Japón en la encrucijada energética

Diversificación energética

Política Economía

Para impulsar el debate sobre el nuevo Plan Estratégico de Energía, el gobierno hizo públicos, en junio de 2012, tres posibles escenarios que se abrirán en función de cuál sea la proporción que se asigne a la industria nuclear en el abastecimiento de energía. En este artículo se analiza cada uno de esos escenarios, en busca de la combinación de fuentes de energía que más conviene a Japón.

El 29 de junio de 2012, cuando había pasado más de un año desde el accidente en la central nuclear de Fukushima Daiichi, el Consejo Gubernamental de Energía y Medio Ambiente, un órgano que está presidido por el ministro encargado de la Estrategia Estatal, propuso tres posibles escenarios para elaborar un nuevo plan que sustituyera al actual Plan Estratégico de Energía(*1)). En el plan que ha estado en vigor hasta ahora, aprobado en 2010 por el Consejo de Ministros, se indicaba que en 2030 algo más del 50% de la fuerza eléctrica japonesa se obtendría de la energía nuclear(*2), pero con la revisión a la que va a ser sometido, que parte de la premisa de conseguir un ahorro energético próximo al 10%, para ese mismo año se establecen tres opciones o escenarios: excluir la energía nuclear (0%), reducirla al 15% del total, o reducirla hasta que represente entre el 20% y el 25%. En cuanto a la electricidad procedente de energías renovables, para los tres escenarios anteriores (0%, 15%, 20-25%), los porcentajes respectivos serían de 35%, 30% y 25-30%, correspondiendo a la electricidad procedente de combustibles fósiles el 65%, 55% y 50% respectivamente, de forma que el crecimiento de estas dos fuentes (alternativas y combustibles fósiles) sería proporcional a la reducción de la energía nuclear. Las combinaciones a que darían lugar esos tres escenarios quedan recogidas en la Tabla 1.

En una situación en la que ha de atenderse, al mismo tiempo, a la tasa de autosuficiencia energética, al crecimiento económico y al medio ambiente global, Japón se plantea qué combinación de fuentes de energía sería la más apropiada. En este artículo examinaremos qué significaría cada opción y ofrecemos algunas sugerencias sobre la forma en que deberían elegirse.

La perspectiva 3E+S+M para hacer la elección correcta

A la hora de decidirse por una determinada combinación de energías, es necesario considerar en conjunto los siguientes aspectos.

1) Seguridad energética (E1, Energy Security)
Para Japón, un país de escasos recursos energéticos (solo se autoabastece en un 4%), la seguridad energética es un asunto fundamental para cimentar las bases sobre las que se asientan la vida de los ciudadanos y las actividades económicas.

2) Medio ambiente (E2, Environment)
Cerca del 90% de las emisiones de gases de efecto invernadero consisten en CO2 procedente de la generación de energía. Las medidas contra el calentamiento global y la política energética son asuntos indisociables, de modo que resulta imprescindible un acercamiento que los compatibilice.

3) Eficiencia económica (E3, Economic Efficiency)
Para dotar de estabilidad a las vidas de los ciudadanos y mantener la competitividad industrial, es necesario un suministro de energía estable y a bajo precio.

4) Seguridad (S, Safety)
Al abastecerse y utilizar la energía, es imprescindible estudiar convenientemente su seguridad.

5) Impacto macroeconómico (M, Macro Impact)
Según la política energética que se tome, es posible que pueda tener un impacto negativo sobre una parte de la población o de la actividad económica, pero en todo caso es necesario esforzarse por reducir en la medida de lo posible ese impacto sobre la tarifa eléctrica, el producto interno bruto, etcétera.

Cada fuente de energía tiene características diferentes; no existe una energía perfecta que no tenga desventajas. Exponemos a continuación, recogiendo todos estos puntos de vista (3E+S+M), las ventajas que ofrece y los problemas que plantea cada fuente de energía.

Ventajas y problemas que plantea cada fuente de energía

Energías renovables

La principal ventaja de las energías renovables es que son recursos completamente nacionales, que contribuyen a elevar la autosuficiencia energética del país (E1). Otro beneficio es que al generarse no se emiten gases de efecto invernadero (E2). Resultan, sin embargo, más costosas que la energía térmica o la nuclear y su densidad energética es menor, por lo que exigen grandes extensiones de terreno, a lo que se suma la gran variabilidad de la potencia generada por los rayos del sol o la fuerza eólica, lo cual representa un problema, pues obliga a adaptar a esos usos la red eléctrica nacional y a tomar otras medidas adicionales.

Todos estos problemas conducen a una valoración negativa desde el punto de vista de la eficiencia económica (E3). Por ejemplo, se considera que para posibilitar el escenario 0, en el que las energías renovables aportan el 35% del total, sería necesario, durante los próximos 18 años, colocar paneles solares en los tejados de todas las viviendas hábiles, cuya instalación obligaría a hacer reformas en las viviendas débiles a los seísmos. Algo similar ocurre con la energía eólica, pues los primeros cálculos aproximados apuntan a que, para alcanzar ese objetivo, durante los próximos 18 años sería necesario destinar a ese fin una superficie equivalente a 2,2 veces la extensión de la prefectura de Tokio, que tiene 2.187 km2. En caso de no poder alcanzarse ese objetivo, sería preciso aumentar la proporción de energía térmica para cubrir esa falta, lo que anularía el efecto beneficioso sobre el medio ambiente de las energías renovables.

Energía térmica

La mayor ventaja de la energía térmica es su gran manejabilidad para la generación de electricidad. En general, todos los combustibles de los que sea posible aprovisionarse se adaptan con flexibilidad y económicamente a su uso para atender la demanda a nivel básico (base-load), medio (middle-load) y de punta (peak-load). Pero esta energía es muy sensible a la situación en Oriente Medio y a otros riesgos geopolíticos (E1), ya que los combustibles fósiles son de importación en su práctica totalidad. Además, dado que entre el 70% y el 80% del coste de generación eléctrica corresponde al coste del combustible, se ve muy afectado por las variaciones del precio de este, y este punto representa un problema desde el punto de vista de la eficiencia económica (E3). Finalmente, al generarse electricidad por este medio, se emiten grandes cantidades de gases de efecto invernadero, lo que obliga, para la conservación del medio ambiente global, a tomar medidas adicionales como la captura y almacenamiento de carbono (E2, E3).

Energía nuclear

La principal ventaja de la energía nuclear es la gran capacidad de suministro de fuerza eléctrica que puede tener cada central, la abundancia de recursos y la facilidad con que pueden guardarse reservas, por todo lo cual se considera una “energía cuasinacional” que hace una importante contribución a la seguridad energética (E1). No solo eso: como ocurre con las energías renovables, la energía nuclear no emite gases de efecto invernadero en el proceso de generación de electricidad (E2). Utilizada de forma segura y continua, resulta más económica que otras fuentes de energía (E3) aunque se incluyan costes tales como la adquisición del suelo para las instalaciones, la promoción y ejecución de las políticas relacionadas, la puesta fuera de servicio de los reactores o el tratamiento de los residuos radiactivos. Implica, sin embargo, algunos problemas, como el correcto tratamiento de los residuos altamente radiactivos o la elevación de los niveles de seguridad (S), aspectos que ya habían sido señalados antes del accidente de la central nuclear de Fukushima.

Los gráficos 1, 2 y 3 muestran, respectivamente, la tasa de producción nacional (E1), las emisiones de dióxido de carbono (E2) y el costo de generación (E3) de cada fuente de energía.

Fuente: Informe del Comité de Verificación de Costes del Consejo de Energía y Medio Ambiente. (La página ofrece solamente información en japonés.)

Valoración de cada escenario

A continuación, basándonos en estas características y problemas que plantean las diversas fuentes de energía, ofrecemos una valoración de cada uno de los escenarios propuestos.

En el primero (escenario 20-25), que prevé doblar la proporción de las energías renovables y mantener o reducir ligeramente la de la energía nuclear con respecto a las cifras de 2010, será posible elevar la autosuficiencia energética y reducir el coste de la importación de combustible, además de adaptarse a las exigencias medioambientales, todo lo cual podrá hacerse con un impacto económico relativamente pequeño.

En el segundo (escenario 15), que supone reducir aproximadamente a la mitad la actual proporción de energía nuclear, será posible mejorar la autosuficiencia energética pero el impacto sobre la economía será mayor que en el escenario anterior.

En cuanto al tercero (escenario 0), al no poder reducirse el gasto que supone la importación de combustible, tampoco se conseguirá ajustarse suficientemente a las exigencias medioambientales, esperándose el mayor impacto sobre la macroeconomía, con grandes subidas de la tarifa eléctrica. Dicho de otro modo, a menor proporción de energía nuclear, más insuficiente resulta 3E y mayor es la tendencia a que aumente el impacto negativo sobre M.

La valoración de cada uno de estos escenarios desde la perspectiva 3E+M queda reflejada en el Gráfico 4.

Hacia un uso continuado de la energía nuclear

En las reuniones de recogida de opiniones promovidas por el gobierno, que vienen celebrándose en todo el país desde el 14 de julio de 2012, se ha expresado a menudo el parecer de que sería deseable un escenario 0. Bajo esta opinión, presente en muchas reuniones, subyace el hecho de que la confianza en la seguridad de la energía nuclear se está tambaleando.

Hasta el momento se han publicado cuatro informes de investigación sobre el accidente ocurrido en la central nuclear de Fukushima Daiichi: el del gobierno (disponible solo en japonés(*3)), el de la Dieta (también en inglés(*4))), el de la Compañía Eléctrica de Tokio (TEPCO, también en inglés(*5)) y el de la Fundación de la Iniciativa para la Reconstrucción de Japón, por parte del sector privado (también en inglés(*6)). En todos ellos se apunta a la inacción de TEPCO y de los organismos oficiales que regulan su actividad como causa de que no se hubieran tomado suficientes medidas en previsión de un tsunami. Es, pues, de la máxima urgencia elevar la seguridad de las instalaciones nucleares y recuperar la confianza de la ciudadanía, como se viene haciendo por medio de la elaboración de medidas de seguridad para casos de emergencia, implementación de tests de estrés para probar la resistencia de dichas instalaciones o el reciente establecimiento de la Comisión Reguladora Nuclear, un organismo al que se pretende otorgar autonomía.

¿En qué situación se encontraban las centrales nucleares japonesas antes de que ocurriera el accidente de Fukushima? Si bien el factor de utilización de estas instalaciones no era excesivamente alto, la frecuencia de paralizaciones no programadas era notablemente más baja de lo que es normal en otros países e, igualmente, la frecuencia con la que se producían situaciones de las que entran en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares (INES, por sus siglas en inglés), que mide la gravedad de estos sucesos, era también muy baja. Probablemente, esto es consecuencia de que, en Japón, cuando se produce una paralización no programada de una instalación nuclear, es necesario algún tiempo hasta su reactivación, por lo cual estas instalaciones se operan con enorme cuidado para que no se produzca ni el más mínimo problema.

Además, incluso durante el decenio de 1980, cuando la pérdida de competitividad en los costes había estancado la construcción de nuevas centrales nucleares en los países occidentales, Japón, que aspiraba a diversificar sus fuentes de energía, continuó construyendo nuevas centrales e invirtiendo en investigación y desarrollo. Debido a esto, entre el ramillete de empresas constructoras de estas instalaciones más importantes del mundo (la francesa Areva, la rusa Rosatom, Mitsubishi, Hitachi-GE Nuclear Energy y Toshiba Westinghouse), tres son japonesas o alianzas empresariales con empresas japonesas, una buena muestra del gran peso de la industria japonesa en el sector. Esta realidad se refleja también en el hecho de que países como Vietnam o Lituania, que se proponen desarrollar a partir de ahora la generación de electricidad mediante la energía nuclear, sigan confiando en las empresas japonesas aun después del accidente de la planta de Fukushima.

En conclusión, podemos decir que el nivel tecnológico de Japón en este campo es muy alto y que la causa del accidente de Fukushima ha sido la falta de capacidad de sus órganos reguladores y la escasa importancia que han prestado al tema de la seguridad, es decir, la falta de una cultura de la seguridad. Reconstruyendo esta cultura de la seguridad y elevando el nivel de gobernanza mediante órganos reguladores de total transparencia, los niveles de seguridad de la industria nuclear japonesa pasarán a situarse entre los más elevados del mundo.

Conviene apuntar aquí que la opción de la energía nuclear no se debe tomar por la seguridad o fiabilidad de esta energía, sino por las circunstancias que rodean el aprovisionamiento de energía en Japón, y que por tanto es muy importante que sea usada de la forma más segura. Sin olvidar que es imposible eliminar completamente el riesgo de un grave accidente nuclear, esperamos que las personas implicadas en la industria nuclear preparen convenientemente sus procedimientos y medidas para afrontar el supuesto de que tal desgracia ocurra, una actitud que, se dice, faltaba antes del accidente de Fukushima, y que se realicen continuos esfuerzos para fomentar y depurar entre estas personas una conciencia al respecto.

No prescindir de ninguna fuente de energía

Desde la perspectiva de 3E+S+M, ni las energías renovables, ni la nuclear, ni la térmica obtienen la máxima puntuación en todas las áreas. No existe, por tanto, la energía perfecta para este país pobre en recursos energéticos. La única opción válida es tratar de potenciar las ventajas y reducir las desventajas de cada una de ellas, combinándolas convenientemente. En el caso de que finalmente la opción elegida sea el Escenario 0, la ciudadanía tendrá que atenerse a las consecuencias, que serán soportar una mayor carga y sufrir un impacto económico, además de que, para rebajar la dependencia con respecto a la energía térmica y difundir las energías renovables, debería tomarse una postura decidida para no hacer que estas energías caigan en la dependencia de las subvenciones públicas.

En todo caso, la estrategia ideal para Japón sería no prescindir de ninguna fuente de energía. Para ello sería necesario avanzar no solo en el desarrollo de la utilización de las energías renovables, nuclear y térmica, que son las actualmente utilizables en términos realistas, sino también en el desarrollo de otras energías tan promisorias como el hidrógeno o, incluso, la fusión nuclear, y en el resto de las áreas. Pertrecharse bien ante el riesgo de un desabastecimiento energético es una condición ineludible para sostener y desarrollar las actividades económicas en un país pobre en recursos energéticos como Japón. Conforme van haciéndose avances en el debate sobre la combinación de fuentes de energía más adecuada, sería deseable que los ciudadanos considerasen las características de cada uno de los escenarios expuestos y realizaran una elección objetiva y desapasionada.

(Escrito el 31 de julio de 2012 y traducido al español del original en japonés)

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