[Diapositivas] En la mesa de los Tanaka

Cultura

La familia Tanaka abandonó la vida de la ciudad para enfrentarse a los rigores de la vida en el campo. Motono Katsuyoshi nos muestra a través de su cámara cómo es un día en la vida de este matrimonio que, después de superar varias dificultades, vive plácidamente con sus tres hijos.

A más o menos una hora de Tokio por carretera, en la ciudad de Ishioka de la prefectura de Ibaraki, se encuentra la granja de la familia Tanaka. La ciudad se encuentra en una región de Japón en la que prosperan numerosas granjas orgánicas. Yasuyuki, el padre de familia, trabajó en el Cuerpo Internacional de Voluntarios de Japón después de graduarse en una universidad de agricultura y comenzó su nueva vida como agricultor después de regresar a Japón. En el año 2000 se trasladaron a este lugar precisamente persiguiendo este sueño. En la actualidad trabajan un campo de dos hectáreas tratando en la medida de lo posible de producir verduras sin utilizar abonos químicos ni pesticidas.

Vuelta a casa tras la cosecha. Los niños corren a la vera de su madre.

Es una familia de cinco miembros. La madre, Kumiko, se trasladó en 2003 a Ishioka para probar suerte en el mundo de la agricultura después de trabajar como aprendiza en un restaurante francés en Tokio. Aquí conoció a Yasuyuki, con quien se casó poco después. Ahora, mientras ayuda a su marido en las tareas del campo, pone en práctica todo lo aprendido en los fogones para preparar pan utilizando las verduras cultivadas por ellos. Un restaurante del lugar sirve uno de los panes preparados por ellos con levadura de zanahoria. En agosto de 2017, además, abrieron su propia cafetería, a la que llamaron Petrin. En el futuro planean ofrecer aquí distintas comidas preparadas con sus verduras, además del pan que ya sirven.

Una escena imposible de encontrar en la gran ciudad

En la plantación, vemos cómo Kumiko se dedica a las labores del campo mientras carga a su espalda a su segundo hijo, Hitoshi. Uno queda cautivado por esta escena mientras piensa, al mismo tiempo, lo duro que debe ser. Es difícil de explicar, pero hay un ambiente de camaradería entre la tierra, la naturaleza y el sudor en la frente de Kumiko. También vemos al hijo y a la hija mayores, Yoshiyuki y Ayana, cubiertos de tierra ayudando a su madre a preparar las verduras. Es algo que no se puede ver en Tokio. No cabe duda de que aquí, en el campo, están aprendiendo las cosas que no enseña la escuela de la gran ciudad. De alguna forma, es relajante ver sus rostros tranquilos y despreocupados.

Al mediodía nos asomamos a la mesa de los Tanaka y vemos a Kumiko aplicar toda la maestría adquirida en su época en el restaurante preparando la comida con las verduras que ha cultivado Yasuyuki. Con destreza, va cocinando los platos en una pequeña cocina reformada de su casa tradicional kominka. Los niños también ayudan en la preparación del puré de tomate con tomates recién recolectados, y encuentran también un rato para dibujar mientras esperan. Los platos ya preparados se van colocando en la mesita redonda que utilizan para comer. Cuando todo está listo, la familia se sienta alrededor de la mesa, une las palmas de las manos y dice itadakimasu (que aproveche). Es una comida muy suntuosa, aunque no hay platos lujosos porque son frutos de la tierra que han trabajado ellos mismos.

Hitoshi, el hijo menor, acompaña a Yasuyuki (a la izquierda). Todas las mañanas disfrutan en la mesa del comedor de los platos caseros de Kumiko con las verduras de su campo (en el centro). Cuando Kumiko recoge verduras del huerto, siempre lleva a Hitoshi a su espalda (a la derecha).

Cansados de los rumores infundados

Aunque la vida de los Tanaka parezca idílica, no siempre soplaron vientos favorables. Tras el accidente sucedido en la central nuclear de Fukushima Daiichi a raíz del Gran Terremoto del Este de Japón de 2011, las verduras ecológicas de los Tanaka sufrieron un impacto negativo inesperado en el mercado, y eso a pesar de que las cultivan sin pesticidas ni abonos químicos. Al cultivar verduras Yasuyuki da mucha importancia a la calidad del suelo. Para ello se utiliza una gran cantidad de hojas caídas de los árboles. Las informaciones confusas sobre la contaminación radiactiva justo después del accidente les impidió reunir suficientes hojas para nutrir su tierra.

Las mejores verduras solo crecen en una tierra de buena calidad (a la izquierda). Unas verduras frescas recién recolectadas (en el centro). Un descanso en medio de las labores del campo (a la derecha).

Los rumores pronto afectaron a los Tanaka. Más de la mitad de la clientela que habían afianzado poco a poco desde 2006 rechazaba de repente las verduras producidas en Ibaraki, justo al sur de Fukushima. Perdieron buena parte de su mercado. “En aquel momento, cuando no se veía ninguna salida al problema de Fukushima, pensamos en comprar nuevos terrenos y trasladarnos”, confiesa Yasuyuki.

La razón por la que continuaron dedicándose a la agricultura en unas condiciones tan adversas fue su fuerte voluntad para “dar a la sociedad verduras mucho mejores”. Poco a poco fue pasando la mala racha, y tras certificar que sus verduras no habían sido afectadas por el accidente de Fukushima, comenzaron con el tiempo a reunir una nueva clientela.

La mesa de los Tanaka hoy se llena de belleza cada día con los platos que prepara Kumiko valiéndose de las verduras que produce Yasuyuki. Ahora aseguran que les gustaría que otras personas, además de la familia, puedan disfrutar de los sabores de su cocina familiar con verduras ecológicas en el restaurante y cafetería Petrin, que han abierto no hace mucho. Poco a poco, el sueño que este matrimonio buscaba, producir sus propias verduras, se ha ido haciendo realidad.

La pequeña Ayana no para quieta.

Fotografías: Motono Katsuyoshi


Una comida con verduras recién recolectadas. ¡Itadakimasu!.


Un túnel de quingombó.


Hitoshi espera a mamá y papá en la parte trasera del camión.


Tomates cherry recién recogidos. Son muy dulces.


¿Qué habrá ahí dentro?


¡Una rana!


Yasuyuki recolectando tomates cherry.


A trabajar el huerto con los aperos en el camión.


Recogiendo maíz. Hitoshi, como siempre, en la espalda de Kumiko.


Los niños juegan a poner caras raras con un pañuelo.


Con Hitoshi en la espalda, hoy Kumiko también va a recolectar.


En casa siguen con ánimo.


La hora para pintar y estudiar es antes de la comida.


Ultraman también toma partido por las verduras.


¿Dónde está papá?


Una ensalada de melón amargo.


Los niños ayudan a preparar el puré de tomate.


Hoy el plato principal es un pastel de verduras y sardinas de temporada. También hay un montón de platos de verduras en la mesa.


Los niños están encantados con los deliciosos platos que hoy también ha preparado su madre.


La familia se da un respiro cuando termina sus labores.

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