¿Qué está ocurriendo en las relaciones entre Japón y China?

Combatiendo el problema de la diabetes en China

Sociedad

China es hoy el país con más diabéticos. En octubre de 2011 un equipo médico japonés comenzó un proyecto en Shanghái para atajar este problema creciente. Iizuka Yōko, nacida en China de padre chino y madre japonesa, está involucrada en la propuesta y planificación de dicho proyecto, en el que ha participado como médico.

La realidad de China, el “gigante de la diabetes”

Quizá el lector no sepa que en la actualidad China es el “gigante de la diabetes”. El número de enfermos crece de forma alarmante debido a los cambios en el modo de vida de los chinos; según la Federación Internacional de la Diabetes, en 2010 dicho número ascendía a 92.400.000.

Así las cosas en China, yo participé en un proyecto de investigación denominado “Servicios de tratamiento de diabetes según los métodos japoneses”, que se concentró en Shanghái en 2011 y en Hangzhou en 2012, en calidad de médica en las áreas de asesoramiento y planificación. Se trataba de un proyecto en el que, como parte del plan de “Negocios para la promoción internacional de los servicios médicos” del Ministerio de Economía, Comercio e Industria, se creó un consorcio entre una empresa y un equipo médico formado por médicos, enfermeros, nutricionistas, farmacéuticos y demás, que ofreció consultas y tratamiento a pacientes de hospitales en dos zonas de China.

Mis motivos para participar nacieron de mi visita a China en 2010, cuando me invitaron por primera vez a una conferencia, y visité con un grupo las instalaciones en las que se realizan los tratamientos. En el tema de la diabetes China trataba de seguir, por aquel entonces, lo que se hacía en Occidente. Sin embargo esta es una enfermedad que se caracteriza por mostrar grandes diferencias entre las diversas razas humanas. Creo que la razón por la que me invitaron fue que se empezaron a dar cuenta de este problema, y de que Japón era el país de Asia en el que más se había avanzado en las técnicas médicas en este terreno.

La realidad médica de la que fui testigo allí me impactó. En Japón, cuando se habla del tratamiento de la diabetes, lo básico es el tratamiento por medio de la alimentación, del ejercicio y de unos buenos hábitos en la vida del paciente. En los casos en que ese tipo de tratamiento no supone una mejora los tratamientos comienzan a incorporar insulina y otras medicinas. Se trata de un proceso estándar en el que, para cada una de esas etapas, los enfermeros, nutricionistas, farmacéuticos y médicos ofrecen guía y educación adecuadas, proporcionan motivación para continuar con el tratamiento, y conforman un equipo médico con el que fortalecer las capacidades del paciente. No obstante, en China no existe un concepto parecido, y los tratamientos se basan en una estructura vertical, en la que los médicos lo basan todo en el uso de medicinas. La cantidad de medicamentos utilizados está al nivel de Occidente -entre dos y cuatro veces más que en Japón-, y dado que están empezando a aparecer casos de bajo nivel de glucemia como consecuencia, también aumenta la desconfianza.

También las infraestructuras de los hospitales acarrean muchos problemas. Incluso los mejores centros de China no están preparados para reducir el eco y son extremadamente ruidosos; allí vimos lugares en los que hasta cuatro médicos llegaban a compartir una sala en la que examinaban a la vez a sus pacientes.

Cuando vi esta situación por primera vez me di cuenta de verdad de la posibilidad de apoyar y extender la forma de diagnosticar y las técnicas japonesas al “gigante de la diabetes”, a través de un intercambio médico en toda regla entre ambos países. Como si me hubiera leído el pensamiento, en aquel momento el Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Japón comenzó una operación de contribución pública a través de la cual exportaría los excelentes tratamientos japoneses tal cual. Era la oportunidad perfecta.

Pacientes que lloran abiertamente ante la amabilidad de los médicos

La primera visita, en octubre de 2011, fue a Shanghái. Allí establecimos la Clínica de Tratamiento de la Diabetes según los Métodos Japoneses, y ofrecimos consultas gratuitas a diabéticos chinos; los médicos examinando, los enfermeros informando sobre la enfermedad, y los nutricionistas proporcionando guía alimentaria. Los resultados fueron obvios: además de una reducción en el peso de los pacientes pudimos comprobar que su calidad de vida mejoraba en todos los aspectos, como los niveles de glucemia y la presión sanguínea. Además las mejorías resultaron aún más obvias para los pacientes que más veces visitaron nuestra consulta.

Pero los pacientes reaccionaron de una forma totalmente inesperada para nosotros. Por ejemplo muchos pacientes, tras visitarme en la consulta y pasar por la sala de los nutricionistas y la de los enfermeros, volvían a verme para mostrar su gratitud: “Tantas personas haciendo tanto solo por mí… Muchísimas gracias”, decían, con una reverencia, y regresaban a sus casas con una sonrisa en los labios. Por el contrario, otro paciente que me estaba explicando su dolencia de pronto se echó a llorar abiertamente, algo que me sorprendió mucho. Cuando le pregunté la razón me dijo que nadie lo había escuchado con tanta amabilidad hasta aquel momento. También hubo médicos chinos que se mostraron sorprendidos por aquellos pacientes, y que expresaron su deseo de pertenecer a un equipo en el que se creaba un ciclo de confianza como aquel.

Según nuestras investigaciones, el grado de satisfacción de los pacientes hacia los métodos japoneses fue muy alto. De nuevo fuimos conscientes de la importancia del tratamiento y las ideas del equipo médico, así como de las mejoras en estado de los pacientes.

Pese a las protestas antijaponesas por el tema de las Senkaku, las cosas no cambian

Tras un comienzo así el proyecto parecía ir viento en popa, pero pronto aparecieron obstáculos inesperados. En 2012 comenzaron a darse protestas y manifestaciones antijaponesas con motivo del problema de las islas Senkaku, y el asunto influyó y terminó por eclipsar por completo nuestro proyecto.

Lo cierto es que ese año se había dado luz verde a un nuevo plan para la zona de Guangzhou, y en Shanghái con un modelo de pago, que desarrollara aún más y de forma más profunda los “Servicios de tratamiento de diabetes según los métodos japoneses”. No obstante los hospitales de ambas ciudades se negaron de pronto al plan. Quizá fuera una decisión tomada con sentimientos encontrados.

Por otro lado, y a pesar de esta situación, nos llegó el ruego persistente de que visitáramos la zona de Hangzhou. Mentiría si dijera que no albergábamos ninguna duda al respecto. Aunque la administración del hospital diera el visto bueno quizá los pacientes, de forma individual, reflejaran el empeoramiento de las relaciones entre China y Japón y sintieran reservas. Los miembros del proyecto consideramos cuidadosamente ese punto, y finalmente decidimos firmemente ofrecer servicios aún mejores que los del primer año, y nos pusimos en marcha hacia la zona.

Sin embargo, cuando fuimos nos dimos cuenta de que nuestros temores eran infundados. Los pacientes, al igual que había ocurrido en Shanghái, se mostraron satisfechos con los métodos japoneses, y nos mostraron su agradecimiento de corazón. Los trabajadores chinos del hospital también valoraron en gran medida al equipo médico japonés, y nos pidieron que volviéramos. Además, después de que regresáramos a Japón, el equipo del hospital de Hangzhou decidió organizar un viaje de formación con los miembros que lo solicitaron para viajar a Japón. Ninguno de los pacientes o del personal médico chino que conocí allí alteró en lo más mínimo su conducta hacia nosotros debido a los problemas que existían entre nuestros países.

Una resolución fortalecida por la carta de un hombre de más de 80 años

La lección más importante que aprendí en los dos años que duró el proyecto en China es que, si uno se esfuerza con dedicación ese sentimiento se transmite, sea quien sea el paciente. Se puede cultivar una relación de confianza. Creo sinceramente que es una verdad aplicable no solo a los chinos y los asiáticos: cuando se reconocen y respetan las diferencias (de cultura, costumbres o ideología) y se utilizan las destrezas de ambas partes, se trata de un intercambio a través del cual se conectan los corazones, en el que todos ganan, con el que se pueden conseguir resultados.

Me gustaría hablar sobre una carta que me entregó en la última visita un hombre de 80 años que vino cinco veces a nuestra consulta, en el hospital de Shanghái. Esta persona, hasta ese momento, solo había escuchado “No coma esto, no coma lo otro” de boca de los médicos; se encontraba alicaído, casi deprimido. Nosotros le dimos nuestras pautas: si tiene cuidado con las calorías y el equilibrio de los alimentos, puede comer lo que quiera; gracias a esto, su estado mostró mejoría, y desarrolló una actitud positiva y optimista hacia la diabetes. Al leer su carta me reafirmé en mi confianza de que lo que hicimos allí no fue solo aliviar las dolencias de los pacientes, sino mejorar las vidas de esas personas.

Carta de agradecimiento de un paciente de Shanghái

Tengo 80 años. Llevo 30 años padeciendo diabetes. Al principio no creía que la enfermedad fuera nada grave, y pensé que lo mejor sería dejar que la naturaleza siguiera su curso. Sin embargo, gracias a la guía que todos ustedes me brindaron, he podido retomar mis hábitos alimenticios y mi ejercicio diario dentro de límites razonables, me he dado cuenta de la seriedad de mi condición, y ahora siento confianza ante la posibilidad de mantener una vida sana. Agradezco profundamente esas consultas médicas con japoneses y chinos. Me gustaría mostrar mi respeto hacia los incansables esfuerzos que realizaron entre los dos países durante tantos meses.

¡Que siempre exista amistad entre China y Japón!

(Paciente anónimo)

Deseo contribuir al intercambio médico entre China y Japón, superando las fronteras

Mi padre es chino y mi madre japonesa, y hasta los dieciséis años yo viví en China. Teniendo en cuenta esa formación, el poder utilizar los conocimientos y las técnicas aprendidos en Japón para fomentar el intercambio médico entre ambos países no solo es un sueño que tengo desde hace años, sino también, creo, la misión que me ha sido confiada.

En este Japón en declive demográfico cada vez son menos los pacientes que reciben tratamiento siguiendo el fantástico modelo japonés. Soy de la opinión de que exportarlo no es solo algo que redunda en beneficio de los habitantes de otro país, sino que al tratarse de bienes compartidos por la raza humana merece la pena preservar los recursos limitados de los que se sirven estas técnicas y fomentar su avance.

Tristemente, los proyectos para China del Ministerio de Economía, Comercio e Industria se vieron inevitablemente cancelados tras dos años. Y sin embargo incluso ahora hay muchos hospitales que siguen pidiéndonos que vayamos, y me gustaría poder seguir ofreciendo mi cooperación y reanudar esa colaboración bajo la forma que sea.

De ser posible, me gustaría crear una red de intercambio de medidas de prevención, diagnóstico y tratamiento, centradas en la diabetes, con China. Y no solo limitar la ayuda a las patologías, sino ampliarla también a la construcción de centros de educación e investigación, e incluso al establecimiento de un sistema por el que no solo se colabore para tratar la diabetes, sino que se utilicen las excelentes técnicas médicas japonesas para todo tipo de campos. Ese es mi objetivo.

(Composición: Minamiyama Takeshi; Imágenes: Kodera Kei)

(Artículo traducido al español del original en japonés.)

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