El fotógrafo de ‘ukiyo-e’ Kichiya y su versión de las ‘Cien famosas vistas de Edo’

Telas al viento en Edo: Hiroshige y el barrio de Kanda Kon’ya-chō

Cultura Arte

Cuando Hiroshige creó un grabado que muestra Kon’ya-chō, el barrio de tintoreros de Kanda, en la 75.ª de sus Cien famosas vistas de Edo, aprovechó la oportunidad para incluirse—y a su editor—en la historia de la moda.

Observando la moda callejera de Edo desde su origen

Los Kon’ya, tintoreros que trabajaban con el añil, comenzaron a concentrarse en la parte de Kanda que con el tiempo sería conocida como Kon’ya-chō a comienzos del siglo XVII, cuando apenas había comenzado el período Edo (1603-1868). Dos siglos más tarde, en tiempos de Hiroshige, el “barrio de los tintoreros” era aún famoso por las largas tiras de tela teñida que aleteaban como estandartes cuando eran puestas a secar en los días soleados.

Debido a que la mayoría de las telas teñidas eran usadas en vistosos yukata de verano o en las toallas tenugui, se decía que visitar el Kon’ya-chō era la forma más sencilla de ver qué era lo que estaba de moda. El trabajo de los artesanos de este barrio era de tal calidad y tan popular que los tejidos teñidos con añil en otros lugares comenzaron a ser conocidos como bachigai, es decir, “del lugar incorrecto”. Se dice que este fue el origen de esa misma palabra del japonés actual y que se utiliza para describir algo que no está en su lugar o que es inapropiado para la ocasión.

Los patrones teñidos en la imagen original son una invención del propio Hiroshige. El más cercano al primer plano es 魚, el carácter para “pez”, una referencia a Totoya Eikichi, de Shitaya, el editor de las Cien famosas vistas de Edo cuyo nombre comienza con este mismo kanji: 魚屋栄吉. El emblema familiar (mon) con forma de diamante es el que a menudo utilizaba el propio Hiroshige, y combina los caracteres katakana de hi y ro (ヒ, ロ). El estilo de Hiroshige es sin duda admirable, ya que no hacía de la autopromoción un arte, sino también una tendencia de moda.

Las telas continuaron ondeando al viento en Kon’ya-chō hasta los tiempos modernos. Un amigo que se crio en Kanda me contó que se pudieron ver hasta finales de la década de 1970. Hoy, en cambio, las calles están flanqueadas por edificios corrientes y no se pueden apreciar telas secándose al viento o talleres de teñido. Cuando miré hacia el monte Fuji desde la intersección de Kon’ya-chō con la calle Shōwa, no obstante, pude ver una lona de protección de una obra aleteando en el viento, y tuve que utilizarla para recrear los estandartes teñidos con añil que aparecen en la obra Hiroshige para mi propia composición.

Información sobre el lugar

Kanda, Jinbōchō y Akihabara

El área que hoy se sitúa entre dos calles, Ōdenma-honchō en el norte y Kuramaebashi en el sur, era conocida en el período Edo como Kanda. Quedaba dividida en Uchi-Kanda en el norte y Soto-Kanda en el sur (“Kanda interior” y “Kanda exterior”, respectivamente) por el río Kanda, cuyas aguas fluían hacia el este en el medio. En la parte oeste de Uchi-Kanda había residencias de samuráis, mientras que el pueblo llano vivía en el extremo oriental y en Soto-Kanda.

En la era Meiji (1868-1912) se construyeron varias universidades en los terrenos que antes albergaban las residencias de los samuráis, lo que propició que surgiera una clientela ideal para la formación de un distrito de librerías en Jinbōchō, en las cercanías. (El número de estudiantes en el área seguramente también tuvo algo que ver con la alta concentración de tiendas que venden instrumentos musicales y equipamiento deportivo entre Jinbōchō y Surugadai.)

En los primeros años de la era Meiji se produjo un incendio en el distrito de Hanaoka-chō de Soto-Kanda donde se encontraba un “santuario de extinción del fuego” que había sido construido para venerar a Akiba Daigongen, una deidad que protegía contra las conflagraciones. El santuario era conocido como el “Akiba Jinja”, y el área circundante pasó a ser llamado Akiba no Hara, o “los campos de Akiba”, que con el tiempo se transformó en el lugar que hoy conocemos como “Akihabara”. El barrio de la electrónica surgió en este enclave a raíz del mercado negro de la posguerra, y con el paso de las décadas el nombre evolucionó hasta popularizarse como “Akiba”, la Meca de los otaku conocida hoy en el mundo entero.

Tokio Edo Fotografía Ukiyoe