La cara oscura de internet en Japón

La cara oscura de internet en Japón: los asesinatos a través de la red

Sociedad

En 2017, el caso de los nueve asesinatos de Zama sacudió a la sociedad nipona. En aquella ocasión, el asesino captó a sus víctimas contactando por internet con personas que deseaban terminar con su vida, un modus operandi que ya se había dado en casos anteriores. Analizamos la evolución de los homicidios a través de internet, cuya crueldad no hace más que aumentar con la intensificación del uso de la red.

“Parece que sufres mucho. ¿Quieres morir?”

El 30 de octubre de 2017, los cuerpos descuartizados de nueve personas fueron hallados en un apartamento de la ciudad de Zama, en la prefectura de Kanagawa. Shiraishi Takahiro, acusado de delitos de hurto, violación y asesinato, se dedicaba a contactar por redes sociales como Twitter con mujeres que publicaban mensajes de tendencias suicidas y las invitaba a su casa con la falsa promesa de quitarse la vida con ellas.

La pérfida red de Shiraishi no solo se extendía hacia las nueve víctimas a las que arrebató la vida; otras personas debieron de librarse por azar de correr la misma suerte. Esta fue una conversación que el asesino mantuvo con una estudiante de bachillerato de la prefectura de Kanagawa:

Conversación de Shiraishi Takahiro con una estudiante de bachillerato por la aplicación de mensajería Line.

Shiraishi: Parece que sufres mucho. ¿Quieres morir?

Chica: He intentado ahorcarme dos veces, pero no lo he logrado. Estoy muy angustiada.

Shiraishi: Si te informas bien de cómo atar la cuerda, cómo colocar la amortiguación, desde qué altura hacerlo y qué medicamentos tomar, lo lograrás. (…) Los que dicen que es un método doloroso en el que se sufre y que puede fallar, no han investigado sobre cómo morir sin sufrir. (…) Inténtalo y, si ves que es doloroso, paras y ya está. ¿Lo probamos?

Cuando Shiraishi habla con la prensa desde la cárcel de Tachikawa, ni siquiera intenta ocultar su interior egocéntrico y emite declaraciones como “Lo hice para satisfacer mi avaricia y mi lujuria”, “Los maté para deshacerme de las pruebas” o “No me arrepiento en absoluto de lo que hice”.

Del “caso del doctor Kiriko” a los contactos que terminan en asesinato

Los casos de homicidio mediante la red llevan años sucediéndose. El más antiguo es el conocido como “caso del doctor Kiriko”, ocurrido en diciembre de 1998. La víctima era una mujer de 24 años con tendencias suicidas que se quitó la vida con una dosis de cianuro que le enviaron a casa.

El suceso se desarrolló como sigue. En un sitio web dedicado a la eutanasia, había un tablón de anuncios titulado El consultorio del doctor Kiriko. El hombre que atendía las consultas de personas que pensaban en suicidarse mandó a unas cuantas personas —entre ellas, la víctima— un paquete de cianuro con la consigna de que se lo guardasen. El hombre se refería al paquete como “la cápsula de emergencia” y lo enviaba con la condición de que se lo devolvieran a los cinco años. Al parecer, la idea era que, mientras los afectados tuvieran una herramienta con que suicidarse, no llegarían a dar el paso; es decir que el envío no se efectuaba para ayudar a los afectados a morir, sino para evitar que se suicidasen. La víctima, sin embargo, decidió ingerir la cápsula. Las investigaciones posteriores de la policía revelaron que el hombre también se había suicidado con cianuro. Tras conocer la muerte del sospechoso, la Policía Metropolitana envió el caso a la fiscalía y lo dio por cerrado.

Se considera que el año de implantación de internet en Japón fue 1995, cuando Windows 95 salió al mercado y la red empezó a difundirse ampliamente. En 1998, cuando tuvo lugar el caso arriba mencionado, el porcentaje de uso de internet entre la población superó el 10 %, alcanzando un 13,4 % (datos del Ministerio de Asuntos Internos). Por otro lado, aquel año se registró una cifra de 32.863 suicidios, rebasando los 30.000 también por primera vez.

Aquel fue el primer caso en que una persona con tendencias suicidas utilizó internet como herramienta para quitarse la vida. Posteriormente, no obstante, la naturaleza de los sucesos relacionados con internet empezó a mudar, dando paso a los homicidios en que asesino y víctima se conocen a través de plataformas de contactos virtuales.

En enero de 2001 se produjo un intento de homicidio con lesiones graves en que un estudiante de bachillerato de 18 años, residente de la ciudad de Utsunomiya, Tochigi, acuchilló a una ama de casa de 32 años de la ciudad de Iwatsuki (actualmente, un distrito del municipio de Saitama), en la prefectura de Saitama. El agresor y la víctima se habían conocido en un sitio web de contactos anónimos al que la mujer se había suscrito como vía de escape del estrés derivado de cuidar de su madre dependiente.

El día del incidente la mujer mandó un correo electrónico al chico en que le decía “quiero que me mates”. El joven intentó disuadirla, sin éxito. Cinco días antes de los exámenes oficiales de acceso a la universidad, el chico faltó al colegio alegando un resfriado y fue a casa de la mujer. Incapaz de hacerla cambiar de opinión, terminó por “apiadarse” de ella y la hirió con un cuchillo de cocina.

En abril del mismo año se perpetró otro homicidio conocido como “el asesinato del amigo virtual de Kioto”. La víctima fue una estudiante universitaria de 19 años que, antes de salir de casa por última vez, dejó un mensaje que rezaba “Me voy a ver a un amigo que he conocido por internet”. La joven conoció, a través de un sitio web de contactos, a un obrero de 25 años que luego sería arrestado como sospechoso de asesinato, entre otros actos criminales. Se determinó que el móvil del crimen había sido un problema relacionado con préstamos monetarios. Posteriormente el obrero mató también a una oficinista de 28 años a la que había conocido mediante el mismo sitio web y empeñó su bolso.

La epidemia de suicidios por internet

Incidentes como los que hemos descrito motivaron el refuerzo de la legislación que regula los sitios web de contactos en septiembre de 2003, para prohibir a los menores de 18 años el acceso a plataformas de contactos amorosos. También se emprendieron iniciativas locales para el filtraje de los usuarios de este tipo de sitios, como la imposición de ordenanzas de protección de menores. Con todo, surgió otra nueva corriente cibernética: los contactos con intenciones homicidas.

En septiembre de 2003 un empresario de 46 años fue acuchillado en el distrito tokiota de Chūō; un joven de 19 años, residente en Kawagoe (Saitama), fue arrestado como sospechoso. Ambos sujetos se conocieron mediante una plataforma de mensajes virtual en que la víctima pidió al agresor que acabase con su vida. Se trató, por tanto, de un intento de homicidio por petición de la víctima. Al parecer, el empresario pretendía saldar las deudas del negocio con el dinero de su seguro de vida. El joven cobró algunos cientos de miles de yenes por adelantado y recibió un pagaré por valor de un millón de yenes, a cobrar cuando cumpliera su parte del trato.

Aquel año Japón alcanzó el pico histórico de suicidios, con 34.427 casos. El país sufrió una recesión económica entre 2001 y 2003, y la tasa de desempleo llegó a superar el 5 %. Los “suicidios por internet”, entre personas que se conocían en la red, se encadenaban uno tras otro.

Crímenes atroces por internet

Los asesinatos de Zama forman parte de una nueva corriente de crímenes, más reciente que las arriba mencionadas: los asesinatos mediante sitios web de temática suicida. En este tipo de homicidios, el asesino satisface su deseo sádico de matar captando astutamente a víctimas con tendencias suicidas.

En febrero de 2005, el cadáver de una mujer de 25 años desempleada fue hallado en las cercanías de un dique de contención de Kawachinagano, prefectura de Osaka. Medio año después se arrestó como sospechoso a un hombre de Sakai que trabajaba para una empresa de subcontratación de personal, al que posteriormente se aplicó la pena de muerte. El asesino encontró a la víctima a través de un portal web de suicidio, se ganó su confianza asegurándole que se quitaría la vida con ella y finalmente la mató.

Fue un crimen de una atrocidad estremecedora. El asesino ató a la víctima de manos y pies con bridas, le cubrió la boca con cinta de embalar y le tapó la nariz hasta que perdió el conocimiento. Su objetivo era observar el rostro agonizante de la mujer. Pasó treinta minutos repitiendo la acción de reanimar a la víctima a bofetadas y hacer que se desmayase de nuevo, hasta que terminó asesinándola por asfixia. Desde aquel primer homicidio hasta que lo arrestaron, el criminal mató a dos chicos —un estudiante de secundaria y un universitario— con el mismo método.

Una unidad de investigación de la policía de Osaka rastrea el estanque donde supuestamente un asesino en serie tiró el bolso de una de las víctimas que halló en una web de temática suicida. (12 de agosto de 2005, estanque Kōmyō, Izumi, Osaka) (Jiji Press)

Fue en aquella época cuando las noticias empezaron a hablar de los “sitios web oscuros”, destinados al crimen. Algunos de aquellos sitios se usaban para el intercambio de información ilegal, con fines como la compraventa de estupefacientes o la contratación de personal para actos delictivos.

Uno de los crímenes más impactantes de los perpetrados mediante estos sitios web fue el asesinato de una oficinista de 31 años de Nagoya, en agosto de 2007. Tres hombres que se habían conocido por internet se unieron para planear un robo, pero el plan no llegó a buen puerto. Frustrados, decidieron secuestrar a una mujer para obligarla a entregarles sus ahorros.

“Vamos a atacar a alguien, a quien sea. Mejor a una mujer joven, que así nos motivamos más, ¿no?”. Movidos por este planteamiento totalmente aleatorio, asaltaron a la víctima en su coche y la asesinaron asestándole martillazos en la cabeza. Uno de los homicidas fue condenado a muerte y los otros dos, a prisión con término indefinido.

Crimen oculto tras el lenguaje en clave y las expresiones ambiguas

Ante el recrudecimiento de los crímenes por internet, las autoridades reforzaron la vigilancia cibernética y se empezó a investigar cualquier mensaje en que se anunciara o pidiera algo relacionado con un homicidio. En 2006 se inauguró el Centro de Consultas Telefónicas sobre Internet, una entidad subcontratada por la Agencia Nacional de Policía y destinada a detectar información ilegal o maliciosa relacionada con crímenes o suicidios, para informar a la policía y solicitar su eliminación al proveedor de internet. Más tarde, en 2008, se aprobó la Ley de Protección de Menores en Internet, que obliga a mantener un servicio de filtraje en los teléfonos móviles.

El cierre constante de sitios sospechosos por parte de los proveedores de internet logró reducir el número de mensajes que promovían actividades criminales explícitamente, pero siguen existiendo sitios que enmascaran el crimen mediante lenguaje en clave y expresiones ambiguas.

Un despiadado homicidio que evoca los anteriores “crímenes de sitios web oscuros” ocurrió en junio de 2018. Tres hombres secuestraron en el coche a una enfermera de 29 años que volvía a casa del gimnasio, en Hamamatsu, y le quitaron la vida. Los asesinos, que originalmente no tenían ninguna relación, se encontraron por internet, pero no en un sitio malicioso, sino en un popular portal de mensajería que se autoproclamaba como una plataforma para fomentar los vínculos en la comunidad local.

“Trabajamos en grupos de dos o tres personas. No importan la edad y el sexo, mientras se sea ágil. Es posible apuntarse el mismo día del trabajo. Contáctenos por correo electrónico”. Ese fue el mensaje que el supuesto líder, de 39 años, escribió en un hilo titulado “¡Gane dinero de inmediato!”, dos días antes del suceso. Dos hombres respondieron a la invitación y se reunieron con el anunciante en Hamamatsu para llevar a cabo el plan. Tras descubrirse el crimen, el supuesto cabecilla fue hallado muerto en un hotel de Niigata. Las investigaciones policiales determinaron que se había suicidado.

Además de facilitar contactos y oportunidades de negocio antes impensables, la difusión de internet ha sacado a flote la faceta más oscura de la sociedad. Los puntos en común entre los autores de los crímenes que se vienen sucediendo, sin embargo, no son elementos intrínsecos del internet, sino problemas que afectan a toda la sociedad, como la inestabilidad laboral, el desempleo y la falta de oportunidades de futuro.

Reportaje y texto: Shibui Tetsuya
Edición: Editorial de Power News.

Fotografía del encabezado: Shiraishi Takahiro es trasladado en furgoneta de la comisaría de policía de Takao a la fiscalía. 1 de noviembre de 2017, Hachiōji, Tokio. (Jiji Press)

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