La mujer en el Japón actual

El auge de los expertos culinarios y la transformación de los hogares japoneses

Sociedad Cultura

El Gobierno de Japón lidera los esfuerzos para la promoción de la gastronomía japonesa o washoku en momentos en los que este tipo de cocina está perdiendo presencia en los hogares del país y es cada vez más frecuente comer fuera o comprar platos preparados. No obstante, sigue aumentando el número de expertos culinarios y se publican muchos libros de recetas. Reflexionamos sobre el significado de todo esto y hacemos un repaso  a la evolución de los hábitos diarios de las familias en el archipiélago nipón.

Los orígenes de los expertos en gastronomía como profesión reconocida

El origen de los expertos en gastronomía como profesión reconocida en Japón se remonta a la época en la que surgió la clase formada por los asalariados, esto es, aquellos trabajadores que desempeñan su labor en una organización que los ha contratado. Estos empleados recibían el sueldo necesario para mantener a la familia, razón por la cual sus esposas se convertían en amas de casa que se dedicaban exclusivamente a administrar el hogar y realizar las tareas domésticas. El aumento de esta clase formada por unas amas de casas que se esforzaban a diario para llevar una vida privada plena creó una demanda de personas especializadas en todo lo relacionado con la cocina y el desarrollo de este tipo de expertos.

La primera escuela de cocina para mujeres se fundó en 1882, mientras que el primer manual de cocina para el hogar se publicó en 1903. El uso de expresiones como "para mujeres" y "para el hogar" pone de relieve que hasta entonces eran los hombres quienes tenían interés en aprender a cocinar.

Con el establecimiento por parte de las autoridades nacionales de instituciones de educación superior para mujeres en 1899, se produjo un aumento en el número de mujeres que adquirían en estos centros educativos unos conocimientos para poder aprender en las escuelas de cocina y los manuales dedicados a este tema. Posteriormente, se convertían en amas de casa, y fue entonces cuando nació el género que podríamos denominar 'comida casera', fruto de los esfuerzos que estas mujeres hacían a diario para ingeniar el menú de toda la familia.

En la década de 1910 se publicó la primera revista dedicada a ofrecer información sobre la vida diaria a las amas de casa. En 1927 comenzaron las primeras emisiones radiofónicas, por lo que nacieron también los programas de cocina. Ahí surgió la demanda de expertos en gastronomía.

Los programas de cocina y la popularidad de los expertos que aparecían en ellos

El público general comenzó a conocer la profesión de experto en gastronomía a partir de 1953, año de inicio de las primeras emisiones de televisión. Los programas de cocina tenían índices de audiencia altos, y es ahí también donde surgieron personajes carismáticos que gozaban de popularidad entre el público.

Por ejemplo, tenemos a Egami Tomi (1899-1980), que desde que apareció en el primero de los muchos programas de Kyō no ryōri (La cocina de hoy) que el canal NHK comenzó a emitir en 1957 se ganó al público por su imagen de madre; a Iida Miyuki (1903-2007), exmujer de un diplomático con aires de famosa; y a Doi Masaru (1921-1995), exmiembro de las fuerzas armadas que centraba sus enseñanzas en la gastronomía japonesa.

La época de crecimiento económico acelerado que vivió Japón supuso también el apogeo de la popularidad de Egami Tomi. Esta experta consideraba que los esfuerzos que las amas de casa realizaban para que el resto de la familia pudiera comer platos deliciosos y para sorprenderlos con nuevas creaciones guardaban relación con la armonía en el hogar y servían también de legado para la siguiente generación. La experta pensaba, además, que la labor de las amas de casa se traducía en una estabilidad para toda la sociedad. Opiniones tan interesantes como estas reflejan la época y la vida personal de la experta.

Cuando las mujeres soñaban con casarse con un asalariado y cuidar de la casa

Egami Tomi nació en la familia de un propietario de tierras acaudalado de la prefectura de Kumamoto. Su madre, que cocinaba con el personal de su servicio doméstico, le enseñó que la mujer está más guapa cuando trabaja con ahínco en la cocina. Egami se casó con un técnico del Ejército de Tierra y en 1927 se fueron juntos a Francia; allí estudió cocina francesa en la escuela Le Cordon Bleu. Tras regresar a Japón, fundó su propia escuela de cocina a petición de una persona a la que había conocido durante su vida en París. Después de la Segunda Guerra Mundial, su marido, que se sentía responsable de la derrota japonesa, decidió retirarse del Ejército, razón por la cual ella concentró sus esfuerzos en la gestión del centro que había fundado. Trasladó su sede de Fukuoka a Tokio y empezó a aparecer con frecuencia en los medios de comunicación. En su época de apogeo, el número de alumnos llegó a los 6.500.

Esta es la época del crecimiento económico acelerado en Japón, durante la cual aumentó rápidamente el número de trabajadores asalariados. En aquel entonces, el sueño realizable de las mujeres era casarse con este tipo de hombre y formar una familia nuclear. Este modelo familiar consistía en que el hombre, que trabajaba fuera, aportaba el sustento, mientras que la mujer se dedicaba a las tareas domésticas y al cuidado de los hijos. El papel de cada uno quedaba definido en función de su sexo. Las mujeres consideraban que su estatus mejoraba de este modo. De hecho, a estas mujeres, a las que se les había encomendado el cuidado del hogar, no les resultaba raro albergar la sensación de estar sosteniendo la sociedad mediante su labor. Hasta entonces, además de las muchas horas dedicadas a las tareas domésticas, el trabajo que realizaban se limitaba a ayudar en negocios familiares tales como el comercio y la agricultura. Si convivían con los padres del marido, el trato que recibían era similar al de un esclavo.

Cocinas donde reinaba la abundancia y se preparaban platos innovadores

La situación de las mujeres mejoró en 1946, año en que se promulgó la Constitución, en la que se estipulaba que los hombres y las mujeres gozaban de los mismos derechos. La generación que se educó bajo la nueva Carta Magna se hizo adulta precisamente en la época de crecimiento económico acelerado. La mayoría de los hombres que trabajaban como asalariados y formaban una familia eran el segundo o el tercer hijo de familias de zonas rurales, por lo que no vivían con sus padres. Los matrimonios de esta generación dividían las tareas teniendo en cuenta que tanto el hombre como la mujer son personas en igualdad de condiciones.

El aspecto de las cocinas también cambió significativamente durante esta época. En todo Japón se disponía ya de agua corriente, por lo que no era necesario ir a buscarla a los pozos. El suministro de gas se extendió y dejó de hacer falta un control sobre el fuego alimentado con madera. Los suelos eran de madera, más fáciles de cuidar. El establecimiento sucesivo de centrales eléctricas permitió una mejora en el suministro de electricidad, por lo que el uso de los electrodomésticos se normalizó rápidamente. La llegada del frigorífico hizo que disminuyera la frecuencia con la que la gente compraba y permitía disponer siempre de productos frescos. Gracias a las arroceras eléctricas, se podía cocer arroz de forma automática sin problemas. La lavadora y el televisor también pasaron a formar parte de la vida diaria de los japoneses.

La distribución de productos también experimentó grandes cambios, de modo que aumentó la variedad de alimentos disponibles. Pescado y mariscos frescos, y verduras, entre otros, se podían encontrar siempre en las estanterías de los supermercados, que constituían un nuevo negocio. Con el fin de mejorar la dieta del pueblo, las autoridades promovieron el consumo de proteínas; la ganadería y la producción de lácteos crecieron. Los japoneses empezaron a consumir diariamente leche, carne y huevos a partir de la época de crecimiento económico acelerado.

Con la modernización de la sociedad, las recetas propias de las gastronomías occidental y china, que los expertos culinarios nipones recomendaban una vez adaptadas al paladar de los japoneses, se presentaban como un elemento idóneo para estas cocinas en las que ahora reinaba la abundancia. Los platos elaborados tenían una fuerte presencia en los hogares de Japón; las amas de casa, que mandaban en la cocina, aprendían con ahínco nuevas especialidades.

Estas mujeres pertenecen también a una generación a la que no se enseñó a cocinar. Hay quienes se criaron en grandes ciudades durante y después de la Segunda Guerra Mundial, una época en que escaseaban los alimentos y no era el momento de aprender a cocinar; algunas se mudaron a zonas urbanas entre los 10 y los 19 años, de ahí que no pudieran aprender de sus padres. Todo esto creó una fuerte demanda de expertos culinarios.

Compaginando un trabajo temporal fuera de casa con las tareas domésticas

Poco tiempo después empezó a aumentar el número de mujeres que trabajaban fuera de casa. Con el inicio de la década de 1970, el feminismo cobró fuerza en todo el mundo, incluyendo Japón. Este país aprobó la Ley de Igualdad de Oportunidades Laborales en 1986. La crisis del petróleo desencadenó una bajada salarial entre los trabajadores, de ahí que hubiera una mayor necesidad entre las mujeres casadas de trabajar fuera del hogar. No obstante, en la mayoría de los casos se trataba de empleos temporales en los que tanto el salario como el trato no eran muy buenos.

El bajo posicionamiento de la mujer en la sociedad se vio también reflejado en el hecho de que la carga que representaban las tareas domésticas para las mujeres apenas disminuyó a partir de la época de crecimiento económico acelerado. Aunque estas trabajaran fuera de casa, hacer la compra, cocinar y limpiar después de las comidas seguían siendo responsabilidad de las esposas.

Los maridos pensaban que las tareas domésticas les correspondían a las mujeres. Además, no podían encargarse de estas labores, ya que trabajar durante muchas horas se estaba convirtiendo en una práctica normal en los entornos laborales de Japón. Aunque pedir comida fuera de casa empezaba a ser una realidad en el país, en aquella época muchas mujeres se sentían culpables cuando compraban platos ya preparados para acompañar el arroz.

Kobayashi Katsuyo, la mesías de las mujeres ocupadas

Esta es la época de esplendor de Kobayashi Katsuyo (1937-2014), que dominó a toda una generación con su forma de cocinar: se atrevió a acortar el proceso. La experta se había criado en una familia de comerciantes de Osaka; a su madre le gustaba cocinar, igual que a su padre, que disfrutaba también degustando platos. Kobayashi tenía un buen paladar, pero nunca había cocinado, así que el fracaso fue estrepitoso el primer día que lo intentó tras casarse. Ahí fue cuando se puso manos a la obra; aprendió a cocinar con su madre y con pescaderos, verduleros y otros profesionales de la alimentación. Su punto fuerte era que todo lo que sabía lo había adaptado a su estilo personal.

Kobayashi se hizo experta culinaria tras enviar una carta a un programa televisivo de variedades. En la misiva, explicaba que sería interesante que este tipo de emisión contara con una sección de cocina. El canal de televisión respondió ofreciéndole que fuera ella la encargada del espacio. Kobayashi se dedicaba a preparar ante las cámaras platos que había visto en diferentes restaurantes famosos.

La experta fue ganándose el apoyo del público por su capacidad para presentar sucesivamente recetas fáciles que iba pensando en el transcurso de su día a día ajetreado, ya que vivió una época de gran ocupación al compaginar el éxito profesional derivado de su experiencia con el cuidado de sus hijos.

Kurihara Harumi, la imagen de una ama de casa feliz

La generación que se crió en una época de prosperidad llegó entonces a la edad adulta. Estas mujeres se educaron en hogares en los que la madre preparaba a diario hasta dos o tres platos diferentes para acompañar el arroz, e incluso se atrevía con recetas elaboradas. Además, crecieron en la época en la que se desarrolló una industria enfocada a que la gente comiera fuera. Saben también a qué sabe la cocina de los profesionales.

Kurihara Harumi (1947- ) facilitó la labor a todas aquellas mujeres que querían superarse a diario en la cocina ofreciendo platos diferentes que ellas mismas quisieran comer también. Para ello, iba cambiando los ingredientes y condimentos. La imagen de ama de casa feliz que mostraba hizo que entre las mujeres aumentara la admiración hacia los expertos culinarios.

Con la llegada del siglo XXI, la oferta de platos preparados y de establecimientos para comer fuera de casa se intensifica cada vez más y crece la demanda. El listón en lo relativo a cómo sería la cocina ideal en los hogares de Japón ha subido; muchas mujeres han dejado de cocinar porque sienten que sus habilidades no están a la altura. Además, cada vez hay más mujeres que trabajan fuera de casa que aquellas que dedican exclusivamente a las labores domésticas. El aumento de mujeres que tienen un empleo fijo igual que los hombres ha motivado también un incremento en la demanda de alimentos preparados. La mejora del estatus social de las mujeres conlleva que estas estén más ocupadas que antes y no tengan tiempo de cocinar. Han pasado a formar parte de una sociedad en la que es normal trabajar en una empresa durante muchas horas.

No obstante, ahora existen cada vez más expertos culinarios, y las estanterías de las librerías están repletas de libros con una gran variedad de recetas. Este hecho deja un hueco a la esperanza de que en una sociedad en la que es normal comer fuera y comprar platos preparados, a día de hoy no son pocas las personas que quieren preparar su propia comida.

Imagen de la cabecera: a la izquierda, Kobayashi Katsuyo en una fotografía de 1985. A la derecha, Kurihara Harumi en una instantánea de 2008 (cortesía de Jiji Press).

(Traducción al español del original en japonés escrito el 30 de septiembre de 2015)

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