El argumento conservador contra la energía nuclear en Japón

Sociedad Política

La oposición a la energía nuclear en un Japón propenso a los terremotos suele considerarse competencia de los progresistas políticos. Pero un antiguo juez sostiene que el pensamiento conservador debería llevar a la misma conclusión: que la energía nuclear no es la opción más sensata para este país.

Una devastadora pérdida de territorio

“El conservadurismo es esencialmente realismo. Un conservadurismo que se niega a enfrentarse a la realidad es tan inútil como un progresismo sin ideales”.

Así comencé mi Hoshu no tame no genpatsu nyūmon (Energía nuclear: una introducción para conservadores), que salió a la venta en el verano de 2024. En el libro traté de llamar la atención sobre las contradicciones inherentes a las políticas del Partido Liberal Democrático: un partido que dice apoyar los valores conservadores y defender los ideales del patriotismo pero que, sin embargo, defiende que Japón continúe o aumente su dependencia de la energía nuclear, incluso tras el desastre de Fukushima.

Expuse tres puntos principales. Primero, la energía nuclear es fundamentalmente incompatible con el conservadurismo y el patriotismo. Segundo, las centrales nucleares son intrínsecamente vulnerables a los terremotos, por razones estructurales. Y tercero, las centrales nucleares también son vulnerables desde el punto de vista de la seguridad nacional.

La catástrofe de la central nuclear de Fukushima Dai-ichi, de la Compañía Eléctrica de Tokio (TEPCO), en marzo de 2011 provocó la evacuación de más de 150.000 personas. Más de 20.000 siguen sin poder regresar a sus hogares aún hoy. Y el estado de emergencia declarado poco después de la catástrofe aún no se ha levantado, 14 años después.

En la prefectura de Fukushima, las órdenes de evacuación siguen vigentes en más de 300 kilómetros cuadrados, en lo que el Gobierno ha designado como zonas “cerradas a la habitabilidad de forma indefinida”. Y ello a pesar de que los límites anuales de seguridad para la exposición a la radiación de la población general se elevaron de 1 milisievert a 20 milisieverts. Un área de más de 300 kilómetros cuadrados —equivalente al tamaño de Nagoya, uno de los centros económicos clave de Japón— sigue de hecho bajo órdenes de evacuación. El país ha perdido de hecho un territorio 50 veces mayor que las islas Senkaku, en la prefectura de Okinawa, reclamadas por China y foco frecuente de inquietud en materia de seguridad nacional. Por si fuera poco, más de 300 jóvenes han sido diagnosticados con cáncer de tiroides infantil, una enfermedad que normalmente solo afectaría a uno de cada millón. Muchos de ellos han sido casos graves que han requerido cirugía invasiva.

Cuando actué como juez presidente en el caso presentado ante el Tribunal de Distrito de Fukui para detener la reactivación prevista de la central nuclear de Ōi, de la Compañía de Energía Eléctrica de Kansai, el argumento esgrimido por el Partido Liberal Democrático (que acababa de regresar al poder) y el lobby empresarial era que el cierre de las centrales nucleares obligaría a Japón a importar enormes cantidades de petróleo y gas natural para alimentar las centrales térmicas. Esto provocaría una salida masiva de la riqueza de la nación y conduciría al empobrecimiento nacional.

El 21 de mayo de 2014, el tribunal emitió su veredicto. Aunque el cierre de la planta provocara un déficit comercial, el tribunal rechazó la idea de que esto representara una pérdida de riqueza nacional. La verdadera riqueza nacional, sostuvo el tribunal, consiste en una tierra rica y productiva, un lugar donde la gente puede echar raíces y ganarse la vida. El riesgo de perder esto, y ser incapaz de recuperarlo, representaría una pérdida más grave de riqueza nacional. Compare los argumentos del PLD y del lobby económico empresarial con la decisión del Tribunal del Distrito de Fukui. ¿Cuál representa el verdadero conservadurismo, sin miedo a mirar de frente a los hechos sobre los desastres nucleares? ¿Cuál representa mejor el verdadero espíritu del patriotismo?

Un desastre provocado por un corte de electricidad

Consideremos algunas de las características de las centrales nucleares. En primer lugar, deben estar continuamente vigiladas y abastecidas de un flujo constante de agua para refrigerar el reactor. En segundo lugar, si se interrumpe el suministro de electricidad o agua, existe el riesgo de una fusión del núcleo inmediata. Un accidente grave podría significar el fin de Japón como nación.

El accidente de Fukushima Dai-ichi estuvo peligrosamente cerca de hacer inhabitable gran parte de la zona oriental de Japón. Yoshida Masao, el director a cargo de TEPCO en ese momento, temía que la lluvia radiactiva contaminara todo el este de Japón cuando parecía que el edificio de contención del reactor de la unidad 2 se rompería después de que la ventilación se hiciera imposible. El presidente de la Comisión de Energía Atómica de Japón también preveía que sería necesario evacuar a la población de un radio de 250 kilómetros alrededor de la central, incluido Tokio.

El accidente de Fukushima no se produjo porque el reactor resultara dañado directamente por el terremoto o el tsunami. El terremoto inicial interrumpió el suministro externo de electricidad, y el tsunami que le siguió cortó también el suministro eléctrico de emergencia. Esencialmente, un fallo eléctrico hizo imposible enfriar el reactor, y esto fue suficiente para desencadenar una catástrofe.

Estas características significan que la resistencia de las centrales nucleares no depende de lo físicamente robustos que sean los reactores y los edificios de contención, sino de la fiabilidad de la electricidad que se les suministra. Las centrales nucleares de Japón están diseñadas para poder soportar una actividad sísmica de entre 600 y 1.000 gal (un gal es una unidad de aceleración utilizada en gravimetría para medir el impacto local de un terremoto). Pero los terremotos de más de 1.000 gal no son inusuales en Japón, y algunos han superado los 4.000 gal. Por esta razón, algunas empresas constructoras edifican viviendas diseñadas para resistir sacudidas sísmicas de hasta 5.000 gal.

Solo hay 17 centrales nucleares totalmente construidas en todo el país. En cuatro de ellas ya se han producido seis terremotos que superan las normas de seguridad: Onagawa, Shika, Kashiwazaki-Kariwa y Fukushima Dai-ichi (dos veces cada una en Onagawa y Shika). Japón experimenta más terremotos que cualquier otro país del mundo. Aunque el país solo representa el 0,3 % de la masa terrestre mundial, más del 10 % de todos los terremotos del mundo se producen aquí. A pesar de los peligros inherentes, hay 54 reactores nucleares a lo largo de las costas, alrededor del 10 % del total mundial.

Dado que es imposible prever la magnitud del seísmo que puede sacudir un lugar determinado en un país propenso a los terremotos como Japón, las empresas constructoras se basan en el principio de que las casas deben ser capaces de resistir eventos sísmicos equivalentes al terremoto más fuerte registrado en el pasado.

El Gobierno ratificó el Séptimo Plan Energético Estratégico en una reunión del gabinete en febrero de este año. Esta última iteración del plan eliminó las referencias a la ambición de reducir al máximo la dependencia del país de la energía nuclear, y señaló una clara intención de devolver a la energía nuclear una posición más destacada en la estrategia energética del país. A pesar de ello, las normas de planificación sísmica de las centrales nucleares siguen dando por sentado que es posible predecir con exactitud la magnitud máxima de cualquier terremoto que se produzca en el futuro analizando los datos sísmicos del pasado y realizando una evaluación in situ de las condiciones geotécnicas locales. ¿Qué postura demuestra un mejor criterio científico y una evaluación más realista de los hechos, la del Gobierno o la de las empresas constructoras?

Por qué la mayor central nuclear de Europa cayó en manos del enemigo

TEPCO era una empresa enorme, con unos ingresos anuales de unos 5 billones de yenes y un margen de beneficios del 5 %, lo que significaba que la empresa ganaba 250.000 millones de yenes cada año. Pero los daños económicos del accidente de Fukushima ascendieron al menos a 25 billones de yenes, lo que equivale a 100 años de ingresos para la empresa. ¿Qué podemos decir de un enfoque de la generación de electricidad en el que un solo accidente puede acabar con los ingresos de un siglo y llevar esencialmente a la bancarrota a una enorme empresa como TEPCO? Se trata de una fuente de energía que no solo es ineficiente, sino insostenible.

Por ejemplo, se calcula que si se produjera un accidente de escala similar en la central nuclear de Tōkai Dai-ni, en la prefectura de Ibaraki, causaría daños por valor de 660 billones de yenes (frente a los 110 billones del presupuesto del Gobierno nacional). Como jefe de la central de Fukushima, Yoshida se resignó a perder el edificio de contención del reactor de la unidad 2 a causa de una explosión. Le salvó un “milagro” cuando un punto débil en alguna parte de la estructura del edificio permitió que escapara la presión y se evitó una ruptura. Sin esta afortunada intervención, se calcula que los daños económicos podrían haber alcanzado los 2.400 billones de yenes.

Estas cifras dejan claro que el problema de la energía nuclear no es una mera cuestión energética. Tiene profundas implicaciones para la supervivencia nacional y debe considerarse una prioridad para la seguridad nacional. La guerra de Rusia en Ucrania nos ha recordado crudamente la gravedad de esta amenaza. La central de Zaporiyia, en el río Dniéper, es la mayor central nuclear de Europa. La amenaza rusa de atacarla bastó para convencer a Ucrania de que entregara la central al control ruso. Si la central hubiera sido realmente atacada, podría haber provocado una crisis con el potencial de arrasar amplias zonas de Europa del Este.

Se ha dicho que las centrales nucleares son como armas nucleares dirigidas contra su propio país. No podría estar más de acuerdo. Y en Japón tenemos 54 de estos reactores ocupando nuestras costas, casi desprotegidos contra terremotos, enemigos potenciales y ataques terroristas. El Gobierno del PLD se burla de quienes se oponen a que Japón tenga capacidad ofensiva para atacar bases enemigas y abogan por una postura exclusivamente orientada a la defensa tachándolos de caer en un pensamiento demasiado relajado. Al mismo tiempo, el partido está ciego ante el hecho de que las centrales nucleares representan la mayor vulnerabilidad de defensa nacional de este país.

Deshacerse de estas “armas nucleares dirigidas contra nuestro propio país” no requerirá enormes gastos de defensa ni difíciles negociaciones diplomáticas. Todo lo que se necesita es la capacidad de mirar con los ojos bien abiertos a los hechos, y una mentalidad conservadora decidida a proteger nuestra tierra rica y productiva y a legarla a la próxima generación.

En mis libros y artículos anteriores, abordé las cuestiones jurídicas relacionadas con la energía nuclear. En mi Energía nuclear: Una introducción para conservadores, dejé claro que mi propia postura política es conservadora. Estaba preparado para una reacción violenta por parte de los progresistas, que constituyen el grueso del movimiento antinuclear, pero en realidad no recibí ninguna reacción de ese sector. De hecho, me sorprendió el rotundo apoyo que recibí.

La mayoría de las críticas procedían de supuestos conservadores que, al parecer, estaban decididos a desacreditar mis sinceras intenciones y refunfuñaban que era indecoroso que un antiguo juez metiera las narices en política. En Amazon, mis críticas se vieron inundadas de ataques personales y calumnias aparentemente coordinadas. Pero sigo convencido de que los conservadores verdaderos y justos comprenderán mis verdaderas intenciones.

Los geólogos reconocen que simplemente no es posible predecir con exactitud los terremotos con la ciencia actual. Un gran terremoto podría producirse mañana y provocar una catástrofe en una de las centrales nucleares del país que podría aniquilar o hacer inhabitables grandes zonas del país. Mi objetivo es simplemente concienciar al mayor número posible de personas de este hecho aterrador.

(Fotografía del encabezado: Una señal de prohibido el paso en una zona evacuada en Tomioka, Fukushima, donde los residentes aún no pueden regresar debido a la contaminación provocada por el accidente de marzo de 2011 en Fukushima Dai-ichi. Fotografía tomada en noviembre de 2023. © Jiji).

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