Grandes figuras de la historia de Japón

Las resonancias del arte antiguo japonés en las obras de Kawabata Yasunari

Literatura Cultura

Conocido dentro y fuera de Japón por obras de depurado estilo que consiguen transmitir con gran delicadeza la visión japonesa de la belleza, Kawabata Yasunari se convirtió en 1968 en el primer escritor nipón en ganar el Premio Nobel de Literatura. ¿Cómo se gestaron Yukiguni, Yama no oto y el resto de sus grandes novelas? Una experta nos desvela algunos de sus secretos desde la perspectiva de la interacción entre arte y literatura.

¿Cuándo, a partir de qué se obtiene la inspiración para escribir? ¿Cómo va concretándose esa idea original hasta convertirse en una obra literaria? Lógicamente, cada escritor es único y sus procesos mentales también lo son, pero sabemos que cosas como el encuentro del autor con una pintura pueden servir de desencadenantes.

En noviembre de 1947, con motivo de la inauguración de un monumento al novelista Tokuda Shūsei, Kawabata Yasunari estuvo en Kanazawa, donde tuvo uno de esos encuentros con cierta obra pictórica japonesa. Además de por sus libros, Kawabata era también conocido como coleccionista de arte. Tras la Segunda Guerra Mundial, su preferencia por el arte antiguo se hizo más acentuada y consiguió engrosar su colección con obras tan destacadas como el Tōun shisetsu-zu, de Urakami Gyokudō (colección del Museo Conmemorativo Yasunari Kawabata) o el Jūben jūgi-zu, una colaboración entre el pintor y calígrafo Ike no Taiga y el poeta y pintor Yosa Buson. El hecho de que ambas piezas fueran declaradas tesoros nacionales con posterioridad a su inclusión en la colección de Kawabata indican el gran olfato para el arte que tenía Kawabata. Pero para Kawabata, el arte fue algo más que una mera afición. El descubrimiento de aquella obra en Kanazawa supuso un gran impulso para su creatividad.

Kawabata Yasunari con uno de los objetos de su colección de arte, en su casa de Zushi (prefectura de Kanagawa), en abril de 1972. (Aflo)
Kawabata Yasunari con uno de los objetos de su colección de arte, en su casa de Zushi (prefectura de Kanagawa), en abril de 1972. (Aflo)

Técnicas cinematográficas para crear un mundo de sensualidad

Cuando Kawabata contempló por primera vez la obra, un biombo de seis hojas, se encontraba en un punto de inflexión de su carrera marcado por su novela Yukiguni (País de nieve), que alcanzaría fama mundial.

Kawabata, nacido en 1899 en la ciudad de Ibaraki (prefectura de Osaka), se dio a conocer con obras como Izu no odoriko (La bailarina de Izu, 1926), en la que se narra la historia de un estudiante de bachillerato del sistema educativo antiguo que se une durante unos días a una pequeña compañía teatral ambulante. Luego, fue haciéndose con un mayor prestigio como escritor con Asakusa Kurenai-dan (1929-1930), a modo de reportaje sobre las gentes del barrio tokiota, Suishō gensō (Fantasías de cristal, 1931), enmarcada dentro del nuevo psicologismo japonés, que introduce técnicas modernistas como el flujo de la conciencia, o Kinjū (Pájaros y bestias, 1933), que expone la sensibilidad de un misántropo solitario amante de los pájaros y pequeños animales. En esa fase intermedia de su ascenso como escritor, Kawabata se había concentrado en su nueva novela Yukiguni.

Shimamura, protagonista de la novela, parte en tren de Tokio hacia un balneario de aguas termales ubicado al otro lado de un largo túnel ferroviario, en una región que soporta grandes nevadas. Allí, Shimamura se siente fuertemente atraído por la geisha Komako, una mujer candorosa que le entrega todo su cariño, pero mantiene hacia ella una actitud fría y distante. Kawabata describe magistralmente la malhadada relación entre ambos mediante cadenas de imágenes emanadas de las palabras, insinuaciones metafóricas, voces narrativas libres que no adoptan una perspectiva fija y otras muchas técnicas expresivas. Itasaka Gen, que durante muchos años ha enseñado literatura y cultura japonesas en la universidad norteamericana de Harvard, señala lo novedosa que resultó la forma en que, extralingüísticamente, Kawabata exponía el distanciamiento que persistía entre ambos personajes dentro de un ambiente de gran sensualidad, mediante recursos tan cinematográficos como primeros planos de las pestañas o labios de la geisha. Todos estos recursos literarios los llevaba Kawabata en su “botiquín” personal, con el que partía en busca de un mundo de belleza y sensualidad, y es así como, a través de sus obras, logró dar forma a un mundo propio.

Yukiguni se formó como novela de forma un tanto peculiar, pues en su origen no fue más que la suma de pequeñas narraciones sueltas que comenzaron apareciendo de forma irregular en varias revistas a partir de 1935. El proceso de crecimiento y modificación ni siquiera se detuvo cuando, en 1937, tomó forma de libro bajo ese título. La revista literaria mensual Shōsetsu Shinchō publicó continuaciones de la obra hasta octubre de 1947. La edición definitiva de la novela no llegaría hasta 1948, aunque Kawabata volvió a retocarla cuando fue incluida en la colección de sus obras completas. Después del suicidio del escritor (1972) se descubrió entre sus papeles el manuscrito de una versión reducida y condensada de la obra (Yukiguni-shō). Fue, pues, una obra en la que Kawabata depositó mucho de sí mismo hasta el momento de su muerte.

Kawabata Yasunari escribió su novela Yukiguni (País de nieve) en la habitación llamada Kasumi-no-ma del hotel Takahan, en la ciudad de Yuzawamachi (prefectura de Niigata). (Agencia Jiji)
Kawabata Yasunari escribió su novela Yukiguni (País de nieve) en la habitación llamada Kasumi-no-ma del hotel Takahan, en la ciudad de Yuzawamachi (prefectura de Niigata). (Agencia Jiji)

Por encima de la complejidad del proceso de creación de Yukiguni, advertimos que 1947, año en que Kawabata puso fin a la publicación por entregas de esta novela en las diversas revistas, se revela como una importante parada o “estación” en la ruta literaria del autor. El año siguiente sería el de la aparición de la versión definitiva de la obra y, sobre todo, le esperaba la rendición de cuentas de toda su actividad literaria en forma de la edición de sus obras completas. Por tanto, en noviembre de 1947, cuando se plantó ante aquel imponente biombo en Kanazawa, Kawabata estaba en un periodo de balance y revisión de su obra pasada, y de búsqueda de nuevos desarrollos

Una sinfonía con el arte antiguo que abre nuevos horizontes

¿Qué clase de obra pictórica era la que se alzaba ante él? En una carta dirigida al también novelista Shiga Naoya, Kawabata explica que en una tienda de arte antiguo de Kanazawa pudo contemplar el Kiku-zu byōbu o Biombo de los Crisantemos, de Ōgata Kōrin, una monumental obra en seis paneles que representa sobre un fondo de pan de oro blancos crisantemos en los que se utiliza el pigmento llamado gofun, fabricado a base de carbonato de calcio extraído de conchas marinas y otros materiales.

Este encuentro da paso a otra de las creaciones más importantes del autor, Yama no oto (El rumor de la montaña), que, al igual que Yukiguni, fue apareciendo irregularmente en distintas publicaciones entre 1949 y 1954 antes de tomar forma de libro.

Yama no oto trata de los problemas propios de la vejez y de la convivencia familiar sobre el escenario de una sociedad devastada por la derrota bélica. Tiene por protagonista a Ogata Shingo, un hombre que ha pasado los sesenta. El ruido al que se refiere el título de la novela es el que procede del monte que se alza a la trasera de la casa familiar de los Ogata en Kamakura. Al oírlo, Shingo queda aterrorizado, pues lo interpreta como el anuncio de su inminente muerte. A la ansiedad que le produce su frágil salud se suma el dolor que siente al ver que ni el matrimonio de su hijo ni el de su hija marchan bien. Inmerso en ese deprimente día a día, Shingo termina viendo en su nuera Kikuko la imagen de la joven esposa de su hermano, por la que sintió una secreta atracción siendo joven. En su recuerdo, la mujer aparece conectada a los arces que el otoño tiñe de intensos colores, y es precisamente la estación otoñal la que sugiere el nombre de Kikuko (de kiku, crisantemo). Las dos figuras femeninas quedan realzadas por los encendidos tonos de la estación.

Original autógrafo de un ejercicio de redacción titulado Watashi no furusato (Mi lugar natal), hallado en 2017 en la ciudad de Ibaraki. Presenta numerosas correcciones y adiciones. Kawabata vivió en Ibaraki desde los tres hasta los 18 años. (Cortesía del Ayuntamiento de Ibaraki, Jiji Press)
Original autógrafo de un ejercicio de redacción titulado Watashi no furusato (Mi lugar natal), hallado en 2017 en la ciudad de Ibaraki. Presenta numerosas correcciones y adiciones. Kawabata vivió en Ibaraki desde los tres hasta los 18 años. (Cortesía del Ayuntamiento de Ibaraki, Jiji Press)

No parece aventurado decir que, a la hora de definir al personaje de Kikuko, Kawabata se inspirase en su encuentro con el biombo de los crisantemos de Ōgata Kōrin, ocurrido precisamente en la época en que escribía la novela, y que la figura de la cuñada tenga también parecido origen, pues tradicionalmente se ha vinculado a los crisantemos con las hojas otoñales. Es decir, que el nombre de la nuera, Ogata Kikuko, se constituye en una clave que el autor sitúa en su obra para guiarnos hacia la génesis del personaje. Podemos decir que el encuentro con el arte antiguo abrió a Kawabata un nuevo horizonte literario.

En Jiman jūwa (1962), Kawabata cuenta algo que le ocurrió ya después de haber finalizado las entregas de Yama no oto, en 1957. Se encontraba en la abadía de Westminster (Reino Unido), cuando, al oír los cánticos del coro de la iglesia, de súbito vino a su mente una obra de Ōgata Kenzan, hermano menor de Kōrin.

Se advierte el gran interés que tenía Kawabata en la escuela pictórica Rinpa, que tienen en Tawaraya Sōtatsu y Hon’ami Kōetsu a sus primeros representantes, y continúa con los hermanos Ōgata. En concreto, las obras de Kenzan que evocó al hilo de los cánticos de Westminster fueron la serie de caligrafía y dibujos Teika ei jūnikagetsu waka kachō-zu (colección del Metropolitan Museum), basada en poemas de Fujiwara-no-Teika, Yatsuhashi-zu (colección de la Agencia de Cultura, bien de interés cultural), basada en uno de los episodios del clásico Ise Monogatari, Hanakago-zu (colección del Museo de Arte de Fukuoka, bien de interés cultural), en la que se ve un waka (poema) del noble e intelectual de finales del periodo Muromachi Sanjōnishi Sanetaka junto a un par de cestas con flores del otoño, y Shiki kachō-zu byōbu (Museo de Gotō), biombo que representa unas garzas blancas junto a especies vegetales vinculadas a las cuatro estaciones. Kawabata habla en su libro de la nostalgia que le hizo sentir en tierra extraña la belleza japonesa condensada en estas obras de Kenzan.

La última de las obras citadas, que estuvo durante algún tiempo en poder de Kawabata, presenta en su parte izquierda hojas otoñales y crisantemos blancos, en correspondencia con las figuras de mujeres de Yama no oto. En esta novela reverberan las notas pictóricas del autor de la obra que Kawabata encontró en Kanazawa y del resto de los pintores de la escuela Rinpa.

También en Jiman jūwa, Kawabata cita la teoría del historiador del arte Kobayashi Taichirō, según la cual en Hanakago-zu y Shiki kachō-zu byōbu las flores y los pájaros representados simbolizan a personajes del Genji Monogatari. Esta alusión pone de manifiesto el profundo interés que sentía Kawabata hacia las resonancias mutuas perceptibles en las profundidades de las obras literarias y artísticas.

Más tarde, Kawabata continuó perfilando su mundo literario con obras en las que se asoma a los abismos de la pulsión sexual, como Mizuumi (El lago, 1954) que presenta la figura de un hombre de mediana edad que no puede dejar de seguir el rastro de mujeres jóvenes, o Nemureru bijo (La casa de las bellas durmientes, 1960-61), cuya acción se desarrolla en una pensión donde se permite a ancianos compartir cama con bellas señoritas previamente drogadas. En 1968 su trayectoria sería reconocida con el Premio Nobel de Literatura.

Fotografía del encabezado: Fotografía de Kawabata Yasunari, tomada en 1957. (Jiji Press)

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