El problema de la nacionalidad: Hakuhō y la asimilación en la cultura japonesa

Sociedad Deporte

El yokozuna Hakuhō puso fin a su carrera como luchador profesional de sumo y asistió a su primer campeonato como maestro. Los luchadores extranjeros deben naturalizarse para acceder a ese puesto, por lo que Hakuhō cambió su pasaporte mongol por el japonés hace un par de años. ¿Por qué no es posible ejercer de entrenador de sumo si no se tiene la nacionalidad japonesa?

Las recomendaciones para el sumo de un comité de expertos

En abril de 2021 el Comité de Expertos para la Continuidad del Sumo (presidido por Yamauchi Masayuki, historiador y profesor emérito de la Universidad de Tokio), que la Asociación Japonesa de Sumo estableció en mayo de 2019, emitió un memorando de recomendaciones titulado Para la tradición y el futuro del sumo en el que se exponen los motivos por los que los maestros de los establos deben naturalizarse. “Los instructores y oyakata (maestros) son quienes enseñan el sumo, una disciplina tradicional nacional, a los luchadores. Los oyakata, y ni que decir tiene los que cuentan con su propio establo, deben conocer la cultura y las costumbres de nuestro país y estar arraigados en él. Aquello que demuestra el arraigo en Japón de forma simbólica y sustancial es la nacionalidad japonesa”, sentencia el documento.

La defensa de la naturalización que expone el informe, sin embargo, resulta incoherente con su recomendación de que el sumo debe perseguir la internacionalización. Desde 1926 hasta la actualidad, Japón ha tenido 192 luchadores de 24 países, 65 de los cuales procedían de Mongolia, 37 de Estados Unidos y 17 de Brasil. El texto concluye que la afluencia de luchadores desde otras partes del mundo va en aumento y que los maestros de origen extranjero serán cada vez más numerosos.

Hakuhō, original de Mongolia, coleccionó un palmarés inaudito entre la élite del sumo, con un récord de 1.093 combates y 45 títulos de campeonato ganados en la división superior, la makuuchi. Cuando se sucedían los escándalos con las apuestas de béisbol entre luchadores y los combates amañados, Hakuhō fue el encargado de conservar la reputación de su deporte como único yokozuna y, tras el Gran Terremoto del Este de Japón de 2011, se desplazó hasta la zona damnificada para ayudar a restaurar su buen nombre. A pesar de acumular tantos méritos, no podía convertirse en maestro a menos que obtuviera la nacionalidad japonesa.

La estrella del sumo llegó a Japón en el año 2000 y se naturalizó en septiembre de 2019. Kakuryū (ahora maestro), el yokozuna Terunofuji y el komusubi Ichinojō, que vinieron también de Mongolia después que él, han obtenido el pasaporte nipón entre finales del año pasado y este año. Todos llevaban más de un decenio en Japón y estaban muy integrados en el sumo y la cultura japonesa, pero eso no les cualificaba para acceder a la categoría de oyakata.

Para poder ocupar su nuevo puesto, Hakuhō tuvo que firmar un juramento escrito en el que se comprometía, entre otras cosas, a “respetar la cultura tradicional y el espíritu del sumo, los reglamentos y las normas de cortesía de la asociación, y las costumbres y los ritos del sumo, evitando palabras o acciones que se desvíen de estos”. Se trata de una medida excepcional. ¿Por qué la Asociación del Sumo le exige algo así a un yokozuna que ha contribuido tanto a la disciplina, a pesar de que se le criticara por recurrir a los codazos y los bofetones para ganar?

Por otro lado, cabe dudar de que todos los oyakata japoneses impartan una educación especialmente exquisita. Han protagonizado numerosos escándalos, como los relacionados con la brutalidad contra los luchadores, las apuestas de béisbol o las incursiones en burdeles durante la pandemia. La premisa de que aquellos que no tienen la nacionalidad japonesa no están cualificados para ejercer como instructores de sumo carece de base racional.

El informe está sembrado de un término poco extendido, nyūnihonka (asimilación en la cultura nipona), creado en contraposición a datsunihonka (desasimilación de la cultura nipona), que designa el proceso por el que el judo vio alterado su carácter de arte marcial japonés original al convertirse en un deporte internacional. En el caso del sumo, esa “desasimilación” se produciría desde dentro, con la entrada de extranjeros que irían transformando la disciplina tradicional nipona. El texto apunta que el nyūnihonka es distinto de la simple asimilación o la japonización, pero no ofrece una explicación clara.

El sumo puede seguir dos caminos en el futuro. Uno consiste en priorizar la tradición y dar continuidad a la cultura japonesa a pesar de que cada vez haya más luchadores de otros países; el otro, responder a la creciente internacionalización introduciendo elementos de distintos lugares y buscar un nuevo sumo. El informe se posiciona a favor del primer camino y defiende la necesidad de promover el nyūnihonka de los luchadores de origen foráneo. La evolución que se toma como referencia en este sentido no es la del judo sino la del kendo, que otorga una especial importancia al espíritu de las artes marciales.

La normativa sobre la nacionalidad en otros deportes

Veamos algunos ejemplos de cómo se trata la cuestión de la nacionalidad en otros deportes. La Carta Olímpica del COI dicta la siguiente “regla de los 3 años” respecto al cambio de nacionalidad: “Un competidor que haya representado a un país en los Juegos Olímpicos, en unos juegos continentales o regionales o en unos campeonatos del mundo o regionales reconocidos por la Federación Internacional competente y que haya cambiado de nacionalidad o adquirido una nueva puede participar en los Juegos Olímpicos representando a su nuevo país, con la condición de que hayan transcurrido por lo menos tres años desde que el competidor representó por última vez al país anterior”.

Mientras que algunos deportistas cambian de nacionalidad para participar en las olimpiadas y ganar medallas, también hay países que se sirven de este mecanismo para engrosar su medallero. Se han ido estableciendo ciertas limitaciones para evitar esos cambios de nacionalidad arbitrarios en pos de las medallas o la mejora de la reputación nacional.

Cabe apuntar que las circunstancias de los deportistas son muy dispares. Hay personas que, sin tener nada que ver con el deporte, se convierten en refugiadas porque hay un conflicto en su país y acaban pasando el resto de su vida en otra parte del mundo. En ese tipo de casos, es posible acortar los tres años de rigor entre cambios de nacionalidad si los comités olímpicos del país original y el de acogida lo aprueban.

En el fútbol también se impone a los jugadores una serie de condiciones muy concretas para acceder a la selección nacional que guardan relación con su origen y el de sus familias (padres y abuelos), la edad y los años que lleva residiendo en el país. Las ligas europeas, especialmente, tienen jugadores de otras partes del mundo, incluidas Latinoamérica y Asia. Con la movilidad que existe entre los futbolistas, resultaría complicado formar las selecciones nacionales sin unas normas de calificación bien definidas.

En las ligas profesionales japonesas de béisbol, fútbol (J-League) y baloncesto (B-League), también se establece un cupo para jugadores extranjeros en la plantilla y en el campo. Aunque se trate de ligas nacionales, los jugadores de fuera del país son imprescindibles para reforzar los equipos. Por eso existe una normativa que se establece teniendo en cuenta el equilibrio entre jugadores japoneses y extranjeros de cada equipo así como la paridad de capacidad competitiva entre equipos.

Todo este panorama deportivo mundial sugiere que es difícil encasillar a los deportistas en los parámetros de nacionalidad o país.

El afiliacionismo del rugby

Las condiciones para formar parte de las selecciones nacionales de rugby destacan entre las de otros muchos deportes. Mientras que la mayoría de las normativas de competiciones internacionales se basan en criterios de nacionalidad, los miembros que juegan los partidos entre selecciones nacionales de rugby se eligen mediante un sistema de afiliaciones.

A los miembros de la selección se les exige cumplir una de estas tres condiciones: que hayan nacido en el país, que uno de sus padres o abuelos haya nacido en el país, o que lleven al menos 36 meses residiendo en el país. Si han jugado en un equipo que pertenezca a la asociación nacional durante 3 años o más, tienen derecho a formar parte de la selección independientemente de su nacionalidad.

En el rugby se otorga importancia al hecho de haber vivido y jugado en el país. Es decir, que vivir en un territorio durante un periodo largo otorga reconocimiento como compañero de rugby allí. La tercera condición para acceder al equipo nacional pasará a ser un mínimo de 60 meses a partir del año que viene y, al igual que en el fútbol, se impondrán criterios de residencia más estrictos ante la proliferación de traslados internacionales de jugadores.

En disciplinas individuales como el tenis o el golf, la globalización está más extendida que en las de equipo y parece que el concepto de país está más difuminado. En los traslados constantes por el circuito competitivo para situarse en la clasificación mundial, los deportistas de distintos países establecen relaciones más allá de las fronteras al competir e interactuar entre ellos.

Tanto la tenista Osaka Naomi, de nacionalidad japonesa y estadounidense, como la golfista Sasō Yūka, japonesa y filipina, terminaron quedándose con el pasaporte nipón, una elección que solo responde a la necesidad de obedecer la Ley de Nacionalidad de Japón, que obliga a elegir una sola nacionalidad antes de cumplir los 22 años. La nacionalidad no debería ser una barrera tan alta para los deportistas de élite que compiten a nivel internacional.

La diversificación de la sociedad japonesa

Entiendo que el sumo priorice la tradición propia de Japón. Aun así, la norma que impide formar parte de la Asociación de Sumo nacional tras retirarse como luchador si no se tiene la nacionalidad japonesa es una auténtica falta de responsabilidad porque obstaculiza la carrera posterior de los luchadores procedentes de otros países. Si esta desventaja se mantiene, cada vez llegarán menos candidatos extranjeros y el sumo se acabará extinguiendo.

La situación del sumo es un reflejo fiel de la sociedad japonesa. Hoy en día hay personas de otros países que vienen a trabajar, se casan con japoneses y crían a sus hijos en Japón. Podemos exigirles que se “asimilen a la cultura japonesa” como en el sumo o bien construir una sociedad en la que convivan distintos sistemas de valores. ¿Cuál de estos dos caminos debemos tomar?

Los Juegos Olímpicos y Paralímpicos del pasado verano en Tokio pusieron de manifiesto la importancia de la comprensión mutua entre las distintas maneras de vivir. Aunque sin duda es necesario transmitir la cultura y las tradiciones niponas a los extranjeros, también debemos respetar la forma de pensar, las costumbres y la religión de las personas de raíces extranjeras.

Por otro lado, la noticia de que el Nobel de física Manabe Shukurō había renunciado a la nacionalidad japonesa y asumido la estadounidense para perseguir su carrera investigadora tuvo una gran repercusión en los medios. Quizás haya que debatir si Japón debe reconocer la nacionalidad múltiple en el futuro para adaptarse a los tiempos que corren.

¿Qué sentimos al ver a luchadores procedentes de otras partes del mundo con el peinado y el cinturón de sumo? ¿Cómo debe ir cambiando Japón como país? Reflexionen bien sobre estas cuestiones mientras ven los combates de los próximos torneos.

Fotografía del encabezado: Hakuhō recibe la Copa del Primer Ministro, su último trofeo como luchador, de manos del antiguo yokozuna Hokutoumi Nobuyoshi, ahora presidente de la Asociación de Sumo de Japón.

sumo Nacionalidad Hakuhō