Fragmentos de Japón

Omiai: citas concertadas para casarse

Sociedad Cultura

En el Japón actual, son cada vez más quienes se casan por amor, de ahí que la tradición de las citas concertadas, el omiai, se esté perdiendo.

Buscar pareja para contraer matrimonio con la ayuda de un casamentero

Cuando casarse por amor no era aún costumbre entre las clases populares en Japón, el omiai –las citas concertadas a través de un tercero– resultaba una importante práctica entre los hombres y mujeres casaderos. De hecho, las uniones matrimoniales por amor no se generalizaron en el archipiélago nipón hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Los encargados de presentar a los futuros esposos solían ser los familiares, los vecinos o algún compañero de trabajo con veteranía. En la actualidad, se celebran cada vez menos citas concertadas, pero eso no quiere decir que no existan.

Los orígenes del omiai se remontan al período Kamakura, a partir de 1192. En aquel entonces, se trataba de una ceremonia entre miembros de la nobleza cuyo objetivo era meramente político. En el período Edo (1603-1868), la práctica se extendió también entre las clases populares y se convirtió, por consiguiente, en una costumbre generalizada.

Las citas concertadas comienzan del siguiente modo: en primer lugar, la persona soltera con intención de casarse, o sus padres, elabora un perfil con fotografía –tsurigaki en japonés. En muchos casos, los progenitores suelen recurrir a un casamentero con la esperanza de lograr una propuesta conveniente. Entonces, este busca una persona compatible, le muestra el perfil y tantea si ambas partes quieren conocerse. En el caso de que sea así, el casamentero y otros acompañantes, los padres, por ejemplo, asisten también a la cita. Esta suele celebrarse en lugares formales como hoteles o restaurantes de lujo, aunque en la actualidad también se recurre a cafeterías y otros establecimientos. En primer lugar, el casamentero dirige el encuentro hablando sobre la familia, el trabajo y las aficiones de ambas partes, entre otros temas. Posteriormente, suele abandonar la sala para que los interesados conversen solos.

Hay parejas que comienzan una relación sentimental a raíz de este tipo de citas, pero también quienes se encuentran con la reticencia de la otra parte y, por consiguiente, el omiai no llega a buen puerto. En cualquiera de los casos, lo habitual es que la respuesta se transmita a través del casamentero. Si finalmente culmina en boda, hay quienes ofrecen dinero al casamentero a modo de agradecimiento.

De las relaciones territoriales y los vínculos de sangre al negocio de las bodas

En los últimos años, son cada vez menos las parejas que contraen matrimonio de forma concertada. En la década de 1960, la proporción de uniones por amor superó por primera vez a las arregladas. Fue entonces cuando se generalizó el que los solteros encontraran con quien casarse sin recurrir a personas de su entorno familiar, regional o laboral. Según datos del Instituto Nacional de Estudios de Población y Seguridad Social, en 1930 el 69 % de los matrimonios eran concertados (aquí se incluyen también los resultantes del trabajo de las agencias matrimoniales), mientras que en 2015 el dato había descendido hasta el 5,2 %.

Para aquellos que tienen pocas oportunidades de conocer a alguien de forma natural y, por lo tanto, no logran encontrar con quien casarse, existen cada vez más negocios dedicados al emparejamiento. Las agencias matrimoniales han sistematizado la costumbre del omiai y han pasado a sustituir a quienes de forma individual hacían las veces de casamentero. Además, han convertido la práctica en un negocio racionalizado.

Por norma general, se suele pagar una cuota de socio para que a uno le vayan  presentando personas del sexo opuesto cuyas características coincidan con el perfil deseado. Aunque el sistema de tarifas varía, en muchos casos se llega a pagar unos cientos de miles de yenes por una presentación que culmine en una relación sentimental y la posterior boda. Las principales agencias matrimoniales cuentan con decenas de miles de miembros a quienes emparejar.

(Traducción al español del original en japonés)

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