Una reflexión sobre las nuevas fuerzas políticas japonesas

Hashimoto Tōru, el mago de los medios de comunicación

Política

El alcalde de Osaka, Hashimoto Tōru, está en el centro de todas las miradas. ¿Estamos ante un reformador o ante un agitador? Un periodista que ha seguido de cerca su trayectoria analiza a este hombre que muchos querrían ver en la jefatura del gobierno.

Introducción
Sakai Kazunari (Miembro del Subcomité Francés-Español de nippon.com)

El marco de la política japonesa

Si echamos una ojeada a la política japonesa posterior a la Segunda Guerra Mundial, vemos que en el año 1955 quedó fijado un sistema de facto en el que el Partido Liberal Democrático (PLD) ocupaba el gobierno mientras que el Partido Socialista de Japón se afianzaba como primera fuerza de la oposición; era el llamado “Sistema de 1955”, que se reprodujo a lo largo de un prolongado periodo... (más)

 

¿Quién es Hashimoto Tōru, alcalde de Osaka? Todos los medios de comunicación están tratando de penetrar en la verdadera esencia de este hombre. ¿Es un sincero reformador o un agitador sin igual? ¿Se quedará todo en vistosos fuegos artificiales o conseguirá trepar hasta la jefatura del gobierno? Se le ha calificado de “político fuera de serie”, pero también de “monstruo” de la política. Son, en todo caso, comentarios y críticas que nunca se habían oído en la historia de la política japonesa en referencia a un líder regional. 

Consciente siempre de la importancia de los medios de comunicación

Hashimoto fue nombrado gobernador de Osaka, segunda prefectura del país por su producto interno bruto, en febrero de 2008, cuando contaba 38 años de edad. Desde entonces ha sido un permanente foco de noticias. ¿Por qué? La respuesta que puedo aportar como observador de sus declaraciones y de su comportamiento, es que la clave está en su relación con los medios de comunicación.

Hashimoto Tōru (primera fila, centro-izquierda) y Matsui Ichirō (derecha) expresan su alegría en compañía de sus seguidores tras asegurarse la victoria en las elecciones para la alcaldía de Osaka y el gobierno de la prefectura homónima, el 27 de noviembre de 2011. (Fotografía: Jiji Press)

“Yo soy un político que no podría existir sin los medios de comunicación. Si ustedes, los comunicadores, me hacen el vacío, será mi fin”, ha llegado a decir Hashimoto, una declaración que deja traslucir su celo por ser objeto de una continua cobertura informativa para sustentar así su vida política. Un buen ejemplo es la doble cita electoral de noviembre de 2011, cuando se eligieron al gobernador prefectural y al alcalde de Osaka, ocasión en la que Hashimoto reconoció haber actuado calculando siempre cómo podía conseguir que los medios informaran sobre él.

En estas elecciones, Hashimoto enarboló la bandera de la regeneración de Osaka mediante la modificación de su estatus administrativo (este punto lo explico más abajo), dimitió como gobernador a medio mandato para presentarse como candidato a un puesto, el de alcalde de Osaka, que podría ser considerado inferior al que tenía, y se dispuso a desbancar al titular del mismo, que se había posicionado en contra de sus proyectos reformistas para la prefectura de Osaka. Designando como sucesor para el cargo de gobernador a un miembro de la Asamblea Prefectural de su confianza, se dispuso a afrontar la doble cita electoral, un acontecimiento político que no ocurría en Osaka desde hacía 40 años.

En ambas elecciones Hashimoto y los suyos buscaron el choque directo con las principales fuerzas políticas excepto con el Nuevo Kōmeitō, haciendo ver que la disyuntiva consistía en cambiar Osaka o no hacerlo, inculcando a los electores la idea de que ellos eran reformistas, siendo los otros partidos y candidatos opositores a esas reformas. El choque se resolvió con una victoria de Hashimoto, que logró recoger las esperanzas en el cambio de un electorado harto de la pertinaz recesión y del estancamiento de la política nacional.

Semejanzas solo aparentes con el ex primer ministro Koizumi

El poder de atracción de Hashimoto se potenció notablemente tras esta doble victoria electoral. Anunció que el partido regional que lideraba, la Sociedad para la Restauración de Osaka (Osaka Ishin no Kai; en adelante, Ishin) se presentaría a las próximas elecciones a la Cámara Baja de la Dieta(*1)) y 3.326 personas solicitaron su ingreso en la Academia Política Ishin, fundada para formar a los posibles candidatos, que solo abría 400 plazas. La academia amplió su cupo de admisión hasta las 2.045 plazas y abrió sus puertas en marzo de 2012. Luego se hizo una criba de candidatos tomando como criterio su actitud durante las cinco conferencias que se ofrecieron y sus posibilidades de reunir fondos para afrontar la campaña electoral, que dejó en 888 el número de seleccionados. Se estableció que a partir del mes de julio comenzarían a ejercitarse dirigiéndose a los ciudadanos en mítines callejeros. Ante la amenaza que supone Ishin para ellos, los principales partidos políticos han comenzado a considerar las reformas del marco legal que serían necesarias para hacer posible el cambio de estatus administrativo de Osaka y a buscar fórmulas de cooperación con Hashimoto de cara a las próximas elecciones a la Cámara Baja.  

Podrían verse paralelismos entre Hashimoto y el ex primer ministro del Partido Liberal Democrático (PLD) Koizumi Jun´ichirō, quien al grito de “¡Voy a destrozar al PLD!” condujo a la victoria a su partido, situando en los distritos electorales candidatos propios para aplastar a sus opositores internos en las elecciones de agosto de 2005. Tanto uno como el otro poseen una estrategia electoral basada en el antagonismo, una gran capacidad de hacer llegar sus mensajes mediante consignas de gran pegada y carisma para atraerse legiones de fieles adeptos.

Sin embargo, mientras que Koizumi se convirtió en el foco de la atención pública una vez llegado al cargo de primer ministro, cima de su carrera política, y después de haber superado una época marcada por el enfrentamiento entre las viejas facciones del PLD, Hashimoto ha aparecido súbitamente en la política procedente de un ámbito totalmente distinto y ha ascendido aferrado siempre a la cuerda salvavidas de los medios de comunicación. Es, no lo olvidemos, un joven político de 43 años.

Por otra parte, Koizumi fue el introductor de un modelo de relación con los medios en que el primer ministro contesta a sus preguntas dos veces al día. Durante la época que pasé en Tokio también yo estuve presente en sus comparecencias ante los medios, que duraban solo unos minutos, diez, como mucho, y que solían concluir de forma abrupta. También Hashimoto atiende a los medios dos veces al día, pero permanece mientras haya preguntas, dedicando a veces más de una hora a esta tarea. Además, ofrece semanalmente una rueda de prensa, en la que no es raro que continúe hablando durante cerca de dos horas.

Es, además, muy exigente en lo referente al tratamiento informativo que reciben sus palabras, lee los principales periódicos en su vehículo durante su desplazamiento matinal al trabajo y por la noche ve las grabaciones de vídeo de programas informativos. En función de sus contenidos, critica inmediatamente a aquellos medios o reporteros que han transmitido “informaciones equivocadas”, especificando su nombre, y contraataca mediante mensajes de Twitter.

En febrero de 2012 se dio el caso de que un dirigente del Partido Democrático de Japón (PDJ) excluyó de su rueda de prensa a un periódico que había publicado un artículo crítico que no fue de su agrado. Hashimoto reaccionó entonces diciendo que él habría permitido que el periodista que escribió el artículo accediera a la rueda de prensa “para ponerlo verde”. No conozco a ningún otro político que tenga tanta hambre mediática como él.    

Primer punto del programa: saneamiento financiero

Antes de ser gobernador, Hashimoto era un abogado que asistía a la sala del tribunal con sus cabellos teñidos, una camiseta y unos pantalones vaqueros. Para él, la ropa llamativa era parte de su “estrategia para conseguir clientes causándoles una fuerte impresión”, lo cual, junto a su febril trabajo, le permitió tener su propio bufete a los 28 años, cuando apenas llevaba un año en una profesión en la que se dice que suele tardarse diez años en independizarse. Ganó fama como abogado de los que “van por libre”, especialmente en arreglos extrajudiciales.

Su raro talento llamó la atención, y no bien comenzó a aparecer como comentarista en programas televisivos dio el salto a la fama, gracias en parte a la discordancia entre su aspecto y su titulación. Tal es la trayectoria que siguió hasta que el escritor Sakaiya Taichi, nacido en Osaka, se fijó en él e impulsó su candidatura al gobierno de la prefectura.

Para comprender la figura de Hashimoto es importante analizar su paso por el mundo de la televisión. ¿Cuál es la peculiaridad de la televisión? El propio Hashimoto señala, basándose en su propia experiencia, que solo quienes poseen características muy personales logran llegar a la audiencia. A un comentarista se le pide que sepa despachar con agilidad cualquier tema, por muy complicado que sea, y que de vez en cuando caliente al telespectador con algún argumento extremo. De esta forma, las declaraciones quedan desprovistas de cualquier ambigüedad, las cosas se simplifican hasta ser blancas o negras, y todo se torna radical. Hashimoto aplica, como político, los mismos métodos que cultivó durante su etapa en la televisión. Es la teatralización de lo político y lo administrativo. Lo histriónico no se queda en las elecciones, invade también las reuniones ordinarias y el proceso de fijación de políticas. Hashimoto ha abierto a los medios todo ello, escenificando el drama del antagonismo de una forma que empuja a posicionarse a favor o en contra.

El primer punto del programa fue el saneamiento de las finanzas de la prefectura de Osaka. Hace cuatro años la prefectura cargaba con una deuda de seis billones de yenes y, por la rigidez de su situación financiera, era la segunda prefectura en peor estado de las 47 que constituyen Japón. En la alocución que dirigió a los funcionarios el primer día de su mandato, Hashimoto dibujó la situación financiera de la prefectura diciendo que estaba en quiebra, y que por tanto todos ellos podían considerarse “empleados de una empresa quebrada”. La expresión tuvo un gran impacto mediático y Hashimoto consiguió transmitir al gran público la necesidad de un saneamiento financiero.

Al mismo tiempo, echó para atrás el proyecto de presupuesto para el año fiscal 2008 cuando se encontraba a un paso de ser aprobado, reemplazándolo durante los cuatro primeros meses a partir de abril por un presupuesto limitado a ese periodo, y tomó la desacostumbrada medida de elaborar un plan, entre tanto, para el saneamiento fiscal.

El recorte salarial aplicado al conjunto de los 90.000 empleados de la prefectura, columna vertebral de su estrategia, supuso para los funcionarios reducciones de entre el 3,5% y el 16% del salario, dependiendo del puesto, así como una reducción del 5% en el dinero que reciben con motivo de su jubilación, algo que ninguna otra prefectura había hecho hasta el momento. Encontró una feroz oposición por parte de los sindicatos, pero Hashimoto hizo público las negociaciones con ellos, una medida igualmente novedosa. Cuando se difundieron los ataques y contraataques entre los dirigentes sindicales, que se quejaban de que se estaba yendo más allá que lo que podía aguantarse, y Hashimoto, que replicaba que las empresas privadas despedían a sus trabajadores cuando no llegaba el dinero, la voz de la aplastante mayoría que apoyaba a Hashimoto se hizo oír en la Asamblea Prefectural, donde se deliberaba el proyecto de recorte salarial. Hashimoto supo instigar hábilmente la tendencia que se muestra, en una situación en que la persistente recesión está afectando al empleo, a mirar con recelo a los empleados públicos, que tienen su puesto asegurado, y aprovechar esa corriente de opinión para impulsarse.   

Presión al gobierno central a gritos de “¡manumisión!”

¿Cómo influir en la manera de informar de los medios de comunicación? El celo mostrado por Hashimoto al respecto se ha plasmado en numerosas e impactantes frases y ha servido para mover muchos temas. Un ejemplo lo encontramos en el Sistema de Reparto de Cargas en las Obras Estatales de Ejecución Directa, que obliga a los gobiernos regionales y locales a cargar con una parte de la financiación de las obras de infraestructuras (dotación de carreteras, corrección de cauces fluviales, gastos de mantenimiento de tales infraestructuras, etcétera) que realiza directamente el Estado. En 2008 existía un gran descontento entre estos gobiernos porque el detalle de estas cargas no se hacía público.  

En febrero de 2009, Hashimoto advirtió que no asignaría presupuesto prefectural a una parte de esa carga, tras lo cual viajó a Tokio para entrevistarse con el titular de la cartera de Ordenación Territorial, Infraestructuras, Transporte y Turismo, bajo cuya jurisdicción queda el mencionado sistema. Durante los instantes de la reunión que fueron transmitidos por los medios, Hashimoto se mostró muy locuaz, calificando a las regiones de “esclavos” del gobierno central y pidiendo su “manumisión”. De esta forma, consiguió difundir claramente su mensaje, identificando con la esclavitud el problema de este sistema. Un mes más tarde volvió a causar revuelo con unas declaraciones ante una comisión gubernamental en las que comparaba el sistema a un establecimiento comercial que impusiera precios abusivos, al decir que era “como un bar de esos que te vacían la billetera”. Hasta ese momento, la abolición de la parte de la carga impuesta a los gobiernos locales, una vieja petición de la Asociación Nacional de Gobernadores al gobierno central que venía haciéndose desde 1959, no se reclamaba con fuerza debido al temor que producía que el gobierno central respondiera reduciendo las obras públicas. Pero al difundirse una serie de declaraciones de Hashimoto al respecto, otros gobernadores secundaron su actitud. La presión de las regiones se comunicó al gobierno central, que en 2010 abolió una parte del sistema.

Las iras de Hashimoto se han dirigido también hacia el sistema de juntas educativas de Japón. Cuando, en 2008, se realizó el examen nacional para medir el nivel académico de los alumnos de primaria y secundaria, se publicaron los resultados por prefecturas, pero las juntas educativas se negaron a publicar los resultados por municipios y escuelas, alegando que esto causaría una jerarquización. Sin embargo, cuando Hashimoto, padre de siete niños, participó en un programa de radio desde su posición de padre, manifestó que “esas juntas educativas de mierda dicen que no van a hacer públicos [los resultados]”, y que había que “protestar pegándoles unos cuantos gritos”. Asimismo, ante los informadores, vapuleó a los responsables del Ministerio de Educación, que coordina las juntas, tildándolos de “imbéciles”. Palabras tales como “mierda” o “imbéciles”, impropias de un hombre que ostenta responsabilidades públicas, causaron un gran escándalo, pero las peticiones de mayor apertura informativa consiguieron mucho apoyo, especialmente entre los padres de alumnos. La consecuencia fue que las juntas educativas se vieron forzadas a cambiar de postura y al año siguiente en la prefectura de Osaka rigió el principio de hacer públicos también los resultados del examen por municipios.

Aunque hay división de opiniones en cuanto a su personalidad, todo el mundo reconoce que su capacidad de estudio y asimilación de conocimientos es extraordinaria. Se dice que demuestra una capacidad inigualable para aprender a un ritmo endiablado, debatir y comprender los puntos problemáticos de las más diversas medidas políticas y sistemas. Como se advierte en el caso de las cargas que soportaban las regiones por las obras estatales de ejecución directa y en el de las juntas educativas, sus excesos orales no son simples invectivas: señalan certeramente los puntos débiles de los sistemas que han perdido operatividad en el país, y ese es el secreto del atractivo de sus propuestas.

Adelante con el recorte de gastos, escudado en la opinión pública

El estilo político de Hashimoto, que concede una gran importancia a la emisión y recepción de mensajes a través de los medios de comunicación, produce forzosamente una norma de comportamiento guiada por el deseo de saber qué es lo que requiere la ciudadanía, cómo actuar para obtener el favor de la opinión pública. Si, tan pronto como asumió el cargo de gobernador de Osaka, echó a un lado sus promesas electorales y se concentró en recortar el gasto público, fue porque juzgó que eso era precisamente lo que la gente quería.

El programa trienal, a partir de 2008, de saneamiento de las finanzas públicas incluía, además de los referidos recortes en los salarios de los empleados públicos, recortes del 20% en los gastos en obras de construcción y de entre el 10% y el 25% en las ayudas a las escuelas privadas, así como la eliminación o privatización de 9 de los 28 auditorios y locales de reunión prefecturales, entre otras muchas medidas de recorte, supresión y reducción. Los grupos afectados por estas medidas se opusieron fuertemente a las mismas pero, como ocurrió en el enfrentamiento con los sindicatos, en los debates abiertos a los medios, en los que se vio una viva lucha de intereses, su resistencia fue vencida en casi todos los casos por la técnica de discusión de Hashimoto, cultivada durante sus años como abogado, y por la “voz del pueblo” de Osaka, recogida a través de los medios.

En el debate sobre la política cultural, Hashimoto encontró una gran oposición cuando retiró la subvención anual de cerca de 400 millones de yenes a la orquesta sinfónica prefectural, pero respondió impertérrito con la siguiente provocación: “Algunos se las dan de intelectuales diciendo que sí [es muy importante] la orquesta y tal, pero en Osaka está mucho más arraigado el humorismo”.

Hashimoto, que no vacila en autocalificarse de inculto, suele verter extravagantes opiniones que a veces hacen pensar que no sabe nada de tradición o de cultura, y toma las tijeras en aras de la eficiencia. Este punto es enormemente preocupante, pero, por otra parte, en su llamamiento a pensar qué manifiestaciones culturales queremos apoyar con el dinero público y hasta dónde podemos apoyarlas hay un cuestionamiento realmente esencial, de modo que el asunto de la orquesta se resolvió retirándole todas las subvenciones y forzándola a sostenerse por sus propios medios. Hashimoto, con su persistencia en recortar los gastos, acertó plenamente y su índice de apoyo popular se mantuvo entre el 70% y el 80% durante todo su mandato.

Aprovechando su condición de principal foco informativo

Hay todavía otro asunto en el capítulo de los recortes. Antes de las elecciones a las asambleas prefecturales que se celebraron en todo Japón en la primavera de 2011, el grupo que forma en la Asamblea Prefectural de Osaka el Ishin, partido regional liderado por Hashimoto, tomó la iniciativa de recortar en un 30% los honorarios de los miembros de dicha asamblea, que pasaron a ser los más bajos entre los de las asambleas prefecturales de todo el país. Para esas elecciones, el partido incluyó en su programa recortar aproximadamente un 20% el número de asambleístas y, tras alzarse en los comicios como fuerza política más votada, sacó adelante sus propuesta en la asamblea resultante con la fuerza únicamente de sus votos. Se sucedieron las quejas sobre la falta de debate, pero la forma en que se llevó a la práctica la dura decisión tomada por la asamblea se reflejó, medio año después, en la victoria obtenida por Hashimoto en la doble cita electoral. Esta postura que ha mostrado ante temas como los honorarios de los miembros de la asamblea o su número contrasta fuertemente con la de los partidos nacionales, que por mucho que discuten estos asuntos son incapaces de entrar a cortar, y es una de las razones que explican que Ishin cree tantas expectativas en los ciudadanos.

El alcalde Osaka, Hashimoto Tōru (izquierda), y el gobernador de Tokio, Ishihara Shintarō, responden sonrientes a las preguntas de los informadores tras la inauguración de la Academia Política Ishin, integrada en el partido regional de Hashimoto Osaka Ishin no Kai. (23 de junio de 2012. Fotografía: Jiji Press)

Pero a la hora de hacer una valoración de conjunto de las reformas introducidas por Hashimoto hay que proceder con mucho cuidado. Por poner un ejemplo, diré que, aunque durante sus tres primeros años Hashimoto logró economizar 300.000 millones de yenes en gastos, la deuda pública prefectural no ha podido ser reducida, pues si al asumir Hashimoto el cargo se acercaba a los 5,83 billones de yenes, en 2010 superaba ya los 6,07 billones. En un clima de recesión económica, se han reducido los ingresos del impuesto sobre el beneficio de las empresas (impuesto de sociedades), que constituye la principal partida de ingresos de la prefectura, y aunque los recortes se vean reflejados en los libros de contabilidad, la excesiva inversión en obras públicas realizada en años anteriores está pasando factura.   

Si hemos de ser autocríticos, reconoceremos que los medios de comunicación japoneses tienen una marcada tendencia a prestar una amplia cobertura a los antagonismos y declaraciones más llamativos, y que su capacidad de seguimiento y fiscalización es, en general, muy baja. Además, para los medios de Osaka, que no disponen de tanto sobre que informar como los radicados en la capital, Hashimoto, con su estilo presidencial de tomar verticalmente decisiones, se ha constituido en el primero objeto de atención informativa y ahora se tiende a informar pensando siempre en lo que Hashimoto dirá o hará ese día. No puede negarse que, en gran parte, la prensa ha sido el campo abonado donde ha crecido la imagen de Hashimoto. 

Competencia y reforma institucional

Uno de los puntos en los que podemos fijarnos para comprender mejor la política impulsada por Hashimoto es la importancia que concede al principio de competencia. Hashimoto se crió en una familia sin padre, cursó la secundaria en una escuela donde imperaba la violencia, logró acceder a uno de los institutos de bachillerato más prestigiosos de la prefectura y, gracias a su talento y a su esfuerzo, se labró un futuro como abogado y luego como personaje televisivo. Ahora refleja en su política ese mismo principio de competencia. Por ejemplo, en los tres reglamentos aprobados en marzo de 2012 por la Asamblea Prefectural de Osaka bajo su iniciativa personal: el reglamento básico del régimen de trabajadores prefecturales y los dos reglamentos básicos de la educación. La valoración del trabajo de los funcionarios se ha hecho mucho más dura, pues la nota más baja, que se venía poniendo aproximadamente a uno de cada 2.000 trabajadores, ha pasado a ponerse a uno de cada 20, y se ha establecido además que si esta nota se mantiene durante dos años el trabajador en cuestión será obligado a asistir a un cursillo y expuesto a una posible destitución.

Bajo los nuevos reglamentos básicos de educación subyace el pensamiento de que hacer competir a profesores o a las escuelas es positivo para elevar su calidad. Sin embargo, en los exámenes para acceder a puestos docentes en las escuelas públicas de la prefectura de Osaka que se realizaron paralelamente en 2012, aumentó entre tres y cuatro puntos porcentuales la proporción de candidatos que tras haber aprobado el examen renunciaban a un puesto, alcanzándose así el máximo histórico, lo cual significa que entre quienes desean hacerse profesores cada vez son más los que deciden buscar su futuro fuera de Osaka. Se ha señalado el parecido entre esta política de Hashimoto y la criticada reforma para evitar el fracaso escolar promovida en Estados Unidos por la administración de George W. Bush por medio de la ley No Child Left Behind, y se reclama que los nuevos reglamentos básicos sean aplicados con prudencia.

Otro punto que no hay que perder de vista es su intención de modificar los sistemas, instituciones y procedimientos vigentes. En el proyecto para modificar el estatus administrativo de la prefectura de Osaka, que lleva adelante con el actual gobernador, la idea fundamental es que la ciudad de Osaka, que actualmente tiene las mismas atribuciones que la prefectura, quede integrada en esta, para eliminar así la doble administración que se deriva de construir instalaciones de similar uso u ofrecer servicios similares, quedando la administración de grandes áreas en manos de la nueva prefectura (que adquiriría el mismo estatus que Tokio) y la más cercana al ciudadano en manos de una nueva entidad administrativa local. Además, entre las propuestas que se están preparando de cara a la participación de Ishin en las elecciones a la Cámara Baja de la Dieta, uno de los lemas más repetidos es great reset (gran reorganización o reordenación), se incluyen el establecimiento de grandes entidades administrativas comparables a los estados norteamericanos o comunidades autónomas españolas, el nombramiento del primer ministro por elección directa, la reforma de la Cámara Alta de la Dieta y otros proyectos de reforma de los pilares del Estado japonés. 

Fiscalizar las reformas de Hashimoto, deber de los medios

La actual sociedad japonesa padece un grave estancamiento y se halla en un persistente declive, engullida por la ola de la globalización. Mientras la política nacional sea incapaz de introducir reformas radicales, Hashimoto seguirá ejerciendo una fuerte influencia. Hasta ahora Hashimoto siempre ha negado que ambicione dar el salto a la esfera política nacional, pero mientras la Dieta continúe empantanada por las luchas entre los partidos para obtener el poder, siempre habrá quien ansíe que alguien como Hashimoto sea alzado hasta la jefatura del gobierno. En círculos parlamentarios de Tokio a veces se oye decir que la mejor forma de tratar el caso de Hashimoto es esperar a que le llegue la fecha de caducidad, pero si examinamos las causas de su popularidad, esa visión resulta extremadamente cándida.

No obstante, uno mira con cierta incredulidad la forma en que se maneja, como si fuera una fórmula mágica, eso del great reset, así como las pretensiones de Hashimoto, que crean la ilusión de que cambiando los sistemas podrá cambiarse también de forma dramática la sociedad. No puede dejar de percibirse un cierto peligro en su método de enfervorizar a la gente cambiando una y otra vez de escenario de lucha y de enemigo.

Debemos preguntarnos, por ejemplo, si la introducción del sistema electoral de distritos unipersonales ha servido realmente para promover una elecciones centradas en la discusión de los programas políticos, como se pretendía. Después de la exaltación creada con fenómenos como el Madonna boom de la época de la líder socialista Doi Takako, el boom de los nuevos partidos políticos que vivimos en la época del primer ministro Hosokawa Morihiro o, más recientemente, el cambio de gobierno del PLD al PDJ, ¿tenemos realmente la sensación que se ha conseguido una elevación de la calidad de la política cambiando ciertos mecanismos o sistemas?

Está fuera de toda duda que Hashimoto es una persona excepcionalmente capacitada, pero tenemos que saber aprender de la historia. Saber valorar detenidamente las declaraciones que se hacen día a día, examinar las medidas que se van tomando y someterlo todo a observación. Con desapasionamiento y paciencia. Ese es el deber de los medios de comunicación, que son los escenificadores del espectaculo de este “mago” al que tan importante papel se le está asignando.

(Publicado en japonés el 10 de julio de 2012; traducido al español del original en japonés)

Fotografía de fondo en el titular: Jiji Press

 

Introducción
Sakai Kazunari (Miembro del Subcomité Francés-Español de nippon.com)

El marco de la política japonesa

Si echamos una ojeada a la política japonesa posterior a la Segunda Guerra Mundial, vemos que en el año 1955 quedó fijado un sistema de facto en el que el Partido Liberal Democrático (PLD) ocupaba el gobierno mientras que el Partido Socialista de Japón se afianzaba como primera fuerza de la oposición; era el llamado “Sistema de 1955”, que se reprodujo a lo largo de un prolongado periodo.

Después, al reventar la burbuja económica en los noventa y romperse, en el ámbito internacional, la estructura de la Guerra Fría, en Japón ocurrió un boom de creación de nuevos partidos políticos, que dio paso en 1993 a un gobierno de coalición en torno al Nuevo Partido de Japón de Hosokawa Morihiro, lo cual supuso enviar al PLD a la oposición tras 38 años de hegemonía y poner fin así al Sistema de 1955. Sin embargo, el PLD volvió pronto por sus fueros, con su participación en el gobierno tripartito encabezado por el socialista Murayama Tomiichi. Por otra parte, con la reforma de la Ley de Elecciones Públicas, se introdujo un sistema electoral mixto que combina la representación proporcional y los distritos unipersonales, que posibilitó a partir de las elecciones a la Cámara Baja de 1996 el giro hacia el bipartidismo y la alternancia en el poder.

En las elecciones de 2009 el Partido Democrático de Japón (PDJ), que logró aunar en su seno a las diversas fuerzas contrarias al PLD, se impuso aplastantemente a este partido, dando así inicio al bipartidismo PDJ-PLD. Sin embargo, durante este periodo de dominio del PDJ, el primer gabinete, presidido por Hatoyama Yukio, se derrumbó en menos de un año como consecuencia de la confusión desatada en la política nacional y en la escena diplomática por la forma en que afrontó el traslado de la base militar norteamericana de Futenma (Okinawa); su sucesor, Kan Naoto, que tuvo que enfrentarse al Gran Terremoto del Este de Japón, duró apenas un año y tres meses en su cargo, y su sucesor, Noda Yoshihiko, que asumió el cargo en septiembre de 2011, no ha podido remontar la caída en su índice de apoyo popular.

Si bien se ha conseguido llevar a cabo una alternancia en el poder dentro del nuevo esquema bipartidista, el PDJ no ha podido ejercer decididamente la iniciativa, pues la labor de gobierno se ha visto obstaculizada por disensiones dentro del partido y, por otra parte, la mayoría relativa de que dispone el PDL en la Cámara Alta, cuyo ciclo de renovación es independiente del de la Baja, ha creado una situación muy difícil. La consecuencia de todo lo anterior ha sido una progresiva pérdida de la ilusión que se había despertado en la ciudadanía. Pero tampoco el PLD, ahora primer partido de la oposición, ha sido capaz de capitalizar a su favor la pérdida de popularidad del PDJ. Ante el bloqueo de la actividad parlamentaria y la inoperatividad manifiesta del bipartidismo, el apoyo popular a los partidos tradicionales, con el PDJ y el PLD a la cabeza, está decayendo rápidamente.

Lugar que ocupa Hashimoto en la política actual

Es en este contexto de desilusión popular hacia los dos grandes partidos políticos en el que comienza a obtener apoyo Hashimoto Tōru, que era conocido ya como abogado. Esta es la causa de que se presente como beneficiario de la desconfianza que inspiran los partidos existentes y de que se le valore como foco de las expectativas creadas en torno a una tercera fuerza que pueda ser alternativa a los dos grandes partidos del momento.

No obstante, suele hablarse también de “populismo a la japonesa” en referencia a los teatrales métodos políticos que ha utilizado como gobernador prefectural de Osaka, cargo que ocupó entre 2008 y 2011, y como alcalde de la ciudad de Osaka, a partir de esa última fecha, consistentes en aprovechar al máximo su exposición voluntaria a los medios de comunicación, y, centrando su atención en debates que atraen fácilmente a la ciudadanía, como las finanzas públicas o la educación, ser erigido en retador de los poderes establecidos.

Por otra parte, cabe también pensar, considerando el descenso en el índice de participación que se viene registrando en las últimas elecciones celebradas en Japón a distintos niveles, que bajo el apoyo a Hashimoto subyace el desinterés popular hacia la política, la apatía política. Dicho de otro modo, es una situación en la que la gente, sin tratar de llegar a comprender los difíciles temas políticos y relegando las medidas políticas a un segundo plano, deposita en esta figura una esperanza que no va dirigida hacia ninguna medida política concreta, sino a la posibilidad de que sea capaz de cambiar el actual estado de las cosas, que tanto descontento y tanta inseguridad produce. Aunque con estas esperanzas se entremezclan también las que despiertan sus postulados políticos neoliberales, bastante bien definidos, como son la eliminación de reglamentos, la extensión a todas las áreas del concepto de responsabilidad personal, o el fomento de la competencia.

Asimismo, tanto en el proceso que lo ha elevado al liderazgo, obteniendo un gran apoyo de la ciudadanía de Osaka, como en la firme insistencia que ha mostrado en su propósito de lograr elevar el estatus de la prefectura de Osaka a un nivel político equiparable al de Tokio, puede verse en Hashimoto, como antagonista de la política nacional centrada en la capital, Tokio, una manifestación de la política regional que aparece típicamente en Osaka, segunda ciudad del país.

(Escrito el 12 de octubre de 2012; traducido al español del original en japonés)

(*1) ^ El día 28 de septiembre de 2012, Hashimoto comenzó oficialmente su andadura en el ámbito nacional con el lanzamiento del Partido para la Restauración de Japón (Nihon Ishin no Kai). (Nota de Redacción

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