Los problemas de los JJ. OO. de Tokio 2020

Tokio 2020, a examen: ¿cuál es el verdadero legado?

Tokio 2020 Economía

Los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio, eventos promovidos por el Estado, han quedado atrás, dejándonos un buen número de instalaciones deportivas construidas para la ocasión. Muchas de ellas se presentan ya como claramente deficitarias. Sobre otras, no está ni mucho menos claro que puedan ser rentabilizadas.

Las instalaciones permanentes costeadas por Tokio, un cúmulo de problemas

Veamos, primero, cuáles son y qué coste han tenido las seis instalaciones que ha construido el Gobierno Metropolitano de Tokio para estos Juegos Olímpicos y Paralímpicos (el coste, en yenes, entre paréntesis).

  • Centro Acuático de Tokio (56.700 millones)
  • Ariake Arena (37.000 millones)
  • Canal Sea Forest (30.300 millones)
  • Centro de Piragüismo en Eslalon de Kasai (7.800 millones)
  • Estadio de Hockey de Ōi (4.800 millones)
  • Campo de Tiro con Arco Parque Yumenoshima (900 millones)

Entre estas instalaciones permanentes, el Ariake Arena es la única de la que se espera que no ocasione nuevas pérdidas económicas, pues si se utiliza como salón de conciertos dejará un superávit anual estimado en unos 356 millones de yenes. Las otras cinco resultarán deficitarias, representando una carga conjunta de 1.085,7 millones de yenes cada año.

Como ocurre con las permanentes, tampoco para las instalaciones temporales que ha construido Tokio hay perspectivas claras. Su carácter temporal hacía prever que fueran desmontadas una vez concluidos los Juegos, pero de algunas se sabe ya que no va a ser así.

El Centro de Gimnasia de Ariake es una de las instalaciones costeadas con los presupuestos del Comité Organizador de los Juegos. Su coste se disparó hasta los 20.500 millones de yenes, más del doble de lo previsto en la fase de presentación de la candidatura olímpica, y por esa razón se ha decidido que sea “alquilado” por el Gobierno Metropolitano de Tokio, que lo utilizará durante los próximos 10 años como salón de muestras. El Parque Deportivo Urbano de Ariake, donde se celebraron las competiciones de skateboard, entre otras, tampoco será desmontado pese a haberse presentado como una instalación temporal. Se estudia centralizar en esta área las funciones de otras instalaciones y crear un centro que se llamaría Ariake Legacy Area (“Área del Legado de Ariake”). Ahora bien, han pasado ocho años desde la adjudicación oficial de los Juegos y estos ya son historia, pese a lo cual todavía no existe un plan de uso específico para esta instalación, lo cual resulta muy preocupante.

¿Quién se queda con la joya?

Pero el mayor foco de preocupación es el Estadio Nacional, que fue reconstruido completamente. Los tropezones comenzaron ya en la fase de diseño, a cargo de la arquitecta de origen iraquí Zaha Hadid. Cuando comenzaron a recogerse ideas, la de Hadid se presentó con un costo estimado de unos 130.000 millones de yenes para el conjunto de las obras, pero al ir tomando forma se perfiló un megaproyecto de costo no inferior a los 300.000 millones. Las dimensiones de la obra debieron ser reducidas y aunque se consiguió rebajar el costo hasta los 252.000 millones, finalmente el proyecto fue abandonado ante las objeciones presentadas por numerosos arquitectos, muchos de ellos japoneses, a su extravagante diseño. Se adoptó entonces un nuevo proyecto, el presentado por el equipo del famoso arquitecto japonés Kuma Kengo, que además de poder llevarse a cabo con un presupuesto de 156.900 millones, se integraba muy bien en el entorno, pues como anunciaba su nombre de Mori no Stadium (“Estadio del Bosque”), presentaba todo alrededor hileras de vegetación. La obra quedó completada en noviembre de 2019 y, aunque sus gradas con capacidad para 68.000 personas se mantuvieron casi vacías durante los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, cumplió perfectamente su función.

El problema es qué uso se le dará en adelante. El Consejo de los Deportes de Japón (JSC, por sus siglas en inglés), entidad encargada de su gestión, prevé utilizar el sistema de concesión, por medio del cual se vende el derecho de gestión a una empresa privada, pero, en relación también con el retraso de un año que han sufrido los Juegos, se ha pospuesto la decisión de a qué empresa venderlo.

Se habló, durante algún tiempo, de la posibilidad de eliminar la pista de atletismo y convertirlo en un gran estadio para deportes de balón con aforo para 80.000 personas. Sin embargo, en la Primera División de la liga profesional de fútbol de Japón (J-League) ningún club ha presentado candidatura para establecerse tomándolo como sede y algo similar ocurre con el rugby, cuyas necesidades parecen cubiertas con el Campo de Rugby de Chichibunomiya, cuyos planes de remodelación siguen su curso. En esta situación, el proyecto de especializar el Estadio Nacional para deportes de balón está paralizado ya que, de utilizarse finalmente para conciertos, que parece la solución más rentable, resultaría más conveniente dejar la pista de atletismo tal como está, lo cual facilitaría el transporte y manejo del equipamiento necesario.

Según los cálculos aproximados del JSC, el Estadio Nacional tiene unos costos de mantenimiento anuales de 2.400 millones de yenes. Si no se encuentra rápidamente una empresa que lo opere, la acumulación va a ser tremenda. Por otra parte, el Campo de Béisbol (estilo japonés) de Jingū Gaien, que durante los juegos fue modificado para utilizarlo como instalación anexa para entrenamientos de atletismo, volverá durante algún tiempo a su uso original y después será derruido. El solar quedará convertido en una plaza. No obstante, la World Athletics, órgano de gobierno del atletismo mundial, ha transmitido a Japón su deseo de celebrar en el Estadio Nacional de Tokio los campeonatos mundiales de 2025 y si finalmente se llega a un acuerdo al respecto, se planteará el problema de dónde habilitar una pista de entrenamientos.

Un plan de reurbanización con impulso olímpico

Entre las instalaciones que han sido utilizadas en estos Juegos, no pocas suscitan dudas sobre si había una necesidad real de construirlas. El antiguo Estadio Nacional estaba en buen uso, pese a lo que fue derruido para construir otro nuevo. El Centro Acuático de Tokio se construyó desde cero pese a existir en el municipio tokiota de Kōtō-ku, donde se ubica, el Centro Internacional de Natación de Tatsumi. El Canal Sea Forest, para las competiciones de remo y piragüismo, se construyó en el área costera de Tokio pese a existir en la vecina prefectura de Saitama el Canal de Remo de Toda. Aunque finalmente se desestimó, había todavía otro candidato más que pudo ser utilizado, el Canal de Naganuma, en Tome (prefectura de Miyagi), que al estar ubicado en una de las regiones castigadas por el Gran Terremoto del Este de Japón de 2011, podría haber servido de bandera de la reconstrucción.

¿Por qué esa tendencia de Tokio a construir, una tras otra, nuevas instalaciones deportivas? Para el área del Jingū Gaien, incluido el Estadio Nacional, existe además un gran plan de desarrollo urbano que sigue su curso, concluidos ya los Juegos. Se trata, al parecer, de aprovechar el impulso de la reconstrucción del Estadio Nacional para lavarle la cara a toda el área.

El Segundo Campo de Béisbol de Jingū, separado del Estadio Nacional por una calle, será demolido, para construir en su lugar un nuevo estadio cubierto de rugby. El vecino Estadio de Rugby de Chichibunomiya también se demolerá, para dar paso a un nuevo Estadio de Béisbol de Jingū. Y el solar del actual Estadio de Béisbol de Jingū se convertirá en la Chūō Hiroba (Plaza Central).

Este proyecto de reurbanización llevado a cabo conjuntamente por el JSC, la entidad religiosa Meiji Jingū, la inmobiliaria Mitsui y la empresa comercializadora Itōchū incluye obras en la zona deportiva (béisbol y tenis) que se extiende frente a la Galería de Pintura Conmemorativa de Meiji, y la construcción de edificios que alojarán oficinas y diversas instalaciones comerciales. Por ahora se sabe que la primera fase de las obras del nuevo estadio de rugby terminará en 2028 y que el nuevo Estadio de Béisbol de Jingū estará listo para 2031. Las últimas obras en el área quedarán terminadas para 2036, aunque los planes podrían dilatarse.

Nada parecido a la pretendida sostenibilidad

La pregunta es si esta costumbre de derruir totalmente las instalaciones deportivas argumentando que han quedado obsoletas y construir nuevas instalaciones se adapta a las necesidades que a partir de ahora tendrá Japón. En la época de crecimiento económico acelerado, en que todo marchaba sobre ruedas, quizás fuera lo más natural construir más y más instalaciones. Pero hoy en día la mayor parte de las áreas del país tienen ya sus dotaciones.

Japón entró hace ya mucho tiempo en una fase de crecimiento lento, acompañado por un rápido envejecimiento de su población y un gran descenso en el número de nacimientos. Se teme también una recesión económica por efecto de la pandemia ocasionada por el nuevo coronavirus. Ahora, solo un puñado de grandes empresas están en condiciones de obtener beneficios de todas estas obras de construcción o remodelación. Si los costes de mantenimiento de las instalaciones públicas resultan excesivos, los números rojos deberán ser paliados con una mayor carga fiscal sobre los ciudadanos. Hay que cortar este ciclo de derruir y construir, y limitarse a utilizar de la mejor manera posible las instalaciones existentes, remodelándolas cuando sea necesario.

Se esperaba que los Juegos de Tokio sirvieran para hacer un llamamiento hacia la consecución de una sociedad sostenible, pero a la luz de lo que estamos viendo hacer con las instalaciones deportivas, hay que decir que estamos muy lejos de poder hacer una contribución a los Objetivos de Desarrollo Sostenible preconizados por la Organización de las Naciones Unidas.

En 2026 la prefectura de Aichi y la ciudad de Nagoya organizarán conjuntamente los Juegos Asiáticos, que viene a ser una versión asiática de los Juegos Olímpicos. Y la ciudad de Sapporo ha presentado candidatura para volver a acoger unos Juegos Olímpicos de Invierno en 2030. Por otro lado, Japón ha retirado su candidatura para la Copa Mundial de Fútbol Femenino de 2023.

Gracias a Tokio 2020, ahora ya sabemos la gran carga económica que se deriva de la organización de estos grandes eventos. Es el momento de revisar radicalmente la arraigada idea de que ampliando las dotaciones de instalaciones de las áreas se puede abrir un ciclo de reactivación económica.

Fotografía del encabezado: El Estadio Nacional (izquierda) y los Jardines Exteriores del Santuario de Meiji (Jingū Gaien). Junto al estadio puede verse, rodeado de altas redes, el Segundo Campo de Béisbol de Jingū, que será derruido, y algo más a la derecha el Primer Estadio de Béisbol de Jingū y el Estadio de Rugby de Chichibunomiya, que serán completamente remodelados. (Jiji Press)

(Traducido al español del original en japonés.)

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