Sapporo, una candidatura que se enfrenta al descrédito de los Juegos Olímpicos

Deporte Política

Los Juegos de Tokio se celebraron en 2021 por iniciativa política ignorando los temores de la gente ante el nuevo coronavirus y recibieron un aluvión de críticas. Ahora la discusión se centra en la candidatura de Sapporo a ser sede de los Juegos Olímpicos de Invierno 2030. A los problemas de todo tipo que presenta el proyecto se suma una actitud cada vez más exigente de los ciudadanos.

Cómo lavar una reputación dañada

En su libro NOlympians: Inside the Fight Against Capitalist Mega-Sports in Los Angeles, Tokyo and Beyond (Fernwood Publishing, 2020), Jules Boycoff, un autor que se ha significado por los argumentos antiolímpicos que maneja en sus obras, sostiene que la historia demuestra que los Juegos se han convertido en una ocasión inmejorable para que los países organizadores hagan un sportswashing (“lavado deportivo” o “lavado de imagen mediante el deporte”). Usando los eventos deportivos para este lavado de cara, los países intentan desviar la atención pública nacional de los problemas crónicos que los afectan. Y cuando se trata de regímenes autoritarios, organizar unos Juegos Olímpicos les permite evitar que la atención del mundo se dirija a la mala situación de los derechos humanos en el país.

Boykoff pone como ejemplos los Juegos Olímpicos organizados por Rusia y China, pero la tendencia no es exclusiva de las dictaduras totalitarias. Podría decirse que hoy en día las sedes olímpicas y las de la Copa Mundial de Fútbol son objeto de críticas y que el descrédito social es cada vez mayor.

Si pensamos en los recientes Juegos Olímpicos de Tokio, de los que se enfatizó que serían los “Juegos de la Reconstrucción” de las áreas afectadas por el Gran Terremoto del Este de Japón de marzo de 2011, vemos que encubrieron muchos problemas que siguen padeciendo dichas áreas. De su celebración podría decirse, además, que fue impuesta desde instancias políticas, en un ambiente de creciente temor por la extensión que estaba cobrando la pandemia del nuevo coronavirus.

El coste total del evento, incluyendo la dotación de nuevas infraestructuras, fue elevándose hasta sobrepasar los tres billones de yenes, y una vez clausurado, su imagen ha quedado comprometida con la revelación de irregularidades que incluyen prácticas corruptas en la elección de patrocinadores y sospechas de que existieron componendas entre estos. Las críticas no dejan de llover.

La mala imagen de Tokio no puede lavarse en Sapporo

A principios de noviembre, la ciudad de Sapporo presentó una nueva “versión actualizada” de su plan general de organización de los Juegos. Es la segunda revisión del plan, tras la de noviembre del año pasado, y trae la novedad de un apartado titulado “Hacia una gestión organizativa de elevada transparencia e imparcialidad”.

El documento, que lleva las firmas autógrafas del alcalde de Sapporo, Akimoto Katsuhiro, y del presidente del Comité Olímpico Japonés (COJ), Yamashita Yasuhiro, dice lo siguiente: “Se ha revelado que uno de los miembros del Comité Organizador de Tokio 2020 ha sido detenido como sospechoso en un caso de sobornos. Dicho caso afecta al Comité Organizador de Tokio 2020 y no tiene relación directa con nuestra campaña para atraer los Juegos Olímpicos, pero quienes promovemos esta candidatura debemos ser conscientes de que con este caso la imagen del olimpismo y del paralimpismo ha quedado dañada gravemente”.

Con todo, causa extrañeza que tenga que recurrirse precisamente a la expresión “no tiene relación directa con nuestra campaña para atraer los Juegos Olímpicos”. Se asegura que, de cara a la celebración de estos nuevos Juegos, se están sometiendo a examen tanto el papel de las agencias publicitarias en el marketing del evento como el proceso de toma de decisiones dentro del Comité Organizador. Pero, en tanto se hable de volver a organizar unos Juegos Olímpicos en Japón, no tiene sentido decir que no existe tal “relación directa”. No parece haber una verdadera voluntad de abordar el problema en su esencia.

El COJ no va a encargarse de investigar por sí mismo este caso y la impresión que se recibe es la de que, con su actitud favorable a la candidatura de Sapporo, va a tratar de lavarse la cara. Si no se aborda decididamente la parte oscura del comercialismo que rodea los Juegos Olímpicos, no va a ser posible limpiar ese entramado de intereses plagado de irregularidades. Y si lo que se pretende es devolver el olimpismo a lo que nunca debió dejar de ser, la responsabilidad del COJ es muy grande.

Cada vez más dudas sobre el proyecto olímpico de Sapporo

La revisión de los planes de Sapporo como nueva sede olímpica ha puesto de relieve, además, la existencia de otros problemas. En concreto, la Federación Japonesa de Patinaje ha señalado algunos problemas en las instalaciones que deberían acoger las competiciones de patinaje artístico y patinaje de velocidad.

La competición de patinaje artístico se celebraría en la instalación Sapporo Community Dome, conocida como Tsudōmu, situada en el distrito de Higashi de la capital de la prefectura. Está muy cerca del aeropuerto de Okadama, que acoge principalmente vuelos entre Sapporo y otros puntos de la prefectura. Se teme que el ruido de los despegues y aterrizajes afecte al desarrollo de la competición.

En cuanto a la instalación que acogería la competición de patinaje de velocidad, se prevé que sea el Óvalo de Patinaje de Velocidad Meiji Hokkaido Tokachi, situado en el complejo Obihiro no mori. El problema es que solo tiene 2.255 asientos, incluyendo los provisionales. Sirva de comparación decir que el M-Wave de Nagano utilizado en los Juegos Olímpicos de Invierno de 1998 tenía 6.500. Es previsible que la capacidad de la instalación de Obihiro resulte insuficiente.

También en los recientes Juegos de Tokio fue necesario cambiar, con respecto a los planes iniciales, el recorrido del maratón y el lugar de celebración de varias otras competiciones. El patinaje artístico y el de velocidad son dos de las competiciones estrella de unos Juegos Olímpicos de Invierno. Es muy preocupante que las dos instalaciones designadas sigan presentando tales problemas a estas alturas. En su rueda de prensa habitual, el alcalde Akimoto dijo ser consciente de que los cambios de última hora hechos en los Juegos de Tokio fueron vistos como parte de la problemática de Tokio 2020 y aludió a la necesidad de apurar las discusiones en la fase de candidatura para no tener que hacer cambios una vez decidida esta.

Esta nueva revisión de los planes iniciales supone un aumento de los costes de unos 17.000 millones de yenes con respecto a las previsiones de noviembre del año pasado, de forma que el total previsto pasará a situarse entre los 297.000 y los 317.000 millones. El aumento se justificó con el alza de los precios y las fluctuaciones en el cambio de divisas. Los materiales necesarios para construir las instalaciones son ahora más caros y la depreciación del yen continúa. Si los cálculos anteriores se hicieron con una tasa de cambio de 109 yenes por dólar, estos últimos se hacen con la divisa norteamericana pagándose a 135 yenes. Y es muy probable que estos costes deban ser nuevamente revisados.

Otro motivo de preocupación es la afirmación sostenida públicamente de que el coste operativo del evento se financiará íntegramente con fondos privados. En esta coyuntura que dificulta tanto conseguir el apoyo popular para el evento, ¿en qué medida se prestarán las empresas a patrocinarlo? Si con los patrocinios y la venta de billetes no se alcanza a cubrir los costes de explotación, que se calculan entre los 220.000 y los 240.000 millones de yenes, será la ciudanía la que pague con sus impuestos los números rojos.

Confirmar el apoyo popular mediante plebiscito

Junto a Sapporo, se han presentado como candidatas la canadiense Vancouver y la estadounidense Salt Lake City. Sin embargo, el Gobierno de la Columbia Británica, provincia en la que se ubica Vancouver, ha declarado que no apoyará la candidatura de la ciudad pues los cálculos preliminares que ha hecho demuestran que el proyecto no es compatible con las prioridades que había establecido, y que a su entender ese dinero debería ser utilizado en beneficio de la ciudadanía. En cuanto a Salt Lake City, dado que en 2028 será Los Ángeles la que acoja los Juegos Olímpicos de Verano, sería la segunda sede estadounidense consecutiva en solo dos años y esto hace pensar a muchos que sería mejor presentar la candidatura a los Juegos de Invierno de 2034.

En un principio, el Comité Olímpico Internacional esperaba poder preseleccionar una candidata para 2030 durante el presente año y hacer el anuncio oficial en el congreso que se celebrará en Mumbai (India) entre mayo y junio del año que viene. Pero dado que el congreso ha sido pospuesto hasta septiembre-octubre, la decisión final sufrirá también un retraso. Por ahora no se ha llegado a una única “candidata oficial” y, al parecer, una de las circunstancias que complican la situación de Sapporo es que la próxima primavera elegirá nuevo alcalde.

Se espera que Akimoto haga oficial próximamente que aspirará a un tercer mandato, pero deberá competir con el independiente Takano Kaoru, exdirector del Departamento de Cultura de la ciudad, quien ha presentado ya su candidatura.

Takano ha manifestado en un mensaje difundido por Twitter que el caballo de batalla será si la ciudad debe presentarse o no a ser sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030 y que entiende las elecciones municipales como un referendo de hecho para decir sí o no al proyecto. Quiere esto decir que Takano está preparado para presentar batalla a Akimoto, principal impulsor de la candidatura olímpica.

En todo caso, dado que en unas elecciones municipales dan lugar a otros muchos debates, es muy discutible que el resultado de estas sea un indicador fiable de la postura de los ciudadanos ante la candidatura olímpica de su ciudad. Por otra parte, lo cierto es que el número de ciudades que desean acoger unos Juegos Olímpicos es cada vez menor a nivel mundial. En estas circunstancias, la decisión que se le plantea al COI va a ser también muy complicada.

Este modelo de torneo deportivo entendido como megaevento en el que, a la sombra del entusiasmo y de las pasiones que despierta, se busca ante todo el beneficio, ya no obtiene el apoyo de la gente. Si se ha de juzgar la pertinencia de estos nuevos Juegos Olímpicos en Sapporo, debería dárseles a los ciudadanos una oportunidad para expresar su voluntad después de haber reflexionado sobre cuál es el futuro que desean para su ciudad. Y para ello lo mejor sería organizar un referendo en toda regla.

(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: Los aros olímpicos ante el Museo de los Juegos Olímpicos de Sapporo. Al fondo, el trampolín para salto de esquí de Ōkurayama, en el distrito de Chūō de la ciudad de Sapporo. Jiji Press)

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