La sociedad después del coronavirus: el futuro de los jóvenes y la familia

Sociedad Vida

Cómo van a influir los cambios que ha traído la pandemia en la vida amorosa y las relaciones sociales de los jóvenes japoneses. La socióloga de la familia y experta en cultura joven Nagata Natsuki reflexiona sobre esta cuestión.

Nagata Natsuki NAGATA Natsuki

Profesora adjunta de la Escuela de Posgrado de Ciencias de la Educación Escolar de la Universidad de Educación de Hyōgo. Experta en sociología de la familia. Nacida en la prefectura de Nagasaki en 1973. Investiga sobre el concepto del matrimonio y la estructura familiar en el Japón actual. También le interesan mucho la comunicación y la subcultura de internet. Autora de Shōgai mikon jidai (La era de la soltería perpetua; Eastpress, 2017) y coautora de Ongaku ga kikenakunaru hi (El día en que dejaremos de poder escuchar música; Shūeisha Shinsho, 2019).

Nagata Natsuki investiga sobre las relaciones humanas, la familia y la realidad social en la que bautiza como “la era de la soltería perpetua”, protagonizada por jóvenes que excluyen el matrimonio de su ecuación vital. Después del coronavirus, muchas desigualdades de la sociedad —económicas, profesionales, regionales, etc.— se verán acentuadas y será de esperar que la sociedad japonesa se transforme para superar la situación de estancamiento actual. Preguntamos a la socióloga sobre la evolución constante de la sociedad y las perspectivas de futuro tras la pandemia.

Los estudiantes pobres, aún más empobrecidos

——Parece que la crisis del coronavirus, que afecta a toda la sociedad, también está agravando las desigualdades entre la población universitaria.

Considerando que un 60 % de los alumnos de universidades privadas y un 40 % de los de universidades públicas viven en casa de sus padres (datos de una encuesta de la Japan Student Services Organization), podemos afirmar que la mayoría de los universitarios están relativamente “resguardados”. Por otro lado, también es cierto que los estudiantes con dificultades económicas han visto crecer sus desigualdades financieras e informáticas al reducirse los ingresos de los trabajos por horas con los que costeaban los gastos educativos y cotidianos o carecer de una conexión de internet adecuada. Aunque todavía no disponemos de datos estadísticos que permitan comprobar la situación de los estudiantes pobres que están aislados a estas alturas, es muy probable que se queden rezagados a la hora de finalizar sus estudios y encontrar trabajo, ya que no pudieron buscar oportunidades laborales durante el periodo en que se autoaislaron en casa y, cuando al fin salieron, no estaban al día de la situación de su entorno. En la era actual, uno no obtiene la información que necesita a menos que la busque de forma consciente y activa, y creo que no cabe albergar muchas esperanzas en la capacidad de las universidades de echar un cable a los estudiantes que no cuentan con una red sólida de amistades o carecen de iniciativa propia.

Hasta hace poco las universidades andaban atrasadas en el proceso de informatización, pero ahora que han introducido el sistema de clases en línea, seguramente esta modalidad educativa perdurará, mientras que la interacción en persona se reservará para casos en que resulte imprescindible. La atención de los estudiantes que se quedan descolgados por falta de infraestructura informática o por motivos psicológicos no puede dejarse a cargo de cada universidad, sino que requiere de una red de seguridad que les facilite una ayuda integral.

La presión social se relaja gracias al teletrabajo y el estudio a distancia

——Ahora que pasamos cada vez más tiempo en casa, con las clases en línea y el teletrabajo, se prevé que esta forma de funcionar a distancia quede implantada en nuestra vida cotidiana. ¿El nuevo estilo de vida va a alterar las relaciones personales de los jóvenes?

Los jóvenes van a ser aún más selectivos con las personas con quienes vayan a mantener activamente la comunicación. Hasta ahora, por ejemplo, acababan comiendo o conversando con los compañeros con los que coincidían en clase o en los descansos. En cambio, si se generaliza el estudio a distancia porque el contacto directo se considera peligroso, van a elegir mejor a aquellos con quienes están dispuestos a correr ese riesgo para interactuar en persona.

Otra de las desigualdades que surgirá será la derivada de la capacidad de crear comunidades virtuales activamente. Habrá jóvenes que no podrán tomar la iniciativa, serán rechazados por todas las redes y quedarán socialmente excluidos. En cuanto a los que sí sean capaces de formar comunidades, existe el peligro de que reduzcan sus relaciones personales a aquellos con quienes se sienten más cómodos. Relacionarse con personas de otras edades o que piensan distinto a uno mismo es lo que forja una visión del mundo más flexible, pero resulta casi imposible si solo nos juntamos con compañeros de nuestra misma edad que nos caen bien.

Con todo, la vida a distancia también ofrece ciertas ventajas: para empezar, reduce la presión de grupo. Los jóvenes sienten pánico a quedar marginados si no encajan en el entorno. No cabe duda de que, en muchos casos, priorizan la presión social y participan en las actividades grupales —karaoke, viajes, etc.— más por compromiso que por voluntad propia. La generalización del distanciamiento podría aligerar el estrés innecesario de esas actividades que se hacen para quedar bien con los demás.

Entre las estudiantes universitarias que conozco, las hay que aseguran que se expresan mejor a distancia, ya que en persona se sienten intimidadas ante interlocutores altos o de voz potente. Recientemente el Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología ha lanzado una medida llamada “aprendizaje justo e individualmente optimizado” que emplea las tecnologías de la información. Una de las perspectivas prometedoras que ofrece la iniciativa es la posibilidad de ayudar, mediante las tecnologías de la información, a personas que experimentaban una desventaja relativa con el método docente tradicional, como los que no pueden asistir a clase por enfermedades o discapacidades, las personas con dificultades del desarrollo o las que caen en el abandono escolar. Desde este punto de vista, el estilo laboral que permite el teletrabajo representa oportunidades de mejorar su posición para personas de pequeña estatura o que hablan en voz baja. No obstante, esto partiría de la premisa de contar con un entorno justo para todos, lo que requiere medidas fundamentales para eliminar la disparidad en la infraestructura comunicativa (conectividad de red, velocidad de la conexión, equipos, etc.).

¿Se verán estimuladas las relaciones amorosas de los jóvenes?

——En su libro Shōgai mikon jidai (La era de la soltería perpetua) argumenta que el matrimonio no es más que una opción de vida entre otras para muchos jóvenes. ¿En esta época de pandemia, no habrán disminuido las oportunidades de encontrar pareja para los que sí eligen casarse?

Además de aquellos que se conocen mediante sitios web de citas, cada día son más las personas de mi alrededor que encuentran a su cónyuge a través de redes sociales como Twitter o Facebook. Aunque la forma de conocerse por internet no dista mucho de la de los gōkon (reuniones sociales para buscar pareja), la relación no se profundiza hasta que se establece contacto en persona. Creo que las dos situaciones comunicativas que menos se prestan a trasladarse al formato a distancia son las relaciones de pareja y la crianza de hijos pequeños, ya que la comunicación no verbal desempeña un papel crucial en ellas.

Aunque no son más que conjeturas, puede que las relaciones amorosas de los jóvenes se dinamicen con el nuevo estilo de vida. Además de que el contacto se mantiene asumiendo el riesgo que implica la interacción en persona, desaparece la presión social de la mirada ajena y del qué dirán los demás, lo que permite implicarse más activamente en la relación.

Superar la sensación de estancamiento

——¿Va a cambiar la forma de pensar de los estudiantes y las empresas respecto a la búsqueda de trabajo y la contratación?

Por lo que tengo entendido, muchos estudiantes universitarios de segundo y tercer curso que creían que, una vez encontraran trabajo, tendrían que vivir siempre en grandes ciudades, han descubierto que existen otras opciones. Siempre ha habido jóvenes que preferían quedarse en su tierra de origen; si el teletrabajo les posibilita trabajar desde allí, lo lógico será que cada vez más personas elijan la vida rural, con todas sus comodidades.

El número de empresas que consideren ampliar su cuota de teletrabajo también irá en aumento y trasladarse a zonas de provincias será una opción a tener en cuenta. Estas tendencias se acelerarán si los jóvenes bien preparados para afrontar la nueva situación traída por la pandemia se decantan por una forma de trabajar distinta de la que se venía practicando. Las empresas se enfrentan al problema crucial de buscar la forma de captar personal capaz ante el encogimiento de la población trabajadora. Si ahora la superconcentración de Tokio obliga a los empleadores a financiar los gastos de largos traslados de su plantilla de casa al trabajo, la transición al teletrabajo va a permitirles reducir esos costes.

——Puede haber personas que busquen trabajo de forma remota y empiecen su vida laboral principalmente teletrabajando.

Eso debilitará la conciencia de pertenencia a la empresa y el compromiso para con su visión y desarrollo corporativos, ya que los mecanismos para labrar ese sentido de pertenencia —la ceremonia de ingreso, las fiestas para nuevos empleados, los pines con el logotipo de la empresa, etc.— se basan en la presencia física del empleado en el lugar de trabajo.

La sensación de estancamiento que reina en Japón surge principalmente del pánico a ser castigado si uno no se somete a la presión social para adaptarse al grupo y hacer lo mismo que los demás. Conviene transformar la cultura corporativa y adoptar un nuevo estilo de trabajo que rompa con las tendencias dominantes basadas en mantener el statu quo e ir siempre a lo seguro, como usar el sistema de sello para aprobar decisiones o limitarse a seguir los precedentes para no tener que dar explicaciones. Abandonar los precedentes va de la mano con asumir la responsabilidad de ofrecer explicaciones; sin eso, las organizaciones no funcionan debidamente.

La vida Dragon Quest y la vida Pokémon

——¿El hecho de quedarse en casa durante la pandemia ha alterado la forma de pensar sobre la familia y el hogar?

Entre las personas que conozco que tuvieron que pasar ese periodo solas porque la declaración del estado de emergencia les impedía volver a su hogar familiar, los hubo que decidieron mudarse una vez se levantó la restricción de salir a la calle. Hasta entonces pasaban gran parte del día en la oficina, mientras que la casa era solo un lugar para ir a dormir, con lo que bastaba con instalarse cerca de la estación, aunque fuera en un espacio pequeño. Estas personas se dieron cuenta de que antes no apreciaban el tiempo que pasaban en casa y decidieron trasladarse a viviendas más grandes y luminosas, aunque estuvieran más lejos del transporte público. Probablemente eso ampliará las oportunidades de cuidar más la vida cotidiana antes de pensar en casarse y formar una familia.

Creo que la dinámica familiar también se transformará radicalmente. Lo más importante a la hora de quedarse en casa o de teletrabajar es el bienestar de la familia. La situación requiere gestionar debidamente el estrés, ser considerado con los demás y crear un entorno que permita una convivencia familiar agradable; si muchas parejas no lo logran, veremos proliferar el llamado “divorcio del coronavirus”.

——En Shōgai mikon jidai (La era de la soltería perpetua) compara dos formas de enfocar la vida mediante la metáfora de “la vida Dragon Quest” y “la vida Pokémon”.

Una vida Dragon Quest es aquella cuya historia se desarrolla siguiendo una única línea argumental, como en el juego del mismo nombre. La idea es ir logrando, uno a uno, una serie hitos estándar que se hallan en el camino vital, como encontrar trabajo y casarse. Los juegos de Pokémon, por el contrario, no presentan un hilo argumental concreto, sino que giran en torno a atrapar y criar monstruos. No es necesario seguir la misma senda que los demás para avanzar. Una vida Pokémon, por tanto, se basa en ir realizando elecciones para que el individuo alcance el bienestar vital en distintas facetas; buscar trabajo y casarse no es más que una de las muchas opciones disponibles. Las organizaciones públicas y las grandes empresas japonesas, donde la burocracia y la promoción basada en la veteranía están fuertemente arraigadas y no hay fluidez ni margen para la libre elección personal, son idóneas para la vida Dragon Quest. Después de la presente crisis sanitaria, se ampliará la diferencia entre las profesiones que permiten llevar una vida Pokémon y las que no. Si cambia el modo de trabajar en las administraciones públicas y las grandes empresas, la sociedad al completo se transformará, pero no se sabe hasta qué punto podrán reinventarse esos centros de trabajo. El nuevo formato laboral generará asimismo desigualdades entre zonas geográficas, en función de si se consideran como destino para instalarse a vivir o no. Es probable que, a diferencia de lo que sucede actualmente, Tokio deje de ser un destino residencial preferente.

Las posibilidades que promete el auge de Animal Crossing

——¿Cuál es la imagen de futuro ideal para la sociedad después del coronavirus?

Lo ideal sería alcanzar una sociedad en que cada individuo pudiera perseguir su bienestar. Saldrán a relucir muchos tipos de desigualdades, pero no todo será malo. La clave para superar la sensación de estancamiento del Japón actual está en cómo transformar la forma de trabajar y de vivir. Creo que muchos piensan que ahora tienen la oportunidad de cambiar de estilo de vida, aunque no esté claro qué les depara el futuro.

La transición a la vida a distancia resulta ventajosa para la juventud, que se maneja por internet sin problemas. Quiero que los adultos aprendan lo que puedan de los jóvenes y que estos no se conformen con moverse en una comunidad homogénea con la que estén familiarizados, sino que se abran proactivamente a personas nuevas y de otras edades. Debemos aprovechar la oportunidad para dinamizar la interacción entre distintas generaciones.

——Encontrar comunidades virtuales en las que nos sintamos a gusto parece ser una de las claves para disfrutar de una vida plena desde casa.

Con las restricciones de salir a la calle aplicadas durante la crisis del coronavirus, el juego Animal Crossing: New Horizons, lanzado por Nintendo en marzo, cosechó un éxito arrollador en todo el mundo. Trata de diseñar una isla para vivir e interactuar con otros usuarios. No consiste en luchar, sino en pasar el tiempo en esa isla haciendo lo que uno quiera (cultivar fruta, pescar, etc.). Personas de perfiles muy diversos, de distintos países y edades, han hallado una afición reconfortante en el juego y, ante la imposibilidad de reunirse en persona, los hay que han celebrado ceremonias de graduación o de boda a través de su plataforma.

Aquellos capaces de introducirse activamente en estos nuevos entornos y adaptarse a ellos verán ampliadas sus opciones de comunicación y su red social. Las posibilidades vitales que se abrirán ante los que solo accedan a hablar por teléfono y los que estén dispuestos a utilizar Zoom o Animal Crossing serán completamente distintas. Aunque la comunicación a distancia no puede compensar todas las ventajas de la interacción en persona, compaginar ambas modalidades nos permitirá acceder a una vida más interesante y rica.

Reportaje y edición: Itakura Kimie (equipo editorial de nippon.com)

Fotografía del encabezado: ante la propagación del nuevo coronavirus, la Universidad Dōshisha de Kioto decidió adoptar la docencia virtual. El estudiante de la foto nos explicó que él no había experimentado ningún inconveniente con las clases por internet porque estudiaba con aplicaciones móviles desde el bachillerato, pero algunos compañeros suyos habían tenido que comprarse ordenadores a toda prisa o no contaban con una conexión de internet adecuada para seguir sus estudios. Imagen tomada en Kioto el 20 de abril de 2020. (Jiji Press)

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