La dura batalla de las clínicas que colaboran en la lucha contra el coronavirus

Salud

Las llamadas “clínicas colaboradoras en la atención de enfermedades infecciosas” admiten en secreto a pacientes contagiados con el coronavirus a petición del Gobierno. Son entidades que atienden a los enfermos desde la sombra, sin revelar su nombre, para evitar dañar su reputación.

Asahara Shingo ASAHARA Shingo

Asahara Shingo Doctor en medicina. Ha trabajado en el Hospital Juntendō, asociado a la Facultad de Medicina de la Universidad Juntendō, y en el Hospital del Instituto del Cáncer. Ocupa el cargo de subdirector del Hospital Chiba Tokushūkai desde 2007. Desde hace un par de años, es responsable de Sanidad Pública y Nuevas Enfermedades Infecciosas en la Asociación de Médicos de Funabashi (prefectura de Chiba). Colaboraba en la preparación de medidas contra la gripe cuando estalló la pandemia de coronavirus. Compagina la lucha para contener la COVID-19 en la ciudad de Funabashi con el tratamiento de casos complicados de cáncer de páncreas, hígado y vesícula biliar en la Unidad Hepatopancreatobiliar de su hospital. Médico especialista y asesor de la Asociación Japonesa de Gastroenterología, médico especialista y asesor certificado de la Asociación Japonesa de Endoscopia Gastroenterológica, médico asesor certificado de la Asociación Pancreática Japonesa, médico asesor certificado de la Asociación Biliar Japonesa, oncólogo certificado.

Subvenciones nacionales de solo 16.000 yenes por cama

Las clínicas que se encargan del tratamiento del coronavirus en Japón se dividen en dos grandes categorías: las clínicas designadas para la atención de enfermedades infecciosas (en adelante, clínicas designadas) y las clínicas colaboradoras en la atención de enfermedades infecciosas (en adelante, clínicas colaboradoras), que facilitan apoyo a las designadas. Mientras que el Gobierno concede financiación pública y una serie de subsidios a las primeras, las ayudas que perciben las segundas son escasas. Asahara Shingo define la situación de las clínicas colaboradoras como “prácticamente un voluntariado”.

Aunque casi todas las clínicas colaboradoras toman medidas como aislar alas de edificios enteras o reservar camas especialmente para atender a los pacientes de coronavirus sin que se contaminen el resto de sus instalaciones, el subsidio que reciben del Gobierno se limita a unos 16.000 yenes diarios por cada cama ocupada por un paciente contagiado.

“Hay clínicas colaboradoras que tienen cerca de 50 camas reservadas para evitar que se propague el contagio, pero no reciben ninguna compensación por las camas desocupadas y solo obtienen una subvención de 80.000 yenes por paciente ingresado en la unidad de cuidados intensivos (UCI)”, revela Asahara.

Las que acabamos de mencionar no son las únicas cargas que lastran a las clínicas colaboradoras: las hay que ofrecen prestaciones por riesgo de contagio a sus trabajadores y que aumentan el número de enfermeros para el turno de noche para atender a los 4 o 5 contagiados que tienen ingresados. Con las estrecheces económicas que ya venía arrastrando el sector sanitario, muchas clínicas estarán en riesgo de quiebra si la situación actual se prolonga: “Mantener cerca de 40 camas desocupadas a diario genera unas pérdidas de varias decenas de millones de yenes al mes, pero el Gobierno no prevé ningún tipo de compensación para paliarlas. En la Asociación de Médicos nos han llegado quejas desesperadas de clínicas colaboradoras que aseguran que, de seguir así, llegarán al límite a finales de mayo o que no podrán hacer frente a una segunda ola de contagios”.

Médicos de otras especialidades expuestos al riesgo de contagio

Entre las clínicas designadas para la atención de enfermedades infecciosas que acaparan la atención pública en la actual crisis del coronavirus, están las clínicas específicamente designadas para la atención de enfermedades contagiosas —en la cúspide del sistema—, las clínicas designadas para la atención de enfermedades contagiosas de tipo 1, las clínicas designadas para la atención de enfermedades contagiosas de tipo 2 y las alas hospitalarias destinadas a la tuberculosis. Todas estas instalaciones cuentan con médicos y enfermeros duchos en nuevas enfermedades infecciosas, ébola y otras afecciones, que reciben formación periódicamente.

¿Qué funciones desempeñan actualmente las clínicas colaboradoras?

Cuando aparecen pacientes contagiados con nuevas enfermedades infecciosas como el coronavirus, el primer lugar al que se acude son las clínicas específicamente designadas para la atención de enfermedades contagiosas, que son cuatro en todo Japón. En el caso de la pandemia actual, cuando las clínicas específicamente designadas ya estaban llenas, se recurrió a las designadas para la atención de enfermedades contagiosas de tipo 1 y de tipo 2. Sin embargo, los brotes de contagios excedieron también la capacidad de estos centros y hubo que empezar a derivar pacientes a las clínicas colaboradoras.

La principal función de las clínicas colaboradoras es brindar apoyo a las clínicas designadas, haciéndose cargo de las personas enfermas (con síntomas leves o moderados) y las potencialmente contagiadas para las que no hay capacidad. Las Administraciones locales, las asociaciones médicas y los centros sanitarios públicos regionales son los responsables de distribuir a los pacientes y de solicitar su admisión en este tipo de centros caso por caso: “La gran diferencia de las clínicas colaboradoras respecto a las designadas es que no se publica ni en qué consiste su colaboración ni cuántas existen en la zona. Con el pretexto del Gobierno de que esa información se mantiene en secreto para evitar que el virus se propague más y que la reputación de las clínicas se vea perjudicada, ni siquiera los médicos de otras clínicas del barrio saben qué centros son colaboradores”.

Preguntamos al Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar cuántas clínicas colaboradoras hay en todo el país, pero no recibimos respuesta en el plazo requerido.

El personal de las clínicas colaboradoras, que sufren carencia tanto de mano de obra como de instalaciones y material de seguridad, está expuesto a un riesgo de contagio igual o incluso mayor que los trabajadores de las clínicas designadas: “Las clínicas colaboradoras deben compaginar las visitas ambulatorias habituales con la atención de pacientes hospitalizados y, mientras que unas cuentan con médicos de urgencias y cardiólogos, en otras un único doctor titular debe encargarse de todo”.

La escasez de equipos sanitarios de protección es también más acusada en las clínicas colaboradoras que en las designadas. El hecho de que trabajen en la sombra, sin revelar su ubicación, dificulta el acceso a ayudas procedentes del sector privado. En abril hubo centros que encargaron a las enfermeras que se hallaban de baja por maternidad la elaboración de batas protectoras a partir de bolsas de basura.

La opacidad de las subvenciones nacionales y regionales

Los responsables de las enfermedades infecciosas en asociaciones médicas regionales como Asahara son quienes se encargan de coordinar a las desbordadas clínicas colaboradoras con los Gobiernos locales, los centros sanitarios públicos y otras entidades relacionadas: “Las clínicas colaboradoras no se crearon en la pandemia actual; ya existían cuando surgió el síndrome respiratorio agudo grave (SARS) en 2003. Pero en Japón, cuando cambian los responsables, la formación y la experiencia acumuladas en el pasado no se aprovechan. El Gobierno central delega en las prefecturas, por lo que la gestión depende de la voluntad de los líderes de la Administración local. Si los de arriba no son ágiles y los actores locales no se ponen en marcha, no vamos a ninguna parte”.

Como el Gobierno de la prefectura de Chiba ha dejado claro que no piensa otorgar fondos a las ciudades principales (como Kashiwa, Funabashi y Chiba) para montar instalaciones de pruebas PCR desde el coche o para subvencionar el alquiler de hoteles donde alojar a pacientes de coronavirus, la asociación de médicos no tiene más remedio que colaborar con los ayuntamientos de los distintos municipios para ejercer presión.

La ciudad de Narita, también de la prefectura de Chiba, ha anunciado la concesión de 100 millones de yenes a cada uno de los dos hospitales de la ciudad que admiten pacientes de coronavirus. En la prefectura de Osaka, además de las subvenciones y las ayudas especiales de transporte para los organismos médicos, se recaudan donativos privados y se reparten tarjetas de prepago Quo Card por valor de hasta 200.000 yenes a los trabajadores del sector sanitario. Las prefecturas de Aichi, Fukuoka y Kioto también han hecho públicas sus ayudas para los centros médicos que se encargan de personas contagiadas de coronavirus. Aunque ninguna de las medidas mencionadas se dirige exclusivamente a las clínicas colaboradoras, cada vez son más los Gobiernos locales que lanzan iniciativas de apoyo.

El gobernador de Chiba, Morita Kensaku. La prefectura tiene clínicas colaboradoras, pero todavía no se les presta la asistencia que necesitan. (Jiji Press)
El gobernador de Chiba, Morita Kensaku. La prefectura tiene clínicas colaboradoras, pero todavía no se les presta la asistencia que necesitan. (Jiji Press)

“¿No se podrían ofrecer este tipo de ayudas en Funabashi? Estamos debatiendo con el Ayuntamiento hasta cuándo es viable mantener las alas dedicadas al coronavirus y si se cubrirán las pérdidas de los hospitales durante ese periodo. Si las clínicas colaboradoras siguen trabajando en régimen de voluntariado, no se les podrá pedir que sigan prestando sus servicios del mismo modo cuando llegue la segunda ola de contagios. Debemos afrontar las inquietudes de esos centros ahora que el número de nuevos contagios es bajo”, comenta Asahara.

A pesar de que Japón levantó por completo el estado de emergencia el 25 de mayo, los graves problemas que aquejan a las clínicas colaboradoras se mantienen. El Gobierno central y las Administraciones locales deben ponerse manos a la obra para solucionarlos cuanto antes.

Fotografía del encabezado: Instalaciones médicas habilitadas para el tratamiento del coronavirus en un centro que no funciona como clínica colaboradora. (Mainichi Shimbun / Aflo)

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