¿Cómo disipar la incertidumbre que produce el triunfo de Biden? Tiempo al tiempo

Política Intercambio internacional

La victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales estadounidenses va a traer grandes cambios en la posición que ocupa el país en el concierto internacional.

Restaurar las relaciones internacionales, una labor nada fácil

Las recientes elecciones celebradas en Estados Unidos han aupado a la presidencia al candidato demócrata y exvicepresidente Joe Biden y limitado a un solo mandato la permanencia de Donald Trump en el cargo. A partir de ahora, suponemos que Biden, que tan crítico se ha mostrado con el “America first” entonado por el trumpismo, lanzará al mundo el mensaje de que pretende saldar las cuentas dejadas pendientes a lo largo de los últimos cuatro años y reinsertar su país en la comunidad internacional. Pese a ello, resulta dudoso que después de estos cuatro años de Trump, Estados Unidos pueda recuperar fácilmente la posición que ocupaba, como si nada hubiera ocurrido.

Y es dudoso, sobre todo, porque la imagen de Estados Unidos que se tenía en la comunidad internacional ha cambiado mucho durante este cuatrienio. Se ha causado, indudablemente, una gran pérdida de credibilidad y mucho resentimiento. En la escena nacional estadounidense vemos también factores que serán muy influyentes cuando se traten temas de política internacional, como la desconfianza que se siente frente a ese libre comercio que roba puestos de trabajo o la sensación de cansancio frente a todo lo que sea compromiso internacional. Observamos también que el discurso de Biden contiene elementos como el “buy American!” (“¡Compra productos americanos!”) similares a los del trumpismo.

Sin duda Biden se desmarcará de la línea política de Trump en muchos temas concretos, devolviendo el respaldo norteamericano al Acuerdo de París, rectificando la anunciada salida de la Organización Mundial de la Salud, estudiando la posible reactivación del acuerdo nuclear con Irán, etcétera. Pero el panorama no es nada halagüeño. Sobre el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica, por citar un tema seguido con interés en Japón, no parece probable, en vista de la fuerza que ha cobrado el ala izquierda en el seno del Partido Demócrata, que puedan reanudarse los trabajos en el corto plazo.

El fenómeno Trump, visto con gran desconfianza

De todos modos, es innegable que entre los países de la Unión Europea, muy especialmente en Alemania y Francia, se ha recibido con alborozo la victoria de Biden y reina una sensación de alivio. La alarma que causaba en Europa la América de Trump se debía, principalmente, a la gran sintonía existente entre los movimientos populistas y nacionalistas de esos países y el fenómeno Trump. Pero la desconfianza ha calado hondo durante estos cuatro años y hay que entender que, si quiere contrarrestarla, Estados Unidos necesitará bastante tiempo. 

Por el contrario, en Japón, una sociedad que no puede considerarse “multicultural”, no se ha producido ese mismo fenómeno de ver el trumpismo, con la negación de los valores oficialmente asumidos que entraña, como un peligro cercano. Además, hay que tener en cuenta también que el entonces primer ministro Abe Shinzō supo tratar a Trump con mucho acierto, amortiguando en buena media el shock que se avecinaba. Es partiendo de estas circunstancias como hay que entender que en Japón el último resultado electoral haya sido recibido de forma diferente a la del resto de los países avanzados.

China: una distancia difícil de mantener

Pensemos ahora en las diferencias entre el demócrata Barack Obama, predecesor de Trump en el cargo, y Biden. Obama, al margen de si las cosas le salieron mejor o peor, tenía, en cierto modo, una visión del mundo amplia. Como se vio en su mensaje de desnuclearización, difundió la idea de que solo unidos podríamos los seres humanos afrontar los desafíos que se nos presentan, un estilo más propio de un secretario general de la Naciones Unidas que de un presidente de los Estados Unidos.

Está claro que Biden no es de ese tipo de personas. Como ha presidido la Comisión de Política Exterior del Senado y además ha sido vicepresidente del Gobierno, debe de tenerse por alguien muy versado en asuntos diplomáticos. Pero yo creo que es de esas personas que van abordando los temas uno por uno, según se les presentan. Imagino que, ante la mesa de trabajo, dejará hacer a los expertos, y que desarrollará una política previsible con poco margen de oscilación.

En cuanto a la política frente a China, las posturas están cambiando también dentro del Partido Demócrata y hoy por hoy, entre los llamados a dirigir la política exterior y de seguridad nacional, los partidarios de posturas más contemplativas con China no tienen muchas opciones de entrar en el equipo de la nueva administración. Por eso, creo que las relaciones chino-estadounidenses no van a cambiar demasiado.

De todos modos, entre los aspectos que habrá que seguir con especial atención, están los asuntos globales, léase cambio climático, léase pandemia, temas todos que despiertan gran interés en el seno del Partido Demócrata. Para afrontarlos, quiérase o no, habrá que ir implicando en su solución a China. Será necesario, pues, contactar de alguna manera con China, aunque no se trate de un diálogo propiamente dicho. Supongo que la nueva administración Biden se mostrará dura en aquellos campos en los que China muestre ambiciones hegemónicas, y que intentará trazar una clara línea entre estos campos y el resto de los asuntos. Pero cabe pensar también que esa línea acabe desdibujándose. Hay puntos en los que será necesario clarificar si se trata de posturas únicamente asumidas por la administración Trump o de posturas ya institucionalizadas, sea a nivel de ejecutivo, o de legislativo. Los improperios a que nos tenía acostumbrados Trump, que se refería al nuevo coronavirus como “virus chino”, o los comportamientos como el del secretario de Estado Mike Pompeo y otros altos cargos, que insinúan la necesidad de un “cambio de régimen” en China para poner fin al dominio del Partido Comunista, por poner dos ejemplos, no parece que vayan a ser heredados por la administración Biden. En cambio, aspectos como el control de las exportaciones o la lucha por la hegemonía en el campo de la alta tecnología posiblemente tengan continuidad.

Olvidemos nuestras ideas preconcebidas sobre el Partido Demócrata

La iniciativa japonesa por una región Indo-Pacífico Libre y Abierta (FOIP, por sus siglas en inglés), que se lleva a cabo en cooperación con los Estados Unidos, Australia e India, busca verbalizar y conceptualizar los problemas estructurales que afronta dicha región. En tanto no se produzcan grandes cambios con respecto al actual estado de cosas, parece que la administración Biden continuará adelante con esta estrategia. Por supuesto, podría cambiar de nombre y sufrir pequeños ajustes, pero Estados Unidos ya ha rebautizado el Comando del Pacífico de sus Fuerzas Armadas como Comando Indo-Pacífico y, por tanto, puede decirse que el concepto “Indo-Pacífico” está ya institucionalizado en su Gobierno.

A partir de ahora, cuando Japón piense en sus relaciones con Estados Unidos, quizás ya no deba partir de nombres propios como Trump o Biden, sino tratar de averiguar, haciendo abstracción de partidos y facciones, de qué naturaleza es la transformación que está ocurriendo en ese país. Por ejemplo, Trump mostró una postura dura frente a China, pero al mismo tiempo fue indiferente ante los aspectos que no entraban en conflicto con los intereses estadounidenses. Esto supone abandonar el internacionalismo tradicionalmente sostenido por el país.

Sin embargo, al igual que Trump, también los demócratas Biden o Bernie Sanders creen que ha llegado el momento de reconsiderar seriamente si su país puede seguir aceptando un internacionalismo incondicional. Si no se capta correctamente este cambio en la conciencia que está extendiéndose por todo Estados Unidos, acabaremos dando un tratamiento equivocado a nuestras relaciones bilaterales. También sería un peligro confiar ingenuamente en que Estados Unidos seguirá manteniendo una postura dura frente a China.

Desde la última mitad del mandato de Bill Clinton (finales de los años noventa), en Japón se piensa que las cosas se complican en nuestras relaciones bilaterales cuando un demócrata ocupa la Casa Blanca. Dado que para Japón China representa un gran problema, es probable que también esta vez, cuando Biden asuma la presidencia, la aprensión hacia cuál pueda ser su postura frente a China arrastre nuestra valoración de su Gobierno hacia el lado negativo. De hecho, opiniones de ese tipo se están vertiendo ya en gran número.

Pero la Casa Blanca pasa de unas manos a otras y Japón no puede permitirse que se trasluzca demasiado su preferencia por el Partido Republicano. A medio y largo plazo, el Partido Demócrata, que cuenta con un gran apoyo entre los jóvenes y entre los estadounidenses no blancos, tiene muchas posibilidades de crecer y hay razones para pensar que vaya aplicando políticas más liberales.

Lo difícil de nuestras relaciones bilaterales estriba en saber cómo vamos a ir compartiendo nuestras respectivas actitudes hacia China y hacia la amenaza que representa. En esto, no cabe duda, van a surgir discrepancias. Y cuando surjan, el reto más importante será saber hacer los correspondientes ajustes y rectificaciones, tengamos en frente a un partido o a otro.

Fotografía del encabezado: El exvicepresidente norteamericano y candidato demócrata Joe Biden se declara vencedor de las recientes elecciones presidenciales en Wilmington (Delaware), el 7 de noviembre de 2020. (Reuters, Kyōdō)

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