El gabinete Suga, no tan robusto como aparenta

Política

Conforme pasa el tiempo comienzan a manifestarse algunas de las debilidades del gabinete de Suga Yoshihide. ¿Será capaz de mantener sus actuales índices de popularidad? ¿Volverá a ser elegido presidente del Partido Liberal Democrático en las elecciones internas de este año? Algunos vaticinios sobre su gabinete.

Abe, el enemigo en la sombra

El de Suga Yoshihide es un gabinete robusto, pero al mismo tiempo es un gabinete de gran fragilidad. Hay tres temas que pueden darle la vida o sentenciar su muerte: su capacidad para contener la crisis del nuevo coronavirus, su decisión final sobre la realización o no de los próximos juegos olímpicos y paralímpicos, y la marcha de la economía.

La situación de este gabinete podría compararse a la de un vehículo con el freno de mano echado y los pedales de freno y acelerador bien pisados. La crisis del coronavirus no puede atajarse ni remediarse el bajón económico. De seguir así, no va a encontrar el momento para tomar una decisión sobre los juegos.

Visto desde el punto de vista de la dinámica de facciones dentro del Partido Liberal Democrático (PLD), es un gabinete dotado de una buena estabilidad, pues hereda la base de apoyos políticos que sustentaba el gabinete de Abe Shinzō. Sin embargo, pese a que Abe hizo un traspaso consistente en levantarse del sillón para cedérselo a Suga y este se precia de ser heredero político de aquel, en la relación entre ambos empezamos a apreciar los primeros cambios. El grupo de burócratas del Ministerio de Economía, Comercio e Industria que ejercían un dominio absoluto sobre la Oficina del Primer Ministro en la época de Abe ha sido literalmente borrado de dicho órgano. Esto ha causado un gran malestar en Abe, que siempre ha tratado con gran consideración a los miembros de su equipo. A este lo tenemos ahora en mejores condiciones físicas y recuperándose de su enfermedad gracias al efecto surtido por la nueva medicación que recibe. Abe se vio obligado a dejar su cargo sin haber visto cumplida ninguna de sus dos grandes aspiraciones: la celebración de los juegos y la reforma constitucional. Ahora observa las evoluciones de su delfín con una mezcla de satisfacción y celos. A partir de ahora, Abe va a ser el enemigo invisible de Suga.

Cuando nadie pensaba que Abe podría volver a ser primer ministro, Suga le dio un buen revulsivo y le preparó el camino hacia la reelección como presidente del partido. Suga, un nómada de la política que había ido de una facción a otra, se jugó el todo por el todo. Viéndolo con perspectiva, diríase que supo ver la potencialidad de Abe, pero que al mismo tiempo quiso también demostrar cuáles eran sus propias fuerzas. Una actitud que nos recuerda a la que mostrara aquel Toyotomi Hideyoshi en sus primeros tiempos, cuando servía lealmente a su señor, Oda Nobunaga. Nadie sabe si en aquella ocasión Suga se veía ya a sí mismo como primer ministro, pero uno no puede dejar de sospecharlo y se siente un ligero escalofrío al pensarlo.

La falta de un mensaje claro, el principal problema

Cuando han pasado tres meses desde que Suga se convirtió en el nonagésimo nono primer ministro de Japón, vamos sabiendo poco a poco ante qué tipo de político estamos. Vemos, en primer lugar, que tiene grandes carencias en su capacidad para sintonizar y tocar la fibra sensible de la ciudadanía. Cuando, en la Dieta (Parlamento) tiene que responder a las preguntas que se le formulan, se limita a bajar la cabeza y leer lo que le han escrito sus colaboradores, cosa que hace, por cierto, con deficiente dicción. Oyéndole decir tan a menudo eso de “por lo que respecta a este asunto me abstengo de dar una respuesta” uno no puede dejar de sentir vergüenza ajena. Presta, eso sí, gran atención a temas concretos y a pequeña escala, algo que, por lo visto, aprendió durante sus años como secretario en jefe del gabinete (ministro portavoz), puesto que desempeñó durante un tiempo récord. Cosas como las tarifas de la telefonía móvil o las ayudas públicas para costear los tratamientos de infertilidad como medida para elevar la decaída natalidad. También pone entusiasmo en medidas como el “Go to travel”, un programa de subvenciones públicas para reactivar el sector turístico y de los transportes, duramente golpeado por la crisis del nuevo coronavirus. Y aunque este programa está evidentemente detrás del reciente aumento en el número de contagios, Suga no parece dispuesto a reconocerlo.

Lo que esperábamos oír de un líder político que ocupa la posición de máxima responsabilidad es la expresión de una estrategia integral para proteger a este país y a sus ciudadanos. Más aún en estas circunstancias en que una gran parte de la población se siente tan insegura, era de esperar alguna declaración a la altura de un verdadero líder. Un caso que expone muy bien la naturaleza de este gabinete ha sido el de la eliminación de seis de los nombres que aparecían como candidatos a integrar el renovado Consejo de la Ciencia, un importante órgano consultivo del Gobierno. Los seis candidatos fueron eliminados porque se habían manifestado en contra de ciertas políticas promovidas por el anterior gabinete. Se encargó de decidir quiénes debían ser eliminados el subsecretario en jefe del gabinete, un burócrata procedente de la Policía Nacional, que pasó la lista a Suga para completar el trámite. Luego, cuando se le preguntó a este por la razón de la eliminación, solo pudo responder que había seguido criterios generales y que había visto que ciertas universidades estaban más representadas que otras en el consejo, explicaciones realmente lamentables. No fue capaz de decir una sola palabra de rectificación, con lo que el problema fue agravándose.

¿Será capaz este gabinete Suga de frenar la expansión del virus? Esa es la cuestión fundamental. Conforme vaya entrando el inverno, es muy posible que en Japón comencemos a ver las cifras de contagios que se han visto en los países occidentales. ¿Vamos a celebrar realmente los Juegos Olímpicos? Y aunque lo hagamos, ¿podrán venir a Japón los atletas, los representantes de cada país y los espectadores? ¿No volverá a manifestarse esa falta de determinación que fue la causa de que Japón no se decidiera a poner fin a la Guerra del Pacífico hasta que la Unión Soviética le declaró la guerra, una vez arrojadas las dos bombas atómicas?

El acuerdo con el Kōmeitō, clave en la estrategia electoral de PLD

Todo indica que si el Gobierno se ve obligado a suspender definitivamente la celebración de los juegos, esto acarreará la dimisión en bloque del ejecutivo. En cualquier caso, habrá que disolver la Cámara de Representantes (Baja) de la Dieta y convocar a elecciones generales antes del otoño de 2021. Con el coronavirus activo y la economía deprimida, cada vez es más dudoso que pueda conseguirse la colaboración de su socio de Gobierno, el Kōmeitō, algo esencial para que los candidatos del PLD puedan presentarse con perspectivas de victoria.

El Kōmeitō presentará a su vicepresidente, Saitō Tetsuo, como candidato por la circunscripción de Hiroshima en la que concurría Kawai Katsuyuki, un parlamentario actualmente apartado del PLD que fue detenido y está siendo juzgado por un escándalo de pagos ilegales. Pero el PLD no va a apoyar a Saitō, sino que está buscando su propio candidato. Es posible que esta falta de sintonía se contagie a las otras demarcaciones electorales del país.

El Kōmeitō puede cosechar entre siete y ocho millones de votos a nivel nacional. Los escaños de la Cámara Baja se adjudican por un sistema mixto de representación proporcional por grandes bloques y pequeños distritos electorales de representante único, y este partido sigue la estrategia de no presentar demasiados candidatos en este segundo capítulo. La gran mayoría de los candidatos locales del PLD son elegidos gracias a que reciben el apoyo del electorado del Kōmeitō. Si este electorado le diera la espalda al PLD, muchos de sus candidatos perderían sus escaños. El escándalo de Kawai afecta muy directamente a Suga, pues pertenecía a su círculo.

Si dividimos esos ocho millones de votos entre los 300 distritos electores del país, el promedio resultante es de 26.000. 26.000 votos que el Kōmeitō ofrece al candidato del PLD en cada distrito, pero que si se desviaran hacia cualquier otro partido, se convertirían en diferencias de unos 50.000 votos.

En la eventualidad de que esos 26.000 votos perdidos fueran a parar a candidatos rivales, solo un tercio aproximadamente de los candidatos del PLD serían capaces de revalidar sus escaños. Esto significa perder el poder. El escándalo de Kawai, en el que presuntamente también está implicada su esposa, también parlamentaria apartada del PLD, causó conmoción en Sōka Gakkai, la organización budista que sustenta al Kōmeitō. El malestar creado es la razón de que el Kōmeitō haya presentado por esa demarcación a su vicepresidente. El PLD está dispuesto a nombrar a un candidato de fuera de su partido, pero no parece que este partido y el Kōmeitō tengan mucho que negociar.

Las elecciones serán este año, pero ¿cuándo? Se rumorea que la disolución de la Cámara Baja podría llevarse a cabo poco después de iniciarse la temporada ordinaria de sesiones, y que la fecha electoral podría ser el 7 de febrero, pero en tanto la pandemia no remita en Japón, no va ser fácil hacerlo. Tratar de contener el contagio y promover la economía al mismo tiempo es tarea difícil: galgo que muchas liebres levanta, ninguna mata.

A juzgar por las facciones internas que le dan su apoyo, el gabinete de Suga podría parecer estable. Pero nada garantiza que sea lo suficientemente fuerte para superar el reto del coronavirus. En ese sentido, lejos de ser robusto, este gabinete parece tan frágil como una copa de cristal tallado.

Fotografía del encabezado: el primer ministro japonés Suga Yoshihide atiende a los medios a la salida de una reunión del órgano gubernamental responsable de la lucha contra el nuevo coronavirus en la Oficina del Primer Ministro, el 21 de noviembre de 2020. (Fotografía: Kyōdō News)

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