Kishida contra las cuerdas: el escándalo de las comisiones clandestinas amenaza al PLD

Política

El apoyo al primer ministro Kishida Fumio se ha desplomado con el escándalo de los diputados del PLD, quienes recibieron millones de yenes en comisiones clandestinas. El periodista Yora Masao nos habla de las fiestas de recaudación de fondos y los beneficios no declarados que generan para los parlamentarios.

Hasta hace poco, el gran interrogante en la política japonesa era cuándo iba a convocar elecciones el primer ministro Kishida Fumio. Ahora, destapado ya el escándalo de las comisiones que ha arrollado al Partido Liberal Democrático, la gente se pregunta cuándo dimitirá: un giro desconcertante.

En la cuerda floja

La crisis se originó a raíz de la sospecha de que la mayoría de los diputados de la facción del PLD antes encabezada por el difunto Abe Shinzō se quedaban con el excedente de dinero al superar el cupo de venta de entradas que tenían asignado para las fiestas de recaudación de fondos de la facción. Los fiscales de Tokio han puesto en marcha una investigación sobre las posibles violaciones de la Ley de Control de Fondos Políticos que implicaría.

En una encuesta de Jiji Press realizada entre el 8 y el 11 de diciembre, el apoyo al gabinete de Kishida había disminuido 4,2 puntos percentuales respecto a la encuesta de noviembre para llegar al 17,1 %, el nivel más bajo desde que cayera al 13,4 % a finales del mandato de Asō Tarō en septiembre de 2009. El PLD de Asō sufrió una apabullante derrota en las elecciones generales que elevaron al Partido Democrático de Japón al Gobierno. Ahora el apoyo al gabinete de Kishida se halla en una zona de peligro parecida.

El 14 de diciembre, Kishida sustituyó a cuatro miembros de su gabinete de la facción de Abe, entre los cuales se hallaban pesos pesados como el secretario jefe Matsuno Hirokazu y el ministro de Economía, Comercio e Industria Nishimura Yasutoshi. En una conferencia de prensa mantenida la tarde anterior, el primer ministro había prometido con vehemencia que restablecería la confianza pública en la política reformando el PLD.

El secretario jefe del Gabinete Matsuno Hirokazu anunció su dimisión el 14 de diciembre, en la Oficina del Primer Ministro en Tokio. (© Jiji)
El secretario jefe del Gabinete Matsuno Hirokazu anunció su dimisión el 14 de diciembre, en la Oficina del Primer Ministro en Tokio. (© Jiji)

¿Cómo podría Kishida reformar el PLD? ¿Enmendando la Ley de Control de Fondos Políticos? ¿Desmantelando las facciones del partido? De momento, no ha revelado ninguna medida concreta. Existen sospechas de que su propia facción tampoco incluyó decenas de millones de yenes en las declaraciones de fondos, por lo que es casi impensable que su nivel de apoyo se recupere.

Una suerte de donativo empresarial

Veamos en qué consisten las fiestas de recaudación de fondos políticos, ya que en general se sabe muy poco sobre ellas. Aparte de las que se dan para los parlamentarios a título individual, las facciones también organizan fiestas una vez al año en las salas de banquetes de grandes hoteles de Tokio. El precio de la entrada suele oscilar entre los 10.000 y los 20.000 yenes, y el número de asistentes puede llegar a sobrepasar los 3.000.

En las fiestas de recaudación se come de pie. Muchos se imaginarán un surtido de bandejas espléndidas, pero la realidad es que la comida y la bebida se agotan en un abrir y cerrar de ojos. Un miembro veterano de la facción pronuncia un discurso breve a modo de saludo, se presenta a los parlamentarios de la facción sobre un escenario y, tras un rato en que los presentes charlan y se relacionan, la fiesta concluye con un brindis.

Sekō Hiroshige, un miembro de la facción de Abe que fue sustituido la semana pasada como líder del PLD en la Cámara Alta, apareció una vez en televisión comentando sin tapujos: “Ahorramos dinero sirviendo un montón de arroz y pollo fritos para que la gente se llene”. Esta forma de proceder no solo se da en la facción de Abe. Los ingresos de las fiestas son lo que queda después de restar los gastos de alquiler del lugar donde se celebran y de la comida, por lo que los organizadores intentan reducir los costes al máximo.

Los asistentes son conscientes de esa realidad y se nota que se centran en intercambiar tarjetas profesionales con los diputados. Su motivación no es tanto establecer allí nuevas conexiones con políticos como el temor de que, si no compran entradas para las fiestas, no podrán visitar los despachos de los parlamentarios para defender sus intereses. Que alguien compre diez entradas no significa que vayan a asistir diez personas.

Las empresas son quienes suelen costear las entradas a las fiestas, por lo que esos pagos se convierten en una especie de donativo empresarial. Como el porcentaje de beneficios tras deducir los gastos llega a rozar el 90 %, estos eventos constituyen una hábil máquina de generar dinero.

“Darle la mano a Abe Shinzō”

En la facción de Abe, los diputados tenían un cupo de venta de entradas para las fiestas que se fijaba en función de factores como su puesto y las veces que habían salido elegidos. Si sobrepasaban ese cupo, les daban el dinero sobrante bajo mano como comisión.

Al parecer, a veces los parlamentarios y secretarios entregaban el efectivo de la venta de entradas al despacho de la facción Abe y se les repartía la parte que les correspondía también en efectivo. Estos pagos se normalizaron con el argot modoshi, que significa “devolución”. Puesto que tanto la facción como los diputados estaban al tanto del sistema, se está investigando a la facción en su conjunto.

Un joven diputado declaró: “Cuesta mucho recaudar fondos organizando fiestas uno solo. Pero en las fiestas de la facción, en especial cuando Abe todavía vivía, podíamos decir ‘Tendrás la oportunidad de darle la mano a Abe Shinzō’ o ‘Te podrás hacer una foto con él’, y la gente nos compraba las entradas”. La posibilidad de embolsarse el excedente de fondos convirtió las fiestas en un sistema muy apreciado para políticos en la fase inicial de la carrera.

Ingresos sin declarar

El escándalo de Recruit de 1988 generó el ímpetu necesario para que las fiestas de recaudación de fondos se organizaran con frecuencia. Los líderes de las facciones del PLD de aquel momento, como Nakasone Yasuhiro, Takeshita Noboru, Miyazawa Kiichi y Abe Shintarō (padre de Abe Shinzō) recibieron acciones no cotizadas de una subsidiaria de la empresa Recruit y lograron cuantiosos beneficios cuando la entidad pasó a cotizar en bolsa. Al año siguiente el PLD se tambaleó en las elecciones a la Cámara Alta y perdió su mayoría unipartidista.

En las varias reformas que se adoptaron a continuación se prohibieron los donativos por parte de empresas y otras entidades a políticos individuales, que dieron paso a conspiraciones entre políticos e industria, al considerarse un generador clave de desconfianza en el PLD. Sin embargo, así quedó un vacío que permitía ofrecer donativos a ramas del partido representadas por los miembros de la Dieta y que fomentó la tendencia de compensar la caída de ingresos mediante fiestas de recaudación de fondos por facciones.

Fiestas de recaudación de fondos y comisiones clandestinas

Las comisiones en sí no son ilegales; la investigación sobre posibles violaciones de la Ley de Control de Fondos Políticos se puso en marcha porque no se habían incluido en las declaraciones de ingresos procedentes de fondos políticos.

Hay quien podría pensar que fue un error accidental. Sin embargo, la legislación sobre fondos políticos exige que se publiquen declaraciones detalladas que incluyan información como quiénes donaron el dinero y cómo se gastó, para que los votantes lo tengan en cuenta a la hora de elegir a sus candidatos en las elecciones.

Cuando no se facilita la información obligatoria sobre el dinero de los políticos, este se convierte en uragane (fondos ilícitos). El público desconoce si se invierte en elecciones o en cenas y compras personales. Si los parlamentarios se lo apropian para uso privado, puede considerarse un ingreso individual, por lo que no declararlo constituye evasión de impuestos.

Pagar por los errores

Se cree que los fondos ilícitos que ha amasado la facción de Abe en los últimos cinco años ascienden a 500 millones de yenes. Abe Shinzō, que se implicó en el nombramiento de altos cargos en la fiscalía, falleció, y el ex primer ministro Suga Yoshihide, aliado suyo, ya no está en el cargo. Esto facilita el trabajo a los fiscales de Tokio.

Echando la vista atrás, es bien posible que, durante el largo mandato del difunto primer ministro Abe —de 2012 a 2020—, muchos miembros de la Dieta del PLD pensaran que, de estallar cualquier escándalo, la noticia se acabaría diluyendo y la gente lo olvidaría. Estoy convencido de que la situación actual es el resultado de esa autocomplacencia.

Parece que la gente esperaba que Kishida se distanciara de Abe y marcara su propio camino. En cambio, pasó a depender más de la facción de este y se podría decir que ahora lo está pagando caro.

La sensación de que no deberían montarse en un barco que zozobra se está extendiendo rápidamente entre los diputados del PLD. Aun así, nadie da señales de querer arriesgarse. Después del escándalo de Recruit, los parlamentarios más jóvenes presionaron a la cúpula del PLD para que se embarcara en reformas políticas, pero ahora no hay ningún movimiento similar. Así pues, aunque se sustituya al líder y al primer ministro, va a costar hacer cambios fundamentales en la estructura del partido.

(Publicado originalmente en japonés el 18 de diciembre de 2023, y traducido al español de la versión en inglés. Imagen del encabezado: el primer ministro Kishida Fumio en una conferencia de prensa en la Oficina del Primer Ministro, el 14 de diciembre de 2023. © Jiji Press)

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