Grandes figuras de la historia de Japón

Yukawa Hideki, el nobel de física que trabajó por la abolición de las armas nucleares

Ciencia

Yukawa Hideki fue el primer japonés galardonado con un Premio Nobel en 1949. Sus diarios explican las dificultades que atravesó durante la guerra para compaginar la investigación básica con la colaboración bélica que le exigía el Gobierno. Konuma Michiji, físico colaborador que se encargó de analizar sus diarios, nos habla de la trayectoria del nobel, que consagró la segunda mitad de su vida a proteger a la humanidad de la amenaza nuclear.

El físico Yukawa Hideki nació en Tokio en 1907. Al año siguiente su padre, geógrafo y geólogo, obtuvo una plaza de profesor en la Universidad de Kioto y toda la familia se trasladó al oeste con él. Antes de ingresar en la escuela primaria, Yukawa ya había leído con su abuelo los Cuatro Libros y los Cinco Clásicos chinos mediante el método de memorización por repetición sin comprensión de los textos. Esta experiencia y el acceso libre a las revistas que su madre compraba para él y sus hermanos lograron que se aficionara a la lectura.

Su padre era un lector de gustos eclécticos y la casa estaba repleta de libros. Yukawa descubrió al filósofo Zhuangzi en el estudio paterno durante la escuela secundaria y lo admiró toda la vida. Se aficionó a los libros de historia occidentales y devoraba todas las novelas extranjeras que encontraba. También le fascinaba la geometría. Era un joven que destacaba por su pensamiento lógico, más que por sus capacidades de observación y memorización.

Ingresó en el bachillerato de ciencias. Las primeras lecturas de la biblioteca que lo cautivaron fueron obras de filosofía, entre las que descubrió Kagaku gairon (Introducción a la ciencia) y Saikin no shizenkagaku (Ciencias naturales en la actualidad), del filósofo Tanabe Hajime, que fueron avivando su interés en la física.

Abriendo el camino a la teoría mesónica con penas y trabajos

En el año 1900, la física descubrió la teoría de la discontinuidad cuántica, que postula que, cuando se produce energía al emitirse una luz, esa energía no puede adquirir valores continuos, sino solo ciertos valores discretos. En 1905 se corroboró que la luz consta de materia además de ondas y Albert Einstein publicó su teoría de la relatividad. Los fundamentos de la física aceptados hasta el siglo XIX empezaban a tambalearse. La mecánica cuántica se forjó como disciplina entre 1925 y 1927.

Yukawa reunido con Einstein en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton en junio de 1953. (Mainichi Shimbun / AFLO)
Yukawa reunido con Einstein en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton en junio de 1953. (Mainichi Shimbun / AFLO)

En 1924, cuando Yukawa estudiaba el segundo curso de bachillerato, descubrió Die Quantentheorie (La teoría cuántica) de Fitz Reiche y le causó tal impresión que afirmó: “Es más emocionante que cualquier novela que haya leído jamás”. Cuando ingresó en la Facultad de Física de la Universidad de Kioto en 1926, eligió física teórica sin vacilar y se fue formando en teoría cuántica con libros de física moderna importados.

Cuando empezó su carrera investigadora tras graduarse de la Universidad de Kioto en 1929, Yukawa quería centrarse en dos grandes temas: desarrollar una nueva teoría relacionada con la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad, y dilucidar, mediante la mecánica cuántica, la naturaleza del misterioso núcleo atómico. Ambas eran cuestiones de difícil solución que se estudiaban en todo el mundo y Yukawa les dedicó la vida entera.

Al terminar los estudios, tuvo que lidiar constantemente contra las dificultades sin nadie que le orientara. Cinco años más tarde, en 1934, dio con la teoría mesónica, que planteaba lo siguiente: “Los protones y los neutrones que componen el núcleo atómico están unidos por una fuerza (nuclear) que se crea con el intercambio de unas partículas llamadas mesones”. Impartió una conferencia en la Asociación Físico-Matemática de Japón y presentó un artículo en inglés a la revista de dicho organismo que se publicó al año siguiente.

En 1937, los experimentos con rayos cósmicos de Estados Unidos y Japón detectaron las partículas con masa que Yukawa había predicho, por lo que su nombre resonó en todo el mundo. Surgieron numerosos proyectos de investigación destinados a desarrollar la teoría de Yukawa y se generó una competencia feroz entre varios países, como Japón y el Reino Unido.

Sin embargo, acabó siendo evidente que las cualidades de las partículas de Yukawa no guardaban coherencia con las de las partículas de los rayos cósmicos. En 1942, Tanikawa Yasutaka y Sakata Shōichi, del grupo de Yukawa, publicaron una teoría que sugería que las partículas de los rayos cósmicos se generaban al desintegrarse las partículas de Yukawa. El británico Cecil Powell observó partículas de Yukawa en los rayos cósmicos y descubrió que se convertían en partículas de rayos cósmicos al desintegrarse en 1947. Al año siguiente, en Estados Unidos se consiguió producir partículas de Yukawa artificialmente en experimentos con un acelerador. La teoría mesónica postulada por Yukawa había quedado corroborada por observaciones y experimentos, por lo que en 1949 se convirtió en el primer japonés en recibir un premio Nobel. Powell obtendría el mismo premio un año después.

El lanzamiento de las bombas atómicas y los experimentos con bombas de hidrógeno le cambiaron la vida

Desde que Japón entrara en guerra con Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países en 1941, Yukawa, que enseñaba en la Universidad de Kioto, dudó en muchas ocasiones de si debía seguir con sus investigaciones en ciencia básica. Cada vez concluía que era importante contribuir en áreas en las que mejor pudiera demostrar su capacidad y que la tecnología aplicada debía acompañarse de la investigación básica. Con todo, en 1943 el Gobierno japonés decidió que el único objetivo de la investigación científica era la guerra, por lo que empezó la movilización sistemática de investigadores. Yukawa pensó que debía participar en las investigaciones militares, pero no lograba encontrar ningún tema en el que pudiera aportar algo. Al final participó con varios compañeros de su laboratorio en el proyecto de desarrollo de la energía atómica del uranio que la Marina le había encargado a su colega Arakatsu Bunsaku. Pero, como Japón no producía uranio, las investigaciones se interrumpieron antes del fin de la guerra sin que Yukawa y los demás tuvieran la oportunidad de aportar nada concreto al ejército.

Yukawa supo de la bomba atómica que se lanzó el 6 de agosto de 1945 sobre Hiroshima el día 13 del mismo mes, cuando Arakatsu le habló de ella al volver de un estudio para averiguar el estado de los daños en la zona de la explosión. Faltaban dos días para el anuncio del fin de la guerra. Posteriormente, el físico pasó unas semanas de “reflexión e introspección” durante las que rechazó todo encargo para hablar o escribir, hasta que en octubre publicó Shizuka ni omou (Reflexiones en silencio) en una revista semanal. El artículo era una declaración de principios que marcaba un nuevo comienzo tras la guerra y en él Yukawa afirmaba que “para que los objetivos y los medios de un país sean justificables, no deben contradecir el fomento del bienestar de toda la humanidad” y concluía que “fue un error priorizar solo el país ante el individuo, la familia, la sociedad y el mundo y otorgarle un poder absoluto”.

Estados Unidos mantuvo el monopolio de las bombas atómicas después de la guerra y siguió experimentando con ellas. La URSS obtuvo las suyas en 1949. Los norteamericanos respondieron empezando a desarrollar la aún más potente bomba de hidrógeno y se desencadenó una salvaje carrera tecnológica contra los soviéticos. El experimento de la bomba de hidrógeno que se llevó a cabo el 1 de marzo de 1954 en Bikini, una isla del sur del Pacífico, provocó enormes daños a un gran número de embarcaciones y habitantes de islas externas a la zona de aguas peligrosas previamente designada. El incidente fue famoso en todo el mundo por los daños por la radiación que sufrió toda la tripulación del Daigo Fukuryūmaru y la gran cantidad de atún contaminado que hubo que desechar en el mercado. Uno de los tripulantes del barco falleció en setiembre de aquel mismo año.

Yukawa publicó un artículo de periódico a propósito del incidente de Bikini titulado Genshiryoku to jinrui no tenki (La energía atómica y el punto de inflexión para la humanidad), en el que defendía: “Protegernos de la amenaza de la energía atómica es un objetivo que debería priorizarse sobre cualquier otro”.

La colaboración con científicos de todo el mundo para acabar con las armas nucleares

Cuando sucedió el accidente de la isla de Bikini, Yukawa tenía 47 años y dirigía el Instituto de Investigación de Física Básica de la Universidad de Kioto. Aunque desempeñaba muchas funciones además de la investigación y la docencia, empezó a impartir conferencias y escribir artículos en los que abogaba fervientemente por la abolición del armamento nuclear. Pasó de ser una persona “contemplativa” a ser una persona de acción.

El filósofo y matemático británico Bertrand Russell también se sintió conmocionado por el incidente de Bikini y, tras consultar a Einstein, en 1955 publicó el Manifiesto Russell-Einstein con otros diez científicos entre los que se contaba Yukawa. El texto rezaba: “Ante el hecho de que en toda futura guerra mundial se emplearán con certeza las armas nucleares, y de que tales armas amenazan la existencia misma de la humanidad, hacemos un llamamiento a los Gobiernos de todo el mundo, para que entiendan, y lo reconozcan públicamente, que sus propósitos ya no pueden lograrse mediante una guerra mundial y, consecuentemente, para que resuelvan por medios pacíficos cualquier contencioso que exista entre ellos”. También propusieron que los científicos organizaran reuniones para debatir los problemas relacionados con la causa y declararan la necesidad de implicar a científicos y ciudadanos de todo el planeta.

La reunión de científicos que propuso el manifiesto tuvo lugar en el pueblo pesquero canadiense de Pugwash en 1957. A pesar del clima de fuerte antagonismo de la Guerra Fría, científicos famosos de muchos países, entre ellos EE. UU. y la URSS, se reunieron con sus propios medios y lograron el consenso en casi todos los temas que se debatieron. Aquel acto, al que Yukawa también asistió, continúa hoy en día bajo nombre de Conferencias de Pugwash sobre Asuntos Científicos y Mundiales. Yukawa llevó a cabo una campaña para difundir la reunión y en 1962 fundó, junto a Tomonaga Shin’ichirō, la Conferencia de Científicos de Kioto para científicos japoneses que comulgaran con el Manifiesto Russell-Einstein.

Paralelamente con el movimiento mencionado, en 1955 el federalista mundial Shimonaka Yasaburō invitó a Yukawa y seis expertos más a formar el Comité de Siete por la Paz Mundial, que empezó por pedir una reforma básica que reforzara una ONU que apenas cumplía diez años. Yukawa conectó con las ideas de la Federación Mundial, que defendía la necesidad de instituir un Gobierno que tratara los asuntos de escala global, conservando la soberanía de los países, y en 1961 fue nombrado presidente del congreso mundial de la Asociación Global para la Federación Mundial, cargo al que se entregó durante cuatro años.

Yukawa estrecha la mano a científicos de otros países en la ceremonia de inauguración del Simposio Pugwash que se celebró en el Centro Internacional de Conferencias de Kioto en 1975, el primero que acogió en Japón. (Jiji Press)
Yukawa estrecha la mano a científicos de otros países en la ceremonia de inauguración del Simposio Pugwash que se celebró en el Centro Internacional de Conferencias de Kioto en 1975, el primero que acogió en Japón. (Jiji Press)

Kioto acogió en 1975 el primer Simposio Pugwash en Japón, “Un nuevo diseño hacia el desarme nuclear total”. A pesar de que acababa de recuperarse de una enfermedad grave, Yukawa presentó Kakuyokushi o koete: Yukawa Tomonaga Sengen (Más allá de la disuasión nuclear: la Declaración Yukawa-Tomonaga), donde argumentaba que la disuasión nuclear no lograría la paz. El científico exigió la abolición nuclear y el establecimiento de un nuevo orden mundial en la Conferencia de Científicos de Kioto de 1981. Sin embargo, el ensayo Heiwa e no negai (El deseo de paz), que escribió diez días después durante su convalecencia, fue el último llamamiento que publicó. Falleció tres meses más tarde. Faltaban ocho años para que terminara la Guerra Fría.

Fotografía del encabezado: Yukawa Hideki en 1965. (Jiji Press)

(Traducido al español del original en japonés.)

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