas conocidas como esposas de la era Shōwa”.

El resurgimiento de las esposas de la era Shōwa

La era Shōwa terminó el 7 de enero de 1989, dando paso a la era Heisei. La economía empezó a entrar en recesión hacia 1993 y, con el estallido de la burbuja financiera, Japón inició un periodo de crecimiento lento. ¿Qué cambios se produjeron en el plano laboral?

“El número de hogares en que ambos cónyuges trabajan superó al de los hogares en que la mujer es ama de casa a partir de 1997. Hoy en día cada vez más esposas de asalariados tienen trabajo remunerado, y los hogares con dos sueldos superan en 5,4 millones a los de un único sueldo. Las causas de este cambio de tendencia, al entrar en el periodo de crecimiento lento, fueron el desplome general del nivel salarial —especialmente entre los hombres jóvenes— y el paso del sector secundario al terciario. La valoración de la mano de obra femenina en el sector terciario y la necesidad de que las mujeres contribuyan en los ingresos familiares han desencadenado una incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral. Sin embargo, como la mayoría de las mujeres tienen empleos irregulares con un nivel bajo de ingresos, los hombres siguen siendo el principal sustento de las familias. Por eso, a pesar de que haya más mujeres en el mundo laboral, se les suele exigir el mismo nivel de responsabilidad doméstica que a las amas de casa tradicionales”.

Con la difusión de la familia mononuclear, se ha dejado de contar con personas cercanas que ayuden en el cuidado de la casa y los hijos. “Ahora a las mujeres casadas se les exige que se encarguen de la casa, de los hijos y de los familiares mayores, a la vez que trabajan. La dificultad de compaginar todas esas responsabilidades hace que cada vez más mujeres jóvenes prefieran ser amas de casa. Hace poco la proporción de mujeres en la veintena que querían ser amas de casa superaba a la de las mujeres de entre 30 y 59 años y casi alcanzaba a la de las sexagenarias. He bautizado este fenómeno como el resurgimiento de las esposas de la era Shōwa”.

El matrimonio en Japón después de la era Heisei

El peso de las responsabilidades ha devuelto a la era Shōwa la idea que las mujeres albergan del matrimonio. ¿Cómo evolucionará el matrimonio en Japón después de la era Heisei? Minashita opina lo siguiente: “Como ejemplifica el reciente escándalo de la Universidad de Medicina de Tokio, en que se puntuaba a las mujeres a la baja en el examen de ingreso para limitar su acceso a los estudios, en Japón perduran ‘desigualdades estadísticas’ que derivan de juicios lógicos basados en datos estadísticos pasados que terminan resultando sesgados. La Universidad de Medicina de Tokio justificó su actuación esgrimiendo que prefería admitir a hombres porque las doctoras dejan el trabajo cuando se convierten en madres, lo que atestigua que siguen sin solucionarse los problemas de la rígida segregación de género por sectores profesionales y el entorno laboral inclemente que favorece a los hombres. En Japón sigue fuertemente arraigada la visión del matrimonio en que el hombre es el que gana el pan y la mujer es la que protege el hogar. Es una sociedad en la que el sexo tiene una influencia muchísimo mayor sobre el estilo de vida que las características y la aptitud del individuo. Todo esto entra en discrepancia con el cambio estructural de la sociedad. Creo que Japón debe superar sus problemas para convertirse en una sociedad en que todos puedan explotar sus características individuales, sus aptitudes y su potencial, y en que todos, independientemente del sexo y el estado civil, cooperen para la felicidad mutua. En cuanto al matrimonio y a la vida cotidiana de individuos y familias en general, creo que hay que renovar los viejos enfoques que persisten sobre la familia y el trabajo para lograr una sociedad más feliz”.

En Japón se observan desde hace años movimientos para transformar el concepto del matrimonio. Es un ejemplo de ello la introducción, en 2015, del sistema de certificados de unión para parejas del mismo sexo (sin validez legal) por parte de un Gobierno local como iniciativa para velar por la posición social del colectivo LGBT. También lo son dos pleitos iniciados en 2018, uno por del presidente de la empresa de software Cybozu, Aono Yoshihisa, para exigir la posibilidad de que ambos cónyuges conservasen su apellido al casarse, y el otro por el director de cine Sōda Kazuhiro, que pidió el reconocimiento en Japón de su unión matrimonial formalizada en Estados Unidos sin cambiar su apellido ni el de su esposa.

Texto: Okajima Kaori
Planificación y edición: Editorial de Power News

Fotografía del encabezado: Aono Yoshihisa, presidente de Cybozu, en la rueda de prensa celebrada acerca del pleito que presentó ante el Tribunal Regional de Tokio para exigir la posibilidad de que ambos cónyuges mantengan su apellido al casarse. Asociación de Periodistas Judiciales, Kasumigaseki (Tokio), el 9 de enero de 2018.

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