Tradiciones “cool”, modernidad y belleza tradicional

La laca de Daigo: “gotas de sangre” imprescindibles para restaurar el patrimonio cultural

Cultura Historia

Daigo, en Ibaraki, es donde se produce la mejor laca de Japón. Apreciada por su transparencia y su brillo único, se utiliza para lacados de alta gama. Ahora la producción de laca en Japón está en decadencia: hoy en día son contados los profesionales que se dedican al oficio.

Diez años para producir un vaso de laca

La laca es un barniz tradicional de Japón que se obtiene al refinar la resina del Toxicodendron vernicifluum, popularmente conocido como árbol de la laca. Una vez seca, destaca por su fuerza adhesiva, impermeabilidad y resistencia al fuego. El proceso de recolección consiste en hacer cortes horizontales en el tronco y recoger con una espátula la sustancia que el árbol segrega para curar sus heridas. Los árboles de la laca tardan diez años en alcanzar la madurez. Cada ejemplar produce solo unos 180 gramos de laca —más o menos el volumen de un vaso— y, una vez se le extrae, ya no puede volverse a obtener. Los recolectores la tratan con sumo cuidado y consideran que “una gota de laca es una gota de sangre”.

A la izquierda, el cubo que se utiliza para recoger la savia. A la derecha, la materia prima de la laca. La laca sin refinar, de la que se eliminan las impurezas de madera, se remueve para darle una textura homogénea. Luego se calienta para evaporar el agua que contiene y se obtiene la laca refinada, semitransparente y viscosa.
A la izquierda, el cubo que se utiliza para recoger la savia. A la derecha, la materia prima de la laca. La laca sin refinar, de la que se eliminan las impurezas de madera, se remueve para darle una textura homogénea. Luego se calienta para evaporar el agua que contiene y se obtiene la laca refinada, semitransparente y viscosa.

La historia de la laca se remonta a tiempos ancestrales: se han hallado adornos lacados en ruinas del periodo Jōmon que tienen más de 10.000 años de antigüedad. También se usó en edificios como templos y en objetos budistas durante los periodos Asuka (552-710) y Nara (710-794). La industria de la laca floreció en los periodos Kamakura (1185–1336) y Muromachi (1336-1573), cuando el lacado se usaba en artículos como las vajillas de la aristocracia o la armadura de los samuráis. En el periodo Edo se desarrolló en puntos de todo el país, dando lugar a distintos estilos como el Wajima-nuri o el Aizu-nuri. También se exportaba a otros países, donde era muy apreciada; se dice, por ejemplo, que María Antonieta tenía un espacio de exposición para objetos lacados en el Palacio de Versalles. La laca que embelesaba a la realeza y la nobleza de la Europa occidental se conocía como Japan y, junto con la China (cerámica de China), se ganó la fama de artesanía típica de Oriente.

Tokugawa Mitsukuni fomentó la plantación de árboles de la laca

La laca de Daigo tiene un alto contenido de urushiol, su componente principal, que es una mezcla de fenoles. Cuanto más urushiol lleva, mayor es su transparencia. Su característico brillo, profundo y cálido, es otro de los motivos por los que goza de reconocimiento como laca de alta calidad tanto en Japón como en el resto del mundo. Viene usándose desde antiguo en el acabado de lacado de alta gama como el Wajima-nuri. Ōnishi Isao, un artesano de la laca designado como Tesoro Nacional Viviente, es también un usuario entusiasta de la laca de Daigo: “Cuantas más capas aplicas, más saca su brillo profundo. Ese resplandor no se consigue con laca de otros lugares”.

La denominación laca de Daigo designa la laca que se produce en varios municipios, como Daigo (prefectura de Ibaraki) y Nakagawa (prefectura de Tochigi). Gracias a una topografía idónea por sus temperaturas extremas, Daigo ha gozado de reputación como productor de laca desde la antigüedad. El cultivo de árboles en Daigo también ostenta una larga tradición; se remonta a cuando Tokugawa Mitsukuni, segundo señor del dominio de Mito, lo fomentó obligando a los campesinos a plantar un ejemplar por cada koku (unidad de riqueza) que poseían. Entonces la laca no solo se usaba como barniz, sino también para fabricar cera. A principios de la era Meiji (1868-1912), se obtenían unas 3 toneladas de laca en la zona y, a partir de la era Shōwa (1926-1989), recolectores de otras prefecturas, como Fukui, Ishikawa y Fukushima, se afincaron en Daigo, Nakagawa y otros pueblos de las cercanías para desempeñar su oficio.

La prefectura de Ibaraki, que antaño fue la productora líder de laca en Japón, ha pasado a ocupar el segundo lugar, por detrás de Iwate y por delante de Tochigi, en años recientes. Si Iwate ostenta ahora el primer puesto es porque allí se concentra la producción de laca de Jōbōji, que se consigue sobre todo en la zona del mismo nombre del municipio de Ninohe.

El declive de la laca producida en Japón

La laca de producción nipona se ha visto desplazada a medida que la laca barata procedente de otros países como China ganaba terreno. La población de recolectores, que en su momento álgido superaba los 150 solo en Daigo, ha ido encogiendo a causa del envejecimiento y, entrado el periodo Heisei (1989-2019), quedaban solo algunos. El recolector Tobita Yūzō y el Departamento de Agricultura y Silvicultura de Daigo, conscientes de la situación crítica del sector, crearon en 2010 la Asociación para la Conservación de la Laca de Daigo, formada por diez recolectores de Daigo, Nakagawa y otros pueblos. Basándose en criterios históricos y culturales, decidieron unificar distintas denominaciones (laca de Okukiji, laca de Ibaraki, etc.) bajo la denominación de laca de Daigo. Varios jóvenes y mujeres se han unido en los últimos tiempos a la asociación, que ahora cuenta con 18 miembros y está más activa que nunca.

La asociación lleva a cabo principalmente dos actividades. La primera es aumentar la producción de laca criando y cultivando plántulas de árboles de la laca de forma intensiva. Antes se plantaban en pendiente, pero hoy en día es más fácil porque se hace metódicamente en terreno llano. La segunda actividad es la formación de especialistas que tomen el relevo en la industria. Profesionales veteranos consagran su valioso tiempo generosamente a transmitir su oficio a los jóvenes, enseñándoles a criar plántulas, plantar y podar, eliminar la maleza, abonar, recolectar la savia y talar.

Bosque de árboles de la laca en plena recolección.
Bosque de árboles de la laca en plena recolección.

Japón cuenta con una tradición del lacado milenaria, pero ahora importa el 98 % de la materia prima de países como China. El volumen de producción de laca japonesa disminuye año tras año y la plantilla de recolectores también encoge a nivel nacional. Este declive del producto nipón se debe a que, además de los modestos ingresos de una profesión tan dura y trabajosa como es la recolección de la laca, el producto chino, de baja calidad, es mucho más barato. En este contexto, resulta muy significativo que en 2015 la Agencia de Cultura anunciara que la restauración del patrimonio designado como Tesoro Nacional y Bien de Importancia Cultural se llevaría a cabo exclusivamente con laca producida en Japón. Si la laca de Daigo es imprescindible para restaurar piezas del patrimonio cultural nacional tan valiosas como el pabellón Miei-dō del templo Chion-in de Kioto, podemos afirmar que urge garantizar la producción de una materia prima de óptima calidad para conservar la cultura tradicional de Japón.

Tobita Yūzō (izquierda), que fue el primer presidente de la Asociación para la Conservación de la Laca de Daigo, y el presidente actual, Nidaira Yoshihiro.
Tobita Yūzō (izquierda), que fue el primer presidente de la Asociación para la Conservación de la Laca de Daigo, y el presidente actual, Nidaira Yoshihiro.

Fotografías: de Otome Kaita.

(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: Tobita Yūzō, recolector profesional de laca, obteniendo la savia del árbol de la laca. Fotografía de Otome Kaita.)

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