Fragmentos de Japón

Los exámenes de ingreso en Japón

Sociedad Cultura Educación

La competencia en los exámenes sigue siendo dura en Japón. Algunos niños compiten por una plaza de primaria para acceder a la mejor secundaria que los conduzca a un instituto de bachillerato que les garantice el ingreso a determinada universidad. Este artículo ofrece algunos interesantes aspectos de este fenómeno.

Competir desde los cinco años es ya algo normal

Los exámenes de ingreso o admisión son las pruebas mediante los cuales los centros de estudio hacen una selección entre los jóvenes que aspiran a ingresar en ellos. En Japón el año escolar comienza en abril. En una sociedad en la que el expediente académico es altamente valorado, el juken (presentarse al examen) es un importante hito en la vida del joven. Aproximadamente desde los años sesenta y setenta del pasado siglo, en que Japón protagonizó un meteórico desarrollo económico, se considera que para triunfar en la vida lo mejor es trabajar en una buena empresa, y que para eso el mejor atajo es hacerse con un buen expediente académico. Pero últimamente las cosas están cambiando. Actualmente, el descenso en el número de hijos ha allanado el camino de muchos jóvenes a los niveles educativos superiores y, con la globalización, estudiar en el extranjero se ha convertido en una opción más.

El juken suele identificarse con el acceso a la universidad, pero cursar estudios en un instituto de bachillerato (de los 15 a los 18 años) acreditado representa una ventaja a la hora de acceder a un centro prestigioso. Y si de lo que se trata es de ingresar en uno de estos institutos que sirven de lanzadera, ya desde el ciclo de la educación obligatoria (de los 6 a los 15), qué mejor que realizar al menos la secundaria obligatoria (de los 13 a los 15) en una escuela privada de pago, que ofrece mejores perspectivas de éxito que la escuela pública y gratuita.

Por el mismo razonamiento, entre los padres más concienciados en cuestiones educativas se advierte una tendencia a hacer ingresar a sus hijos en las mejores escuelas privadas que unifican el ciclo de primaria con el de secundaria obligatoria, garantizando prácticamente el paso al instituto de bachillerato correcto y finalmente a la universidad deseada. Esto retrotrae el juken hasta una edad tan temprana como los cinco años.

Además, el aprendizaje del inglés está desatando también una nueva fiebre desde que el Ministerio de Educación decretó, a partir del año académico 2011, la obligatoriedad de las “actividades en lenguas extranjeras”, e impuso la obligación de impartir cada año 35 lecciones de inglés práctico durante los dos últimos años de la primaria.

Alumnos de una academia privada de Tokio participan activamente en una clase. (Fotografía: Jiji Press)

Selectividad: un examen multitudinario

Por lo general, para acceder a las universidades privadas hay que examinarse de inglés, matemáticas, ciencias, lengua japonesa, estudios sociales, etcétera. Quienes eligen las ramas de ciencias se examinan de matemáticas y ciencias, y quienes van por las letras lo hacen en lengua japonesa y estudios sociales. Cada facultad establece sus propios exámenes. Para acceder a las universidades públicas (provinciales o municipales) y a las estatales, el alumno ha de superar previamente otro obstáculo: el llamado sentā shiken (inglés: National Center Test for University Admissions), equivalente a la selectividad, que cubre un amplio abanico de asignaturas de ciencias y letras. Se impone una tarifa de 18.000 yenes para quienes se examinen en tres o más asignaturas.

El número de examinandos varía cada año en función del número total de jóvenes de esa edad, pero durante los últimos años, según datos del ministerio, viene rondando los 550.000, una cifra muy considerable si pensamos que todos ellos deben ser examinados al mismo tiempo, durante un sábado y un domingo de mediados de enero, para lo que debe disponerse un gran número de salas en todo el país. En función del resultado de este examen, el estudiante se presentará después a los referidos exámenes de ingreso o admisión de las universidades, superados los cuales podrá respirar tranquilo convertido ya en un universitario. El problema surge cuando el joven no logra obtener los puntos necesarios en el sentā shiken, pues entonces no puede presentarse a los exámenes de ingreso, si bien en el caso de las universidades privadas aprobar el sentā shiken no suele ser un requisito para ser admitido.

Después del examen nacional hay que superar los exámenes de ingreso en cada universidad. (Fotografía: Jiji Press)

Universidades que no cubren las plazas ofertadas

En los últimos años la situación en torno a los exámenes de ingreso está cambiando. Debido al descenso en el número de nacimientos, algunas universidades no llegan a cubrir el número de plazas que ofertan. El número de examinandos por cada plaza ofertada está bajando y para responder a esta nueva situación, el Consejo Central de Educación, órgano consultivo del ministro de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología, está promoviendo una reforma unificada de la enseñanza de bachillerato y la selección de candidatos a ocupar plazas universitarias (ver en nuestro sitio “Exámenes de ingreso: por qué y para qué”).

Seguir estudios en el extranjero es otra de las opciones existentes. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), 57.501 japoneses estudiaban en el extranjero en 2011. En cuanto a los extranjeros que estudian en Japón, incluyendo a aquellos matriculados en escuelas de lengua japonesa para extranjeros, en mayo de 2013 eran, según el citado ministerio, 168.145, lo que representaba un aumento de 6.297 personas (3,9 %) con respecto al año anterior.

Academias privadas y escuelas preparatorias, una opción casi obligada

Como el éxito en el examen consiste en obtener más puntos que los competidores, es habitual que, al ir acercándose el momento, los jóvenes complementen sus estudios regulares con otros en academias privadas y escuelas preparatorias. Para muchos jóvenes estos exámenes se convierten en la primera gran prueba de su vida y ponen toda la carne en el asador.

Entre quienes no han quedado satisfechos con sus resultados, algunos optan por no entrar en ninguna universidad y continuar estudiando las mismas materias para aspirar una vez más, el año siguiente, a su codiciada plaza en el centro deseado. Se les llama rōnin (nombre que recibían antiguamente los samuráis sin amo que vagabundeaban por el país) y entre ellos los hay de un año (ichirō), de dos (nirō) y de más. Estos rōnin de varios años se aglomeran especialmente en torno a las facultades de Medicina de las universidades más famosas.

A juzgar por el alto nivel de competencia en el acceso a sus plazas del que sigue gozando este puñado de universidades de prestigio, nada indica que la peculiar guerra de los exámenes vaya a llegar a su fin en este país donde un buen historial académico sigue teniendo un gran valor.

Para más información sobre estudios en Japón:
Nihon Gakusei Shien Kikō (Japan Students Services Organization, JASSO), Guía de estudios en Japón
(En japonés, español, inglés, chino simplificado y tradicional, francés, ruso y árabe)

Fotografía del encabezado: estudiantes se examinan del sentā shiken en el campus de Hongō de la Universidad de Tokio. (Fotografía: Jiji Press)

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