Aprendiendo japonés

La casualidad me condujo a Japón y a su idioma

Cultura Idiomas

Shen Caibin comenzó a estudiar japonés porque su profesor de inglés de la secundaria pronunciaba con acento ruso. Los compañeros de trabajo que conoció en Japón se convirtieron en la mejor manera de aprender el idioma.

Pasé parte de mi juventud en mi ciudad natal, Haimen, en la provincia china de Jiangu, donde viví hasta que terminé la secundaria. Durante esa etapa de mi educación, aprendí inglés, pero mi pronunciación era horrible. El profesor que impartía las clases de ese idioma estaba especializado en ruso y había aprendido inglés por su cuenta, así que pronunciaba con un acento ruso muy fuerte. Eso explica que tras aprobar el examen de acceso a la universidad a la que quería ir no me asignaran al Departamento de Filología Inglesa como yo había solicitado, sino al de Filología Japonesa; así fue como empecé a aprender japonés.

Mis estudios de esa lengua apenas duraron dos años: en 1966 dio comienzo la Gran Revolución Cultural, motivo por el cual se abolió la educación tal como la conocíamos hasta el momento; comenzó lo que se podría calificar como una década perdida. Tras graduarme, me enviaron a Yanbei, una localidad septentrional de la provincia de Shanxi, donde mi trabajo no tenía nada que ver con el japonés. Varios años más tarde, cambié de profesión y me incorporé a la Sección de Asuntos Exteriores del Gobierno de Datong, ciudad perteneciente también a Shanxi. Allí empecé a ejercer de intérprete; por fin conseguía acercarme al idioma que había estudiado.

Un encuentro que cambiaría mi destino

Mi paso por Datong terminó convirtiéndose en un momento decisivo en mi vida, ya que allí fue donde conocí a Ariyoshi Shingo. En 1977, una delegación japonesa relacionada con la industria del carbón visitó la ciudad; su máximo representante era el difunto Ariyoshi, que por aquel entonces presidía la empresa Mitsui Kozan Co., Ltd. Durante su estancia en Datong, llevé al grupo a varios sitios, entre ellos las Grutas de Yungang, Patrimonio de la Humanidad. Además, aproveché la ocasión para preguntarle lo siguiente: "Antiguamente, Datong tenía otro nombre, Pingcheng, que se escribe con los mismos caracteres que Heijō-kyō, antigua denominación de la ciudad japonesa de Nara. ¿Sabe usted si existe alguna relación entre ambos lugares?" Ariyoshi me respondió que se llevaba mi pregunta a casa como ‘deberes’.

Tres años más tarde, en 1980, Datong se hermanó con la ciudad de Ōmuta, en la prefectura de Fukuoka, y a tal efecto se envió una delegación; yo acompañé a sus integrantes en calidad de intérprete en la que se convirtió en mi primera visita a Japón. Precisamente en esa localidad se encuentra la mina de carbón Miike, cuna del grupo de empresas Mitsui, que nos dio la bienvenida con una fiesta en el Hotel New Otani de Tokio. Ariyoshi, todavía presidente de Mitsui Kozan Co., Ltd., fue el encargado de dar el discurso de bienvenida en nombre de la organización. En su alocución, Ariyoshi hizo referencia a la pregunta que yo le había planteado hacía tres años: "Lamento decir que no he encontrado ninguna conexión histórica entre Datong y Nara. Sin embargo, sí que me he percatado de la existencia de dos vínculos que unen a Datong y a Ōmuta: el carbón y la amistad."

En 1989, a mis 45 años, decidí irme a Japón a estudiar. Trabé amistad con Ariyoshi, a quien solía ver una vez al mes. Posteriormente, gracias a su ayuda, entré en el Instituto de Investigación en Estudios Estratégicos Mitsui Global, donde estuve trabajando hasta 2008. Ocho de esos dieciséis años los pasé como jefe de su Centro de Investigación en Economía China; fue ahí donde realmente empecé a estudiar japonés y economía china.

Aprender japonés escribiendo informes

Para aprender japonés es importante contar con un material didáctico de calidad. En mi caso, al haberme especializado en economía de China, los periódicos y las revistas económicas se convirtieron en la mejor herramienta de aprendizaje; me sirvieron no sólo para mantenerme al día, sino también para estudiar el idioma.

Además, tuve la suerte de estar rodeado de excelentes profesores: tanto mis compañeros como mis jefes y subordinados japoneses hicieron las veces de maestro; no es que me dieran clase, pero me corregían lo que yo escribía.

En un instituto de investigación uno tiene que entregar informes periódicamente. En el caso de un viaje de trabajo al extranjero, se debe hacer cuando se vuelve al país. Estos informes van dirigidos al director de la institución, pero yo se los pasaba primero al jefe de mi sección para que los corrigiera. Cuando tomé las riendas del Centro de Investigación en Economía China, empecé a pedirle las correcciones a mis subordinados.

Comparar lo que yo había escrito con lo que me habían corregido me sirvió de mucho. A día de hoy, siento un profundo agradecimiento hacia todos aquellos que me ayudaron, en especial a Kamazawa Katsuhiko, exjefe de la Sección de Información Internacional, a Itō Eiji, exresponsable de la edición de nuestro boletín, y a la difunta Inoue Kazuko, antigua investigadora jefa del Centro de Investigación en Economía China.

Ikegami Akira, orador modelo

En la actualidad, dar conferencias es una de las principales labores a las que me dedico por mi trabajo; hablo en seminarios y simposios organizados en distintas partes de Japón por empresas y colectivos relacionados con la economía. El contenido es lo más importante, pero la expresividad cobra mucho peso también. Se podría decir que el secreto reside en ser capaz de explicar lo difícil de manera fácil y de hacer ameno lo aburrido. El periodista Ikegami Akira, que en estos momentos está muy solicitado en televisión, es un experto en este tipo de situaciones y un buen modelo de orador.

Relacionarse con japoneses y tener muchos amigos en Japón es muy útil para mejorar el idioma. A este respecto, he de confesar que me he confundido muchas veces al decir el nombre o el apellido de alguien a quien acababa de conocer; es algo con lo que todavía sigo teniendo problemas. Por ejemplo, los apellidos Kunitani y Kuniya se escriben igual. Al preguntarles a mis amigos japoneses cómo se puede saber cuándo usar uno u otro, me dicen que "cada caso es diferente". En las tarjetas de visita en Japón suele aparecer la lectura del nombre completo, por lo que lo mejor es comprobarlo antes de decir nada. Así se puede ir sobre seguro.

(Traducción al español del original en japonés)

China Mitsui Japonés relaciones sinojaponesas